JÓVENES Y DIABETES – ENTREVISTA A IÑAKI LORENTE ARMENDÁRIZ

14 Nov 2007

Coincidiendo con el Día Mundial de la Diabetes, que se celebra hoy, 14 de noviembre, Infocop Online ha querido entrevistar para sus lectores a Iñaki Lorente Armendáriz, especialista en la atención psicológica en la diabetes y psicólogo clínico de la Asociación Navarra de Diabetes Tipo 1. Coordinador de sendas Escuelas de Padres de Adolescentes en diferentes centros educativos de la Comunidad Foral de Navarra, Lorente Armendáriz es autor de diversas publicaciones sobre el tema, entre las que destacan los libros Controla tu diabetes y Te acaban de decir que tienes diabetes.

 

Iñaki Lorente      

ENTREVISTA

La diabetes es una enfermedad crónica que presenta una serie de síntomas específicos. Para aquellos lectores que no estén familiarizados con el tema, ¿podría explicar brevemente en qué consiste la diabetes? ¿Qué tipos nos encontramos y cuáles son sus principales características?

La diabetes es una enfermedad crónica en la que el aporte insulínico de la persona no cubre sus necesidades, bien sea porque el páncreas no la segrega, bien porque lo hace de forma insuficiente para los requerimientos de la persona.

La presencia de insulina es imprescindible, y tiene como misión introducir en las células la glucosa, que es producto de la transformación en el estómago de los alimentos y principal fuente de energía.

Hay varios tipos, pero las más importantes son la Tipo 1 y la Tipo 2. En la Tipo 1 el sistema inmunológico del paciente no reconoce como propias las células β (ubicadas en el páncreas), que son las encargadas de producir insulina.

En la Tipo 2 lo que ocurre es que las células receptoras se resisten a la insulina. El páncreas se ve obligado a hacer un sobreesfuerzo para producir más cantidad y acaba por agotarse.

La diabetes Tipo 1, antes era denominaba diabetes infanto-juvenil porque es la más frecuente en esa etapa de la vida. Su tratamiento principal siempre incluye el aporte exógeno de insulina mediante su inyección. Así mismo, exige un control de la alimentación y del ejercicio que realiza el paciente.

En el último Encuentro de Jóvenes Unidos por la Diabetes de la Fundación para la Diabetes, celebrado semanas atrás, se señalaban algunos resultados del Estudio sobre la calidad asistencial y prestaciones del Sistema Nacional de salud, en el que se concluía que sólo 1 de cada 4 jóvenes en España tiene bien controlada la enfermedad. ¿Qué características diferenciales presentan niños y adolescentes con respecto a los adultos, las cuales hay que tener en cuenta a la hora de ofrecer un abordaje integral y eficiente?

 

La diabetes es una enfermedad en la que más del 90% de las acciones terapéuticas para su correcto manejo debe realizarlas el propio paciente o su entorno. Esto conlleva que el niño debe adquirir conocimientos (conceptos nutricionales, sobre fisiología, etc.), destrezas (realización de glucemia capilar, inyección de insulina, etc.) y responsabilidades (comer cuando tiene que hacerlo y renunciar a ello cuando no puede, comprobar que lleva azúcar siempre a mano, etc.) que no son propias de su edad.

También puede suponer una dificultad extra a esas edades comprender el concepto de cronicidad y la dinámica misma de la diabetes, puesto que se refiere a algo interno que nunca han visto y además no duele (lo que les impide asociarla a enfermedad).

Cuando los pacientes son muy pequeños, es peliagudo detectar los momentos de hipoglucemia (bajada de azúcar), ya que no saben expresarlo verbalmente y, como se ha dicho, no duele por lo que no lloran. Los padres, muchas veces se ven obligados a inferirlo del comportamiento del niño o de señales externas que, no siempre, son buenos indicadores (sudoración, palidez, etc.).

 

En la adolescencia, el control de la diabetes resulta difícil, ya que, frente a la insulina, existen varias hormonas cotrareguladoras que se alteran en épocas de crecimiento (hormona del crecimiento, adrenalina, etc.). Si, de por sí, el control del azúcar es difícil, cuando intervienen estas hormonas de forma poco previsible, lo es más.

Usted cuenta con una dilatada experiencia como educador y orientador en temas de diabetes con jóvenes y familiares, realizando constantemente talleres y actividades con este colectivo. Partiendo de su experiencia, ¿cuáles son las principales necesidades que presentan menores y familiares aquejados de esta enfermedad?

Las familias, en general, responden a la presencia de la diabetes, manteniendo actitudes sobreprotectoras que pueden resultar nocivas en el desarrollo psicológico de su hijo.

Uno de los mayores riesgos es convertir la diabetes en el centro de la vida familiar. La enfermedad, en estos casos, tiende a monopolizar las interacciones de los diferentes miembros, pasando el resto de aspectos a un segundo plano. Fundamentalmente, las relaciones con el niño tienen como tema fundamental la diabetes. Baste como ejemplo éste: cuando el niño o adolescente llega del colegio, la pregunta «¿qué tal hoy?» no está referida a lo que ha hecho, aprendido, etc., sino a si ha ido bien con el azúcar.

Así mismo, dentro de esa dinámica familiar, uno (generalmente la madre) adquiere el rol de cuidador primario, con lo que se modifica el equilibrio homeostático y frecuentemente esto se convierte en fuente de conflictos conyugales.

Al ser una enfermedad crónica, los tratamientos son paliativos, es decir, las acciones terapéuticas no tienen como finalidad la curación, sino el no empeorar. Y, como se sabe, a lo largo de los años, eso resta fuerza a la motivación, máxime cuando estamos ante una enfermedad que no avisa del mal control mediante el dolor. De hecho, salvo límites extremos, el paciente no percibe ninguna señal de que está yendo mal.

 

Sobre todo en adolescentes, existe un riesgo de que su autoestima disminuya al autopercibirse como una persona enferma y al comprobar cómo la diabetes afecta directamente a las relaciones sociales (restricciones en la alimentación, consumo de alcohol, tabaco, etc.). Ciertamente, el estilo de vida que debe llevar una persona con diabetes es la que tendría que tener cualquier persona, por ser saludable; sin embargo, las consecuencias de los malos hábitos son mucho más nocivas entre los que padecen esta enfermedad.

Por otro lado, el autocuidado de hoy tendrá recompensa dentro de muchos años, demasiados para que sirvan de motivación al adolescente a corto o medio plazo.

Desde su punto de vista, ¿qué pueden ofrecer los profesionales de la Psicología en el tratamiento integral de la diabetes con niños y adolescentes? ¿Qué aporta la Psicología de específico en este tratamiento? ¿Por qué considera útil la atención psicológica con estos pacientes?

En principio, considero que el psicólogo tiene cabida dentro del tratamiento ya que, cada vez más, se observa a la persona como un ser bio-psico-social, comprobando cómo los aspectos psicosociales afectan directamente al buen control de la diabetes.

A mi juicio, existen dos momentos fundamentales en la que la presencia del psicólogo está altamente indicada:

  • En el diagnóstico que, la mayoría de las veces, es vivido como una gran crisis personal y familiar.

  • Tras varios años de tratamiento, en el que el descenso en la motivación para mantener un buen control, tanto en el niño como en su familia, es muy acusado.

Por otro lado, la diabetes puede potenciar determinados aspectos de la personalidad que acaben desembocando en algún tipo de trastorno. Sirva como ejemplo el hecho de que las adolescentes con diabetes dominan mucho más que sus compañeras cuestiones relacionadas con la alimentación. De hecho, uno de los aspectos que más ayuda en el tratamiento de la diabetes es la capacidad que tiene la persona de controlar lo que come. La tendencia a desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria en algunas niñas, puede verse favorecida por este hecho. Además se da el caso de que, si se dejan de inyectar insulina, adelgazarán espectacularmente (entre 5 ó 6 kilos en una semana).

 

Otra de las conclusiones del Estudio sobre la calidad asistencial y prestaciones del Sistema Nacional de salud apuntaba a la escasa presencia de profesionales sanitarios que atiendan de manera adecuada las necesidades de estos pacientes. En la actualidad, ¿está el psicólogo integrado en el equipo de atención que ofrece el sistema público de salud para personas con diabetes? ¿Considera que se cuenta con un número adecuado de profesionales de la Psicología en el Sistema Nacional de Salud para atender a estas personas?

Cuando existe en un lugar un psicólogo que domina los aspectos relacionados con esta enfermedad, su demanda por parte de los profesionales y los pacientes, es grande.

Considero que la presencia de un psicólogo en el equipo multidisciplinar que trate la diabetes es fundamental. Probablemente no haría falta a tiempo completo, a no ser que lo comparta con otras enfermedades físicas, pero la Psicología puede aportar mucho, tratando a las personas con diabetes y sus familias así como asesorando a los profesionales en diversos temas: Psicología evolutiva, técnicas de aprendizaje y de trabajo en grupo, detección precoz de trastornos psicológicos, todos los aspectos de la comunicación, etc.

Existen muchos profesionales de la salud (pediatras, enfermeros/as, etc.) sensibilizados con ello, sin embargo, la presencia del psicólogo es todavía mínima, a pesar de que las recomendaciones de la OMS así lo aconsejan.

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