El Modelo Dinámico-Maduracional (DMM por sus siglas en inglés, Dynamic-Maturational Model), es un modelo biopsicosocial, basado en la investigación del desarrollo neurológico, y como tal, ofrece una comprensión del desarrollo de la amplia gama de adaptaciones utilizadas por las personas que están en peligro o que ponen en peligro a otras, o que pueden necesitar apoyo psicológico o social por una amplia variedad de razones. El DMM es un modelo basado en fortalezas, no etiquetado y no patologizante que conceptualiza las adaptaciones al peligro como estrategias de autoprotección que promueven la supervivencia en su contexto original, pero que, más adelante, pueden conducir a un comportamiento problemático, peligroso o autodestructivo.
Así lo afirma Clark Baim, psicoterapeuta del Instituto de Relaciones Familiares (Family Relations Institute) y miembro de la Asociación Internacional para el Estudio del Apego (IASA – International Association for the Study of Attachment), en un artículo publicado en la Revista de Psicoterapia, a través del cual aborda las aplicaciones clínicas del Modelo Dinámico-Maduracional y las múltiples ventajas que ofrece su conceptualización para la evaluación, formulación, planificación e intervención.

Foto: freepik. Diseño: freepik. Fecha: 06/05/25
Evaluación, formulación y planificación del tratamiento basadas en el apego
Tal y como señala el autor, la formulación basada en el apego se distingue de los procedimientos diagnósticos estándar en los que las diversas evaluaciones se combinan para crear, mediante un diálogo colaborativo y coproducido entre los/as profesionales y la persona o personas en cuestión, una formulación funcional de las dificultades de la persona (o de la pareja o de la familia). La idea es condensar y categorizar la información más esencial y relevante sobre la familia, pareja o individuo, y comunicarla claramente a la persona y a otros/as profesionales involucrados/as.
La ventaja de utilizar una formulación basada en el apego es que se puede realizar de forma mucho más económica y eficiente, sin necesidad de codificadores con formación específica en DMM.
– Enfoque en la historia personal, la identidad y pertenencia familiar/social/cultural
Al conocer la historia de desarrollo de la persona que se evalúa (o de cada persona en una pareja o familia), se recopila información biográfica clave sobre relaciones y eventos vitales importantes. Esta información debe ser relevante para la formación de la identidad, creencias, valores, estrategias de autoprotección y el sentido de identidad personal de la persona. Esta parte del proceso de evaluación puede llevarse a cabo utilizando una amplia variedad de protocolos de anamnesis (incluyendo, por ejemplo, la creación de un árbol genealógico/genograma o el mapeo de la red social en torno a la persona, miembros de la familia o pareja).
– ¿Cuáles son las fortalezas de la persona?
Las fortalezas pueden dividirse en personales, interpersonales, transpersonales y cualquier otra fortaleza que se pueda identificar. Es de utilidad, no sólo identificar las fortalezas, sino también analizar dónde, cómo y por qué se han desarrollado, cuándo han sido útiles y si siguen siendo de utilidad en la actualidad.
– Sentido de importancia, crecimiento y contribución (retribución)
El/la profesional puede explorar cómo la persona ha intentado lograr un sentido de importancia, eficacia o poder, pidiéndole ejemplos de ocasiones en las que haya conseguido una meta, se haya formado para un trabajo, haya mejorado una habilidad o haya sido amable o solidario/a con alguien y qué historias de fortaleza recuerda. A través de este enfoque, se puede ayudar a la persona a identificar qué es lo más importante para ella (tener una relación, tener hijos/ser padre/madre, tener trabajo, hacer cosas significativas, tener amigos, estar sana, tocar música, cocinar, crear arte…). Posteriormente, se puede trabajar con ella el desarrollo de un plan para satisfacer esas necesidades y aspiraciones de manera positiva.
– Historial del desarrollo relacionado con el peligro y la seguridad
Estrechamente relacionado con la anamnesis se encuentra el enfoque específico en el historial de la persona al enfrentarse al peligro (cómo ha intentado hacerle frente en ese momento, si ha tenido éxito o no y cómo la experiencia del peligro la ha afectado a corto, mediano y largo plazo). Un método útil para ayudar a una persona a pensar y reflexionar sobre estos peligros, es desarrollar con ella una cronología de eventos significativos, positivos, negativos y neutrales, desde sus primeros años de vida hasta la actualidad.
Los peligros pueden incluir accidentes, abuso, negligencia, abuso verbal, separación de los padres, conflictos, divorcio, fallecimiento, tener un/a progenitor/a con enfermedad mental, abuso de sustancias en la familia, actividad delictiva, tener un familiar en prisión, ser separado y/o expulsado del hogar en la infancia, ser rechazado por sus compañeros, sufrir dificultades económicas, racismo, otras formas de opresión, desastres naturales, inestabilidad política, guerra, entre otros muchos.
Una vez detectado un peligro, se anima a la persona a considerar si había alguien cerca en ese momento para ayudarla, consolarla, protegerla o escuchar y validar sus sentimientos en respuesta a los eventos peligrosos. A este respecto, el autor indica que «cuando las personas se han encontrado con peligros que estaban más allá de su zona de desarrollo próximo en ese momento, es mucho más probable que dichos eventos se manifiesten como traumas o pérdidas no resueltos si no había una figura de apego presente para ayudarla, consolarla, protegerla y validar sus sentimientos». La evaluación aquí debe incluir la comprensión de las experiencias y recuerdos del cliente sobre peligro, protección y comodidad a lo largo de su vida, incluyendo la consideración del trauma psicológico continuo y las pérdidas no resueltas.
– Relaciones y Sexualidad
La evaluación y la intervención deben abordar cómo la persona o sus familiares se desenvuelven en sus relaciones, concretamente, en las relaciones cercanas (incluidas, cuando corresponda, las relaciones sexuales).
– Procesamiento de la información y corrección de sesgos
El artículo destaca la importancia de tener en consideración el modo en que la persona procesa la información, es decir, «cómo equilibra e integra sus percepciones, pensamientos y sentimientos». Conocer si omite información crucial (como su propio papel o el de otras personas en un evento), si comete errores significativos (por ej., atribuir erróneamente la causa y el efecto, o culpar a la persona equivocada por un evento), o si niega y/o distorsiona la información (por ejemplo, minimizando o exagerando los sentimientos o la responsabilidad).
Asimismo, recuerda que a la hora de adoptar un enfoque de procesamiento de la información es fundamental que el/la profesional considere sus propias representaciones disposicionales sobre el/la cliente y la familia en su conjunto y que podrían influir en su juicio profesional. Por ejemplo, si hay algún tipo de sesgo consciente o inconsciente que podría estar influyendo, si se están haciendo suposiciones sobre el cliente o la familia o qué estereotipos o roles culturalmente predefinidos podrían estar desarrollándose en sus interacciones con el cliente o la familia.
– Jerarquía de necesidades: priorizar las áreas más importantes
Durante la evaluación es esencial analizar las necesidades básicas de las personas. Puede tomarse como ejemplo la jerarquía de necesidades de Maslow que incluye las necesidades fisiológicas básicas para mantenerse con vida y sano -alimento, agua, vivienda, saneamiento básico, acceso a la atención médica y seguridad física para uno mismo y los miembros de la familia-, y otros factores como la necesidad de pertenencia, amor y afecto, previsibilidad en las relaciones, autoestima y oportunidades para la expresión creativa y la búsqueda de objetivos vitales significativos (incluido el empleo).
– Niveles de Funcionamiento Familiar
En casos en los que se evalúa a una persona adulta con inquietudes sobre el trato que da a su hijo o hijos, o cuando se tienen que tomar decisiones relacionadas con la asignación de servicios a la familia, los/as profesionales pueden considerar los diferentes niveles de funcionamiento familiar, por ejemplo, independiente y adecuado (si la familia puede satisfacer adecuadamente las necesidades de los niños o enfrentar problemas y crisis y gestionarlos adecuadamente); vulnerabilidad a las crisis; reparación; apoyo (necesidad de apoyo funcional a largo plazo para satisfacer las necesidades físicas, emocionales, educativas y otras necesidades básicas de los niños), entre otros.
– Gradiente de Intervenciones
Los/as profesionales pueden utilizar como guía un gradiente de intervenciones, que les permitirá establecer la intervención al nivel que mejor se adapte al individuo y/o a la familia (p. ej., díada padre-hijo; díada hermano; díada pareja): necesidades básicas y apoyo para el padre/madre/cuidador y la familia; educación parental y programas de habilidades parentales; orientación a corto plazo para ayudarles a reflexionar sobre su crianza y a considerar otras perspectivas y posibilidades; intervenciones diádicas cuidadosamente guiadas; Psicoterapia para adultos (personal, no centrada en la crianza) y apoyo funcional a largo plazo para ayudar a satisfacer las necesidades físicas, emocionales, educativas y otras necesidades básicas de los niños y la familia.
– Causa clave de peligro
Este es el peligro en torno al cual la persona o familia ha adaptado una estrategia de autoprotección. Centrarse en la causa clave de peligro supone limitar la definición de «problema» para centrarse solo en lo más importante para la persona o familia en ese momento. Por ejemplo, puede tratarse de sobrevivir a abuso o negligencia, abandono, separación o abuso emocional crónico.
– Enfoque crítico para el cambio
El objetivo aquí es dirigir el tratamiento hacia donde es más probable que el efecto sea mayor y se produzcan efectos beneficiosos en cascada para la persona o la familia. El apego y la calidad de las relaciones interpersonales, así como comprender y reducir el peligro, suelen ser una causa crucial del cambio. Cuando se reduce el peligro, la estrategia de la persona puede cambiar.
Desarrollo de un plan de tratamiento basado en un enfoque biopsicosocial centrado en la función
A través de la información obtenida en las evaluaciones, el/la profesional clínico puede integrar todas las áreas para formular un plan de tratamiento basado en una comprensión biopsicosocial de las dificultades de la persona, pareja o familia. Al hablar de enfoque biopsicosocial integrado, el autor describe «una forma de evaluar, comprender y ofrecer intervenciones que consideran a las personas en su contexto». Esto puede ayudar a los/as profesionales y servicios a trabajar de forma más eficiente y eficaz al nivel adecuado para la persona y la familia en cuestión.
Tomando como referencia la evaluación y la formulación, el plan de tratamiento puede aprovechar las fortalezas y abordar las necesidades, a la vez que tiene en cuenta los riesgos. Debe especificarse: el número de sesiones, los enfoques y ejercicios que se elegirán, la justificación de la secuencia de los tratamientos, las adaptaciones o variaciones que probablemente resulten más fructíferas y los objetivos. Siempre debe contemplarse la posibilidad de modificar el plan a medida que avanza el trabajo.

Foto: freepik. Diseño: freepik. Fecha: 06/05/25
Principios de la práctica para el tratamiento integrativo basado en el apego para adultos y familias
El autor recoge una serie de ideas que «captan la esencia» del tratamiento integrativo basado en el apego y basado en el Modelo Dinámico-Maduracional, tales como:
– La importancia central de la relación terapéutica
La premisa básica del enfoque integrador basado en el apego es que el tratamiento consiste en utilizar una relación informada y regulada para promover la capacidad de la persona de establecer y mantener relaciones adaptativas. El terapeuta se convierte en una figura de apego transicional para el/la paciente, asumiendo «funciones cruciales de un padre o madre cariñoso/a, con el fin de ayudar al o la paciente a crear una sensación de seguridad y confianza en las relaciones, a aprender a confiar y a regular sus propias emociones, y a desarrollar una intimidad sana». Para ello, es primordial que el/la profesional aprecie a la persona tal como es, especialmente, con respecto «a los aspectos de su experiencia que pueda desconocer».
– Tratar a las personas, no a los diagnósticos
Los diagnósticos suelen basarse en conjuntos de síntomas o comportamientos, y al centrarse en tratar un síntoma o varios, es probable que se pierda la oportunidad de comprender el significado y la función de estos síntomas. El objetivo aquí es ayudar a la persona y a la familia a lograr cambios duraderos. Por lo tanto, el tratamiento integrativo basado en el apego es un encuentro relacional en el que se les ayuda al/la cliente a comprender cómo su pasado influye en su presente; ser más consciente de sus estrategias de autoprotección; y funcionar de manera más integrada, tanto interna como interpersonalmente.
Al ofrecer un tratamiento integrativo, en lugar de tratar trastornos, la prioridad es ofrecer un tratamiento basado en principios, en lugar de protocolos o programas Dicho de otro modo, la pregunta no es: «¿Cuál es el tratamiento más eficaz para el trastorno límite de la personalidad/depresión/trastorno postraumático/psicosis /TOC/TDAH/TEPT/ trastorno depresivo mayor/ansiedad/adicción/fobia/delitos sexuales, etc.?», sino: «¿Qué enfoques y técnicas de tratamiento podrían ser eficaces para ayudar a esta persona y a esta familia, en este momento, en este contexto, y en qué secuencia, en qué cantidad, a través de qué proceso, con quién o quiénes, y qué medidas se implementan para apoyar a la persona y a la familia en su proceso de cambio (especialmente cuando hay rupturas o recaídas)?».
– Comprensión de los procesos de pensamiento contradictorios y cómo pueden afectar a la crianza
Cuando una persona presenta procesos de pensamiento contradictorios y carece de la habilidad, la perspicacia, la autorreflexión y otros procesos integradores para seleccionar la respuesta que mejor se adapte a la situación actual, pueden aparecer dificultades. En la dinámica familiar, el peligro suele surgir cuando existe -para uno o más miembros de la familia-, un conflicto, tensión o contradicción irresoluble entre sus necesidades de protección personal, de su pareja y de su descendencia. Esto implica que el tratamiento debería centrarse en la resolución o el replanteamiento de este conflicto, tensión o contradicción, que pueden generar atajos desadaptativos.
Un aspecto importante de la terapia al abordar estos problemas no resueltos es ayudar a la persona a aprender a regular la activación y a resolver los peligros del pasado que actualmente generan respuestas psicológicas basadas en el trauma. La cuestión es que un proceso psicológico que fue adaptativo en la infancia puede volverse desadaptativo más adelante en la vida. Para comprender el comportamiento peligroso o problemático, debe tenerse en cuenta tanto el contexto en el que se aprendió, como aquel en el que se aplica en la actualidad.
Enfoque en el sistema familiar y selección de estrategias de tratamiento diferentes para cada miembro de la familia
La perspectiva integradora, basada en el apego y basada en el DMM, define la conducta que se da entre las personas como interpersonal, significativa y dinámica, y proporciona una sólida justificación para trabajar con toda la familia. Conocer las estrategias, experiencias y procesos psicológicos de los miembros de la familia puede orientar la planificación del tratamiento. La idea no es tratar a padres «malos» o «con un trastorno», ni a niños «disfuncionales» o «con una enfermedad», sino promover cambios positivos en el bienestar mental y el funcionamiento interpersonal en toda la familia.
Trabajar con un niño de forma aislada, sin abordar el funcionamiento familiar, puede exponerlo inadvertidamente «a un peligro mayor, ya que otros miembros de la familia luchan por restablecer el funcionamiento familiar habitual». Por ejemplo, un niño que obedece constantemente sin replicar y tras la terapia se vuelve asertivo o emocionalmente expresivo, puede encontrarse «en mayor peligro» si sus padres interpretan su comunicación asertiva como irrespetuosa. Esto se aplica por igual a las personas adultas en parejas y familias: los cambios en un miembro de la pareja pueden ser apoyados o socavados por su pareja o familiares. El éxito del tratamiento depende del apoyo familiar.
Con este enfoque, los/as profesionales pueden ayudar a las familias a repensar las historias que tienen sobre el otro, a conectar y apoyarse mutuamente, en lugar de culpar y convertir en chivo expiatorio a la parte supuestamente «enferma» del sistema familiar.
– Generar formulaciones funcionales familiares en torno a las causas clave de peligro y el enfoque crítico del cambio
Las estrategias de apego representan diferentes procesos psicológicos y, en consecuencia, se requieren diferentes enfoques de tratamiento para las diversas familias, individuos y subsistemas dentro de una misma. Es decir, que un enfoque beneficioso para un miembro de la familia puede perjudicar a otro, lo que implica que, durante la evaluación, es necesario conocer más sobre el tipo de maltrato que se da en la familia o la inseguridad de los miembros de la familia, así como aprender el modo en que cada miembro de la familia procesa la información y las estrategias que utiliza para autoprotegerse en el contexto familiar. El riesgo de no hacerlo es que el tratamiento podría centrarse en la persona, el problema o la relación equivocados.
– Tratamiento como experimentación incremental dentro de la Zona de Desarrollo Próximo
El tratamiento integrativo basado en el apego utiliza un proceso basado en los principios de la investigación-acción. Por ejemplo, el tratamiento debe ofrecer oportunidades para pequeños experimentos que permitan obtener ganancias incrementales y regular los fracasos, los cuales pueden tratarse con apoyo. La nueva información permite reflexionar, revisar y reinventar una nueva forma de intentarlo. Para ello, es imprescindible trabajar de forma cercana con la persona y la familia, para llevar a cabo una evaluación, formulación, planificación e intervención colaborativas y coproducidas (es decir, no impuestas), con un diálogo continuo y una posterior modificación colaborativa del tratamiento.
Mediante este enfoque colaborativo, los/as profesionales pueden enseñar el proceso de integración ayudando a las personas a centrarse en las discrepancias contando con información. La respuesta de la persona indicará si se continúa con el plan inicial o se revisa según vayan surgiendo otras necesidades. El tratamiento debe comenzar con las competencias existentes de la persona y desarrollarlas en su Zona de Desarrollo Próximo (ZDP). En contextos familiares, donde el tratamiento se centra en los padres, éste debe basarse en la ZDP de los padres, no en los hijos. Por el contrario, un plan de tratamiento para los hijos, se basaría en las necesidades de estos.
El/la profesional puede convertirse en una figura de apego transicional para el individuo o la familia. Esta es una parte importante del proceso terapéutico: cuando existe una relación basada en la sensación de que el/la profesional es alguien confiable que apoya y escucha atentamente, deriva en resultados positivos, al convertirse en un modelo a seguir.
– «Reparar» las estrategias defectuosas y ampliar el abanico de estrategias
Es posible que la persona o varios miembros de la familia no cuenten con las suficientes estrategias para afrontar los desafíos actuales. Sus estrategias pueden ser defectuosas. Según advierte el autor, si la persona no puede generar estrategias que se adapten a su contexto, «podría aparecer depresión, desorientación, síntomas físicos y crisis psicóticas o delirantes». Por lo tanto, un aspecto esencial del tratamiento será ayudar a la persona a contextualizar con compasión los fracasos de sus estrategias pasadas y a ampliar el repertorio de estrategias, promoviendo el uso flexible e integrado de cada una de ellas.
– ¿Cuándo finaliza el tratamiento en contextos individuales y familiares?
De acuerdo con el artículo, un fuerte indicador de que el tratamiento está llegando a su fin es el hecho de que las personas adultas puedan desarrollar la capacidad de reflexionar adecuadamente sobre sus pensamientos, sentimientos, comportamiento y síntomas físicos; actualizar conscientemente sus estrategias, respuestas, ideas y creencias de forma adaptativa, y continuar perfeccionando este proceso con un mínimo de orientación y apoyo.
Los indicadores de integración y resolución pueden incluir el desarrollo de estrategias adecuadas para afrontar las situaciones desencadenantes, así como el desarrollo de estrategias preventivas y de autoprotección saludables y conscientes para evitar la recurrencia de situaciones o respuestas traumáticas. También puede incorporar la reflexión sobre los eventos traumáticos en la medida en que se comprendan y se remonten al pasado, se comprendan sus efectos, se tomen nuevas decisiones, se desarrollen nuevas respuestas y los eventos ya no sean desencadenantes «cuando vengan a la mente».
Dentro del contexto familiar, cuando los padres mejoran, los síntomas de los/as niños/as se reducen y las preocupaciones sobre la protección infantil se alivian, de modo que se debe guiar a los padres para que se sientan orgullosos de su capacidad de adaptación y continúen adaptándose como un proceso vital fundamental.
En todos los casos, es importante mostrar a los familiares lo que han logrado y cómo les ayuda a vivir una vida más segura.
Se puede acceder al artículo completo desde la página web de la Revista de Psicoterapia (Vol. 36 Núm. 130 (2025)) o bien directamente a través del siguiente enlace:
Baim, C. (2025).Clinical Applications of the dynamic-maturational model of attachment and adaptation: assessment, formulation and principles of care. Revista de Psicoterapia, 36(130), 73-81. https://doi.org10.5944/rdp.v36i130.44132