TABAQUISMO-ENTREVISTA A LA RESPONSABLE DEL PROGRAMA GALLEGO DE VIDA SIN TABACO

12 Feb 2008

 

El tabaquismo en España, al igual que en otros países desarrollados, constituye uno de los principales problemas para la salud pública.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que el consumo de tabaco es responsable del 90% de la mortalidad por cáncer de pulmón, del 95% de las muertes por enfermedad pulmonar obstructiva crónica, del 50% de la mortalidad cardiovascular y del 30% de las muertes que se producen por cualquier tipo de cáncer.

Consciente de la importancia de la Psicología en esta problemática, la Sociedad Española de Profesionales de la Psicología por un Abordaje Integral del Tabaquismo (Sepait) ha organizado sus III Jornadas anuales, que fueron celebradas en Barcelona el pasado 9 de febrero.

Con motivo de la celebración de este evento, Infocop Online ha querido entrevistar a una de sus ponentes, Begoña Alonso de la Iglesia, médico especialista en Medicina preventiva, responsable del «Programa Galego de Promoción da Vida sen Tabaco», y jefa de Sección de fomento de Estilos de Vida saludable y educación para la salud en la Dirección General de Salud Pública de la Consellería de Sanidade de la Xunta de Galicia.

ENTREVISTA

Usted participa en las jornadas hablando del nuevo perfil del fumador. ¿Nos podría detallar cuáles son las características fundamentales de este nuevo perfil desde el punto de vista de los hábitos de consumo y de la persona que consume?

Lo primero que tendríamos que preguntarnos es si realmente se ha producido un cambio en el perfil de las personas fumadoras o si las características del consumo de tabaco en España siguen siendo las mismas de los últimos años. Es cierto que se ha producido un gran avance en las políticas de control del tabaquismo en nuestro país desde la entrada en vigor de la Ley 28/2005, pero las dificultades en su interpretación y la falta de rigor en su cumplimiento han hecho que el escenario de consumo y los condicionantes del mismo se modifiquen en menor medida de lo esperado.

A falta de conocer los resultados definitivos de la Encuesta Nacional de Salud 2006, que se presentarán próximamente, los resultados de las diferentes encuestas de ámbito poblacional realizadas a nivel autonómico (Cataluña, Madrid o Galicia), muestran una tendencia decreciente de las prevalencias de consumo diario y ocasional y un incremento notable del abandono del consumo (exfumadores).

La prevalencia de consumo diario se sitúa entre el 20-27% y el consumo ocasional entre el 2-4% de la población. Mayoritariamente se consume tabaco rubio; y la media de consumo ronda los 15-16 cigarrillos/día. Aproximadamente entre el 40-50% de los fumadores varones y el 30-35% de las mujeres mayores de 25 años fuman más de 20 cigarrillos. Entre el 32-38% de los fumadores presenta un nivel de dependencia moderada-alta. Uno de cada 5 fumadores presenta una dependencia nula, siendo más frecuente entre las mujeres y el grupo de edad más joven.

Aunque entre el 60% y el 70% de los fumadores han hecho algún intento serio de abandono, sólo entre el 15% y el 19% están en fase de preparación para dejar de fumar, porcentaje que en Cataluña se sitúa en el 4%. La salud propia y la de los demás siguen siendo los principales motivos para hacerlo y muy pocos se lo plantean para ahorrar dinero o ganar libertad.

Cuando analizamos el comportamiento de las cohortes más jóvenes (15-24 años), observamos una discreta disminución de las prevalencias de consumo y un efecto meseta en la edad de inicio o experimentación con el tabaco, que hasta este momento presentaba un adelanto continuado. El tiempo medio de consolidación del consumo se ha ido acortando y desde los 3 años de media que presentan las cohortes de mayor edad, es de 2 años aproximadamente entre los jóvenes de 15 y 24 años, no observándose diferencias entre sexos.

Los fumadores ocasionales (que representan entre un 10-15% de todos los fumadores) siguen siendo unos grandes desconocidos. Este tipo de consumo se asocia a tres situaciones diferentes: inicio del consumo, intentos de abandono o consumo social de personas no dependientes. Aunque se encuentran generalmente en fases más avanzadas del estadio del cambio, la creencia de que hacen un consumo menos nocivo dificulta la toma de decisión de cese.

La prevalencia de exfumadores ha aumentado mucho en estos últimos años, situándose la proporción de abandono alrededor del 42-58% en los hombres y del 36-46% en las mujeres, llegando a alcanzar casi el 70-80% en los varones de más edad y algunos grupos poblacionales específicos (personal médico).

¿Se podría hablar de aspectos diferenciales del tabaquismo entre hombres y mujeres? En este sentido nos gustaría saber si existen diferencias en cuanto al género en aspectos como el patrón de consumo o la edad de inicio.

 

Las diferencias entre el consumo de hombres y mujeres son más manifiestas en los grupos de mayor edad. Entre los jóvenes de 16-24 años prácticamente no hay diferencias en cuanto a la edad del primer consumo y la edad de consolidación del mismo; algunos estudios encuentran que fuman más chicas que chicos, pero en general, aunque presentan un consumo mayor de cigarrillos/día los chicos que las chicas, las prevalencias están muy igualadas.

En las encuestas que disponen de series temporales se observa una disminución importante del consumo diario en ambos sexos y una menor permisividad del consumo de los jóvenes por parte de los padres.

Los condicionantes del inicio, entorno familiar y amistades fumadoras, baja autoestima, fracaso escolar, preocupación por la imagen…, influyen de forma diferente en las chicas que en los chicos. El 40% de las adolescentes creen que fumar les ayuda a controlar el peso.

En cuanto a la intervención, ¿cuáles son las nuevas necesidades a las que usted se refiere en el título de su ponencia? ¿qué líneas de intervención están resultando eficaces en el tratamiento de este tipo de adicción?

Si tenemos en cuenta que la mayor parte de los fumadores presenta un consumo de cigarrillos medio-bajo, una dependencia baja-moderada, que se encuentra en fase de precontemplación o contemplación y que raramente pide ayuda a los servicios sanitarios, creo que sería oportuno reforzar las intervenciones de baja intensidad y ámbito poblacional, priorizando las actividades de información (adaptadas a las necesidades poblacionales) y de motivación hacia estadios del cambio mas avanzados. Las campañas actuales, o no llegan a la población diana, o no transmiten los mensajes claves y de la forma adecuada para ir más allá del mero conocimiento. Sería conveniente realizar más estudios cualitativos que nos den pistas sobre las necesidades percibidas de la población.

Deben tenerse en cuenta los cambios sociodemográficos que están sucediendo en nuestro país, esto es, incremento importante de población inmigrante, tasas de desempleo en ascenso, llegada a los 50-60 años de edad de un grupo poblacional con una prevalencia de consumo de tabaco previa muy alta y que comenzarán a presentar problemas de salud serios asociados a este consumo, entre otros.

Debemos prestar más atención al fumador ocasional, analizando sus condicionantes, diseñando estrategias adaptadas a los tres tipos de consumo descritos anteriormente, e implicando a profesionales que trabajen más los componentes psicosociales del consumo de tabaco.

Es necesario continuar trabajando en la motivación y formación de los profesionales sanitarios, para que oferten una asistencia de calidad accesible a toda la población. El tabaco es el principal factor de riesgo de enfermedad y muerte evitable en nuestro país, y, por lo tanto, la atención del paciente fumador debe estar integrada en la cartera de servicios de atención primaria y ser prestada por todos los profesionales del sistema de forma habitual. Es necesario contar con unidades especializadas que atiendan a personas fumadoras que precisen una intervención de mayor intensidad, ya sea por presentar alguna agudización de enfermedades crónicas secundarias al tabaco (EPOC, infarto agudo de miocardio), enfermedades psiquiátricas descompensadas o estar en periodo de gestación. Así mismo, cuando los servicios de atención primaria no logren que sus pacientes consigan y mantengan la abstinencia.

Creo que es necesario prestar más atención al gran número de fumadores que han dejado el tabaco en los últimos tiempos y diseñar acciones de prevención de recaídas y mantenimiento a largo plazo, especialmente dirigidos a mujeres (por ser las que tienen más probabilidad de retomar el consumo).

Sería conveniente diseñar y poner en marcha programas de prevención dirigidos especialmente a evitar la transición de la fase de prueba o experimentación con el tabaco a la de consolidación del consumo. Estos programas deberían llevarse a cabo más allá de la escuela…, primando estrategias de corte psicosocial e implicando a trabajadores con formación específica. Así mismo es muy importante la formación de «iguales», ya que el apoyo más valorado por los jóvenes proviene de su grupo de amistades y no del entorno familiar o ámbito sanitario. Debe prestarse atención a las nuevas formas de consumo, a la asociación con otras drogas (alcohol, cannabis…) y al incremento del consumo, por ejemplo, tabaco de liar.

En cuanto a la exposición al humo ambiental del tabaco, sería conveniente trabajar hacia un «empoderamiento de la población no fumadora», que aunque en el momento actual dice tener información y conocimientos suficientes, a la hora de exigir su derecho a respirar ambientes sin humo o birn no actúan (porque no se atreven) o birn se quedan en la interpretación de una simple molestia y no en un serio problema de salud.

Volviendo a los aspectos diferenciales en función del género, ¿se puede hablar de diferencias en la respuesta a determinados tratamientos, distintas motivaciones para fumar o en las dificultades para el abandono de este hábito entre hombres y mujeres?

Entre los fumadores adultos no se observan diferencias de sexo en cuanto a la intensidad de la dependencia a la nicotina, al éxito de la cesación a corto plazo, a la probabilidad de recibir consejo médico o a la eficacia de los tratamientos farmacológicos para dejar de fumar. Sin embargo, las mujeres presentan una mayor tasa de recaídas a largo plazo, tanto en ceses espontáneos como con ayuda farmacológica.

Las mujeres tienen menor probabilidad que los hombres de recibir soporte farmacológico. Se ha descrito una mayor sensibilidad a los efectos secundarios de los tratamientos sustitutivos de nicotina a dosis altas, lo que favorecería su abandono y, por lo tanto, una menor efectividad que en los varones.

Aunque no hay datos concluyentes, puede que el ciclo menstrual y las variaciones hormonales que se producen durante el mismo influyan en el consumo de tabaco de las mujeres, asociándose la fase luteal o secretora del ciclo a un incremento del consumo y del craving, tanto en situaciones de consumo normal como en periodos de abstinencia.

Existe una mayor preocupación de las mujeres por la salud y, por lo tanto, por los efectos nocivos del tabaco, lo que las hace más proclives a consumos de bajo riesgo (marcas bajas en nicotina, menor número de cigarrillos al día…), que en muchos casos hacen que se acomoden a esta situación y no se planteen el cese.

Dos años después de la entrada en vigor de lo que se conoce como Ley Antitabaco, ¿cuáles han sido los logros más importantes conseguidos y las objetivos que aún quedan por alcanzar?

En mi opinión los dos hitos más importantes conseguidos en este tiempo son: la desaparición de la publicidad directa, en todos los soportes en donde era habitual encontrarla (revistas y periódicos, vallas exteriores, mobiliario urbano, etc.) y la desaparición del consumo de tabaco en los lugares de trabajo.

 

Seguimos teniendo unas cuantas asignaturas pendientes en relación, por ejemplo, con el control de las nuevas formas de publicidad (subliminal, indirecta o patrocinio) que están surgiendo. Desde enero de 2007, en España no se permite el patrocinio de eventos deportivos y, sin embargo, los anuncios en televisión relacionados con retransmisiones de deportes de motor (Fórmula 1, motociclismo…) continúan utilizando imágenes de pruebas celebradas en países que admiten el patrocinio de tabaco, lo que se traduce en la presencia de marcas de forma indiscriminada a cualquier hora del día. Algunos anuncios de alimentos utilizan a deportistas de élite y aprovechan para poner imágenes de carreras patrocinadas entre las imágenes del anuncio, generalmente dirigidos a población infantil y juvenil. La presencia de personas fumando es una constante, cada día más frecuente, en las últimas producciones cinematográficas.

Otro de los grandes temas pendientes es la protección de la exposición al humo ambiental de tabaco (HAT) de los trabajadores del sector de hostelería, (que continúan expuestos a ambientes muy contaminados durante toda o la mayor parte de su jornada laboral), y de la población general durante su tiempo de ocio.

Ya para finalizar, ¿le gustaría añadir alguna otra cuestión?

Creo que, en definitiva, debería prestarse más atención a los factores psicosociales de la dependencia y no a los clínico-farmacológicos. La financiación de fármacos para dejar de fumar es necesaria, pero las características del consumo actual hacen más urgente el impulso de estrategias de salud pública, que lleguen a más población, con los recursos disponibles.

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