Recomendaciones para el abordaje del maltrato infantil, manual de la OMS y OPS

24 Feb 2023

¿Por qué suele ocultarse el maltrato infantil? ¿Qué consecuencias tiene para la salud de los niños y niñas? ¿Qué aspectos hay que tener en cuenta para realizar una adecuada evaluación e intervención en estos casos?… Estas son algunas de las cuestiones contempladas en la publicación titulada: Cómo responder al maltrato infantil: manual clínico para profesionales de la salud, editada por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud.

La violencia física en la infancia es, de las expresiones de maltrato, la más fácilmente identificada y reconocida, pero existen otras formas de maltrato que causan un sufrimiento emocional igual o mayor en los menores: el maltrato emocional, la violencia sexual y la negligencia en los cuidados o el descuido de bebés, niños, niñas y adolescentes de 0 a 17 años por parte de progenitores, cuidadores y otras figuras de autoridad.

Autor: Jordane Maldaner Fuente: 
pexels Fecha descarga: 08/02/2023

Respecto a la violencia sexual, esta puede darse con o sin contacto físico (por ejemplo, acoso sexual verbal, solicitud de favores sexuales, exposición del niño a imágenes pornográficas…) y suele ir asociada a un componente de manipulación emocional. Finalmente, la negligencia o el descuido en los cuidados pueden deberse a una falta en la atención a la salud, educación, apoyo emocional, nutrición y condiciones de vivienda seguras del menor.

Según los datos recogidos por la OMS, el maltrato infantil es un problema generalizado en todo el mundo que tiende a ocultarse. En países de altos ingresos, la prevalencia de maltrato físico es del 25% y de maltrato emocional del 36%, mientras que el 16% de los menores de edad pueden sufrir situaciones de negligencia en los cuidados. En países de África Subsahariana, Asia y América Latina la prevalencia del maltrato infantil está duplicada.

Además de la muerte del menor, el maltrato puede tener otras consecuencias muy graves a corto y a largo plazo. Estas consecuencias incluyes serios problemas de salud física y sexual, como discapacidad, traumatismos, problemas gastrointestinales, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados. A nivel psicológico, los efectos del maltrato pueden ser incluso más devastadores, incluyendo una amplia gama de problemas de salud mental como estrés postraumático, ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, conductas autolesivas y suicidio. Asimismo, repercute negativamente en la capacidad cognitiva del menor, disminuyendo su rendimiento académico y aumenta la probabilidad de involucrarse en conductas de riesgo como consumo de alcohol y drogas y aumento de la violencia.

Los profesionales sanitarios deben prestar especial cuidado y atención a los indicadores de violencia en la infancia y tener en cuenta que los menores no van a revelar la situación de violencia fácilmente, debido a diferentes motivos que abarcan sentimientos de vergüenza y culpa, ausencia de capacidad de reconocimiento de sus experiencias como muestras de abuso o negligencia, no querer hacer daño a la persona que abusan de ellos o ser coaccionados por estas figuras, no haber recibido una adecuada respuesta en el pasado cuando han intentado narrar su situación a otro adulto.

De acuerdo con el manual, “los profesionales de la salud desempeñan una función clave en la prestación de apoyo de primera línea al reconocer el maltrato, mitigar sus consecuencias negativas y prevenir más daños”. Para llevar a cabo esta labor, se debe crear un espacio seguro y de apoyo, saber reconocer los signos y síntomas asociados con el maltrato infantil, preguntar de manera sensible acerca de los signos y síntomas, atender las necesidades de salud física, mental, sexual y reproductiva y servir de enlace con otros servicios (como los servicios jurídicos o de protección infantil) según sea necesario.

En el manual, se establecen los siguientes principios de actuación en el trabajo con estos menores:

  • Determinar si al garantizar la privacidad se mantiene la seguridad del niño, niña o adolescente en relación con cualquier revelación que estos hagan.
  • Expresar empatía con palabras y gestos no verbales como sonreír, asentir, mirar al niño o la niña y usar un tono y gestos alentadores.
  • Establecer una conexión con el niño, niña o adolescente.
  • Usar un lenguaje apropiado para la edad del niño, niña o adolescente.
  • Asegurarse de que haya juguetes u otros objetos, como un asiento apropiado, un vaso de agua, etc., a fin de ayudarles a sentirse cómodos.
  • Respetar su autonomía y sus deseos. A este respecto, tal y como se explica en el manual, “esto significa que se les debe preguntar qué piensan, que se deben respetar sus opiniones y que deben ser tenidos en cuenta cuando se tomen decisiones relacionadas con su atención clínica. Esto se puede hacer, por ejemplo, preguntándoles dónde prefieren que se realicen los exámenes y quién debe estar presente en la habitación. Debido a que el acto de abuso es una situación que desempodera, usted puede contribuir a restablecer ese poder en cada interacción, por muy pequeña que sea. Por ejemplo, puede preguntar: ¿Te gustaría sentarte en esta silla o en esa? ¿Qué bolígrafo de color prefieres?”.

La actuación en casos de sospecha de maltrato infantil debe establecerse siempre, por el interés superior del niño, niña o adolescente y teniendo en cuenta sus capacidades evolutivas para proporcionar información ajustada a cada edad y asegurar su consentimiento o asentimiento informado (que requiere explicarle al niño o niña lo que les está sucediendo y asegurar su conformidad en los procedimientos que se van a llevar a cabo).

Una de las dificultades añadidas a la que se van a enfrentar los profesionales que detecten situaciones de maltrato infantil, es la interacción con los cuidadores, que pueden haber desempeñado un papel de víctimas del abuso, de cómplices del abuso o de abusadores. Según la guía de la OMS/OPS, en estas interacciones se recomienda:

  • Establecer una relación con los cuidadores y aliente su colaboración y participación activas en la prestación de atención, siempre que sea seguro y apropiado.
  • Tratarlos con respeto y sin provocar confrontaciones.
  • Evitar culparlos o estigmatizarlos y señalar lo que están haciendo bien.
  • Empoderar a los cuidadores no abusivos proporcionándoles la información que necesitan para tomar decisiones fundamentadas junto con su hijo o hija acerca del examen, el tratamiento, la atención y las opciones de derivación.
  • Tranquilizarlos diciéndoles que el niño o la niña no tiene la culpa.
  • Hablar con ellos sin que el niño o la niña esté presente, pero sin inferir juicios cuando la versión del niño o la niña y la del cuidador son diferentes.
  • No implicar al cuidador si un adolescente con capacidad para tomar decisiones, o capaz de dar su consentimiento informado, ha señalado expresamente su deseo de que el cuidador no participe.
  • No implicar al cuidador si un adolescente con capacidad para tomar decisiones, o capaz de dar su consentimiento informado, ha señalado expresamente su deseo de que el cuidador no participe.
  • Considerar que el cuidador también podría verse afectado por la violencia en el hogar, y determinar y atender toda necesidad urgente de salud y seguridad de los cuidadores.
  • Tener en cuenta que los cuidadores pueden sufrir estrés intenso, y que el trauma pasado y actual puede estar afectando su estado emocional y su comportamiento.

Además de estos aspectos que se desarrollan en profundidad en el manual, la publicación recoge recomendaciones basadas en la evidencia para la detección y respuesta de los profesionales sanitarios frente a situaciones de maltrato infantil. Asimismo, dedica un capítulo a proporcionar pautas de autocuidado para los profesionales que intervienen en este campo, puesto que el contacto o la exposición directa a situaciones de violencia en la infancia y al sufrimiento emocional de estos menores, puede producir un desgaste psicológico en el profesional con repercusiones para su salud mental y física, así como para su desempeño laboral.

Se trata de una herramienta que puede ser de utilidad para cualquier profesional o técnico que se encuentre en contacto directo con niños, niñas y adolescentes en su práctica diaria, tales como psicólogos, médicos, personal de enfermería, personal de atención de emergencia, etc.

La guía puede descargarse en la propia Web de la OPS y en el siguiente enlace:

Organización Panamericana de la Salud. Cómo responder al maltrato infantil: manual clínico para profesionales de la salud. Washington, DC: OPS; 2023

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