Es esencial promover el acceso a niños y adolescentes a servicios de salud mental asequibles y amigables, según UNICEF

31 May 2022

Cuando se necesitan apoyos más intensivos, debemos asegurarnos de que los y las adolescentes tengan acceso a servicios de salud mental y de apoyo psicológico y social asequibles, confidenciales y amigables para los/as jóvenes.

Estos servicios deben proporcionarse no solo a través de los sistemas de salud, sino también mediante una amplia gama de sectores y plataformas de prestación, incluida la educación, la protección social y la atención comunitaria.

Esta es una de las recomendaciones recogidas en un informe publicado de forma conjunta por UNICEF y la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg, a través del cual se pretende conocer las perspectivas de los/as propios/as adolescentes sobre las condiciones de salud mental significativas en su grupo de edad, los factores de riesgo y de protección, así como las barreras y facilitadores para buscar ayuda.

Publicado como parte del Estado Mundial de la Infancia 2021 de UNICEF, el documento recoge los temas que más preocupan a niños, niñas y adolescentes de 10 a 19 años pertenecientes a distintos países.  

Foto: cottonbro Fuente: pexels Fecha descarga: 17/02/2022

Tal y como señalan sus autores, aunque rara vez utilizan terminología clínica y pese a que los sentimientos que describen podrían no haber alcanzado el nivel de trastornos mentales diagnosticables, “está claro que muchos/as están experimentando una angustia psicológica significativa”.

Del análisis del discurso de los y las menores, se recogen las siguientes conclusiones:

  • Los/as adolescentes generalmente describen, comprenden y comunican sus problemas de salud mental en términos no clínicos utilizando palabras como: tristeza, soledad, vergüenza, aburrimiento, ira y derrota.

    Más allá de la angustia general, los desafíos emocionales y conductuales que describen incluyen depresión, ansiedad, suicidio, autolesiones, uso de sustancias, violencia, agresión y trastornos alimentarios.

    Asimismo, reconocen importantes diferencias de género en la salud mental: se observa que los niños enfrentan mayores dificultades con el uso de sustancias y la violencia interpersonal, mientras que las niñas hablan más sobre la violencia sexual y los trastornos alimentarios.

  • Los contextos de la vida de los adolescentes impulsan muchos de sus problemas de salud mental, siendo fundamental abordar estos contextos que generan angustia en pro de la mejora de su salud mental.

  • Si bien las familias pueden ser una gran fuente de apoyo, pueden presentar riesgos significativos para el bienestar más que cualquier otro entorno social, a través de una falta general de apoyo, abuso y negligencia, presión y control e inestabilidad financiera. En general, a los adolescentes les gustaría tener más apoyo y validación de la que suelen proporcionar los padres.

    Las relaciones familiares que no brindan apoyo no solo se consideran directamente perjudiciales para el bienestar de los y las adolescentes, sino que también incrementan de forma indirecta el daño, al impedir que los/as adolescentes obtuvieran la ayuda que tanto necesitaban para las afecciones de salud mental.

  • Pese a los muchos beneficios de los centros educativos, los y las adolescentes describen en gran medida el entorno escolar como un riesgo para la salud mental en lugar de un factor protector, mencionando como factores de riesgo la alta presión académica, la falta de apoyos y los abusos por parte de los y las docentes.

    No obstante, a pesar de este enfoque negativo, el informe advierte de que aquellos/as adolescentes que no asisten a la escuela pueden enfrentar riesgos mucho mayores, y subraya el gran potencial de los centros escolares para apoyar la salud mental y el bienestar, “incluso si este potencial no siempre se aprovecha”.

  • El apoyo social es un “poderoso amortiguador” contra la angustia. A menudo, los/as adolescentes no saben a quién pueden confiar sus problemas y muchos experimentan interacciones negativas con sus compañeros/as que les causan angustia emocional. El acoso existe en todo el mundo con impactos a corto y largo plazo en la salud mental y el bienestar. Los compañeros, tanto directa como indirectamente, influyen en el comportamiento de riesgo relacionado con la salud de los y las adolescentes.

  • Las tecnologías digitales son “un arma de doble filo” para la salud mental, ya que aumentan la capacidad de los/as adolescentes para conectarse con otros y, al mismo tiempo, los exponen a riesgos que pueden dañar su autoestima y su bienestar (por ej., el acoso online).

    Concretamente, en los entornos de ingresos medios y altos (aunque también cada vez más en entornos de bajos ingresos), las tecnologías digitales desempeñan un papel central en la vida de muchos/as adolescentes.

  • La violencia, tanto experimentada como amenazada, es común para los/as adolescentes en muchos países, con graves impactos en la salud mental. El acoso es una amenaza persistente y se presenta en todo el mundo como acoso verbal, físico, relacional y cibernético.

  • Los niños y las niñas “pagan un precio por las arraigadas normas de género”, que incrementan su vulnerabilidad psicológica y social: se espera que los niños sean duros y nunca expresen sus sentimientos, y las niñas están sujetas a normas injustas que devalúan sus vidas, restringen sus libertades y las presionan hacia ideales perjudiciales de belleza.

  • La pandemia de la COVID-19 ha impactado negativamente en el bienestar de muchos/as adolescentes.

  • El estigma disuade significativamente a los/as adolescentes de buscar ayuda formal o informal para problemas de salud mental. Consecuentemente, muchos de ellos/as hacen frente a estas problemáticas por sí mismos y sin apoyo, a menudo utilizando estrategias de afrontamiento desadaptativas.

  • Los adolescentes informan que con frecuencia enmascaran sus problemas de salud mental, en parte porque les preocupa que sus sentimientos y experiencias sean invalidados por amigos y familiares. Las relaciones de confianza con amigos y familiares son fundamentales para vincular a los y las adolescentes con la ayuda que necesitan.

  • Aunque hay una escasez notable de servicios de salud mental y apoyo psicológico y social para adolescentes en todo el mundo, incluso cuando existen tales servicios, muchos adolescentes enfrentan barreras significativas para acceder a ellos.

El informe finaliza con una serie de recomendaciones para abordar de forma eficaz la salud mental infanto-juvenil, tales como: escuchar a niños/as y adolescentes sin minimizar su dolor para que se sientan tan cómodos hablando y buscando ayuda; apoyar a las familias, padres y cuidadores dotándoles de herramientas para dar a los y las menores el apoyo que necesitan; garantizar que los centros educativos apoyen la salud mental (integrando los primeros auxilios psicológicos en los planes educativos académicos y formando al personal docente en salud mental y bienestar psicológico y social, entre otras acciones); promover el acceso a servicios de salud mental asequibles, confidenciales y amigables para los jóvenes (brindado no sólo a través de los sistemas de salud, sino también por medio de una amplia gama de sectores y plataformas de prestación, incluida la educación, la protección social y la atención comunitaria); y abordar los determinantes sociales de la salud mental (por ej., la pobreza, los desastres, los conflictos, la discriminación, la migración y las pandemias).

Se puede descargar el informe desde la página de UNICEF o bien directamente aquí:

Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health and United Nations Children’s Fund (2022). On My Mind: How adolescents experience and perceive mental health around the world. JHU and UNICEF, Baltimore and New York. 

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