El consumo de sustancias adictivas sigue constituyendo un desafío prioritario para la salud pública en España, tal como confirma el último informe Conductas adictivas en España, editado por la Universidad de Santiago de Compostela y la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad. Basado en los datos de la Encuesta EDADES 2024, el documento ofrece un análisis detallado de la evolución y distribución del consumo de tabaco, cigarrillos electrónicos, cannabis, alcohol (incluyendo borracheras y atracones), bebidas energéticas, analgésicos opioides y tranquilizantes/somníferos, en población de 15 a 64 años.
El informe busca aportar información adicional a los informes que el Plan Nacional sobre Drogas realiza sobre las diferentes ediciones de EDADES, una información complementaria, tanto para los tomadores de decisiones en el ámbito de la salud pública, como para los gestores sanitarios de drogodependencias, investigadores en conductas adictivas y población general.
Además de las prevalencias generales, el informe aborda un aspecto clave para el abordaje clínico y la intervención preventiva: el uso problemático y adictivo de estas sustancias, analizado a partir de patrones como el consumo diario, la cronicidad del uso o la pérdida de control.

Tabaco: un descenso reciente tras años de estabilidad
En 2024, el 66,6% de la población española de 15-64 años había consumido tabaco alguna vez en la vida. El 36,8% lo había hecho en los últimos 12 meses, el 33,9% en los últimos 30 días, y un 25,8% consumía diariamente. Aunque la prevalencia se mantuvo estable entre 2005 y 2022, en 2024 se registró un descenso de más de 3 puntos porcentuales. Este descenso se dio en todos los grupos de edad, excepto en el de 55-64 años, donde históricamente se ha detectado una tendencia creciente.
Por sexos, los hombres presentan mayores tasas de consumo en todos los marcos temporales, si bien destaca el incremento sostenido en las mujeres de 35-64 años, cuya prevalencia en 2024 fue del 30,4%, frente al 20,3% en mujeres más jóvenes.
Desde el punto de vista de la conducta adictiva, el informe señala que el consumo diario es el principal indicador de dependencia tabáquica, y que una parte significativa de los consumidores no logra abandonarlo, a pesar de los intentos. Esta cronificación afecta especialmente a las mujeres adultas, donde el tabaquismo muestra patrones más estables en el tiempo.
Cigarrillos electrónicos: una tendencia al alza, especialmente entre los jóvenes
El uso de cigarrillos electrónicos ha experimentado un crecimiento sostenido desde 2015. En 2024, el 19% de la población declaró haberlos usado alguna vez, el 7,1% en los últimos 12 meses, el 4,6% en los últimos 30 días y el 1,3% lo hacía a diario.
El incremento más pronunciado se observa en la franja de 15 a 34 años. Entre los hombres jóvenes, el 7,6% los había usado en los últimos 30 días en 2024. En mujeres de esa misma franja, el uso se duplicó entre 2018 y 2024 (del 1,9% al 3,5%). Cabe destacar que en los consumos más recientes, las diferencias por sexo prácticamente se han diluido.
Aunque el consumo diario aún es bajo, el informe advierte que este producto puede generar dependencia nicotínica, especialmente cuando se comienza a edades tempranas. Además, se plantea su posible papel como puerta de entrada a productos más adictivos. En jóvenes, el patrón de uso frecuente y sostenido puede derivar en un consumo compulsivo a medio plazo.
Cannabis: estabilización interrumpida por un nuevo aumento
En 2024, el 43,7% de la población había consumido cannabis alguna vez, el 12,6% en los últimos 12 meses, el 10,5% en los últimos 30 días y el 2,5% lo hacía a diario. Aunque entre 2005 y 2015 se observó un descenso, desde ese año la tendencia ha sido creciente.
El consumo reciente (últimos 30 días) es más alto entre los hombres jóvenes (19,3%) y las mujeres jóvenes (11,8%), pero el informe revela un aumento sostenido también entre mayores de 35 años, especialmente mujeres de 35-64, con un crecimiento medio anual del 6,2%.
Respecto al carácter adictivo del cannabis, el documento identifica el consumo diario como un marcador claro de uso problemático y dependencia, especialmente cuando se inicia en edades tempranas. En jóvenes, se asocia con abandono escolar, alteraciones cognitivas y afectivas. En adultos, preocupa la consolidación de un patrón de uso regular, especialmente entre mujeres, con escasa percepción de riesgo y elevada tolerancia.
De forma específica, el documento advierte expresamente de que el consumo de cannabis en la adolescencia altera el neurodesarrollo y aumenta el riesgo de psicosis, depresión, ansiedad o trastorno por déficit de atención. Esta afirmación refuerza la importancia de aplicar estrategias preventivas específicas para evitar la exposición temprana a esta sustancia, especialmente en población joven.
Alcohol: una droga legal con alta prevalencia
El alcohol sigue siendo la sustancia más consumida. En 2024, el 92,7% de la población declaró haberlo consumido alguna vez, el 76,4% en los últimos 12 meses y el 63,5% en los últimos 30 días. Además, el 8,2% consumía a diario. El informe detecta un ligero descenso en los consumos más recientes, especialmente entre los hombres.
Desde la perspectiva del uso problemático, el informe subraya que el consumo diario indica riesgo de dependencia física, y que los patrones intensivos (borracheras o atracones) pueden derivar en pérdida de control o consumo compulsivo. La naturalización del consumo en entornos sociales enmascara su peligrosidad, especialmente en edades medias y mayores.
Borracheras y atracones: patrón de riesgo entre jóvenes
La prevalencia de borracheras en los últimos 30 días fue del 10,3% en 2024, con tasas significativamente más altas en los hombres jóvenes (18,4%) frente a las mujeres (7,7%). En cuanto al binge drinking (atracón), el 13,4% de la población lo había practicado en los últimos 30 días, con prevalencias que alcanzan el 30,7% entre los hombres de 15-24 años.
Ambos patrones están considerados indicadores claros de consumo problemático y riesgo de adicción, ya que implican uso intensivo en corto tiempo, pérdida de control y alta probabilidad de efectos perjudiciales a corto y largo plazo, tanto físicos como conductuales.
Estos patrones se consideran especialmente preocupantes por su asociación con conductas impulsivas y peligrosas, especialmente en jóvenes.
Bebidas energéticas, solas y combinadas con alcohol
En 2024, el 14,1% de la población consumió bebidas energéticas en los últimos 30 días, y el 6,2% las mezcló con alcohol. Este consumo se concentra en los jóvenes de 15 a 24 años, donde uno de cada tres hombres (33,2%) las había tomado recientemente. Entre las mujeres jóvenes, la prevalencia fue del 25,8%.
Aunque no se clasifica como sustancia adictiva per se, el informe advierte sobre conductas compulsivas y de búsqueda de estimulación, sobre todo cuando se combinan con alcohol. Esta mezcla puede enmascarar los efectos depresores del alcohol, generando una falsa percepción de sobriedad y elevando el riesgo de intoxicación etílica, agresividad o accidentes.
El informe advierte que esta combinación puede aumentar el riesgo de consumo excesivo, accidentes o comportamientos agresivos, al inducir una falsa sensación de control en quienes la consumen.
Analgésicos opioides: el riesgo invisible
El consumo de analgésicos opioides, con o sin receta, afectó al 7,4% de la población en los últimos 12 meses y al 3,4% en los últimos 30 días en 2024. Aunque se trata de tasas más bajas que en otras sustancias, el informe advierte sobre su uso continuado y no médico, que afecta especialmente a las mujeres de mayor edad.
También se señala el peligro asociado al uso no médico y continuado de estos fármacos, una práctica que puede favorecer la dependencia incluso en personas inicialmente tratadas por causas clínicas justificadas.
Desde la perspectiva adictiva, se trata de sustancias con alto potencial de dependencia física y psicológica, incluso cuando su uso comienza por prescripción médica. El informe alerta del riesgo de que España reproduzca un escenario similar al vivido en Estados Unidos, si no se controla el acceso, la prescripción y la duración del tratamiento.
Tranquilizantes y somníferos: un patrón consolidado en mujeres
En 2024, el 21,8% de la población había consumido tranquilizantes y somníferos en los últimos 12 meses, el 13,6% en los últimos 30 días y el 4,5% a diario. Este patrón de consumo es más acusado en mujeres (17,4% en los últimos 30 días) y en personas mayores de 55 años. El 28,1% de las mujeres de 55-64 años había tomado estas sustancias recientemente, lo que revela una preocupante cronificación del consumo psicotrópico en la población femenina de más edad.
Además, el informe advierte que una parte del consumo de estas sustancias se realiza sin receta médica, lo que incrementa el riesgo de un uso no supervisado y potencialmente prolongado.
El informe advierte de una alta tasa de dependencia funcional, con muchos casos de uso diario sin supervisión médica prolongada. Se considera uno de los perfiles más preocupantes de adicción química legal, asociada a ansiedad, insomnio y malestar emocional cronificado, sobre todo en mujeres.
Un desafío multidimensional
El informe pone de relieve no solo la alta prevalencia de consumo de sustancias legales e ilegales en la población española, sino también los cambios de patrón según edad, sexo y contexto social. Resulta especialmente preocupante el incremento del consumo en mujeres adultas y mayores, así como la consolidación del uso de cigarrillos electrónicos y bebidas energéticas entre los jóvenes.
Se advierte también en el documento de cómo la normalización social de ciertas sustancias puede favorecer su consumo, especialmente en determinados entornos y etapas vitales, una observación que subraya la importancia de intervenciones preventivas que actúen también sobre el contexto cultural y social.
Por ello, los autores insisten en que no basta con analizar la presencia de consumo, sino que es imprescindible detectar patrones de adicción, dependencia o cronificación del uso, y establecer políticas de salud pública que contemplen esta dimensión clínica y preventiva. Intervenciones sostenidas, basadas en evidencia y con enfoque de género y ciclo vital, resultan esenciales para contener el impacto de estas conductas en la salud mental y física de la población.
Fuente: Conductas adictivas en España. Variaciones temporales y geográficas. Pérez-Ríos, M.; Guerra-Tort, C. (editoras)/Universidad de Santiago de Compostela. Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones – Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Instituto de investigación Análisis e Investigación S.L., 2025