(2) Después de observar el tratamiento estándar para fobias y trastornos de ansiedad, pensamos que llevaba demasiado tiempo; es decir, sin duda, podríamos tratar estos problemas en un período de tiempo más breve y de manera más intensa.
(3) Utilizamos el buen trabajo de varios teóricos del Aprendizaje, incluyendo algunos recientes, como Michel Craske, quienes nos han enseñado que los principios de aprendizaje son más eficaces cuando las oportunidades de aprendizaje se consolidan y se entregan de una manera más sucinta y concentrada. ¡Y listo! ¡El tratamiento de una sesión nació y sigue vivo! El enfoque funciona mejor para un tipo concreto de pacientes, algunos de los cuales serán discutidos en mi presentación. ¡No puedo revelar todo hoy!
Un tema de preocupación en el ámbito clínico es cómo abordar las necesidades de los pacientes llamados “resistentes” al tratamiento. Es probable que aborde este tema en nuestro Congreso de Granada, y no quiero adelantarme a su conferencia, pero ¿podría darnos un avance de cómo abordar a los que no responden a los tratamientos para los trastornos fóbicos y de ansiedad?
Ahora aquí hay otra pregunta difícil. ¡Estoy listo para eso! En mi opinión, esto sucede más a menudo de lo que nos gustaría admitir. La mayoría de las veces, es nuestra culpa. No podemos culpar a los pacientes. Pongamos la culpa en donde corresponde: en nosotros mismos, los terapeutas. En mi clínica tratamos de no utilizar la palabra "resistencia". Nos enfocamos en "qué podemos hacer de manera diferente". Las posibilidades de lo que usted llama resistencia se pueden reducir mediante una buena evaluación basada en la evidencia, que luego es seguida por un buen análisis funcional. Necesitamos establecer factores predisponentes, precipitantes y perpetuadores, la triple P. Entonces, también podría ser útil no olvidar los factores de protección, la cuarta P. En la mayoría de los casos, esta evaluación exhaustiva para la planificación del tratamiento es efectiva y nuestros pacientes dejan de ser "resistentes".
Hablemos ahora de prevención, ya que no queremos que nuestros lectores se pregunten por qué no hemos discutido intervenciones tempranas dirigidas a grupos de estudio de niños y adolescentes. ¿Los investigadores generalmente se enfocan más en el tratamiento que en la prevención de los trastornos fóbicos y de ansiedad?
Bueno, se ha hecho mucho ya en el área de la prevención en términos de programas escolares, programas de crianza eficaces y esfuerzos de resiliencia con los niños. Hemos observado que las fobias son trastornos "puerta", lo que significa que conducen a otros trastornos si no se tratan. Aun así, suceden, ya sean accidentes, tiroteos en las escuelas, terrorismo, y sí, incluso guerras. Estos son eventos trágicos e incluso nuestros mejores programas de tratamiento, sí, incluso aquellos basados en la evidencia, pueden no ser efectivos. Muy claramente, en nuestra sociedad moderna, debemos hacer más para crear un entorno seguro para nuestros niños y adolescentes, ¡y sí, incluso para nuestros adultos! ¿Cómo podemos ser más resilientes en una sociedad que se caracteriza por la imprevisibilidad? No hay respuestas fáciles, ¿verdad?
Ahora hablemos de los factores culturales ya que el próximo XI Congreso Internacional en Granada ha atraído a numerosos participantes de todo el mundo que están ansiosos por conocer los nuevos desarrollos en nuestra disciplina, particularmente en Estados Unidos. Nuestros lectores pueden estar interesados en escuchar su opinión sobre los factores culturales, ya que usted ha investigado más allá de las fronteras geográficas y ha trabajado frecuentemente en el extranjero. ¿Pueden las técnicas terapéuticas desarrolladas en un contexto cultural (por ejemplo, Estados Unidos) aplicarse fácilmente a otro país no occidental (por ejemplo, China) sin tener en cuenta la cultura? ¿Están los investigadores prestando suficiente atención a los factores culturales en los trastornos fóbicos y de ansiedad?
La cultura es un factor muy importante que no se ha abordado suficientemente en los estudios, incluida la nuestra, desafortunadamente. Tanto nosotros como otros autores estamos tratando de abordar esta necesidad, pero todavía no lo hemos logrado. Trabajamos ahora en seis continentes y algunas cosas parecen traducirse bien y otras no. En 1983, por ejemplo, publiqué una encuesta sobre el miedo que se tradujo a 19 idiomas: la estructura básica del miedo en los individuos parece mantenerse relativamente bien, pero los jóvenes difieren en la amplitud y el tipo de temores según su nacionalidad. Por otra parte, la Terapia Cognitivo Conductual con modificaciones, parece funcionar dentro de las filosofías orientales. Sin embargo, aún es necesario cambiar aspectos importantes. Algunas de las terapias de nueva generación están abordando estos cambios. Creo que sería genial si desarrollamos equipos de investigación y de clínicos que trasciendan fronteras. Entonces y solo entonces, en mi opinión, podemos avanzar en nuestra base de conocimientos y ampliar nuestro alcance clínico. ¿Quién nos financiará?.
Ahora me gustaría pasar brevemente a la clasificación de los trastornos de ansiedad. A pesar de la evidencia empírica para un abordaje más dimensional o transdiagnóstico de dichos trastornos, el DSM 5 y la CIE 11, que pronto será publicada, han mantenido enfoques categóricos para la clasificación de los trastornos de ansiedad. El DSM 5 incluso aumentó el número de trastornos de ansiedad de 10 a 23. Aunque la CIE 11, en un principio, reconoció características dimensionales comunes, optó finalmente por dejar las categorías para así mantener paridad con otros sistemas de clasificación de enfermedades. ¿Deberíamos continuar con este proceso de división? Después de todo, parece que la mayoría de las intervenciones clínicas y manuales sobre trastornos de ansiedad se desarrollan para afecciones específicas. ¿Cuál sería su consejo para los clínicos cuando se trata de la clasificación y la evaluación de los trastornos de ansiedad en sus prácticas diarias?
Bueno, esta es una pregunta muy importante. En mi primer libro, Clinical Behavior Therapy with Children, recomendé no diagnosticar a nuestros niños y adolescentes. Sí, tenían problemas, pues los diagnósticos eran más un producto de nuestra imaginación. Bueno, los tiempos han cambiado y ahora llego a los diagnósticos. Es cierto, como usted afirma, que la mayoría de los manuales son específicos a un trastorno, pero no todos, algunos son transdiagnósticos y otros están más orientados hacia el mecanismo. Con los diversos trastornos de ansiedad (que, por cierto, son altamente comórbidos entre sí), el mecanismo subyacente, desde una perspectiva psicosocial, probablemente esté relacionado con cogniciones defectuosas (pensamientos catastróficos), comportamiento de evitación y deficiencias en habilidades. Si en nuestros tratamientos nos orientamos más hacia los principios, abordando estas áreas, y se realizan buenas evaluaciones basadas en la evidencia, entonces haremos mucho para avanzar en nuestra ciencia y práctica clínica. La fuerza está con nosotros, ¡aprovechémosla!
Antes de finalizar esta entrevista, solo quiero agradecerle una vez más por aceptar nuestra invitación a participar en otra edición de nuestro Congreso. Será un gran placer para nosotros darle la bienvenida en Granada. ¿Hay algún comentario adicional que le gustaría hacer?
¿No hay más preguntas? Vaya, eso está bien. He tenido el placer de conocerle hace ya algunos años, Dr. Preciado, y le aprecio mucho, así como todo lo que ha hecho por el avance de nuestra profesión. Les agradezco esta oportunidad y ciertamente estoy muy interesado en visitarles en octubre y espero tener la oportunidad de reunirme con muchos de ustedes nuevamente y continuar esta discusión. Claro, ¡con una buena copa de vino! |