Las intervenciones psicológicas, en particular la terapia cognitivo-conductual y su aplicación para el insomnio (TCC y TCC-I), desempeñan un papel fundamental en el proceso de retirada de benzodiacepinas.
Así lo afirma una guía clínica desarrollada de forma conjunta por la American Academy of Sleep Medicine (AASM), la American Association of Psychiatric Pharmacists (AAPP) y la American Psychiatric Association (APA), orientada a la deprescripción de los agonistas de los receptores de benzodiacepinas.
En un esfuerzo por ofrecer directrices clínicas basadas en la evidencia, han desarrollado este documento dirigido a profesionales que trabajan con personas adultas en el ámbito ambulatorio y cuyo objetivo es reducir progresivamente y de forma segura el uso de estos fármacos -frecuentemente prescritos para el tratamiento de trastornos como el insomnio y la ansiedad-, cuando los riesgos superan a los beneficios.
Contexto del uso de benzodiacepinas: riesgos asociados
El informe señala que el uso prolongado de benzodiacepinas se ha asociado con numerosos riesgos, incluidos problemas cognitivos, caídas, fracturas, delirium, sobredosis, muerte, abstinencia, ideación suicida, dependencia e interferencia con tratamientos psicológicos eficaces, entre otros efectos adversos.
Aunque puedan ser eficaces a corto plazo, su uso crónico no se recomienda. La guía hace hincapié en que, con frecuencia, estos fármacos se prescriben más allá del periodo inicialmente previsto, prolongando los tratamientos sin una reevaluación adecuada de su necesidad.

Objetivo y alcance de la guía
El objetivo principal de la guía es proporcionar una serie de recomendaciones clínicas sobre cómo deprescribirlos en personas adultas en el ámbito ambulatorio, incluyendo a aquellas con trastornos de ansiedad, insomnio, trastornos por consumo de sustancias (incluido alcohol), síntomas de abstinencia, condiciones físicas crónicas o deterioro funcional y cognitivo.
Se define «deprescripción» como el proceso planificado y supervisado de reducción y eventual interrupción del uso de medicamentos que pueden ya no ser necesarios o que conllevan más riesgos que beneficios. La guía excluye poblaciones específicas como pacientes hospitalizados, personas con epilepsia activa, aquellos bajo cuidados paliativos o personas con trastornos psiquiátricos graves no controlados.
Recomendaciones clínicas: énfasis en la intervención psicológica y social
La guía presenta seis recomendaciones clínicas formuladas tras una rigurosa revisión de la literatura científica. Todas ellas están clasificadas como recomendaciones «condicionales» y basadas en evidencia de calidad baja a muy baja, dada la limitada disponibilidad de ensayos clínicos bien diseñados en este campo. No obstante, se considera que la relación entre beneficios y riesgos es suficientemente clara para orientar la práctica clínica.
Entre las estrategias evaluadas para apoyar la deprescripción, destaca de forma significativa el uso de intervenciones psicológicas y sociales, especialmente aquellas de carácter psicológico y terapéutico.
– Uso de intervenciones psicológicas (TCC y TCC-I)
La guía recomienda el uso de terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I) y la terapia cognitivo-conductual (TCC), en general, como parte de la estrategia para suspender progresivamente el uso de benzodiacepinas en adultos con insomnio o trastornos de ansiedad. Estas intervenciones se consideran eficaces no solo para reducir el uso de estos medicamentos, sino también para mejorar los síntomas que inicialmente motivaron la prescripción.
En particular, la CBT-I se presenta como un tratamiento de primera línea respaldado por múltiples estudios. Se ha demostrado que puede mejorar la calidad del sueño de forma sostenida y sin los riesgos asociados a las benzodiacepinas.
– Reducción gradual frente a interrupción abrupta
La guía recomienda una reducción gradual de esta medicación, en lugar de una interrupción abrupta, para minimizar los riesgos de síntomas de abstinencia como ansiedad, insomnio, síntomas físicos o recaídas. Esta estrategia puede llevar semanas o incluso meses, y debe adaptarse individualmente según la respuesta clínica del paciente.
– Involucrar al/la paciente en la toma de decisiones
El proceso de deprescripción debe estar centrado en el paciente, promoviendo la educación y el diálogo abierto sobre los riesgos y beneficios del tratamiento con benzodiacepinas. Se alienta a los y las profesionales a considerar las preferencias del/de la paciente, sus temores respecto a la retirada del medicamento y su historial clínico, incluyendo experiencias previas de abstinencia o recaídas.
Consideraciones clínicas clave
El documento resalta que la deprescripción puede resultar particularmente desafiante en pacientes con larga exposición a las benzodiacepinas o múltiples comorbilidades. También se hace mención a poblaciones vulnerables como personas mayores con deterioro cognitivo o físico, donde el riesgo de efectos adversos es mayor.
Entre los síntomas frecuentes reportados durante la retirada se incluyen: ansiedad, insomnio, temblores, taquicardia, pensamientos suicidas, crisis de pánico, fobia social, y otros trastornos relacionados con la retirada de sustancias. Estos deben ser monitorizados cuidadosamente y abordados mediante intervenciones terapéuticas adaptadas.
La guía también pone especial atención en el manejo de pacientes con historial de consumo de sustancias, incluyendo opioides y alcohol, dado el riesgo de sobredosis, muerte y suicidio. En estos casos, se recomienda una vigilancia estrecha y el uso de herramientas clínicas validadas para evaluar el riesgo de daño, dependencia y recaída.
Implicaciones para la práctica clínica y la psicología
Uno de los pilares de esta guía es la necesidad de colaboración interdisciplinar. Se alienta a psiquiatras, psicólogos clínicos, médicos de atención primaria y farmacéuticos especializados en salud mental a trabajar conjuntamente en el desarrollo de planes personalizados de deprescripción, incluyendo estrategias de apoyo emocional, intervención psicológica y social, y refuerzo de conductas saludables.
Además, se recomienda fomentar el acceso a recursos educativos sobre el uso racional de medicamentos, así como la formación específica de los/as profesionales en técnicas de TCC y TCC-I.
La guía también señala que es fundamental evitar sustituir una benzodiacepina por otra sustancia con potencial de abuso o dependencia. El objetivo no debe ser únicamente la retirada farmacológica, sino la mejora integral del estado mental, emocional, conductual y funcional del paciente.
Conclusión
Esta guía representa un paso significativo hacia una práctica clínica más segura, informada y centrada en la persona. Al destacar el papel clave de las intervenciones psicológicas y cognitivo-conductuales, ofrece un respaldo firme al trabajo de psicólogos y profesionales de la salud mental. Su enfoque interdisciplinar y sus recomendaciones basadas en la evidencia constituyen una herramienta de gran valor para reducir los riesgos asociados al uso crónico de benzodiacepinas y mejorar los resultados terapéuticos de los/as pacientes.
Fuente: Brunner, E., Chen, C.-Y. A., Klein, T., Maust, D., Mazer-Amirshahi, M., Mecca, M., Najera, D., Ogbonna, C., Rajneesh, K. F., Roll, E., Sanders, A. E., Snodgrass, B., VandenBerg, A., Wright, T., Boyle, M., Devoto, A., Framnes-DeBoer, S., Kleykamp, B., Norrington, J., & Lindsay, D. (2025). Joint clinical practice guideline on benzodiazepine tapering: Considerations when risks outweigh benefits. Journal of General Internal Medicine. https://doi.org/10.1007/s11606-025-09499-2