Rocío Fernández-Ballesteros, homenajeada entre las 8 mujeres doctoras honoris causa por la USAL-Entrevista a la primera psicóloga investida con este reconocimiento

30 Mar 2022

La Unidad de Igualdad de la Universidad de Salamanca ha organizado una exposición denominada “Honoris causa. 100 años con mujeres doctoras en la Universidad de Salamanca”, un evento a través del cual se rinde homenaje a las 8 mujeres que “por causa de honor” han recibido el doctorado honoris causa en la Universidad de Salamanca (USAL).

La exposición se ha presentado coincidiendo con los 100 años de la reinstauración de los doctorados honoris causa en la USAL, con el nombramiento de Santa Teresa de Jesús en marzo de 1922 por el Claustro y la ceremonia de imposición en octubre de 1922.

Tal y como señalan sus impulsoras/es, el proyecto comenzó en el año 2019, con una ronda de entrevistas a las mujeres honradas con este reconocimiento en las que, además de sus rasgos de liderazgo femenino se invocan sus recuerdos de infancia, sus referentes de juventud, el camino hacia sus grandes logros, sus deseos para la sociedad futura y también su sentimiento cuando recibieron el doctorado honoris causa por la Universidad de Salamanca.  

Foto: Imagen de Rocío Fernández-Ballesteros durante la exposición Artista: Antonia Contra 

Con motivo de esta exposición, Infocop Online ha querido entrevistar a una de las homenajeadas: Rocío Fernández-Ballesteros, siendo ella la primera mujer psicóloga en recibir un doctorado honoris causa dentro del sistema universitario español.

En las siguiente entrevista, Fernández-Ballesteros nos explicará qué ha supuesto para ella este reconocimiento y hablará sobre los retos actuales y futuros de su campo de investigación.

ENTREVISTA

Para comenzar, sabemos que la Universidad de Salamanca acaba de presentar una Exposición pública en la cual se hace un reconocimiento a la aportación académica de las 8 mujeres Doctoras Honoris Causa por dicha Universidad, entre ellas, usted misma.

Desde la redacción de Infocop queremos felicitarle por este reconocimiento tan merecido. ¿Qué supone para usted figurar entre ellas siendo, además, la única mujer psicóloga que ha recibido la máxima distinción académica conferida por esta Universidad?  

Ante todo, muchísimas gracias por vuestra felicitación y por considerar que ello es meritorio y difundirlo como algo positivo para la Psicología. Para mí ha sido uno de los más importantes galardones académicos recibido y ello, en la Universidad española de más antigüedad que previamente concedió tal galardón a, nada más y nada menos que al Prof. Albert Bandura de la Universidad de Palo Alto (California, USA)  y a José Luis Pinillos (ambos ilustres psicólogos) que he considerado siempre como mis maestros.

Pero es que, además, cuando se me concedió esa distinción, hace ya tres años, se hizo a propuesta del Instituto Universitario de Integración de la Facultad de Psicología, con la que he colaborado largamente, y cuyo Director, Miguel Angel Verdugo, trabajaba en un ámbito paralelo al envejecimiento y, por ende, fue mi “madrina” Cristina Jenaro Río, una eminente profesora y compañera en evaluación psicológica de la misma Facultad. En fin, no hay palabras para expresar mi agradecimiento a la Universidad de Salamanca, a la Facultad de Psicología, a dicho Instituto y a todos aquellas personas que influyeron en considerarme merecedora del máximo grado Universitario de tan ilustre institución.

Dentro del sistema universitario español continúa siendo escaso el porcentaje (menos del 20%) de reconocimientos a la labor docente e investigadora de las mujeres. A su juicio, ¿a qué cree que es debido este bajo porcentaje de mujeres doctoras honoris causa? ¿Qué podría hacerse para incrementar la cifra?

El hecho histórico de la baja presencia de las mujeres receptoras de tal distinción ha ocurrido paralelamente con su presencia en los distintos ámbitos Universitarios. Las mujeres se han equiparado, en número, hace relativamente poco tiempo en gran parte de estudios universitarios. Hay que considerar, también, que mientras en la actualidad en Psicología estudian, aproximadamente, un 80% de mujeres, sin embargo, las posiciones directivas en las Universidades, los Colegios profesionales u otros centros relevantes no concuerda con ello…Hace tiempo se consideraba que las mujeres tenían preferencias diferentes a los hombres a la hora de dirigir su actividad en la vida pero no me atrevería a identificar una sola circunstancia. En este momento hay más mujeres que hombres en muchos de los estudios universitarios y habremos de esperar a examinar que pasa en la evolución histórica de su papel de liderazgo. 

Este tipo de reconocimientos sirven para animarnos a continuar trabajando por el avance de la Psicología. ¿Qué valoración haría usted misma de su carrera? ¿Cómo vincularía sus trabajos con la sociedad actual?

Personalmente, me siento una vocacional de la Psicología; cuando terminé mis estudios de bachillerato, la Psicología no existía como licenciatura universitaria y empecé los de CC Políticas en los que me especialicé en CC Sociales y, Cursar un Máster en Sociología en Roma. De regreso a España ya sí, me matriculé en la Escuela de Psicología de la Universidad Complutense donde hice dos especialidades: clínica y educativa.  La Psicología como ciencia empírica ha experimentado una extraordinaria evolución, y he de subrayar que investigar en Psicología es la actividad profesional apasionante en la que invierto más tiempo y la que me produce más satisfacción… Después de muchos años sigo en la Universidad y sigo investigando y aún, con fondos públicos y, evidentemente, eso lo hago con un equipo de trabajo de excelencia.    

Gran parte de su investigación se ha centrado en la Psicología del envejecimiento, especialmente, en el enfoque del envejecimiento activo. Como experta, ¿en qué situación se encuentra actualmente en nuestro país este campo y a qué retos futuros se enfrenta?

En efecto, el envejecimiento es una de mis áreas prioritarias de docencia, reflexión e investigación. Creo que el envejecimiento es, tal vez,  uno de los fenómenos –a nivel individual y social- de mayor complejidad que requiere de una visión amplia bio-psico-social. Sin embargo la Psicología que tiene alta consideración en la psicogerontología clínica no la tiene tanto en el envejecimiento poblacional. Así por ejemplo, la contribución a la supervivencia y a la longevidad suele ser explicado mediante factores sociales o genéticos y, con ello,  la visión más común es parcial: social o biológica.  Precisamente, uno de mis principales objetivos es el de llegar a demostrar que una parte importante de la longevidad se explicaría a través del comportamiento (a los niveles de complejidad necesarios) y, aún más, la longevidad satisfactoria. Lo que me parece un verdadero reto es convencer a las personas (de cualquier edad) “que envejecer bien” depende en gran medida de sí mismas.

Para finalizar, ¿desea añadir algún otro comentario?

Si, tengo una “asignatura pendiente” relacionada con la evaluación psicológica, a saber: la difusión y exigencia  (para la Psicología, como para cualquier otra disciplina) de la valoración de programas de intervención por lo que una buena práctica de la psicología como de cualquier disciplina en este ámbito debería incluir la siguiente buena práctica: “no intervenir sin evaluar y no intervenir sin valorar”. De ello no solo se olvidan algunos profesionales sino, también, los responsables de la políticas y programas de intervención.

Se puede ver una presentación de la exposición aquí:

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