PSICOPATOLOGÍA Y MISIONES ESPACIALES
10 Ene 2012

Gabriel González de la Torre Benítez y Miguel Angel Ramallo Luna
Universidad de Cádiz

Cuando pensamos en viajes espaciales, nos viene a la mente personas vestidas con un mono azul, riendo y moviéndose en una nave donde no existe gravedad y todo flota alrededor. Esas personas pasan por un duro entrenamiento para poder llegar a ser astronautas. Los factores psicológicos, tanto a nivel individual como a nivel grupal, junto con los aspectos médicos, tienen una importancia capital en su entrenamiento y en su trabajo en el espacio. Los procesos de selección de los astronautas son bastante exigentes incluso en lo que a su perfil psicológico se refiere. No obstante, las especiales condiciones en las que desarrollan su trabajo pueden suponer un riesgo para su estabilidad emocional y correcto funcionamiento psicológico o rendimiento cognitivo. En el interior de los módulos espaciales como los que componen la Estación Espacial Internacional, existen unas condiciones duras de habitabilidad, con ruido constante, ingravidez, aislamiento y radiación.

 En misiones de larga duración, que son ya un objetivo de las agencias espaciales, estos factores representan un riesgo elevado para la salud de los astronautas, especialmente en la esfera psicológica. Por este motivo, la preparación de este tipo de viajes implica el estudio de multitud de factores psicológicos y posibles escenarios que pudieran suceder durante una misión de estas características. ¿Qué efecto psicológico puede tener el aislamiento durante meses en una nave donde el espacio es limitado, no existe gravedad, el trabajo debe ser preciso, las nacionalidades de los tripulantes variada y las comunicaciones con la Tierra demoradas en más de 30 minutos debido a las grandes distancias? Estas cuestiones debemos estudiarlas a fondo y prepararnos ante las posibles eventualidades que pudieran suceder. Obviamente no se pueden comprobar todos estos factores en misiones reales y por ello se utilizan las simulaciones y los estudios en ambientes análogos en la Tierra.

Las simulaciones, como la misión Mars500, sirven para experimentar diferentes aspectos operativos de una misión y comprobar los efectos psicológicos del aislamiento y otras circunstancias que podemos simular como el retardo en las comunicaciones. En esta simulación, en la cual participamos estudiando ciertos aspectos neurocognitivos (atención, cálculo, memoria, …), seis sujetos permanecen encerrados en unos módulos especialmente diseñados para este propósito y del que salieron en Noviembre, después de 520 días. Los ambientes análogos, como las bases antárticas y las instalaciones submarinas como NEEMO (NASA Extreme Environment Mission Operations), sirven también como un buen campo de pruebas para hacer experimentos sobre aspectos psicológicos y psicosociales de equipos altamente especializados. NEEMO está compuesta por un habitat submarino llamado Aquarius, que se encuentra en Florida. Aquí diversos equipos de «aquanautas», permanecen sumergidos de forma continua por periodos que van de una a dos semanas. En este ambiente submarino se estudian variables psicológicas como: nivel de ejecución cognitiva, adaptación, respuesta emocional al estrés; y se simulan diversas operaciones técnicas y situaciones hipotéticas. Por último, en la Estación Espacial Internacional, actualmente en órbita, podemos probar también diferentes aspectos y conceptos referentes a estos viajes de larga duración.

Un aspecto fundamental en este tipo de misiones de larga duración será la autonomía. La tripulación tendrá que trabajar en condiciones de autonomía nunca vistas debido a las largas distancias y el retardo en las comunicaciones. Así la tripulación tendrá que resolver diferentes situaciones y tomar decisiones. De nuevo, el aspecto psicológico es fundamental. Los tripulantes deben saber cómo detectar posibles problemas psicológicos y cómo medir los niveles de rendimiento cognitivo apropiados, así como reconocer diversas patologías psiquiátricas y estados psicológicos para poder actuar y tomar medidas antes de que sea demasiado tarde. En estas tareas, diversos sistemas de realidad virtual y computerizados ayudarán a los astronautas en sus labores de detección y tratamiento de problemas psicológicos. Por ello, el conocimiento en diversas materias importantes, tanto operativas como del ámbito de la salud, será fundamental en estos equipos de trabajo. En España la Psicología aplicada a las misiones espaciales resulta un tema muy novedoso y es aquí donde nosotros tratamos de abrir brecha para futuras generaciones, pues nuestro futuro como especie está en el espacio y en comprender mejor nuestro lugar en el Universo y a nosotros mismos.

Diversos estudios han documentado un incremento en la prevalencia y severidad de síntomas de depresión, insomnio, irritabilidad, ansiedad, fatiga y disminución en rendimiento cognitivo en misiones de ambientes análogos, así como en diversas misiones espaciales del pasado. En otros casos se han observado igualmente dificultades con la concentración o la memoria. Si bien estos síntomas son considerados de menor importancia en circunstancias normales de trabajo, su importancia para la salud y bienestar de los astronautas o expedicionarios polares se magnifican por las condiciones de confinamiento y aislamiento.

Cuando observamos la literatura especializada, encontramos un acuerdo a la hora de determinar qué trastornos son más frecuentes, siendo los trastornos adaptativos, somatoformes, trastornos del estado de ánimo y los trastornos del sueño, los más comunes, y en menor medida los trastornos psicóticos. En este punto, debemos también mencionar el caso especial de la astenia, categoría diagnóstica presente en la clasificación CIE pero no en la americana DSM. En ambientes análogos como las estaciones antárticas y en las tripulaciones de submarinos, la ansiedad ha sido definida como el problema psicológico más frecuente.

La característica esencial del trastorno adaptativo es el desarrollo de síntomas emocionales o comportamentales en respuesta a un estresor psicosocial identificable. En las misiones espaciales como bien describe Nick Kanas, psiquiatra de la Universidad de California y especialista en Salud Mental y Astronáutica, encontramos que los estresores se deben a 4 fuentes fundamentales:1) físicas, donde podemos incluir la microgravedaad, aceleración, radiación o ciclos atípicos de luz/oscuridad; 2) Habitabilidad donde encontramos la vibración, el ruido del ambiente, la temperatura o la calidad del aire; 3) psicológicas, entre las que localizamos el aislamiento, el confinamiento, monotonía o la sensación de peligro y 4) variables interpersonales donde englobamos cuestiones como el efecto cultural, los conflictos interpersonales, la relación con el personal de control de la misión, el número de tripulantes o cuestiones relativas al liderazgo.

El aislamiento crónico, así como ciertas condiciones físicas como la baja luminosidad, pueden provocar un bajo estado de ánimo. En una misión espacial es crucial la detección de este tipo de problemas antes de que se vea comprometido el éxito o la seguridad de la misión, por ello es necesario plantearse estrategias, por un lado de selección, previamente a la misión y estrategias de afrontamiento e intervención si llegara el caso. La monitorización del tono de voz y las expresiones faciales de los astronautas son usadas actualmente como indicadores del estado de ánimo, con el fin de poder implementar contramedidas, entre las que se encuentran el uso de luz sólida azul, los sistemas de asistencia en terapia virtual o la realización de ejercicio físico.

Debemos hacer referencia también a la astenia, que en su forma más leve, la hipoastenia, se caracteriza por la presencia de fatiga, decremento en el rendimiento, dificultades para dormir, palpitaciones, dificultades de atención e hipersensibilidad al ruido y a la luz. Dicho síndrome fue descrito por los psicólogos que supervisaban a los cosmonautas soviéticos.

Por otro lado, sabemos que un ambiente de trabajo altamente exigente, así como la monotonía y el aburrimiento, junto con otros factores como la microgravedad o el ruido, afectan a la cantidad y calidad del sueño. La falta de sueño puede precipitar y agravar la presencia de posibles problemas de índole psicosocial, psicopatológico y de rendimiento. Es muy usual que encontremos en la tripulación desequilibrios en los ciclos de sueño y vigilia que pueden desembocar en un problema crónico del sueño, desembocando en decrementos en el rendimiento diurno que pueden poner en peligro la misión. En muchos casos los tripulantes cuentan con fármacos para tratar este tipo de eventualidades aunque la investigación de los efectos de estos fármacos en microgravedad es aún escasa.

Algunos autores han ofrecido visiones más positivas sobre los efectos psicológicos de los ambientes extremos y pueden, según ellos, ocasionalmente favorecer la salutogénesis y el crecimiento personal.

Por último, la experiencia nos indica que la incidencia de trastornos más graves como trastornos psicóticos, trastorno bipolar, etc. son inexistentes en los astronautas en misiones espaciales hasta la fecha, aunque sí han aparecido en las misiones antárticas, así como conductas agresivas que en algunos casos han obligado a evacuaciones de emergencia de los afectados. Desgraciadamente en las misiones de larga duración a destinos tan lejanos como Marte, esta posibilidad no existe.

El artículo original puede encontrarse en la revista Apuntes de Psicología:

De la Torre, G. Y Ramallo, M.A. (2010). Psicopatología y misiones espaciales tripuladas. Apuntes de Psicología, 28(3), 377-389.

Sobre los autores:

Gabriel González de la Torre Benítez es Neuropsicólogo, Doctor en Psicología y Profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Cádiz. Es miembro de la International Academy of Astronautics, de la European Low Gravity Research Association y miembro del grupo de expertos en Psicología y Human Machine Systems del programa europeo THESEUS (Towards Human Exploration of Space: a EUropean Strategy) El Profesor González de la Torre ha coordinado el Research Topical Team en factores psicosociales y neuroconductuales financiado por la Agencia Espacial Europea (ESA).

Miguel Angel Ramallo Luna es Licenciado en Psicología, estudiante de postgrado del Departamento de Psicología de la Universidad de Cádiz, especialista en psicoterapia, resolución de conflictos y colaborador en diferentes proyectos relacionados con factores humanos y diversidad.

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