Mejorar el acceso a tratamientos psicológicos basados en la evidencia: medida clave en el Marco europeo de acción de la OMS en materia de salud mental 2021-2025

4 Ene 2022

La transformación de los servicios de salud mental requiere no solo su posible rediseño o reconfiguración hacia una atención más accesible y centrada en la persona, sino también la consideración de otras dimensiones de la cobertura sanitaria universal, incluidos una mayor protección económica para las personas y familias afectadas por problemas de salud mental, un mejor acceso a la gama completa de tecnologías existentes basadas en la evidencia (especialmente tratamientos psicológicos) y formación a proveedores de atención médica y social en habilidades y competencias relacionadas con la salud mental comunitaria práctica.

Así lo afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Marco Europeo de Acción sobre Salud Mental 2021-2025, una nueva estrategia a través de la cual establece una respuesta a los desafíos actuales de salud mental que han surgido del impacto negativo que la pandemia de COVID-19 ha tenido en la salud mental y el bienestar de la población.

El documento donde se recoge la estrategia se presentó durante la 71ª sesión del Comité Regional para Europa (sesión virtual, 13-15 de septiembre de 2021), como documento de antecedentes para el debate sobre salud mental. La implementación y el seguimiento de este Marco de Acción están impulsados por la nueva Coalición Paneuropea de Salud Mental, una iniciativa lanzada por la oficina regional de la OMS para Europa, orientada a la mejora de la salud mental de acuerdo con las prioridades establecidas por el Programa de Trabajo Europeo, 2020-2025.

 

Foto: Anna Shvets Fuente: pexels Fecha descarga: 28/12/2021

Tal y como señala la OMS en su texto, incluso antes de la pandemia de la COVID-19, la exposición a los determinantes adversos de la salud mental, así como el envejecimiento de la población en la Región europea de la OMS, han dado como resultado un incremento en la prevalencia y la carga de enfermedad no fatal de las condiciones de salud mental en los últimos 30 años. De acuerdo con las estimaciones de salud global para la Región en 2019, el número de personas con problemas de salud mental (incluyendo depresión, trastornos de ansiedad y psicosis en adultos, así como los trastornos del desarrollo y del comportamiento en niños/as y adolescentes) se situó en más de 125 millones, equivalente al 13% de la población. Según señala la OMS, cuando estas y otras condiciones se ajustan al nivel de discapacidad que causan, los problemas de salud mental representan el 15% de todos los años vividos con discapacidad. Asimismo, estima que se perdieron 119.000 vidas debido al suicidio, una cifra “inaceptablemente alta que incluye un número cada vez mayor de jóvenes”.

Con la irrupción de la pandemia se han exacerbado en gran medida las ya sustanciales consecuencias sanitarias y socioeconómicas de las condiciones de salud mental, provocando cambios importantes en la necesidad y la prestación de servicios de salud mental.

Así, como bien indica la Organización, los brotes de coronavirus en la Región afectaron gravemente la salud mental de las poblaciones, generando una preocupación generalizada, estrés y ansiedad por la posibilidad de infectarse. Para aquellos y aquellas que estaban infectados/as y sus contactos cercanos, existía la ansiedad adicional de estar en riesgo de sufrir una enfermedad grave, duradera o incluso mortal. Las medidas de salud pública introducidas para frenar la propagación de la enfermedad -como el confinamiento, y los cierres de centros educativos y ámbitos laborales-, han tenido sus propios efectos adversos en la salud mental de muchas personas, incluidos los niños, las niñas y los/as adolescentes que no pudieron asistir a la escuela, adultos/as que no pudieron obtener un empleo o ingresos económicos y los/as adultos/as mayores que no podrían abandonar su lugar de residencia. El impacto fue mayor para aquellas personas con condiciones o discapacidades de salud física y mental preexistentes.

De igual modo, la pandemia ha tenido importantes impactos en la prestación de servicios de salud mental. El contacto cara a cara ha sido muy restringido y reemplazado por modalidades de apoyo y atención a distancia; el personal y las infraestructuras se reutilizaron, las instalaciones de cuidados a largo plazo “se aislaron del mundo exterior”, y los/as residentes se volvieron cada vez más vulnerables a un mayor riesgo de infección y un aislamiento profundo.

Si bien aún no se conocen por completo las implicaciones a largo plazo de la pandemia, ya es muy evidente que habrá impactos grandes y sostenidos en los determinantes sociales y de otros que influyen en la salud mental de una población, y en la necesidad o demanda consecuente de salud mental y de apoyo psicológico y social.

El reconocimiento de la salud mental como una prioridad de salud pública y un requisito fundamental para promover la cobertura sanitaria universal y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ha sido expresado en numerosas ocasiones por los Gobiernos en el sistema de las Naciones Unidas durante reuniones de alto nivel sobre enfermedades no transmisibles. (ENT) y la cobertura sanitaria universal de salud en 2018 y 2019, respectivamente, y por los Estados Miembros de la OMS, incluyendo la aprobación de la salud mental como iniciativa clave del Programa de Trabajo Europeo 2020-2025: Acción Unida para una Mejor Salud (EPW-European Programme of Work). Más recientemente, la 74ª Asamblea Mundial de la Salud celebrada durante los meses de mayo y junio de 2021, ha respaldado el Plan de acción integral de salud mental 2013-2030, que incluye opciones e indicadores de implementación actualizados.

No obstante, a pesar de lo anterior, la OMS lamenta la existencia de «lagunas» en la comprensión entre los responsables de la formulación de políticas económicas y de salud sobre la importancia de la salud mental “como un bien público para la cohesión y la resiliencia humana, social y económica”, una carencia que se traduce en la pérdida de oportunidades para invertir en políticas e intervenciones que pueden proteger y mejorar la salud mental, dentro y fuera del sector sanitario.

A pesar de la creciente atención a la salud mental a nivel internacional y del desarrollo de herramientas e innovaciones basadas en la evidencia para mejorar los tratamientos y los servicios, la Organización Mundial recuerda que aún hoy día persiste un conjunto de desafíos fundamentales que son anteriores a la pandemia de COVID-19 y que afectan a todos los países, tales como: el estigma y la discriminación profundamente arraigados contra las personas con problemas de salud mental y discapacidades psicológicas y sociales (lo que lleva a una violación de sus Derechos Humanos), bajos niveles de alfabetización en salud mental en la población en general, una inversión insuficiente y dificultad de acceso a servicios de calidad para las personas a lo largo de toda la vida (lo que genera necesidades insatisfechas y dificultades económicas), prestación de servicios fragmentada o descoordinada, sistemas de información y gobernanza inadecuados, y una dependencia continua de los hospitales psiquiátricos o las instituciones de atención social como lugar principal de prestación de atención a la salud mental, entre otros muchos.

El abordaje de todos estos desafíos se ha vuelto un objetivo primordial, más aún desde el inicio de la pandemia, y es consistente con las acciones acordadas para dar respuesta e impulsar la recuperación de la COVID-19, incluidos la aplicación de un enfoque de toda la sociedad para promover, proteger y cuidar la salud mental, el garantizar una amplia disponibilidad de apoyo psicológico y social y de salud mental de emergencia, y el apoyo a la recuperación de la COVID-19 mediante la construcción de servicios de salud mental para el futuro.

Atendiendo a lo expuesto, el Marco Europeo de Acción sobre Salud Mental 2021-2025 pretende consolidar la evidencia existente y emergente para brindar apoyo a la planificación, implementación y seguimiento de políticas, programas y servicios de salud mental en la Región y está alineado con los dos principios subyacentes del Programa de Trabajo Europeo 2020-2025: no dejar a nadie atrás y fortalecer el liderazgo. En esta misma línea, la OMS recuerda que el objetivo de “no dejar a nadie atrás” cobra especial relevancia en la salud mental, ya que las personas con problemas de salud mental y discapacidad psicológica y social, intelectual y cognitiva corren un mayor riesgo de exclusión social.

A continuación, resumimos las principales áreas de trabajo que cubre el Marco Europeo:

1. Avanzar hacia la cobertura sanitaria universal: transformación de los servicios de salud mental

Prestación de servicios de salud mental

– Empoderar y habilitar el autocuidado y la autogestión.

– Fortalecer los servicios y programas para atender las necesidades de salud mental de niños y adolescentes.

Incorporar e integrar la salud mental en la atención primaria de salud y otros programas de salud.

Ampliar el apoyo psicológico basado en la evidencia, el autocuidado y el apoyo remoto para personas con problemas de salud mental, incluso mediante el uso de tecnologías digitales.

– Desarrollar e implementar planes para viviendas alternativas y apoyos para el sustento en la comunidad (a diferencia de las instituciones psiquiátricas de estadías prolongadas).

– Fortalecer el apoyo brindado a los cuidadores de personas con problemas de salud mental y discapacidad cognitiva, intelectual y psicológica y social.

Personal laboral de salud mental

– Fortalecer los servicios de salud mental con experiencia multidisciplinar en prevención, tratamiento y rehabilitación psicológica y social, incluido el apoyo ocupacional para un empleo remunerado.

– Atraer y capacitar en habilidades a profesionales sanitarios y de atención social competentes, incluso mediante una compensación adecuada y condiciones de trabajo dignas, el desarrollo profesional sistemático y continuo y oportunidades de educación interprofesional.

– Formar a los trabajadores y las trabajadoras sanitarios/as y de asistencia social en salud mental y derechos humanos, en organización y gestión de servicios.

– Capacitar a los/as profesionales de la salud no especializados en la identificación y el manejo de los problemas de salud mental (por ejemplo, la guía de intervención mhGAP de la OMS).

Financiación de la salud mental

– Aumentar la financiación y la inversión en servicios de salud mental de forma proporcional a las necesidades de servicios y recursos, con miras a promover la equidad en el acceso a una atención de alta calidad y hacer un uso eficiente de los recursos para la salud mental.

– Mejorar la protección económica para que quienes lo necesiten puedan acceder a los servicios de salud mental sin experimentar dificultades económicas; especialmente las personas con alto riesgo de pobreza y exclusión social.

Digitalización

– Brindar orientación y apoyo sobre el uso y aplicación de tecnologías o plataformas digitales para la prevención y manejo de problemas de salud mental.

2. Proteger mejor a las personas ante las emergencias sanitarias: integración de la salud mental en la preparación, respuesta y recuperación ante crisis y emergencias

Acción política

Incluir la salud mental y el apoyo psicológico y social como un componente integral y transversal en las respuestas a emergencias de salud pública.

– Fortalecer la capacidad de recuperación de la salud mental de las personas y las comunidades como parte de la respuesta y recuperación ante la pandemia de la COVID-19, incluso mediante el uso de recursos, apoyos y activos comunitarios, como las artes y el deporte.

Acción técnica

– Generar conocimiento sobre el impacto de la pandemia sobre la salud mental y acciones para abordarlo, teniendo en cuenta las necesidades específicas de los diferentes grupos poblacionales, especialmente los más vulnerables.

– Desarrollar orientación técnica para fortalecer el apoyo psicológico y social comunitario, atendiendo las necesidades de las personas directamente afectadas por la COVID-19, los/as trabajadores de la salud y asistencia social y otras poblaciones en riesgo.

– Capacitar a los/as trabajadores comunitarios y sanitarios en apoyo psicológico y social básico, así como en preparación y respuesta a enfermedades infecciosas y otras emergencias de salud pública.

3. Garantizar una vida sana y el bienestar para todos/as en todas las edades: promoción y protección de la salud mental a lo largo de la vida

Salud mental de niños/as y jóvenes

– Mejorar la disponibilidad y el acceso a las habilidades de los padres y los programas de apoyo, los servicios de protección infantil y las medidas de protección social para mitigar el riesgo de pobreza, la vivienda precaria y la inseguridad alimentaria.

– Mediante la promoción de la salud en las escuelas, desarrollar y difundir programas de alfabetización en salud mental y aprendizaje socioemocional para niños y adolescentes.

Sensibilización y alfabetización en salud mental

– Desarrollar e implementar herramientas de promoción y comunicación para abordar el estigma y la discriminación, asegurando que dichas herramientas se adapten a contextos culturales específicos.

– Monitorear las actitudes del público hacia la salud mental y las personas con problemas de salud mental y discapacidades psicológicas y sociales.

Salud mental de las personas adultas mayores

Integrar la salud mental en programas que apoyen el envejecimiento saludable con el fin de abordar el aislamiento y la soledad en las personas mayores y prevenir el desarrollo de problemas de salud mental como la depresión.

– Apoyar el desarrollo de planes nacionales contra la demencia para ampliar el diagnóstico, el tratamiento y la atención tempranos para los adultos mayores con demencia.

Salud mental en ámbito laboral

– Desarrollar y apoyar la implementación de programas para promover el bienestar mental y prevenir problemas de salud mental en el lugar de trabajo, incluyendo la adaptación a nuevas modalidades de trabajo, manejo del estrés y prevención del abuso de sustancias.

Prevención del suicidio

– Desarrollar, implementar y monitorear planes multisectoriales integrales para la prevención de las autolesiones y el suicidio entre los y las más jóvenes, incluida una mayor vigilancia y seguimiento de las personas que se lastiman o intentan suicidarse, así como la formación y capacitación entre los servicios generales de salud y trabajadores comunitarios.

Fuente: Regional Committee for Europe, 71st session. (‎2021)‎. WHO European framework for action on mental health 2021–2025. Draft for the Seventy-first Regional Committee for Europe. Copenhagen: WHO Regional Office for Europe; 2021. Licence: CC BY-NC-SA 3.0 IGO. 

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