Ha pasado ya casi un año desde la presentación en Madrid de las Guías de Práctica Clínica del Sistema Nacional de Salud (SNS) enmarcada en la Jornada Científica "Apoyo a la toma de decisiones basadas en la evidencia. El desarrollo de Guías de Práctica Clínica en el Sistema Nacional de Salud". Las Guías de Práctica Clínica (GPC), promovidas por la Agencia de Calidad del Ministerio de Sanidad y Políca Social, forman parte de una iniciativa que pretende mejorar la excelencia de los tratamientos e intervenciones que se prestan a los distintos grupos de pacientes, con independencia de su lugar de residencia. De esta manera, el Proyecto GuíaSalud, pretende difundir guías de actuación donde se recojan decisiones clínicas basadas en la evidencia científica y se incluyan los últimos avances en investigación, con el objetivo de homogeneizar las prácticas en todo el territorio español.

Como ya se ha realizado con las GPC de los Trastornos de Ansiedad en Atención Primaria, de la Depresión Mayor en el Adulto o de Cuidados Paliativos, Infocop Online ha solicitado la opinión de un experto externo para ofrecer a los profesionales interesados una valoración y panorámica de la GPC sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria, que actualmente ya se encuentran a disposición del público en general.

Para ello, en esta ocasión, contamos con la participación de Rosa María Raich, experta en la evaluación, prevención e intervención sobre los trastornos de la conducta alimentaria y los problemas relacionados con la imagen corporal, que actualmente es Catedrática en el Departamento de Psicología Clínica y de la Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona.

1. Aspectos a destacar de esta guía:

La Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) es un instrumento útil, válido, estudiado en profundidad, basado en hallazgos dentro de la evidencia científica con que avalan todas las aportaciones que se proponen. Abarca los campos de prevención, detección, diagnóstico y actuaciones en los distintos niveles de atención a los TCA.

Pone una atención especial en la información que se propone a los y las pacientes y a sus familiares. Además se informa sobre asociaciones de ayuda para pacientes con TCA y sus familiares.

2. Aspectos a mejorar:

A mi modo de ver creo que deberían aportarse datos existentes en la literatura científica, respecto al Índice de Masa Corporal (IMC) en adolescentes (Cole et al, 2000 y 2007; Onís, Onyango, Borghi, Siyam, Nashida, y Siekmann, 2007).

A pesar de que es un aspecto debatido en los foros de tratamiento de TCA, la utilización del IMC y sus puntos de corte, el hecho de que sea un criterio diagnóstico para la anorexia nerviosa, hace necesario el conocimiento de su adaptación a niveles de edad que sufren unos enormes cambios.