COP Navarra
Tras tres mandatos al frente como decana, Rosa Ramos se despide del Colegio Oficial de Psicología de Navarra cerrando una trayectoria de 40 años vinculada directamente a la organización más importante de nuestra Comunidad en el ámbito de la psicología.
Con motivo de su despedida como decana tras 12 años en el cargo, el COP Navarra le ha realizado una interesante entrevista, a través de la cual repasa en detalle su formación pionera en Psicología en la Universidad de Deusto, su valiosa labor en el Colegio y en el Consejo General de la Psicología de España, y su visión incansable para el futuro de la profesión.
ENTREVISTA
Usted se licenció en Psicología en 1981 en la Universidad de Deusto, siendo la primera promoción. ¿Qué le motivó a estudiar Psicología y cómo recuerda sus primeros años?
Mi intención inicial fue estudiar Medicina, y de hecho, comencé esos estudios. Sin embargo, el periodo de protestas en la Universidad de Leioa provocó que mi padre me aconsejara trasladarme a Deusto, donde me decanté por la Psicología. Fue una elección que se reveló como vocacional y de la que no me arrepiento. Pensé que esta ciencia y profesión podía ser un camino interesante para conocer en profundidad a las personas y prestarles ayuda.
Esa formación, a comienzos de los años 80, la hizo acompañada de grandes referentes en la profesión de la psicología, ¿es cierto?
Sí. En mi examen de final de carrera, equivalente a la tesina, estuvieron de tribunal los profesores, José Luis Pinillos, Mariano Yela y José Alonso Forteza, los tres referentes muy destacados en la Psicología del siglo XX. Con el tiempo lo recuerdo como un privilegio.
Se instaló en Pamplona tras casarse con un navarro. ¿Cómo fue abrirse camino en esta nueva tierra?
Uno de los mayores retos fue precisamente abrirme camino como profesional autónoma en una ciudad donde no tenía contactos profesionales. Tuve que construir mi trayectoria desde cero. Tras unos años de formación en evaluación, diagnóstico e intervención clínica con compañeros del Centro Cinteco en Madrid, dirigido por el profesor José Antonio Carrobles y Angeles Sanz. Comencé muy pronto a ejercer y hasta el día de hoy ya llevo 40 años como psicóloga clínica. He impartido y sigo, múltiples formaciones a compañeros, en la Universidad, a distintos colectivos profesionales, médicos, psiquiatras, profesores, padres, y distintas organizaciones, además de una mantenida presencia en los medios de comunicación, dando a conocer la profesión y haciendo análisis de nuestra realidad a través de nuestro conocimiento.

Usted se colegió en Pamplona el mismo año en que se licenció. ¿Cuándo y cómo comenzó su actividad en la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicología de Navarra (COPN)?
Me colegié el mismo año en que me licencié, en Iturrama, cuando aún no teníamos un colegio profesional como tal. Tengo el número N-126 de colegiación. Después fue en los años 90 cuando constituimos una Junta de Gobierno con Juan Romero como presidente. Yo asumí la vocalía de Clínica. Retomé la actividad colegial en 2005, cuando Ramón Loitegui inició su Junta de Gobierno y me pidió que me incorporara como vicedecana. Estuve dos etapas con él, encargándome, entre otras cosas, de la Secretaría de la Comisión Deontológica.
Finalmente, fue elegida decana del Colegio en 2013. ¿Qué hitos destacaría de sus tres mandatos?
Impulsé muchas iniciativas para fortalecer la presencia institucional y profesional. Por ejemplo, se celebraron jornadas importantes como la de intervención social, la primera Jornada de Psicología Clínica y de la Salud en el Hospital de Navarra, y logramos traer a Navarra las X Jornadas de Violencia de Género del Consejo en 2018 respaldadas por instituciones autonómicas y judiciales, con más de 200 personas inscritas, o más recientemente la VII Convención Nacional de Psicología celebrada en Baluarte con más de 600 personas inscritas. La última iniciativa desarrollada ha sido la comparecencia en el Parlamento en noviembre para subrayar la importancia de proteger la salud mental de los trabajadores autónomos.
¿En estos años cuáles han sido los principales avances en diferentes ámbitos relacionados con la profesión de la psicología?
A lo largo de estos años la profesión ha logrado avances regulatorios de gran relevancia, especialmente en el ámbito sanitario. La creación de la especialidad de Psicología Clínica y del título de Psicólogo General Sanitario ha supuesto un hito, aunque sigue pendiente el reconocimiento de otras especialidades necesarias, como Neuropsicología, Psicooncología o Psicología de la Infancia y la Adolescencia. Asimismo, se necesita una formación especializada para el trabajo que desempeñamos en los juzgados y actualmente se está trabajando para la creación de un máster oficial que dé cobertura a esta necesidad.
En el campo de la Intervención Social es imprescindible que la psicología esté integrada en la atención primaria de los servicios sociales. La profesión dispone de competencias para realizar los diagnósticos y evaluaciones que permiten un uso adecuado de los recursos y una atención eficaz a la ciudadanía. Nuestro conocimiento resulta especialmente relevante en áreas como la desprotección infantil y familiar, el envejecimiento, las diversas formas de violencia, la salud perinatal, la migración y la intervención con colectivos vulnerables.
En el ámbito educativo, la psicología debe desarrollarse más allá de las funciones de orientación. Las problemáticas emergentes —acoso escolar, autolesiones, conflictos derivados de la xenofobia y otras situaciones de malestar emocional— requieren la presencia de profesionales de la psicología que puedan abordarlas de forma preventiva y especializada.
En el terreno de las organizaciones y el trabajo, la nueva normativa sobre riesgos psicosociales incorpora la salud mental como dimensión esencial, en un contexto en el que ya constituye la segunda causa de baja laboral. Esta incorporación abre un espacio profesional que demanda ser cubierto con evaluaciones, diagnósticos e intervenciones basadas en criterios técnicos rigurosos.
Además, la Psicología de Emergencias avanza en reconocimiento, pero persiste la necesidad de que la administración active de manera sistemática a los equipos profesionales ante catástrofes, evitando que dependan del voluntarismo y garantizando su consideración como parte integrante del dispositivo de respuesta.
Por último, también quiero destacar la relevancia que tuvo el trabajo que hice a nivel nacional para la implantación del PIR, una de las labores más significativas que considero he realizado a nivel colegial. Y la incorporación de 19 psicólogos en Atención Primaria, la mayoría de ellos psicólogos generales sanitarios.
¿La colaboración con otras instituciones ha sido estos años un eje importante?
Así es. Gracias al impulso de la jueza Margarita Pérez de Salazar, se firmaron los primeros convenios para la realización de periciales en juzgados de Familia y, después, en juzgados de Violencia de Género. También desarrollamos un acuerdo de Justicia Restaurativa que generó trabajo relevante para los colegiados con formación en mediación penal. La colaboración institucional se extendió al ámbito social y universitario: el Colegio participó en el Comité de Ética de la Intervención Social y fui invitada a integrar el Consejo Asesor de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UPNA, contribuyendo a la implantación del Grado en Psicología, el MPGS y los dobles másteres. También asesoré a la Universidad de Navarra en las fases iniciales de la creación del Grado y del MPGS.
A nivel interno, reforzamos la cultura deontológica mediante formación anual para las nuevas personas colegiadas y para la propia Comisión Deontológica, cuyo procedimiento administrativo fue actualizado. Asimismo, se revisaron los estatutos para adecuarlos a la normativa vigente y se elaboraron protocolos de actuación relacionados con la publicidad profesional y el funcionamiento de los grupos del Colegio.
Promovimos también acciones de sensibilización social. Se realizaron dos campañas dirigidas a la ciudadanía: una en colaboración con la asociación de consumidores para clarificar el papel del psicólogo, y otra —“Tenemos que hablar de esto”— centrada en el intrusismo y la defensa de la profesión, presentada en la plaza del Castillo en el Día de la Salud Mental.
En el ámbito de la psicología del deporte se desarrolló un proyecto piloto con la Fundación Induráin que culminó en la contratación de psicólogos en el Instituto Navarro de Deporte y Juventud.
Y, por supuesto, la pandemia supuso un reto…
Durante la pandemia propuse a la consejera Santos Induráin un servicio de apoyo telefónico, atendido por el Grupo de Emergencias y Catástrofes del Colegio, que asistió a más de mil personas. Posteriormente firmamos un acuerdo para ofrecer atención psicológica a profesionales sanitarios a través de la Gerencia de Salud. En los últimos años organizamos una jornada en el Planetario sobre salud mental en los centros educativos, inaugurada por el consejero de Educación y con la asistencia de 200 profesionales. A ello siguieron dos jornadas con el Consejo Escolar centradas en la prevención del suicidio. Se promovieron además encuentros especializados sobre soledad no deseada, acogimiento familiar, violencia de género, emergencias, coordinación de parentalidad, perinatalidad y psicoterapia.
¿Y cómo ha evolucionado el Colegio durante su gestión?
El Colegio ha evolucionado hasta convertirse en una entidad con estructuras sólidas. Cuando asumí la decanatura contábamos con algo más de 430 personas colegiadas; actualmente, superamos las 1.300. En este tiempo hemos reforzado los medios informáticos y de comunicación con un asesor jurídico, un periodista y un asesor económico para profesionalizar en diferentes áreas la gestión y dotar al Colegio de una estructura estable y acorde a sus responsabilidades. Por último, logramos inaugurar este año un nuevo local, un proyecto largamente esperado.
¿Cuál cree que ha sido su mayor aportación a la institución?
Creo que dotar a nuestra comunidad de una imagen deseriedad, rigor y profesionalidad, y conseguir una mayor presencia institucional. También la proyección exterior, logrando traer a Navarra eventos nacionales de gran importancia, y la adquisición y puesta en marcha del nuevo local con los medios telemáticos necesarios para abrir nuestra actividad a los colegiados y colegiadas, un empeño que supuso un esfuerzo sostenido y del que me marcho satisfecha.
¿Y su mayor reto profesional al que se ha enfrentado como profesional?
Uno de los mayores retos fue abrirme camino como profesional autónoma en un momento en que no existían convocatorias para acceder a la administración y ejercer en el ámbito clínico. Llegué a una ciudad en la que no tenía contactos profesionales, más allá de dos profesores que había tenido en Deusto, y tuve que construir mi trayectoria prácticamente desde cero.
En la práctica clínica cada persona que se sienta frente a mí supone un reto en sí mismo. La confianza que deposita en que voy a ayudarle a superar su sufrimiento exige responsabilidad y humildad, independientemente de los años de experiencia; el ser humano nunca deja de sorprenderme.
Pero quizás la época de la pandemia, cuando se dispara y acababa de perder a mi madre, y mi hija estaba viviendo en Austria sin poder venir, ha sido la etapa más difícil de mi carrera, para seguir trabajando y tener condiciones de ayudar a otros.
¿Qué retos cree que afrontará la próxima generación de psicólogos?
Necesitarán una buena capacitación para el ejercicio profesional, con práctica supervisada y eligiendo métodos validados. Es crucial seguir con el aumento de profesionales de la psicología en áreas como justicia, intervención social, educación y deporte. Además, la administración debería convocar más plazas PIR y mantener a quienes terminan la especialidad. Ampliar la oferta en salud, en el ámbito hospitalario, creando nuevas especialidades como psicooncología, neuropsicología, la especialidad infantojuvenil.
Procedo de una generación en la que se enfatizaba la importancia de aprender a fondo. Y hoy observo que, en algunos contextos, esa exigencia formativa se diluye y que el rigor científico no siempre ocupa el lugar central que debería. Esto es especialmente preocupante en una profesión que trabaja con personas vulnerables y que requiere intervenciones sólidamente fundamentadas.
En este sentido, la universidad afronta un reto decisivo. La expansión de grados y másteres no siempre se ha acompañado de una supervisión práctica adecuada. Antes de que un profesional intervenga con pacientes o usuarios, es imprescindible que haya recibido una supervisión sólida por parte de especialistas del ámbito en el que desea ejercer. Esta es, a mi juicio, una de las grandes asignaturas pendientes de la formación actual.
El papel de la psicología en la sociedad, tras la pandemia, parece indiscutible…
Tras la pandemia, la presencia de la psicología en la sociedad se ha vuelto fundamental, sí. Formamos ya parte del imaginario colectivo como un recurso necesario para comprender y afrontar el malestar emocional. Durante años se nos acusó de “psicologizar” los problemas cotidianos —una crítica que escuché tanto de algunos responsables políticos como de profesionales no psicólogos del ámbito de la salud mental—, pero la experiencia de la pandemia ha evidenciado que determinadas alteraciones psicológicas no son fruto de déficits individuales, sino de circunstancias sociales y vitales extraordinarias.
De forma similar a lo ocurrido tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se produjo un cambio de paradigma al reconocerse los efectos traumáticos de la guerra sobre la población, la pandemia ha puesto de manifiesto que existen secuelas psicológicas derivadas directamente del contexto vivido. La OMS insiste en esta reorientación: la salud mental debe entenderse desde una perspectiva comunitaria en la que los factores sociales, laborales y de vida desempeñan un papel determinante en el bienestar de las personas.
El aumento de la demanda de atención psicológica está vinculado a una mayor sensibilización social respecto a la importancia de la salud mental como componente esencial de la salud global. No hay salud sin salud mental, y los ritmos y condiciones de vida actuales exponen a la población a estresores continuados que generan un coste emocional evidente.
Nuestra profesión está demostrando su buen desarrollo y aplicación en distintos ámbitos, y la ventaja de contar con nuestras aportaciones, al lado de otros profesionales, es cada vez más clara y necesaria, amén del ahorro económico que supone para la administración y las empresas, cuando no se utilizan tantos psicofármacos o enseñamos a la gente a afrontar problemas que les permiten reducir las bajas laborales, por ejemplo.
¿Qué aprendizajes se lleva tras liderar una organización profesional tan diversa y comprometida?
A nivel profesional he tenido la oportunidad de obtener una visión amplia del estado de nuestra profesión, no sólo en el ámbito autonómico sino también a escala nacional. Este recorrido me ha permitido comprender con mayor claridad los retos pendientes, los aspectos susceptibles de mejora y los logros que se han ido alcanzando, así como seguir de cerca los avances científicos y los nuevos campos de desarrollo que se abren para quienes ejercemos la Psicología.
He tenido la oportunidad de acercarme a numerosos profesionales de alto nivel, tanto de nuestra comunidad como de fuera de Navarra, cuyo conocimiento y experiencia han enriquecido profundamente nuestro trabajo. También he procurado reconocer y valorar el apoyo de quienes me precedieron, que abrieron camino y contribuyeron a construir la profesión con dedicación y esfuerzo.
He aprendido de todas y todos mis compañeros, cada uno desde su conocimiento y su modo de hacer en los distintos ámbitos de ejercicio. Este contacto me ha permitido comprender de cerca su desarrollo profesional, tanto dentro de la administración como fuera de ella. Muy especialmente he aprendido de quienes me han acompañado en las tareas de gobierno del Colegio y de los profesionales que he tenido ocasión de conocer a nivel nacional.
No puedo dejar de reconocer el apoyo incalculable que he recibido de nuestra secretaria, Maite Martínez, una valiosa, honesta y comprometida compañera de camino, además de una gran profesional, que gracias a ella la tarea ha sido mucho más fácil.
A nivel personal he encontrado profesionales muy comprometidos con quienes la colaboración ha sido especialmente fluida, y otros con los que ha sido necesario realizar más ajustes para mantener el trabajo común. En todos los casos he procurado no perder de vista el objetivo compartido —la profesión y sus profesionales— y sostener una actitud ética y responsable que permitiera avanzar pese a las diferencias.
Me quedo con muy buenos momentos vividos, con aquellos compañeros y compañeras que, a lo largo de todos estos años, han sido y son gente muy valiosa y comprometida con nuestra profesión, y además son grandes personas.
Lo más importante, que se han forjado también amistades duraderas.
¿Cómo se imagina su nueva etapa tras dejar la Junta del Colegio? ¿Seguirá vinculada?
Esta nueva etapa me permitirá recuperar tiempo personal para cuidarme, dedicarme a mi familia y amistades con mayor libertad. Aunque estoy cercana a la jubilación, continuaré aún un tiempo con mi actividad profesional como psicóloga clínica. Seguiré apoyando a la nueva Junta de Gobierno del Colegio cuando me convoquen. En el Consejo General de la Psicología, seguiré desempeñando la Vicesecretaría hasta las próximas elecciones.
¿Qué mensaje le dejaría a los colegiados y las colegiadas más jóvenes?
Que se acerquen al Colegio. Es el lugar donde podrán entrar en contacto con compañeros de distintos ámbitos, aprovechar la formación, hablar de sus necesidades y formar grupos de trabajo para debatir los retos de la profesión. Les aliento a construir su desarrollo profesional junto a otros compañeros.
