«Una mayor concienciación sobre el impacto del lenguaje y el necesario cambio hacia un lenguaje más compasivo y respetuoso pueden impactar positivamente en las personas con TDAH, así como en la práctica clínica y la investigación, al fomentar una comprensión más precisa y matizada del TDAH y de las necesidades asociadas de las personas diagnosticadas».
Esta afirmación, recogida en un artículo publicado en la revista The Lancet Psychiatry, resume con claridad el mensaje clave de un grupo internacional de expertos, que incluye investigadores, clínicos y personas con experiencia vivida, comprometidos con promover un cambio en la forma en que se hace referencia al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Un cambio de paradigma en el lenguaje del TDAH.
El campo de la psiquiatría está atravesando una transformación sustancial, marcada por una creciente implicación comunitaria y una transición hacia enfoques afirmativos de la neurodiversidad que reconocen y valoran la diversidad. Este giro involucra de manera central el lenguaje. Tal y como ha ocurrido con el autismo —donde se han debatido intensamente expresiones como «persona con autismo» (lenguaje centrado en la persona) frente a «persona autista» (lenguaje centrado en la identidad)—, el artículo señala que el debate en torno al uso del lenguaje en el TDAH se encuentra aún en una etapa inicial. Las recomendaciones específicas sobre el lenguaje en el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad han comenzado a elaborarse en los últimos años por parte de diversas organizaciones internacionales.
El lenguaje no solo refleja la manera en que comprendemos las dificultades de las personas, sino que también moldea los paradigmas desde los cuales se investiga y practica en el ámbito clínico, al tiempo que influye en la percepción pública y en las expectativas de quienes tienen experiencia vivida. En este sentido, las palabras pueden fomentar una comprensión más precisa y matizada del TDAH y de las necesidades asociadas, o bien contribuir a la estigmatización y la exclusión.
Modelos en tensión: biomédico versus psicológico y social.
El artículo advierte de que las tensiones en torno al uso del lenguaje suelen emerger de las diferencias entre modelos de apoyo y comprensiones sociales del TDAH. Así, el modelo biomédico tiende a definir el TDAH en términos de déficits funcionales percibidos y dificultades. Si bien para algunos expertos este enfoque puede ser útil para abogar por recursos y acceso a tratamientos —por ejemplo, terapias psicológicas o tratamientos farmacológicos—, también puede provocar consecuencias no deseadas, como la promoción de una visión descontextualizada del individuo, limitada a su diagnóstico.
Por el contrario, los modelos sociales del TDAH —como el modelo de neurodiversidad o los enfoques que subrayan determinantes psicológicos y sociales— ponen el foco en los contextos sociales y ambientales, promoviendo visiones más holísticas que reconocen las fortalezas y contribuciones de cada persona. Este enfoque, según el artículo, fomenta un uso del lenguaje orientado al empoderamiento y al diálogo constructivo. Para ofrecer una atención clínica eficaz y desarrollar investigaciones de impacto, es esencial encontrar un equilibrio entre estos modelos y el lenguaje que promueven.
Consideraciones prácticas y recomendaciones.
Lejos de proponer prohibiciones o una lista rígida de términos aceptables, los autores invitan a reflexionar sobre el impacto potencial del lenguaje, reconociendo que su interpretación es subjetiva, varía entre culturas y contextos, y evoluciona con el tiempo. Términos que en el pasado eran considerados neutrales o aceptables pueden resultar hoy en día inapropiados o incluso irrespetuosos.
Inspirado en las recomendaciones de Kristen Bottema-Beutel para el ámbito del autismo, el artículo recoge un panel con preguntas clave que los investigadores deberían plantearse al escribir o hablar sobre el TDAH. Algunas de estas cuestiones incluyen:
- ¿Utilizaría este lenguaje en una conversación con una persona con TDAH o con un progenitor de un niño o niña con TDAH?
- ¿Sugiere mi lenguaje que las personas con TDAH son inherentemente inferiores a las personas neurotípicas?
- ¿Reconozco al TDAH como una variación natural del funcionamiento neurocognitivo humano o lo presento como algo que debe ser eliminado?
- ¿Mi lenguaje destaca también los aspectos positivos y fortalezas del TDAH, o se enfoca únicamente en los desafíos?
- ¿Reconozco el impacto de factores ambientales y sociales en las conductas relacionadas con el TDAH?
- ¿Estoy usando términos solo porque son tradicionales en mi campo, pese a que personas con TDAH los consideran estigmatizantes?
Términos a evitar: ejemplos concretos.
En lugar de proponer un glosario prescriptivo, los autores ofrecen ejemplos de términos que han dejado de considerarse respetuosos. Entre ellos, se destacan los siguientes:
- «Enfermedad» y «cura»: El TDAH no cumple con los criterios para ser considerado como una enfermedad. Se manifiesta en un espectro continuo, depende del contexto, su definición es socialmente construida y no existen biomarcadores claros que lo distingan. Hablar de «curar» el TDAH puede ser estigmatizante, ya que sus comportamientos suelen formar parte de la identidad de las personas.
- «Anormal», «normal» y «aberrante»: Referirse al comportamiento o al cerebro de las personas con TDAH como «anormal» implica que quienes no tienen TDAH son «normales», lo cual puede resultar profundamente irrespetuoso. Se sugiere utilizar expresiones más neutrales como «grupo de comparación» o «neurotípico».
- «Sano» y «no sano»: En estudios comparativos, las personas sin TDAH son a veces descritas como «sanas», lo cual sugiere que quienes tienen TDAH son intrínsecamente «no sanos». Esto puede resultar especialmente problemático y perjudicial para la persona diagnosticada, dada la fuerte asociación entre el TDAH y diversos problemas de salud mental.
- «Déficit»: Si bien se encuentra en el propio nombre del trastorno, el término «déficit» puede reforzar una narrativa de carencia. En su lugar, se propone hablar de necesidades o desafíos en relación con el entorno y el funcionamiento.
Instrumentos clínicos y adaptaciones necesarias.
El artículo también aborda cómo cuestionarios y escalas de evaluación empleados en la investigación y la práctica clínica —muchos de los cuales se desarrollaron hace décadas—, utilizan terminología que puede aumentar la estigmatización. Aunque no es fácil modificar estos instrumentos por los procesos de validación que los sustentan, su aplicación cuidadosa y la revisión de ítems en futuras versiones podrían contribuir a una comunicación más respetuosa.
En este sentido, se subraya la necesidad de continuar investigando las preferencias lingüísticas en el ámbito del TDAH, con el objetivo de crear marcos terminológicos menos dañinos y más inclusivos. Esto también podría permitir una mejor integración de las perspectivas individuales dentro de su contexto, reconociendo sus fortalezas y no solo su sintomatología, de acuerdo con enfoques que combinan determinantes biológicos y psicológicos y sociales.
Conclusión: una llamada a la reflexión.
El artículo finaliza con una invitación a reflexionar, dialogar y a tener en cuenta el lenguaje que utilizamos al hablar sobre el TDAH. En lugar de centrarse exclusivamente en tratamientos, síntomas o déficits, los autores abogan por una narrativa que considere las experiencias diversas y valore tanto los desafíos como las capacidades de las personas con TDAH. Al hacerlo, se fomenta un entorno más compasivo y respetuoso, tanto en la investigación como en la práctica clínica y en la sociedad en general.
Como concluyen los autores, este cambio de lenguaje es tan solo el comienzo de una conversación más amplia sobre el papel que juegan las palabras en la construcción de una comprensión más humana del TDAH y de la salud mental.
Fuente: French, B., Dekkers, T. J., Barclay, I., Black, M. H., Bölte, S., Daley, D., Ernst, J., Groom, M., van Hulst, B. M., de Jong, M., Kaiser, A., Kerner auch Koener, J., Kuntsi, J., Michelini, G., Price, A., Purper-Ouakil, D., Rijmen, J., Wiersema, J. R., Wynchank, D., & Martin, J. (2025). The power of words: Respectful language in ADHD research. The Lancet Psychiatry. Advance online publication. https://doi.org/10.1016/S2215-0366(25)00167-1
