¿Cómo ha evolucionado el concepto de salud durante la crisis de la COVID-19?

15 Abr 2021

En esta nueva realidad marcada por la COVID-19, aumenta la importancia de la salud física, mental, relacional y, especialmente, la emocional. Así lo afirma la Fundación Mapfre en su nuevo informe titulado “La nueva salud: evolución del concepto de SALUD durante la crisis de la COVID-19”, un documento a través del cual pretende analizar en profundidad la evolución del concepto de salud en la sociedad española, así como dar a conocer el impacto que está teniendo la crisis generada por la pandemia en la salud de los españoles y las españolas, y definir un plan de acción para la nueva realidad.

Los resultados, basados en más de 2.500 entrevistas, señalan lo siguiente:

  • A nivel evolutivo, el concepto de salud ha pasado de construirse desde una visión fragmentada -en la que las diferentes esferas del ser (física, cognitiva, emocional, social..) se perciben como compartimentos estancos con diferentes necesidades y diferentes campos de actuación-, a una visión holística, concibiendo al individuo como un todo, compuesto por diferentes esferas de salud que están interconectadas, con necesidades compartidas y en las que la actuación en una esfera afecta al resto de dimensiones.

Autor: Anna Shvets Fuente: pexels Fecha descarga: 14/12/2020

Se ha pasado de un concepto de salud muy centrado en aspectos tangibles (cuerpo), a incorporar aspectos intangibles (salud mental + bienestar emocional).

  • Con la crisis de la COVID-19, se ha incrementado el rol y la importancia de la salud, que pasa a un primer plano. En esta nueva realidad, la salud física (medidas preventivas y de protección) y la salud emocional son clave. La dimensión social también se ve reforzada ya que las personas han tomado conciencia de su importancia al perderla.

    • Salud física: surgen nuevas necesidades en torno a la protección/seguridad. Ante una enfermedad muy específica la importancia de lo que afecta al cuerpo aumenta todavía más. De hecho, un 22% de los encuestados declara haber empeorado su salud física debido al coronavirus, principalmente los más jóvenes por un incremento de peso, menor actividad física y una sensación mayor de cansancio y/o menor energía/vitalidad.

    • Salud cognitiva: ante una pandemia y el confinamiento se ha puesto de relieve la conciencia e importancia de la importancia de trabajar la dimensión mental para evitar problemas psicológicos.

      Aunque solo un 7% reporta sentirse mal a nivel mental, el confinamiento ha hecho mella y un 25% de los individuos considera que su salud mental ha empeorado sufriendo mayor cansancio mental, situaciones de estrés, dificultades para concentrarse y manejar las tensiones o problemas de la vida cotidiana.

    • Salud emocional: Aumenta la relevancia de la salud emocional como una de las más impactadas, especialmente entre las mujeres y los/as jóvenes.

      4 de cada 10 participantes declara haber empeorado debido a la incertidumbre en el futuro y el miedo, un estado de ánimo más bajo, ansiedad y miedo, inseguridad, desmotivación, tristeza problemas de sueño, irritabilidad o conflictos en casa y/o el trabajo que comportan.

      Se subraya la trascendencia de reforzar más la dimensión emocional para aguantar la presión y aprender a gestionar emociones negativas intensas que se han generado a raíz de la crisis y de la pandemia.

  • En relación con el impacto de la crisis en la salud, esta ha supuesto un punto de inflexión, un antes y un después: ha sido un parón en seco sus vidas que ha hecho que las personas reflexionen y sean conscientes de su salud. Durante el confinamiento se ha observado como el estado de la salud ha empeorado (personas cercanas afectadas o pérdida de seres queridos, sedentarismo, aislamiento, ERTE…) y la sociedad ha reflexionado sobre la salud (hábitos, alimentación, prioridades en la vida, etc.). No obstante, el confinamiento ha aportado también cosas positivas: más tiempo en familia, ha constituido un espacio para la introspección y autoconocimiento y una oportunidad para cultivar la mente y el aprendizaje (lectura, cursos online…), convirtiéndose en una etapa de reflexión.

    La desescalada se concibe como una etapa de “liberación” física pero no emocional, una situación en la que los encuestados afirman que hay una mejora de la salud física (han podido hacer deporte y actividades al aire libre) pero siguen teniendo miedos y preocupaciones (miedo al contagio, inestabilidad laboral, crisis económica…) que, junto con las limitaciones sociales, repercuten en su salud emocional.

    La nueva normalidad se define como una etapa de incertidumbre. Aunque la salud física y mental ha ido mejorando aquí, en lo emocional existe ansiedad y miedos (al contagio, a posibles rebrotes y confinamientos…) y, principalmente, prevalece la preocupación e incertidumbre en el futuro al no tener una cura/vacuna. Lo relacional y lo social se vive con limitaciones (evitar/limitar salidas, reuniones familiares y con amigos, máximo 10 personas, no poder tener contacto físico, etc.).

    La incertidumbre que genera esta situación (el no saber cuándo va a terminar), así como la posibilidad de que puedan decretarse nuevos confinamientos, está incidiendo en cómo los españoles y las españolas viven la pandemia: disminuye el porcentaje de quienes perciben con tranquilidad la situación y se incrementa a aquellos que la están viviendo con miedo.

  • El 42% de los españoles y las españolas ha vivido el coronavirus y sus consecuencias sanitarias en su entorno más cercano. Asimismo, el 57% de la población manifiesta sentirse preocupada por contraer el virus.

    A diferencia del confinamiento, en la nueva normalidad el impacto sanitario y económico afectan en mayor medida en las grandes ciudades más densamente pobladas, y entre sectores con una posición socioeconómica más débil.

  • Se detecta una serie de fenómenos que han tenido un alto impacto en la salud y que han generado nuevos retos y necesidades en las diferentes dimensiones de las personas, que se sienten vulnerables, frágiles y desprotegidas ante un virus de rápida propagación y que puede provocar graves consecuencias. Esto se traduce en un incremento de la concienciación e importancia de la protección (medidas preventivas e higiénicas como hábito diario, mayor concienciación colectiva por la protección de las personas mayores más vulnerables ante el virus…), la prevención (mayor atención a la salud, actitud más vigilante y de alerta, revisiones periódicas…), refuerzo de la salud y el sistema inmunitario, más cuidado de la salud emocional (aprendizaje de gestión de las emociones y/o de recurrir a técnicas de relajación o meditación), más conciencia sostenible, y cambio en el modelo de relación con el centro médico (vía telefónica).

    Asimismo, cambian los hábitos en la manera de realizar deporte y se le da mayor importancia a la conciliación familiar: el confinamiento y el sedentarismo ha impulsado la necesidad de hacer deporte o de aumentar la actividad física, pero el miedo al contagio ha cambiado los hábitos y las rutinas (deporte más individual vs grupal, al aire libre o en casa).

    En lo relacional, se reinventa el ocio: el social distancing condiciona las relaciones y ocio. Limitar las salidas fuera de casa y viajes largos junto con un cambio en el modelo de relación con la familia/amigos del presencial al virtual, son los principales hábitos que se han modificado/incorporado. Por otro lado, los productos de proximidad, la comida sana y cocinar en casa emergen como los nuevos hábitos en alimentación.

Se puede acceder directamente al informe a través del siguiente enlace:

La nueva salud. Evolución del concepto de salud durante la crisis del Covid-19

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