«Los estudios que promocionan los tratamientos psicológicos reciben un apoyo y financiación escandalosamente bajo». Así reza el titular de uno de los editoriales de la revista Nature del mes de septiembre de 2012 (Volumen 489, número 7417, pp. 473-474).
El texto denuncia que el dinero que se invierte en la investigación de terapias psicológicas aplicadas a problemas de salud mental es llamativamente reducido en comparación con los presupuestos y ayudas que recibe la investigación sobre el desarrollo de fármacos. Y todo ello a pesar de que la evidencia científica ha puesto de manifiesto que la eficacia de los psicofármacos es cuestionable y que todavía queda mucho camino por avanzar para mejorar su eficacia y reducir los efectos secundarios asociados a este tipo de tratamientos.
Por el contrario, en lo que respecta a los tratamientos psicológicos para el abordaje de la depresión y de otros trastornos mentales, «la literatura está repleta de pruebas que muestran que estos tratamientos son más eficaces en algunos contextos y mejores para la prevención de recaídas en comparación con las intervenciones farmacológicas. No presentan efectos secundarios a nivel físico, si bien algunos de los tratamientos mejor validados requieren que sean llevados a cabo por terapeutas con formación», señala el texto. Además, continúa: «A diferencia de los tratamientos farmacológicos, (las intervenciones psicológicas) no cuentan con entidades financiadoras multimillonarias con la motivación suficiente para publicitar estos servicios y hacerlos más accesibles a la población». |
El equipo directivo de la revista Nature plantea que uno de los factores que explica este desequilibrio en la financiación proviene del hecho de que se da preferencia a las investigaciones que tratan de identificar los mecanismos causales o explicativos de los trastornos mentales (a escala biológica), en detrimento de los estudios sobre tratamientos psicológicos, que suelen centrarse en el análisis de la eficacia de la intervención. Si bien el conocimiento de los mecanismos explicativos de los trastornos mentales es importante argumenta el texto- «los beneficios inmediatos que aportan los estudios sobre la eficacia de los tratamientos psicológicos suponen una razón más que suficiente para que se financien también este tipo de investigaciones». Por lo que, los editores de la revista Nature, califican esta falta de interés como «un escándalo«.
Como ejemplo contrapuesto, la revista Nature destaca la revolucionaria iniciativa que se está produciendo en el Reino Unido, gracias a la implementación del programa Improving Access to Psychological Therapies, del que ya hemos hablado en otras ocasiones en Infocop. Este proyecto, basado en la mejora del acceso a los tratamientos psicológicos, se ha traducido en la incorporación de miles de psicólogos entrenados en los servicios de Atención Primaria de este país, beneficiando a más de 600.000 personas, aquejadas principalmente de problemas de ansiedad y depresión.
Para los editores de Nature, este programa representa una iniciativa pionera que supera los estándares mundiales gracias a la escala a la que se está implementando y al interés central en la validación de los tratamientos psicológicos, promovida desde el Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica (National Institute for Health and Clinical Excellence – NICE). Desde su origen, el gobierno del Reino Unido ha impedido que los fondos destinados a este proyecto se empleen en el análisis de los mecanismos biológicos explicativos de los problemas de salud mental.
Desgraciadamente se trata de un «ejemplo extremo» subraya el artículo- , la realidad es que «muchas instituciones que financian la investigación en todo el mundo están demasiado interesadas en apoyar exclusivamente las investigaciones centradas en los mecanismos causales, cuya rentabilidad se sitúa a largo plazo, y muy poco dispuestas a reconocer que una parte de su programa debería estar orientado hacia la identificación inmediata de las intervenciones psicológicas eficaces. El éxito en este ámbito alentaría a los líderes políticos a mejorar el acceso, tan necesario, a las terapias psicológicas a las personas con trastornos mentales. Después de todo, ellos son, en última instancia, los contribuyentes que financian la investigación sobre cerebro y mente».
La editorial de la revista Nature vuelve a sacar a la luz una de las paradojas más sorprendentes del campo de la salud mental: la literatura científica ha corroborado una y otra vez las ventajas que supone la implementación de tratamientos psicológicos, frente a los farmacológicos; sin embargo, estas intervenciones no reciben el apoyo que se merecen, ni en el ámbito de investigación ni en la planificación de las políticas sanitarias. Y todo ello, en un contexto en el que se hace más necesaria que nunca la distribución inteligente del gasto sanitario (priorizando tratamientos eficaces y rentables en relación con sus costes/beneficios) y en el que los propios usuarios reclaman una mayor accesibilidad a los tratamientos psicológicos frente a los fármacos, defendiendo su derecho a acceder al mejor tratamiento disponible (para más información véase la entrevista al Presidente de FEAFES y el estudio de la OCU).
Ante este panorama, cada vez resulta más injustificable que estos tratamientos no estén plenamente incorporados en la cartera de servicios sanitarios. La Asociación Americana de Psicología ha publicado a este respecto un documento donde reúne toda la evidencia científica (metaanálisis y estudios científicos controlados) que demuestra la eficacia de los tratamientos psicológicos y la necesidad de que se consoliden como una práctica habitual en los servicios sanitarios (más información aquí). En esta línea también es de destacar el informe de la London School of Economics and Political Science (LSE), titulado How mental illness losses out in the NHS, (Sobre cómo la salud mental pierde posiciones en el SNS), donde califica de «discriminación escandalosa» la escasez de tratamientos psicológicos que se ofrecen a las personas con problemas de salud mental en los sistemas sanitarios públicos. «La ausencia de tratamiento psicológico para las personas con problemas de salud mental es el caso más evidente de desigualdad en el sistema sanitario. No ofrecer este tipo de tratamientos, de acuerdo a su demanda, supone una forma grave de discriminación«, advierte dicho informe.