Un estudio advierte de brechas en los datos sobre salud mental a nivel mundial
20 Jun 2025

Los problemas de salud mental representan una de las principales causas de carga de enfermedad en todo el mundo. Su impacto trasciende lo clínico, afectando negativamente a la calidad de vida, a la productividad laboral, al rendimiento académico y a los vínculos sociales. Además, los problemas de esta índole generan elevados costes sanitarios y se asocian con un aumento de la mortalidad prematura. Sin embargo, y a pesar de su peso creciente en las estadísticas globales de salud, aún existe una carencia notable de información rigurosa y representativa sobre la prevalencia de los problemas de salud mental a nivel mundial, con datos insuficientes, desactualizados y una distribución desigual entre regiones, grupos de edad y niveles socioeconómicos.

Con esta introducción, se presenta un estudio publicado en la revista The Lancet Global Health y llevado a cabo por un grupo internacional de investigadores, a través del cual han analizado el alcance y distribución de las fuentes de datos empleadas por el Global Burden of Disease Study 2021 (GBD 2021), con el objetivo de identificar las posibles brechas de información existentes sobre los distintos trastornos mentales en todo el mundo y evaluar qué grupos de población y regiones están siendo sistemáticamente excluidos del registro estadístico.

datos sobre salud mental
Foto: freepik. Diseño: freepik. Fecha: 20/05/25

El análisis ha identificado 1.241 fuentes de datos nacionales representativas utilizadas por el GBD 2021 para estimar la prevalencia de once trastornos mentales. Estas condiciones se han dividido en tres grandes grupos: trastornos del desarrollo neurológico (incluyendo aquí el trastorno del espectro autista, el TDAH y la discapacidad intelectual), trastornos de salud mental generales (como la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia, el trastorno bipolar, los trastornos de conducta y los trastornos de la conducta alimentaria) y trastornos por uso de sustancias (alcohol y drogas).

Sin embargo, a pesar de la aparente amplitud del registro, apenas un 31% de esas fuentes de datos fueron recopiladas a partir del año 2010. Esto significa que, en la mayoría de los casos, las cifras en las que se basan muchas políticas y programas de salud mental provienen de estudios desactualizados, lo que limita su utilidad en un contexto global de rápida transformación social, económica y sanitaria.

Los trastornos con mayor cantidad de datos fueron los trastornos por consumo de drogas (792 fuentes) y los trastornos depresivos (240). En el otro extremo, la discapacidad intelectual apenas estuvo representada con 9 fuentes a nivel mundial, y solo una de ellas era posterior al año 2010. Este desequilibrio sugiere una priorización de ciertos diagnósticos frente a otros, y deja en evidencia la invisibilidad estadística que vienen señalando en los últimos años algunos colectivos.

Cerca de un 90% de los países en todo el mundo no cuenta con datos representativos sobre problemas de salud mental infantiles

Uno de los hallazgos más contundentes del estudio es la escasa atención prestada a la salud mental infantil. Casi el 90% de los países del mundo no cuenta con datos representativos a nivel nacional sobre trastornos mentales en niños y niñas. Esta falta de información impide conocer con exactitud la magnitud de los problemas de salud mental en la infancia y puede dificultar enormemente la planificación de políticas preventivas y de intervención precoz.

Esta brecha de datos es aún más marcada en regiones como África y el Pacífico Occidental, donde más del 40% de los países carecen completamente de información sobre la prevalencia de cualquier trastorno mental. La situación parece mejorar ligeramente en regiones como Europa o el Mediterráneo Oriental, aunque sigue siendo insuficiente. En Europa, por ejemplo, solo el 21% de los países disponen de, al menos, una fuente de datos sobre salud mental en la infancia.

El campo de la psiquiatría infantil, aún emergente en muchas partes del mundo, se enfrenta a una doble limitación: una menor tradición de investigación y una falta generalizada de herramientas adaptadas para esta población.

Esta ausencia de datos también afecta de forma desproporcionada a los trastornos del neurodesarrollo como el autismo o el TDAH, que suelen manifestarse en las primeras etapas de la vida. Aunque en los últimos años se ha incrementado la atención científica hacia estos diagnósticos, siguen siendo los menos cubiertos en los estudios poblacionales a nivel global.

Desigualdades en países según nivel de ingresos

El estudio revela una profunda brecha entre países según su nivel de ingresos. En los países de bajos ingresos, no existe ningún dato representativo sobre trastornos del desarrollo neurológico. Solo el 29% dispone de datos sobre trastornos mentales generales y un 21% sobre trastornos por uso de sustancias. Es decir, más de dos tercios de estos países no contarían con información básica para tomar decisiones en materia de salud mental.

En los países de ingresos altos, la situación mejora pero sigue siendo incompleta. Aunque el 82% de estos países tiene al menos una fuente de datos sobre salud mental, solo el 14% cuenta con información sobre la prevalencia del trastorno del espectro del autismo y apenas el 21% tiene datos representativos a nivel nacional sobre esquizofrenia. Incluso entre los países con más recursos, los estudios recientes sobre estos trastornos siguen siendo escasos.

Este panorama evidencia que la pobreza y la exclusión geográfica no solo condicionan el acceso a los servicios de salud mental, sino también el acceso a la visibilidad estadística. Sin datos, no hay diagnóstico; sin diagnóstico, no hay políticas eficaces.

Falta de datos actualizados y representativos sobre prevalencia de problemas de salud mental

Una de las principales conclusiones del estudio es que la mayoría de los datos disponibles son anteriores a 2010. Para muchos trastornos, solo entre el 20% y el 30% de la información es reciente. En el caso de los trastornos por consumo de sustancias, la situación es algo mejor, con un 34% de datos posteriores a esa fecha, gracias al impulso de políticas públicas y encuestas específicas en varios países de ingresos altos.

En cambio, en lo que respecta a trastornos del espectro del autismo, aunque el 63% de los estudios son recientes, su volumen absoluto sigue siendo muy bajo. La discapacidad intelectual apenas cuenta con datos nuevos, y lo mismo ocurre con la esquizofrenia y los trastornos de ansiedad. Este desfase temporal puede limitar la capacidad de respuesta de los sistemas de salud ante fenómenos emergentes, como, por ejemplo, el aumento del malestar psicológico en contextos de crisis económica o sanitaria.

Implicaciones: políticas públicas sin brújula

La carencia de datos actualizados y representativos sobre problemas de salud mental tiene consecuencias directas en múltiples niveles. En primer lugar, dificulta la planificación de estrategias sanitarias basadas en la evidencia, lo que puede dar lugar a políticas poco ajustadas a la realidad. Una segunda consecuencia es que esto perpetúa el estigma, al impedir la visibilidad real de las cifras de prevalencia y sus determinantes. En tercer lugar, puede obstaculizar la identificación de factores de riesgo locales y de las desigualdades estructurales que condicionan la aparición de problemas de salud mental.

En ausencia de datos fiables, muchos países terminan utilizando modelos extrapolados o adaptaciones de estudios realizados en contextos muy diferentes, lo que puede generar errores graves en la planificación y asignación de recursos. Esta situación se traduce, en última instancia, en una inequidad global en el acceso a la atención en salud mental.

Es clave una reforma estructural en la forma de recabar y analizar datos sobre salud mental

Pese al panorama desalentador, el estudio identifica algunas iniciativas prometedoras que podrían marcar el inicio de un cambio. A este respecto, las Encuestas Mundiales de Salud Mental de la OMS y las encuestas de Indicadores Múltiples por Conglomerados (MICS) de UNICEF han comenzado a incluir en sus nuevas ediciones módulos sobre salud mental juvenil (jóvenes de entre 15 y 24 años) centrado en los síntomas de ansiedad y depresión. El proyecto NAMHS  (National Adolescent Mental Health Surveys), por su parte, ha logrado implementar encuestas comparables entre países como Kenia, Indonesia y Vietnam, contribuyendo a una estandarización metodológica que podría facilitar futuras comparaciones globales.

Los autores abogan por una reforma estructural en la forma de recolectar y analizar datos sobre salud mental. Esto incluye el desarrollo de instrumentos gratuitos y multilingües, la creación de repositorios de acceso abierto, la adaptación cultural de las herramientas diagnósticas y una inversión sostenida en formación e infraestructura para los países de ingresos bajos y medios.

Además, se señala la necesidad de combinar métodos de bajo coste (como encuestas web o escolares) con técnicas de muestreo probabilístico para mejorar la representatividad sin comprometer la viabilidad económica. También se destaca el papel fundamental de las organizaciones sociales como agentes de cambio y promoción de la salud mental en contextos vulnerables.

El estudio deja una conclusión clara: el mundo sigue careciendo de datos confiables, actualizados y representativos sobre la prevalencia de los problemas de salud mental, en particular en la infancia, la adolescencia y en los países más desfavorecidos. Esta falta de información impide una respuesta eficaz ante un problema que afecta a cada vez más personas y que exige una acción urgente.

Sin una base sólida de conocimiento, cualquier política, programa o inversión en salud mental corre el riesgo de ser ineficaz, injusta o insuficiente. Solo con un esfuerzo coordinado y sostenido que involucre a gobiernos, instituciones académicas, organizaciones sociales y organismos internacionales será posible cerrar las brechas de información actuales y construir una epidemiología de la salud mental que sea, al mismo tiempo, rigurosa, equitativa y útil para mejorar la vida de las personas.

Fuente: Casella, C. B., Kousoulis, A. A., Kohrt, B. A., Bantjes, J., Kieling, C., Cuijpers, P., … & Salum, G. A. (2025). Data gaps in prevalence rates of mental health conditions around the world: a retrospective analysis of nationally representative data. The Lancet Global Health13(5), e879-e887. https://doi.org/10.1016/S2214-109X(24)00563-1

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