Un metaanálisis muestra la eficacia de la terapia cognitivo-conductual para el insomnio en jóvenes
16 Jul 2025

Un reciente metaanálisis ha encontrado que las intervenciones psicológicas son eficaces para mejorar la calidad del sueño en adultos jóvenes. El estudio, publicado en la revista PLOS ONE, destaca que, entre todas las intervenciones psicológicas, la terapia cognitivo-conductual para el Insomnio (TCC-I) muestra mejores resultados en este grupo de edad.

La revisión sistemática evaluó 22 ensayos controlados aleatorizados con más de 6.000 adultos jóvenes. Según indican los autores, los resultados apoyan el uso de las intervenciones psicológicas como una herramienta valiosa para abordar los problemas de sueño tan prevalentes entre los jóvenes, que a menudo enfrentan circunstancias únicas que dificultan las rutinas de sueño saludables.

insomnio
Foto: Freepik. Descarga: 21/05/2025
Contexto y relevancia del problema

La literatura científica ha demostrado que el sueño deficiente persistente o el insomnio predispone a las personas a desarrollar trastornos mentales como la depresión y la ansiedad, señalan los autores. Las dificultades para dormir también pueden empeorar los problemas de salud mental comórbidas, aumentando la probabilidad de recaída de la depresión, prolongando su curso y mitigando los efectos del tratamiento, tal y como se expone en el artículo. Por lo tanto, se considera prioritario el tratamiento eficaz de los trastornos del sueño en este grupo de edad.

Los adultos jóvenes en especial riesgo de insomnio

Los datos aportados por los autores muestran que la prevalencia del insomnio en estudiantes universitarios es mayor que en la población general, con aproximadamente el 18.5% cumpliendo los criterios de trastorno de insomnio frente al 6% en la población general. Además, entre el 43% y el 66% de los adultos jóvenes informan ser «malos durmientes», aunque no cumplan los criterios de diagnóstico formal.

Según explican los investigadores, los estudiantes universitarios a menudo tienen circunstancias únicas que dificultan el mantenimiento de rutinas de sueño regulares. Por ejemplo, vivir en residencias o casas compartidas puede fomentar interacciones sociales nocturnas que retrasen la hora de acostarse. Asimismo, los jóvenes tienden a pasar mucho tiempo en su dormitorio en actividades que no son dormir (estudiar, socializar online…), lo que dificulta asociar la cama con la sensación de sueño.

Esta población también presenta altas tasas de problemas de salud mental, con un 31% de los jóvenes informando de un trastorno de salud mental en los últimos doce meses, una cifra que ha ido en aumento en la última década, según explican los autores. Teniendo en cuenta este panorama, mejorar la calidad del sueño es crucial, puesto que los trastornos del sueño son un factor de riesgo independiente para el trastorno mental posterior y la conducta suicida.

El estudio: objetivos y metodología

El objetivo principal fue sintetizar la literatura de los ECA y utilizar técnicas de metaanálisis para examinar la eficacia de estas intervenciones en la mejora de la calidad del sueño en comparación con los grupos de control. Un objetivo secundario fue comparar los tamaños del efecto de diferentes enfoques psicológicos.

Los participantes incluidos en los estudios tenían, en promedio, entre 18 y 30 años. Se buscaron ensayos controlados aleatorios en bases de datos como PubMed, PsychInfo, EMBASE y Medline hasta el 20 de septiembre de 2024. Los estudios debían probar una intervención psicológica (TCC-I, mindfulness, relajación, higiene del sueño) enfocada en tratar las dificultades del sueño. Se incluyeron estudios con grupos de control activos (por ejemplo, educación sobre el sueño, higiene del sueño) y no activos (por ejemplo, lista de espera, atención habitual). Asimismo, se evaluó la calidad metodológica de los estudios incluidos utilizando las directrices de la Herramienta Cochrane de Riesgo de Sesgo.

Principales resultados

El metaanálisis se basó en 14 de los 22 estudios que cumplieron los criterios de inclusión y exclusión específicos para el análisis. Los principales resultados son los siguientes:

Las intervenciones psicológicas son eficaces para la reducción del insomnio en jóvenes

En general, las intervenciones psicológicas para las dificultades del sueño mejoraron la calidad del sueño con un tamaño del efecto moderado (g = 0.50) en comparación con los grupos de control. Este hallazgo es consistente con revisiones previas, aunque el tamaño del efecto es ligeramente menor, posiblemente debido a la exclusión de estudios con tamaños de muestra muy pequeños, que tienden a sobreestimar los efectos, señalan los autores.

La terapia cognitivo-conductual para el insomnio es más eficaz que el mindfulness

Un análisis de subgrupos comparó específicamente las intervenciones de terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I) con las terapias basadas en mindfulness. Los resultados mostraron diferencias significativas en los tamaños del efecto entre estos dos tipos de intervención.

Específicamente, los estudios que evaluaron la TCC-I mostraron un tamaño del efecto medio (g = 0.72). Por el contrario, las intervenciones centradas en mindfulness mostraron un tamaño del efecto relativamente menor (g = 0.16).

Según exponen los autores, esta diferencia podría deberse a factores como la intensidad de la intervención, puesto que las intervenciones de TCC-I tienden a ser más largas y multicomponente, mientras que las de mindfulness a menudo son más breves o se centran en un solo componente. Sin embargo, los autores advierten que este análisis de subgrupos se basó en un número relativamente pequeño de estudios, y se necesita más investigación para verificar si esta diferencia refleja una verdadera diferencia en la eficacia.

La calidad metodológica de los estudios incluidos varió, con un 18% presentando un alto riesgo de sesgo y un 55% algunas preocupaciones, mientras que un 27% mostró un bajo riesgo de sesgo. No se encontró evidencia de sesgo de publicación.

Implicaciones y direcciones futuras

En definitiva, los resultados de la revisión sistemática proporcionan evidencia que apoya el uso de intervenciones psicológicas para mejorar la calidad del sueño adultos jóvenes. Esta conclusión es importante dado que este grupo de edad experimenta tasas elevadas de problemas de sueño y trastornos mentales, subrayan los autores. De esta forma, mejorar el sueño puede ser una forma indirecta de abordar la salud mental en esta población.

A pesar de estos resultados prometedores, la revisión destaca varias áreas para futuras investigaciones. A este respecto, los autores señalan que se necesitan investigaciones que incluyan medidas objetivas (por ejemplo, polisomnografía) para obtener una imagen más completa de la eficacia de las intervenciones. Asimismo, es necesario evaluar el impacto de las intervenciones en el funcionamiento diurno y evaluar los posibles mecanismos que explican la mejora del sueño después del tratamiento psicológico, especialmente en intervenciones multicomponente como la TCC-I, entre otros aspectos.

Conclusión

En resumen, la revisión proporciona evidencia de que las intervenciones psicológicas son beneficiosas para la calidad del sueño en estudiantes universitarios, con la TCC-I mostrando el efecto más grande en este análisis. Estudios anteriores, recogidos en Infocop, han analizado los componentes de las TCC-I que aumentan la eficacia de la intervención (ver aquí).

Los autores señalan la necesidad de realizar más estudios rigurosos para confirmar y ampliar estos resultados, especialmente en lo que respecta a las medidas objetivas del sueño y el impacto en el funcionamiento diurno.

Fuente:

Tadros, M., Newby, J. M., Li, S., & Werner-Seidler, A. (2025). A systematic review and meta-analysis of psychological treatments to improve sleep quality in university studentsPloS one20(2), e0317125.

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