La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha iniciado una campaña contra la medicalización excesiva de la vida cotidiana. Tal y como explica la OCU: “El estrés, la infelicidad, la caída del pelo o la menopausia son aspectos de la vida cotidiana que han pasado a convertirse en problemas patológicos que requieren una “solución” médica. Eso explica por qué ciudadanos sanos acuden a la consulta de su médico para pedirle pruebas, revisiones o recetas de fármacos no siempre justificadas: los medios, la publicidad, informaciones interesadas, comentarios, les han convencido de que tienen un problema para el que hay una solución... médica o farmacológica. Un escenario ideal para quienes hacen negocio con la salud”.

La campaña hace referencia a la invención de cualquier tipo de enfermedad, física o mental, desde el establecimiento arbitrario de los “niveles adecuados de colesterol” hasta el tratamiento farmacológico del duelo. Precisamente, en el ámbito de la salud mental, el problema de la creación  de nuevas categorías diagnósticas de trastornos mentales y los intereses de la industria farmacéutica en este campo son una amenaza muy grave, tal y como lo hemos abordado en Infocop en varias ocasiones (Más allá de las clasificaciones diagnósticas).

Mediante esta campaña, la OCU pretende concienciar a la población a favor de la prescripción prudente, invitando a todas las personas que no quieren que medicalicen su vida a que apoyen con su firma un manifiesto contra este “comercio de enfermedades” por parte de la industria farmacéutica, a través del cual, surgen nuevas “enfermedades” que deben ser tratadas farmacológicamente y “que realmente no están justificadas según las evidencias científicas de que disponemos”.

Para ello, la OCU se ha hecho eco de un movimiento internacional, denominado Selling Sickness (comercio de enfermedades), que está siendo apoyado por numerosas asociaciones, profesionales y pacientes a lo largo del mundo, traduciendo y dando difusión al manifiesto de esta campaña internacional, que se puede consultar aquí.

A modo de resumen, el manifiesto, titulado Llamada a la acción contra el comercio de enfermedades, solicita que:

  • Se cree un cortafuego que separe, por un lado, la influencia comercial o de la industria y, por otro, los organismos reguladores de los medicamentos y productos sanitarios, los desarrolladores y los autores de guías de práctica clínica.

  • Se regule más estrictamente la publicidad directa al consumidor de medicamentos sujetos a prescripción médica y los productos sanitarios, o si es posible, que se prohíba y se creen programas de vigilancia eficaces.
  • Los medicamentos, las pruebas diagnósticas y los productos sanitarios se prueben, analicen, evalúen y comercialicen exclusivamente con el objetivo de garantizar la seguridad del paciente, la integridad de la ciencia y la salud individual y pública.
  • Los medicamentos y productos sanitarios se comparen habitualmente, mediante los controles adecuados, con el mejor tratamiento disponible, en las poblaciones apropiadas.

  • Los productos comercializados inseguros o ineficaces sean rápidamente identificados; los daños y las insuficiencias, ampliamente difundidos y que sean retirados de circulación.
  • Todos los ensayos clínicos estén registrados y se permita el acceso a todos los datos en bruto de esos ensayos clínicos para poder realizar análisis independientes, al menos en el momento de su aprobación, pero preferiblemente antes de su aprobación.
  • Se reforme el sistema de patentes de los medicamentos de modo que el beneficio comercial no eclipse los verdaderos beneficios clínicos para los pacientes.
  • Los pacientes y usuarios de los servicios sanitarios estén plenamente informados y participen en las decisiones de salud individuales, así como en las prioridades y el diseño de la investigación y las políticas reguladoras.
  • Los participantes en los ensayos clínicos estén adecuadamente protegidos por los Comités Éticos de Investigación Clínica; el consentimiento informado sea preciso y completo; y se prevea una indemnización completa en caso de haya algún daño.
  • Los periodistas, cuyo trabajo debe ser investigar las afirmaciones que realizan sus fuentes, sean conscientes del daño que se hace con la difusión de enfermedades inventadas o exageradas (disease mongering) o de mensajes promocionales sin comprobar ni verificar.
  • Las normativas sanitarias, la formación de los profesionales de la salud y las guías de práctica clínica reconozcan y tengan presentes a los grupos más marginados, desfavorecidos y vulnerables.
  • Los tratamientos y las terapias no farmacológicas, por lo general menos rentables, así como la prevención de enfermedades y las intervenciones centradas en las necesidades de la población, sean tan prioritarias en la investigación y las publicaciones como las terapias a base de medicamentos y productos sanitarios.

Las personas interesadas en apoyar esta campaña, pueden consultar más información en:

No al comercio de enfermedades

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