El Ministerio de Sanidad ha hecho pública una nueva Guía de Práctica Clínica (GPC) a través de su página Web. Se trata de la GPC sobre Esquizofrenia y Trastorno Psicótico Incipiente.

Con el objetivo de valorar la calidad y rigurosidad de esta nueva herramienta, que sin duda será de utilidad para todos los profesionales que trabajan en el campo de la esquizofrenia y de la psicosis, Serafín Lemos Giráldez, catedrático de Psicopatología de la Universida de Oviedo y Vicepresidente Primero de la Sociedad Española para el avance de la Psicología Clínica y de la Salud, siglo XXI (SEPCyS), nos ofrece su punto de vista como experto.


Serafín Lemos

 Valoración de la "GPC sobre Esquizofrenia y Trastorno Psicótico Incipiente"

Serafín Lemos Giráldez
Universidad de Oviedo

1. Aspectos a destacar de esta guía:

La reciente GPC sobre Esquizofrenia y Trastorno Psicótico Incipiente es un documento diseñado para establecer los estándares mínimos de un correcto abordaje de los trastornos psicóticos, desde las fases tempranas hasta los procesos de estabilización del trastorno esquizofrénico.

Se trata de un documento meticulosamente elaborado, basado en la evidencia científica e inspirado, a su vez, en otras 11 guías internacionales de expertos; si bien los referentes más claros son las guías clínicas para el tratamiento de la psicosis de los Colegios de Psiquiatras y de Psicólogos Británicos (NICE, 2003), del Colegio de Psiquiatras de Australia y Nueva Zelanda (2005), de la Asociación Psiquiátrica Americana (2004) y Canadiense (2005).

El trabajo realizado tiene apariencia de honestidad científica, por cuanto sus autores informan de las estrategias utilizadas para realizar las búsquedas bibliográficas, que dan cuenta del estado de la cuestión en cada uno de los apartados en el que está organizada la Guía.

Sin lugar a dudas, el mayor peso se concede a los "Tipos y ámbitos de intervención" y al "Tratamiento según fases del trastorno y situaciones especiales". En dichos apartados, se hace un exhaustivo estudio de los tratamientos farmacológicos y se incluyen útiles algoritmos para la toma de decisiones en la práctica clínica, en función de la naturaleza de los síntomas y las características idiosincrásicas de cada paciente. Sin embargo, se reconoce que la farmacología no soluciona plenamente dichos trastornos ya que, como se ha señalado en diversos estudios, el 80% de los pacientes con esquizofrenia presenta una mala evolución (en seguimientos de 5 años), a pesar de tomar medicación antipsicótica; y el 75% sigue la medicación de forma errática; entre otras razones, por los efectos secundarios. Por ello, se recomienda "un prudente uso de medicación antipsicótica, que debe prescribirse de una manera no coercitiva, en interacción con intervenciones psicosociales, que favorezcan la adherencia". En consecuencia, se subraya la necesidad de seguir otros tratamientos, controlando los factores ambientales, mejorando las capacidades personales de afrontamiento del estrés; y, en particular, actuando sobre los síntomas psicóticos específicos.

De manera explícita, se revisa la eficacia de diversas modalidades de intervención psicosocial, y se hace una valoración muy positiva de la terapia cognitivo-conductual para prevenir la progresión a la psicosis en la intervención temprana, para prevenir en lo posible la prescripción de fármacos y reducir los síntomas en la psicosis incipiente, para el tratamiento de los síntomas psicóticos manifiestos, para mejorar el insight y favorecer cumplimiento de la medicación cuando ésta es necesaria, para acelerar la recuperación, y para el tratamiento de la patología comórbida (particularmente, estados de ansiedad y depresión). Especial importancia se concede también a otras formas de intervención psicososical, como son la psicoeducación, la terapia familiar y el entrenamiento en habilidades sociales, sobre la base de la evidencia científica acumulada hasta hoy. Menor relevancia, en cambio, se concede a la terapia de apoyo, a la terapia psicoanalítica y a la rehabilitación cognitiva, en este último caso por los dudosos efectos de generalización a la vida diaria de los avances obtenidos en las sesiones terapéuticas.

Debe destacarse, finalmente, la composición multiprofesional del equipo que ha elaborado la Guía; lo cual ha favorecido un análisis muy objetivo del problema clínico y de los instrumentos de intervención.

2. Aspectos a mejorar: