La acción comunitaria es clave para reducir la propagación de COVID-19, mitigar los efectos psicológicos y sociales negativos de las medidas impuestas por los Gobiernos y permitir la recuperación psicológica. Así lo afirma la Sociedad Británica de Psicología (BPS-British Psychological Society) en un nuevo informe a través del cual reúne los conceptos básicos, principios y evidencias de la Psicología Social y Comunitaria que pueden ayudar a las autoridades locales, Gobiernos y grupos comunitarios en sus esfuerzos para facilitar la resiliencia comunitaria, específicamente, en el contexto de la crisis del Covid-19. La resiliencia comunitaria definida como «comunidades e individuos que aprovechan los recursos y la experiencia locales para ayudarse a sí mismos/as en una emergencia, de una manera que complementa la respuesta de los servicios de emergencia, debe entenderse, según la BPS, como algo más que la simple ausencia de vulnerabilidad, más bien como un proceso que vincula una red de capacidades de adaptación, a la adaptación después de una adversidad. |  | Autor: Sebastian Voortman Fuente: pexels Fecha descarga: 26/10/2020 |
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El documento tiene como objetivo proporcionar una breve justificación científica de las buenas prácticas existentes y ayudar a las comunidades y a quienes trabajan con ellas a comprender cuáles funcionan y por qué. Tal y como señala la BPS, las identidades colectivas permiten que las comunidades actúen como una sola, utilizando el término «nosotros» y especificando las normas del grupo (conducta apropiada para nuestro grupo). Tener una identidad colectiva permite contar con un apoyo social -práctico, informativo, emocional- entre las personas, siendo este apoyo la base de la eficacia y el empoderamiento colectivos. Dado que las comunidades tienen la capacidad de actuar de manera significativa sobre su entorno, la Sociedad considera fundamental que se tengan en cuenta en la planificación y respuesta a emergencias, recordando que la comunicación es más que información pública: significa diálogo y escucha a las comunidades. Con el propósito de facilitar la resiliencia de las comunidades, la BPS recomienda lo siguiente: A las comunidades: formar un grupo comunitario. Puede ser útil para el grupo tener un nombre, una presencia en la web (por ejemplo, un grupo de Facebook) y otros aspectos de identidad colectiva. Se puede invitar a las autoridades locales, los funcionarios y los profesionales a formar parte de estos grupos, pero aún deberán ser dirigidos por miembros de la comunidad. Escuchar y aprender de las comunidades en riesgo. La comunicación en forma de escucha es un elemento clave en los modelos de resiliencia comunitaria, ya que permite comprender aquellas áreas donde se necesita apoyo social. Las autoridades locales deben considerar cómo organizar las estructuras y procesos para que esto suceda. Los métodos participativos son una forma de lograrlo. Escuchar también permite que las autoridades locales y los grupos profesionales conozcan las identidades, valores y normas de las comunidades en cuestión. Los y las profesionales deben desarrollar suficiente competencia cultural no solo para comprender las prioridades y capacidades de la comunidad (por ejemplo, quién tiene el respeto a nivel local para actuar como líder) sino también para reconocer cuándo algunas medidas para el manejo de emergencias son ineficaces para determinadas comunidades. Construir una identidad colectiva entre las comunidades y las autoridades locales durante la respuesta a la crisis. Las prácticas inclusivas, como la participación comunitaria en la planificación y la respuesta, funcionan para mostrar la confianza de las autoridades en que la sociedad puede autoorganizarse. Esta muestra de confianza puede impulsar la identidad compartida entre las partes y, por lo tanto, fomentar la propiedad y la eficacia colectiva en torno a un plan de resiliencia. Adaptar los intentos de la comunidad de ayudar. Las personas de las comunidades afectadas por una crisis intentarán ayudarse entre sí (tengan o no experiencia). Tal participación genera unidad y confianza. Esta participación comunitaria no solo es necesaria, sino que también puede mejorar el bienestar de los involucrados. Un ejemplo obvio es la proliferación de grupos de apoyo comunitario y ayuda mutua que surgieron durante la pandemia del Covid-19. Las autoridades locales deben encontrar formas prácticas de apoyar y complementar a estos grupos. Mantener activa la comunidad emergente. Las comunidades emergentes que surgen en las crisis a menudo se quedan sin energía y recursos, y, con demasiada frecuencia, sus acciones se ven socavadas por las intervenciones de las autoridades ansiosas por restaurar de nuevo su control. En este punto, la Sociedad Británica recuerda que, en situaciones de crisis y desastres, los factores de estrés secundarios continúan causando angustia mucho después del impacto inicial, por lo que es esencial que los miembros de las comunidades emergentes mantengan activo al grupo mientras se recuperan en los meses posteriores al desastre, a fin de brindar el apoyo emocional, práctico e informativo que las personas necesitan. Proporcionar recursos a la comunidad. Un requisito fundamental que subyace a todas estas recomendaciones es brindar recursos a las comunidades. Mantener viva una comunidad para satisfacer las necesidades de sus miembros durante una pandemia necesita recursos como espacio e instalaciones. Un lugar habitual de encuentro, como un café o un centro social, crea la oportunidad de interacción y ayuda a concretar al grupo como entidad. Por lo tanto, las autoridades deben ayudar a las comunidades a crear lugares de encuentro y recursos para espacios de encuentro online (por ejemplo, pagar licencias de Zoom para permitir que los miembros del grupo se conecten en red), impulsando así su empoderamiento.
Se puede acceder al documento desde la página Web de la BPS o bien directamente a través del siguiente enlace: Psychological insights for facilitating community resilience to respond to consequences of the Covid-19 pandemic |
