La escasa oferta de tratamiento psicológico en la Sanidad pública: factor clave en el aumento del consumo de benzodiacepinas, según un nuevo informe

10 Ene 2020

El acompañamiento del psicólogo en el dolor crónico no oncológico permitiría reducir el uso de opioides, así como mejorar el bienestar y la calidad de vida del paciente.

Esta es una de las conclusiones de un informe recientemente publicado por el Plan Nacional sobre Drogas, fruto de un estudio realizado por el equipo de Episteme investigación e intervención social –apoyado por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas-, con el objetivo de analizar la naturaleza y el alcance de la oferta y la demanda de opioides en España.

Atendiendo a la crisis de opioides experimentada en los últimos años en Estados Unidos, evidenciada por el elevado aumento de personas adictas y de muertes asociadas con el uso indebido de analgésicos opioides (en su mayoría, con prescripción médica al inicio del consumo), el estudio se plantea si nuestro país puede llegar a experimentar una crisis similar en un futuro cercano.

Los datos, procedentes de entrevistas a más de sesenta personas (profesionales de la Psicología, la Medicina, la Psiquiatría y la Enfermería, usuarios y usuarias de opioides, policonsumidores/as adictos/as, consumidores/as recreativos, agentes comunitarios, profesionales del tercer sector, agentes de salud, educadores/as, etc.), así como de la revisión de la literatura científica y de los datos epidemiológicos ofrecidos por las principales agencias en el ámbito de las drogas, revelan lo siguiente:

  • A pesar del aumento en la prescripción de opioides en nuestro país, los índices registrados son muy inferiores a los norteamericanos. Por ello, los problemas derivados de la sobreprescripción en EE.UU. no son comparables con la realidad española, de hecho, el informe manifiesta que “nuestro país nunca experimentará unos problemas tan severos, porque los mecanismos de control (evitar la cronificación, seguimiento del paciente, cribaje de pacientes con potencial adictivo, prescripción adecuada, etc.), implementados en el último año para evitar la prescripción inadecuada limitarán el abuso de opioides”.

  • En los últimos años se ha desvirtuado la imagen inocua de los opioides. Manejar una percepción más ajustada a la realidad de sus beneficios y riesgos permitirá revocar su uso desaforado, y por extensión las consecuencias negativas como la adicción. En este sentido, afirma, “en la España de 2019 la percepción de riesgo de los profesionales médicos es extremadamente elevada”.

  • Ha quedado acreditado el papel activo de la industria farmacéutica para estimular la sobreprescripción de opioides. Asimismo, la capacidad de la industria farmacéutica para publicitarse representa otro aspecto diferencial. La regulación española prohíbe tajantemente la publicidad de fármacos financiados por el Sistema Nacional de Salud. El informe recuerda aquí que la ética y la calidad profesional están por encima de intereses particulares, como presiones de la industria farmacéutica o de las exigencias de pacientes.

  • El fentanilo es el mayor responsable de las sobredosis mortales en Estados Unidos, mientras que en España los problemas asociados a esta sustancia aún son anecdóticos. No obstante, apela a la precaución y a la importancia de prestar atención a la evolución de sus consumos, al ser la sustancia “que más problemas puede provocar”.

  • De acuerdo con los resultados, el informe se muestra tajante al afirmar que “España no sufrirá una crisis de opioides parecida a la americana ni reproducirá ‘la epidemia’ de heroína de los ochenta”.

El documento finaliza con una serie recomendaciones estratégicas orientadas a la prevención de problemas asociados a los consumos de heroína y otros opioides, tales como:

  • Mantener la estructura del Sistema Nacional de Salud. De acuerdo con el documento, la gran diferencia entre la realidad española y la norteamericana yace en su SNS: mientras que en nuestro país la sanidad es universal, en Estados Unidos es eminentemente privada y “está estructurada a partir de un complejo sistema de mutuas dependientes de los seguros laborales”.

    Para los autores de este informe, alterar su funcionamiento, especialmente si se potencian relaciones clientelares entre pacientes y médicos, provocaría consecuencias inciertas.

  • Empoderar al paciente. El propósito es convertirlo en un agente con capacidad crítica para realizar un uso sensato de fármacos, y que tenga una percepción de riesgo adecuada (sin banalizar ni dramatizar).

  • Velar por la correcta prescripción de fármacos opioides. Los médicos deben recibir la información y formación adecuada para que velen por la correcta prescripción de los opioides, especialmente en los casos de dolor crónico no oncológico.

  • Apoyar a las sociedades científicas, Organizaciones Colegiales y otras agrupaciones profesionales en su trabajo preventivo.

  • Potenciar alternativas terapéuticas. Algunas dolencias que actualmente se mitigan con medicamentos opioides “pueden abordarse desde terapias psicológicas científicas con resultados satisfactorios”. A este respecto, el informe afirma que el acompañamiento del psicólogo en el dolor crónico no oncológico permitiría reducir el uso de opioides, así como la mejora del bienestar y de la calidad de vida del paciente.

  • Fomentar el cambio en los estilos de vida. Algunos procesos de adicción o sobreuso de opioides son producto de estilos de vida sedentarios y poco saludables. Estimular estilos de vida más saludables permitiría evitar la cronificación de los pacientes y en algunos casos abandonar los fármacos.

  • Continuar con la prohibición de la publicidad de los fármacos opioides

  • Adecuar los recursos a sus necesidades. El proceso de envejecimiento de los policonsumidores de largo recorrido representa un reto para la asistencia en drogodependencias. Deben implementarse programas sociosanitarios que aborden las demandas de bienestar de este colectivo, prestando especial atención a las personas excarceladas y a aquellas que han recaído.

  • Evitar las barreras asistenciales. La sanidad universal permite eliminar las barreras de acceso a los extranjeros. Deben aplicarse estrategias educativas para que las poblaciones ocultas acudan a los centros asistenciales o de reducción del daño.

  • Trabajar para reducir el abuso de benzodiacepinas. Una parte importante de policonsumidores presenta problemas con las benzodiacepinas. Implementar programas de apoyo para reducir su uso permitiría mejorar la calidad de vida de estas personas.

    Según la OCDE (2018) España es el país europeo, después de Portugal, con las prevalencias más altas de consumo de benzodiacepinas. Tal y como indica este informe, estas elevadas cifras son producto de la confluencia de diversos factores, especialmente: la medicalización de los problemas de la vida cotidiana, los problemas del estado de ánimo derivados de la crisis socioeconómica, la brevedad de las visitas en Atención Primaria, el bajo coste de las benzodiacepinas y “la escasa oferta, casi anecdótica (menos de cinco psicólogos por cien mil habitantes) de tratamiento psicológico en la sanidad pública”. Estos factores provocan que el empleo de psicofármacos sea la vía más rápida y económica para enmendar ciertos estados de ánimo negativos.

    Los profesionales de las adicciones entrevistados reconocen la “laxitud” con que algunos facultativos recetan estas sustancias. El empleo abusivo de estos fármacos, tanto en atención primaria “pero muy especialmente en Psiquiatría”, ha despertado la atención de las autoridades sanitarias que trabajan para frenar el abuso.

  • Impulsar las buenas prácticas periodísticas, de cara a reducir las noticias fundamentas en el sensacionalismo y el estigma.

  • Mantener la representación social de la heroína. Es esencial continuar manteniendo una representación social de la heroína que evite cualquier contacto, pero a la vez “modificarlo levemente para evitar la estigmatización de los usuarios en activo”.

  • Construir una representación sensata sobre los fármacos opioides. Es fundamental revertir la banalización de los fármacos opioides, pero sin caer en alarmismos: “la sociedad debe tener una representación social adecuada que permita entender los opioides desde la sensatez”.

  • Invertir en estrategias de investigación de las tendencias de opioides. La investigación sociocultural es la mejor estrategia para evitar cualquier situación indeseable derivada de los opioides.

El informe concluye esperando que sus resultados, conclusiones y, especialmente las recomendaciones recogidas en el mismo, sean de utilidad para entender el consumo de opioides y mejorar la efectividad y eficacia de las intervenciones preventivas y asistenciales.

Se puede acceder al informe desde la página Web del Plan Nacional sobre Drogas, o bien directamente a través del siguiente enlace:

Pere Martínez Oró, David (2019). Opioides en España. Ni repunte de heroína ni crisis de opioides a la americana. Episteme. Investigación e Intervención social (Barcelona)

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