“ES IMPRESCINDIBLE LA GENERALIZACIÓN DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD AL SISTEMA SANITARIO PÚBLICO” – ENTREVISTA A J.I. BAILE, ESPECIALISTA EN OBESIDAD INFANTOJUVENIL

24 Ene 2011

Hace unos meses, en el marco del Proyecto GuiaSalud del Plan de Calidad para el SNS, el Ministerio de Sanidad y Política Social ha publicado la Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil. Éste es un importante problema de salud, no sólo por los graves riesgos que conlleva, sino también por las alarmantes cifras de incidencia que hay en los países más avanzados, que, según la propia OMS, podrían explicarse en gran medida por la modificación de los estilos de vida. Ante la relevancia de esta problemática y las importantes aportaciones que desde la psicología de la salud podrían realizarse de cara a la prevención y a la intervención sobre el sobrepeso y la obesidad infantojuvenil, Infocop Online tiene el placer de entrevistar a José Ignacio Baile, profesor en la Universidad de Madrid a Distancia (UDIMA) y experto en la materia.

ENTREVISTA

Recientemente, en el marco del Proyecto GuiaSalud del Ministerio de Sanidad, se ha publicado la GPC sobre la Prevención y el Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil, como especialista en la materia, ¿podría explicarnos por qué es necesaria esta guía?

Esta guía es necesaria porque, en la actualidad, disponemos de mucha información sobre la prevención y el tratamiento de la obesidad, pero la misma está muy dispersa y, muchas veces, no está claro si corresponde a evidencia científica o es mera opinión. La guía resume y sistematiza gran parte de esta información científica, permitiendo a los profesionales de la salud elegir las intervenciones con mayor seguridad de ser eficaces y, en especial, para el tramo de edad infanto-juvenil. La guía es útil dentro del sistema sanitario, pero también para los profesionales de salud en general. En España, se carecía de una guía de este tipo, que ya existe en otro países. 

Uno de los aspectos más preocupantes en relación con la obesidad infantojuvenil es su elevada incidencia, tasas que son aún mayores si se considera también el conjunto de chicos que presenta sobrepeso. A este respecto, diversas variables de tipo psicosocial, a la luz de los hallazgos empíricos, parecen ser factores de vulnerabilidad en el origen y mantenimiento de este problema de salud. ¿Cuáles serían los más relevantes? ¿Por qué?

Así es, aunque cada vez se concede más importancia a las influencias genéticas de la obesidad, sólo la consideración de los factores psicosociales puede explicar las elevadas tasas de incidencia actuales. Entre dichos factores, claramente, se sitúan: el estilo de vida sedentario, la modificación de hábitos alimentarios (reduciendo el consumo verduras, legumbres, frutas, el agua como bebida e incrementando el consumo de alimentos hipercalóricos, con muchas grasas saturadas, y de refrescos azucarados) y, últimamente, también se estima que los peores hábitos de sueño.

Según se recoge en la Guía, es muy importante destinar recursos para la prevención de esta alteración, centrados principalmente en la instauración de un estilo de vida saludable en cuanto a dieta y práctica de ejercicio físico. ¿Cuál es el papel del psicólogo en este ámbito? ¿Considera que se ha reflejado de un modo adecuado en esta GPC?

Si asumimos que la modificación de las determinaciones genéticas no es posible, la intervención en sobrepeso y obesidad se debe dirigir a la modificación de hábitos (salvo casos graves donde la intervención farmacológica o, incluso, quirúrgica debe ser valorada). En la actualidad, el experto en modificar hábitos, tanto en la prevención como en la intervención, una vez que el problema está instaurado, es el psicólogo. Por ello, es imprescindible que cualquier intervención en sobrepeso y obesidad que se desee sea eficaz, tenga en cuenta las aportaciones de la psicología. Por ejemplo, el médico puede hacer la adecuada valoración biomédica de un caso, el nutricionista puede indicar cuál es el programa de dieta recomendable para dicho caso, pero sólo el psicólogo sabe cómo instaurar los comportamientos saludables de forma eficaz, considerando el contexto psicosocial del caso, además de la valoración y tratamiento de la posibilidad comorbilidad psicológica.

En la guía, la intervención psicológica se considera fundamentalmente como un tratamiento más o como tratamiento de los problemas mentales asociados a la obesidad, no como la perspectiva metodológica científica de referencia en el diseño de los planes preventivos o, posteriores, de intervención. Ello puede deberse a que es una guía realizada por un equipo fundamentalmente biomédico y dirigida prioritariamente a personal pediátrico, de medicina de asistencia primaria y enfermería, adolece en este punto de una mayor perspectiva multiprofesional con la consideración del psicólogo.

En esta Guía, se indica, en relación con el conocimiento científico disponible, que la intervención de primera elección para la obesidad infantojuvenil ha de ser de carácter integral y basadas en la modificación del estilo de vida y de tratamiento psicológico. Como especialista, ¿qué tipos de tratamientos psicológicos son los que han mostrado mayores índices de eficacia? ¿Cuáles sería los componentes principales de estas intervenciones? ¿Por qué es relevante la intervención familiar?

Realmente, disponemos de pocas investigaciones bien planteadas y controladas sobre los tratamientos psicológicos y, en España, aún es más evidente esta deficiencia. La mayoría de los tratamientos se han dirigido a intervenciones psicoeducativas en contextos comunitarios donde se intenta promocionar la práctica de la actividad física cotidiana y la modificación de hábitos alimentarios –dirigidos al incremento del consumo de frutas y verduras y a la reducción del consumo de alimentos hipercalóricos-. Los resultados son poco consistentes, quizá debido a la dificultad de controlar la aplicación de las orientaciones conductuales, la necesidad de que los estudios se alarguen en el tiempo y la dificultad para evaluar el sobrepeso y obesidad en personas que están en crecimiento. El otro enfoque psicológico es el que se pone en marcha para el tratamiento de un caso concreto, entonces el plan tiene dos componentes, uno de modificación de hábitos (actividad física, alimentación, sueño…) y otro de intervención en posibles alteraciones psicológicas asociadas a la obesidad, como menor autoestima, problemas de relación social, imagen corporal, etc. De los pocos estudios disponibles, el enfoque cognitivo-conductual tanto en la prevención, como en el tratamiento, parece ser el más efectivo. La intervención familiar en el caso de la obesidad infantojuvenil es crucial, dado que los hábitos que se pretenden modificar son hábitos de familia, no sería eficaz, por ejemplo, pretender que sólo el niño de la casa deje de beber refrescos azucarados si el resto de la familia lo hace en su presencia.

En este sentido, la GPC reconoce también la importancia del apoyo psicológico en aquellos casos en los que haya que someter al niño o al adolescente a procesos quirúrgicos para controlar el problema de la obesidad. ¿Por qué puede ser importante este tipo de intervenciones?

Las intervenciones médicas en niños y adolescentes pueden tener un componente psicológico importante. Ya sea un tratamiento farmacológico sencillo o una intervención quirúrgica agresiva. En el primer caso, por ejemplo, una perspectiva psicológica puede ayudar a conseguir cierta adherencia terapéutica; en el caso de la intervención quirúrgica, puede ayudar en la fase de preparación y en la fase de recuperación. Así, puede valorarse estrategias de psicoeducación, relajación, desensiblización sistemática, etc., que, según el caso, podrían permitir que la intervención no se viva con desconcierto o ansiedad. Además, no puede verse la intervención quirúrgica como la solución definitiva, será necesario que se acompañara de una modificación de hábitos, donde volvemos a necesitar la perspectiva psicológica para garantizarlo.

Teniendo en cuenta la realidad de nuestro sistema sanitario, ¿qué cambios serían necesarios para que estas recomendaciones pudieran llevarse a la práctica clínica real?

Sin duda, considerar que la intervención en sobrepeso y obesidad, si deseamos que sea eficaz, sólo puede hacerse desde un planteamiento totalmente multidisciplinar. La incorporación del psicólogo a dichos equipos se hace necesaria, no sólo por el tema de la obesidad, sino por la multitud de problemas de salud, que sólo desde los enfoques multidisciplinares ofrecen garantías de atención adecuada. En coherencia con ello, las autoridades sanitarias deberían incrementar la presencia de dicho profesional en la sanidad pública.

Para finalizar, ¿le gustaría realizar algún comentario más?

Sólo apuntar, a modo de resumen, que los psicólogos debemos reclamar nuestra intervención en muchos trastornos que tradicionalmente se han considerado sólo desde una perspectiva biomédica. Somos los especialistas en modificación de conducta y gran parte de los problemas de salud de nuestra sociedad están asociados a malos hábitos que hay que modificar (los trastornos cardiovasculares, la obesidad, el consumo de alcohol y tabaco, los accidentes de tráfico, etc.). Por ello, se hace imprescindible la generalización de la psicología de la salud en los sistemas públicos de prevención y de asistencia sanitaria.

Fuente:

La Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil, en cualquiera de sus tres versiones, puede consultarse en el siguiente enlace: www.guiasalud.es/egpc/index.html#.

Referencia:

Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil. Centro Cochrane Iberoamericano, coordinador. Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil. Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad y Política Social. Agència d´Avaluació de Tecnologia i Recerca Mèdiques; 2009. Guías de Práctica Clínica en el SNS: AATRM Nº 2007/25.

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