Un nuevo estudio publicado en PLOS One muestra problemas en la prescripción de benzodiacepinas (ansiolíticos) desde los servicios de Atención Primaria. Los resultados subrayan la necesidad de implementar estrategias para promover la deprescripción de benzodiacepinas, especialmente en adultos mayores, y fomentar alternativas terapéuticas no farmacológicas, más seguras y eficaces, para el manejo de la ansiedad y el insomnio en los servicios de Atención Primaria de salud.
¿Se realiza una prescripción adecuada de benzodiacepinas?
El objetivo principal del estudio fue investigar los patrones de consumo de benzodiacepinas y los factores asociados a su prescripción inadecuada en los servicios de Atención Primaria. Los autores se centraron en este tema debido a la alta prevalencia de trastornos de ansiedad y a los riesgos asociados con el uso prolongado de estos medicamentos, especialmente en adultos mayores.

Foto: Freepik. Autor: Freepik. Descarga: 20/11/2025.
Riesgos asociados al uso prolongado de benzodiacepinas.
Tal y como se detalla en el artículo, el uso prolongado de benzodiacepinas está asociado a una serie de riesgos significativos para la salud, especialmente en adultos mayores. Estos riesgos se deben a que el uso a largo plazo, incluso en dosis terapéuticas, puede llevar al desarrollo de tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia al intentar interrumpir el medicamento.
Entre los riesgos más importantes se encuentran:
- Deterioro cognitivo: Las benzodiacepinas pueden afectar las funciones cognitivas como la memoria, la atención y la concentración. Esto es especialmente preocupante en adultos mayores, quienes ya pueden estar experimentando un declive cognitivo relacionado con la edad, señalan los autores.
- Problemas de sueño: Paradójicamente, el uso prolongado de benzodiacepinas para tratar el insomnio puede empeorar los patrones de sueño a largo plazo.
- Caídas y fracturas: Las benzodiacepinas pueden causar somnolencia y afectar el equilibrio y la coordinación, lo que aumenta el riesgo de caídas, especialmente en adultos mayores.
- Dependencia y tolerancia: Asimismo, el uso prolongado puede conducir a la dependencia física y psicológica, lo que dificulta la interrupción del medicamento. A su vez, la tolerancia se desarrolla cuando se necesita una dosis mayor para lograr el mismo efecto.
- Interacciones medicamentosas: Las benzodiacepinas pueden interactuar con otros medicamentos, aumentando el riesgo de efectos secundarios graves.
- Síndrome de abstinencia: Finalmente, interrumpir el uso de benzodiacepinas después de un uso prolongado puede provocar síntomas de abstinencia como ansiedad, insomnio, temblores y convulsiones, se indica en el artículo.
Metodología.
La investigación, analizó los registros de dispensación de diazepam, clonazepam y nitrazepam en farmacias públicas entre 2018 y 2022.Para llevar a cabo la investigación, se utilizó un estudio transversal observacional que abarcó a 40.402 individuos que recibieron al menos una benzodiacepina durante el período de estudio. Así, se analizaron datos demográficos, la cantidad de benzodiacepinas dispensadas, la dosis prescrita diaria (PDD), el uso prolongado y las posibles interacciones medicamentosas.
En este estudio, los investigadores consideraron que un individuo tiene un uso prolongado de benzodiacepinas si ha consumido al menos 90 DDD (Dosis Diaria Definida) o más de un tipo de benzodiacepina durante un año. Esta cifra es equivalente a al menos 3 meses de uso continuo. La «Dosis Diaria Definida» es una unidad de medida establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para estandarizar la comparación del consumo de medicamentos entre diferentes poblaciones y se define como la dosis media de mantenimiento asumida de un medicamento utilizado para su principal indicación en adultos.
Resultados.
Tal y como se recoge en el artículo, los resultados del estudio muestran una tendencia preocupante.
La prescripción de benzodiacepinas en AP supera la dosis recomendada por la OMS.
El diazepam y el nitrazepam mostraron una prescripción promedio que superó la dosis diaria definida recomendada por la OMS en todos los años del estudio, lo que sugiere un consumo en dosis más elevadas de lo aconsejable.
Se produce un uso prolongado en el tiempo y en poblaciones de alto riesgo como los adultos mayores.
Asimismo, se observó un uso prolongado de benzodiacepinas en el 29% de los participantes, con una prevalencia notablemente alta entre las personas mayores (34,8%), a pesar de ser considerados un grupo de alto riesgo para los efectos adversos de estos medicamentos.
En este sentido, el nitrazepam y el diazepam fueron las benzodiacepinas utilizadas con mayor frecuencia durante períodos prolongados en comparación con el clonazepam.
A mayor edad, mayor probabilidad de uso prolongado inadecuado de benzodiacepinas.
Asimismo, el análisis de datos también reveló que cada año adicional en la edad de los usuarios aumentaba la probabilidad de uso prolongado de benzodiacepinas. En concreto, por cada año adicional de edad, la probabilidad de que un individuo tenga un uso prolongado de benzodiacepinas aumenta en un 2.2%. Es decir, si una persona de 60 años tiene una cierta probabilidad de uso prolongado, una persona de 61 años tendría una probabilidad 2.2% mayor de tener ese mismo patrón de consumo.
Tal y como se recoge en el artículo, este aumento de la probabilidad se mantiene constante para cada año adicional de edad, lo que significa que la edad es un factor de riesgo importante para el uso prolongado de benzodiacepinas.
Cuántos más tipos de benzodiacepinas se consumen, más riesgo de uso prolongado inadecuado.
Los investigadores encontraron que, además de la edad, el uso de múltiples tipos de benzodiacepinas también aumentaba la probabilidad de uso prolongado. De esta manera, aquellas personas que utilizaron las tres benzodiacepinas disponibles (diazepam, clonazepam y nitrazepam), así como los que usaron diazepam y nitrazepam, mostraron una mayor frecuencia de uso prolongado.
Las interacciones medicamentosas con las benzodiacepinas eran elevadas.
Finalmente, otro hallazgo preocupante es la frecuencia de interacciones medicamentosas. De acuerdo con los datos recogidos, se identificaron 51.190 interacciones que involucraban benzodiacepinas, con un promedio de 3,75 interacciones por usuario.
El 82,9% de los usuarios presentó al menos una interacción medicamentosa con benzodiacepinas, la mayoría de las cuales se clasificaron como de gravedad moderada. Además, los adultos mayores constituyeron una porción sustancial de los usuarios de benzodiacepinas (38,5%) y este grupo empleó dosis diarias más altas de diazepam y clonazepam.
Según advierten los autores, este resultado es particularmente inquietante, puesto que las benzodiacepinas se consideran medicamentos potencialmente inapropiados para personas mayores debido a su mayor sensibilidad a los efectos de los mismos y al mayor riesgo de efectos adversos, como caídas, fracturas e ingresos hospitalarios.
Implicaciones: conocer los riesgos y fomentar alternativas terapéuticas.
Los resultados tienen importantes implicaciones para los profesionales de la salud, especialmente para los especialistas en salud mental y los médicos de Atención Primaria. Como se expone en el artículo, estos profesionales desempeñan un papel clave en la prevención y tratamiento de los trastornos de ansiedad y el insomnio, que son las principales causas de la prescripción de benzodiacepinas. Por ello, tal como señalan los autores, deben estar plenamente informados sobre los riesgos asociados al uso prolongado de estos fármacos y fomentar alternativas terapéuticas, como la terapia cognitivo-conductual, las técnicas de relajación, el mindfulness y otras intervenciones no farmacológicas, particularmente en la población adulta mayor.
Iniciar la deprescripción de benzodiacepinas.
Asimismo, los autores también resaltan la importancia de la deprescripción de benzodiacepinas, un proceso que implica una reducción gradual y segura de la dosis con el fin de minimizar los riesgos derivados del uso prolongado. A este respecto, el estudio subraya la necesidad de que los profesionales de la salud, incluyendo los psicólogos y psicólogas, trabajen en colaboración con los pacientes para implementar estrategias de deprescripción seguras, eficaces y personalizadas, minimizando los riesgos y maximizando las posibilidades de éxito.
En resumen, el estudio proporciona información valiosa para el diseño de políticas públicas orientadas a garantizar un uso seguro y racional de las benzodiacepinas. Aunque la investigación se realizó en Brasil, sus hallazgos son plenamente aplicables a otros países, como España, donde el consumo de benzodiacepinas también representa un serio problema de salud pública. Por tanto, es crucial que las autoridades sanitarias, los profesionales de la salud —incluidos los psicólogos y psicólogas— y la sociedad en general trabajen de manera coordinada para abordar este desafío global de salud pública.
Fuente.
Barboza Zanetti, M. O., Dos Santos, I., Durante, J. C., Varallo, F. R., Pereira, L. R. L., & Miasso, A. I. (2024). Consumption patterns and factors associated with inappropriate prescribing of benzodiazepines in Primary Health Care settings. PloS one, 19(9), e0309984.
