En una revisión publicada recientemente en Nature Reviews Psychology, los investigadores Moulds y McEvoy (2025) han presentado argumentos apoyados empíricamente en los que señalan el pensamiento negativo repetitivo (PNR) como un proceso cognitivo transdiagnóstico que está a la base de diferentes trastornos psicológicos. Según defienden, lejos de tratarse de un fenómeno exclusivo de un trastorno mental específico, el PNR —que incluye procesos como la rumiación y la preocupación excesiva— aparece como un factor común a diferentes trastornos, como la depresión, la ansiedad, los trastornos de la alimentación y otros, que estaría contribuyendo a su aparición y mantenimiento.
El artículo resume muchos años de investigación y ofrece una conclusión esencial: centrarse en los procesos mentales compartidos entre diversos trastornos es más eficaz que abordar los síntomas y problemas por separado, en función de las categorías diagnósticas tradicionales. Este enfoque, prosiguen los autores, conocido como enfoque transdiagnóstico, se presenta como una evolución natural y necesaria ante las limitaciones de los sistemas diagnósticos como el DSM o la CIE, que no explican adecuadamente la alta comorbilidad ni la variabilidad entre pacientes con el mismo diagnóstico.

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En la misma línea se pronuncian investigaciones como el estudio PsicAP, en España, que avala la eficacia de la terapia cognitivo-conductual transdiagnóstica en el tratamiento de los trastornos emocionales, incluyendo ansiedad y depresión y apunta, por lo tanto, la eficacia de los abordajes transdiagnósticos.
¿Qué es el pensamiento negativo repetitivo?
Los autores definen el PNR como la tendencia a involucrarse de manera repetitiva, intrusiva y difícil de controlar en pensamientos negativos. Las formas más conocidas, según indican, son la rumiación —ligada típicamente a la depresión— y la preocupación —vinculada a la ansiedad—.
Sin embargo, el estudio destaca que ambas comparten características esenciales y mecanismos subyacentes, como son los déficits en el control ejecutivo, la aparición de sesgos cognitivos negativos y la presencia de creencias metacognitivas disfuncionales. La diferencia entre una y otra, señalan, no se encontraría en el proceso en sí, sino en el contenido del pensamiento que estaría centrado en el pasado en el caso de la rumiación y en el futuro en el de la preocupación, lo que ha llevado al desarrollo de modelos teóricos y herramientas de medición “independientes del contenido” –como el Perseverative Thinking Questionnaire (PTQ)– que permiten estudiar el fenómeno más allá de etiquetas clínicas y con mayor validez.
Centrarse en los procesos en lugar de las etiquetas.
Uno de los hallazgos más potentes del artículo es que los tratamientos que abordan directamente el PNR —y no solo los síntomas del trastorno— parecen mostrarse más eficaces y tener resultados más duraderos. Desde terapias basadas en la atención plena hasta protocolos de terapia cognitivo-conductual centrados en la rumiación, las intervenciones que trabajan sobre este proceso cognitivo parecen mostrar mejoras significativas en síntomas de ansiedad y depresión, incluso en casos con alta comorbilidad.
Los estudios revisados muestran efectos clínicos significativos en intervenciones tanto presenciales como en línea. Aplicaciones móviles, tratamientos grupales y sesiones breves han demostrado ser herramientas útiles para reducir el PNR. En varios casos, estas mejoras se mantuvieron a largo plazo, lo que sugiere que modificar el PNR puede reducir la vulnerabilidad a recaídas.
Prevención: detectar el riesgo antes del diagnóstico.
Además del tratamiento, el artículo pone énfasis en el papel del PNR como factor de riesgo. Estudios longitudinales revelan que niveles elevados de PNR parecen predecir la aparición futura de síntomas depresivos y ansiosos, incluso en personas sin síntomas previos. Por ello, los autores defienden intervenir tempranamente en individuos con altos niveles de este patrón cognitivo, con el propósito de prevenir la posible aparición de trastornos mentales.

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Particularmente relevante, según señalan, sería su aplicación en poblaciones vulnerables, como adolescentes o mujeres embarazadas. Detectar y reducir el PNR en estas etapas puede ser clave para prevenir trastornos incipientes.
Este enfoque estaría abriendo la puerta a la promoción de programas de prevención dirigidos a procesos transdiagnósticos en lugar de esperar a la aparición de un cuadro clínico completo.
El valor práctico del enfoque transdiagnóstico.
El trabajo de Moulds y McEvoy subraya los múltiples beneficios del enfoque transdiagnóstico:
- Simplificación y eficiencia en la evaluación clínica, al usar instrumentos que permiten comparar entre distintos trastornos o identificar comorbilidades.
- Diseño de tratamientos aplicables a múltiples diagnósticos, lo que facilita la implementación en entornos con recursos limitados.
- Prevención proactiva al identificar patrones cognitivos de riesgo antes de la aparición de síntomas clínicos graves.
Este enfoque no busca reemplazar completamente los sistemas diagnósticos actuales, pero sí propone un complemento necesario, más alineado con la complejidad real de los pacientes. Al enfocarse en procesos compartidos como el PNR, los clínicos pueden ofrecer intervenciones más eficaces, personalizadas y con foco en la prevención.
Un cambio de paradigma necesario.
El artículo concluye con una llamada a la comunidad científica y clínica: es hora de dejar de ver los trastornos como compartimentos estancos y comenzar a tratar los procesos psicológicos transversales que los sustentan. En palabras de los autores, el pensamiento negativo repetitivo es “un objetivo clínico legítimo por sí mismo”, y no solo un síntoma más.
En tiempos donde la salud mental es un tema prioritario, este enfoque ofrece una hoja de ruta clara, eficaz y basada en la evidencia para mejorar el diagnóstico, tratamiento y prevención de los trastornos mentales.
Fuente.
Moulds, M. L., & McEvoy, P. M. (2025). Repetitive negative thinking as a transdiagnostic cognitive process. Nature Reviews Psychology, 4(2), 127–141. https://doi.org/10.1038/s44159-024-00399-6