CONCEDIDO EL PREMIO IMSERSO «INFANTA CRISTINA» 2006 – ENTREVISTA A MARÍA CRESPO

17 Nov 2006

Recientemente se han concedido los Premios IMSERSO «Infanta Cristina» 2006, en los que, en esta ocasión ha sido galardonado en la sección de Estudios e Investigaciones Sociales, el trabajo El apoyo a los cuidadores de familias mayores dependientes en el hogar: desarrollo del programa Cómo mantener su bienestar, realizado por María Crespo López y Javier López Martínez, ambos docentes e investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

Este merecido premio coincide en el tiempo con los debates suscitados en torno a la denominada Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia, ahora en trámite de aprobación en el Senado. Es significativo que este reconocimiento de la Psicología en el ámbito de la dependencia contrasta con el escaso papel concedido a psicólogos y psicólogas tanto en el borrador de la citada ley, como en el proyecto del baremo que previsiblemente se va a utilizar en la evaluación de la dependencia.

 

Con motivo de la concesión de este galardón, Infocop Online ha querido entrevistar para sus lectores a María Crespo, coautora de este trabajo. En esta entrevista Crespo habla de la importancia de la Psicología en la atención a los cuidadores de familias mayores en el ámbito de la promoción de la autonomía personal y la dependencia.

ENTREVISTA

Este trabajo se centra específicamente en la necesidad de ofrecer una atención psicológica a los cuidadores y familiares de personas en situación de dependencia. ¿Cuáles son las principales necesidades de los/as cuidadores de personas mayores y en situación de dependencia?

Es habitual que los cuidadores, por el simple hecho de serlo, vean afectados todos los ámbitos de su vida cotidiana. Según el informe sobre este tema publicado el pasado año por el IMSERSO, un 85% de los cuidadores entrevistados sienten que la ayuda prestada incide negativamente en su vida cotidiana, y ese sentimiento se acrecienta a medida que aumenta la edad del cuidador.

Hay evidencia contrastada de que el cuidado de una persona dependiente supone una disminución importante del tiempo libre y las actividades de ocio de estos cuidadores, incluidas las relaciones sociales. Esto afecta negativamente a la vida familiar y a las relaciones de pareja, y genera dificultades tanto profesionales como económicas. Desde el punto de vista de la salud, la situación de estrés crónico a la que se ven sometidos les pone en situación de vulnerabilidad, que afecta a su calidad de vida e incrementa el riesgo de padecer diversos problemas físicos, así como importantes alteraciones emocionales, especialmente problemas de ansiedad y depresión que, con frecuencia, se relacionan con consumo habitual de psicofármacos, en muchos casos sin prescripción profesional. No es de extrañar, pues, que en ocasiones se llegue a denominar a los cuidadores «víctimas o pacientes ocultos».

¿De qué manera repercute en la calidad de vida, no sólo de estos cuidadores, sino también de las personas atendidas por ellos/as?

En una situación de interdependencia tan estrecha como la que se da entre cuidador/a y mayor, no es extraño que el estrés que sufre el cuidador constituya a su vez un importante estresor para el mayor. Un cuidador estresado transmite su estrés al mayor. Se produce entonces un efecto de «contagio», que puede llevar a que el mayor muestre problemas en su rendimiento, mayores dificultades de ejecución de actividades de la vida diaria, y, eventualmente, problemas de conducta y expresiones emocionales, todo lo cual, a su vez, acrecienta las demandas impuestas sobre el cuidador, dando lugar a un círculo vicioso de malestar creciente en ambas partes. Pero además, ese estrés continuado, ese «no poder más» se relaciona con la aparición más o menos esporádica de «estallidos» emocionales que pueden llegar a incluir algunas formas de violencia verbal o incluso física hacia el mayor, o también situaciones de desatención o negligencia, al mismo tiempo que pueden contribuir a un incremento de la probabilidad de institucionalización del mayor. Y todo ello genera con frecuencia en el cuidador sentimientos de culpa que contribuyen a empeorar aún más su situación.

Concretamente, ¿en qué consiste el programa Cómo mantener su bienestar, en el que se basa vuestro trabajo? ¿Cuáles son sus elementos centrales de intervención?

El programa «Como mantener su bienestar» que se ha venido desarrollando en los últimos cinco años en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid está dirigido a cuidadores de familiares mayores dependientes, y tiene como objetivo general mejorar la calidad de vida de estos cuidadores e, indirectamente, la de los mayores a los que prestan apoyo.

 

El programa se ha desarrollado en dos fases claramente diferenciadas y complementarias: la primera, tenía como objetivo analizar las características, problemas y necesidades de los cuidadores de mayores dependientes en nuestro entorno más cercano; la segunda, pretendía diseñar y evaluar un programa de intervención psicoterapéutica ajustado a las características, problemas y necesidades de los cuidadores de mayores dependientes, detectados en la fase previa.

Los datos de la primera fase del programa mostraron que los principales predictores del estado emocional tenían que ver con conductas de los cuidadores (entendidas éstas en su sentido más amplio), lo que planteaba la intervención psicoterapéutica basada en la modificación del comportamiento como una alternativa a considerar. En concreto y en función de las variables encontradas, se plantearon como objetivos específicos el incremento del tiempo de ocio, la modificación de la valoración subjetiva de la situación del cuidado, el incremento de la satisfacción con el apoyo social, la mejora en la aplicación de estrategias de afrontamiento al cuidado (con una disminución del afrontamiento centrado en las emociones y un aumento del afrontamiento centrado en el problema), y la mejora de la autoestima.

En cuanto a su formato, se hizo un gran esfuerzo para adaptar el programa de intervención a las circunstancias específicas de los cuidadores, y en particular a su escasez de tiempo, con objeto de no sobrecargarles aún más. Por ello, se consideró necesario diseñar una intervención breve en la que se minimizaran los contactos directos del cuidador con el terapeuta, lo que llevó a un desarrollo de dos formatos de intervención: un programa de intervención cara a cara en ocho sesiones, con una periodicidad semanal; y un segundo programa en formato de mínimo contacto terapéutico, basado en el uso de manuales, material audiovisual, contactos telefónicos y sesiones esporádicas (en concreto tres) con el terapeuta, y que también se prolongaba durante dos meses.

¿A qué población se ha destinado hasta el momento?

El programa se ha aplicado a cuidadores informales de mayores dependientes, que no se encontraban participando en ningún tipo de intervención en el momento de la evaluación, que convivían en el mismo domicilio con la persona cuidada, eran los únicos o principales responsables del cuidado del mayor, llevaban cuidando un mínimo de 6 meses y que presentaban problemas emocionales (esto es, altos niveles de ansiedad y/o depresión). Se decidió incluir tan sólo a cuidadores que presentaban problemas emocionales, dado que el tratamiento estaba dirigido a superar esta problemática y por tanto podía no ser del interés de aquellas personas que, cuidando a un familiar, no veían afectados su estado de ánimo o sus niveles de ansiedad.

Momento de la entrega del galardón

Consideramos que es importante no «patologizar» a los cuidadores, ya que, si bien es cierto que buena parte de ellos se encuentran afectados emocionalmente, hay un alto porcentaje de cuidadores que no presentan este tipo de sintomatología. Pensamos que se trata de intervenir, de ayudar, a aquellos cuidadores que lo necesitan y no de actuar de manera indiscriminada.

¿Qué resultados se han obtenido hasta el momento?

Hasta la fecha, el programa se ha aplicado a 86 cuidadores, mostrándose más eficaz que el no tratamiento en la mejora de la problemática emocional de estos, y con efectos que se mantienen en periodos de seguimiento de hasta un año. Cabe destacar además que la magnitud del efecto de los cambios conseguidos con la intervención es grande, lo que contrasta con los modestos efectos alcanzados por gran parte de las intervenciones con cuidadores, en las que, dado el mantenimiento de la situación de cuidado, se suele considerar un buen resultado el conseguir simplemente que ese malestar no aumente. Así mismo, se han conseguido tasas de aceptación y adherencia al tratamiento bastante elevadas, algo de lo que estamos especialmente satisfechos, ya que en las intervenciones con cuidadores los rechazos y abandonos suelen ser bastante elevados, probablemente por sus dificultades para asistir a las sesiones.

¿Cuáles son las perspectivas de futuro de este programa de intervención con cuidadores?

En la fase actual del proyecto consideramos prioritaria la difusión del programa, haciendo que llegue a los propios cuidadores y a las personas que trabajan en contacto directo con ellos (en asociaciones, centros de salud, servicios sociales, etc.). Además, para conseguir llegar a más cuidadores, y teniendo en cuenta los cambios en el perfil social que se están produciendo en los últimos años, estamos planteando posibles aplicaciones del programa a través de Internet. Por otra parte, consideramos esencial la aplicación coordinada de programas de apoyo psicológico como el nuestro y de los servicios de apoyo formal que se ofertan a los cuidadores, tales como servicios de respiro.

Como sabemos, en estos momentos la ya famosa Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia, se encuentra en discusión en el Senado. En el borrador de dicha ley se contempla la atención a los cuidadores de las personas en situación de dependencia. Desde su punto de vista, ¿considera que es adecuada la atención que previsiblemente se le va a conceder a los cuidadores? En caso contrario, ¿qué aspectos considera que deberían estar incluidos o remarcados?

El propio hecho de que exista esta ley y de que se reconozca el derecho subjetivo de estas personas es ya positivo, y un indudable avance sobre la situación actual. Era necesario que las personas dependientes, y muy especialmente sus cuidadores, se hicieran «visibles» en una sociedad que con demasiada frecuencia tiende a olvidarlos e ignorarlos. Resulta paradójico que en una sociedad como la nuestra, en progresivo envejecimiento y en la que la labor de los cuidadores resulta tan necesaria, y cada vez más, para el sostenimiento social y económico del estado, estas personas reciban tan escaso reconocimiento social.

Dicho esto, las acciones que el borrador de la ley incluye con respecto a los cuidadores podrían considerarse más como un punto de partida que de llegada. Así, por ejemplo, se contempla la prestación y el apoyo a los cuidadores, pero se le atribuye un carácter de «excepcionalidad» que se aviene mal con el hecho de que «envejecer en casa» sea, además de un objetivo vital de muchas personas, el eje central de las políticas sociales de atención a las personas mayores en los países desarrollados, tal y como planteó la propia OCDE ya en 1996. Por otra parte, ese apoyo tiene un carácter prioritariamente económico, lo cual, siendo importante, no constituye la única necesidad de los cuidadores, como repetidamente han venido constatando los diferentes estudios realizados en nuestro país, entre ellos, el nuestro.

Este trabajo, que ha sido reconocido con este premio, evidencia una vez más el buen hacer de la Psicología en el ámbito de la promoción de la calidad de vida y el bienestar. ¿Considera que este reconocimiento tiene su equivalencia en el papel otorgado a los psicólogos y psicólogas en la «Ley de Dependencia»?

Por lo que a los cuidadores respecta, el proyecto de ley contempla además de las mencionadas prestaciones económicas, el apoyo a los cuidadores mediante programas de información, formación y periodos de descanso. Sin embargo, los estudios indican que estas acciones, que pueden ser muy útiles para conseguir objetivos como la capacitación del cuidador para el desempeño de su labor, pueden resultar insuficientes para mejorar, o al menos, controlar los posibles problemas emocionales que puedan surgir. Para conseguir este objetivo, los datos de los estudios realizados en diversos países en los últimos años indican que lo más eficaz son los programas psicoterapéuticos llevados por profesionales que puedan ofrecer habilidades específicas de afrontamiento, control y solución de sus problemas emocionales. Se puede decir, por tanto, que para este objetivo, la Psicología como disciplina y los psicólogos como profesionales tienen mucho que decir y aportar.

Sobre los autores:

María Crespo López es profesora titular del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos I (Psicología Clínica) de la Universidad Complutense de Madrid. Dirige varias líneas de investigación centradas en la evaluación y tratamiento de los efectos de diversos tipos de situaciones estresantes, incluyendo estresores crónicos (en cuidadores de personas dependientes) y acontecimientos vitales estresantes y traumáticos (en mujeres maltratadas y víctimas de distintos tipos de traumas). Crespo es autora de varios libros y de numerosos artículos publicados en revistas de investigación nacionales e internacionales. En la actualidad, dirige el proyecto para cuidadores informales «Como mantener su bienestar» que cuenta con el apoyo del Ministerio de Educación, dentro del marco del Plan Nacional I+D+I.

Javier López Martínez es Doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y profesor del Departamento de Psicología de la Universidad San Pablo-CEU. Es también Coordinador del título propio de «Terapia Familiar» de la misma universidad y docente en el Máster en Psico-Oncología de la Universidad Complutense. López Martínez ha realizado estancias de investigación en el Center of Aging de la Facultad de Psicología de la Universidad de Victoria (Canadá), con la profesora H. Tuokko, y en el Departamento de Human Development and Family Studies de la Universidad de Penn State, State College (EE.UU), con el profesor S. Zarit.

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