Es clave tener en cuenta la relación entre consumo de tabaco y salud mental, según la ONU
30 Ene 2024

Las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco están estrechamente relacionados, con un impacto desproporcionado en las poblaciones vulnerables. Sin embargo, con frecuencia, ambos se abordan por separado y sin considerar su interseccionalidad. Reconocer el vínculo entre las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco crea oportunidades para abordar eficazmente, desde enfoques integrados y multisectoriales, estos dos problemas globales de desarrollo humano que tienen importantes consecuencias socioeconómicas.

Esta es una de las conclusiones de un informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP) -red mundial de la ONU para el desarrollo y el cambio-, a través del cual pone de relieve la trascendencia de abordar el consumo de tabaco para prevenir y mejorar las condiciones de salud mental y viceversa, como medida dentro del objetivo general de acelerar el progreso hacia los ODS y del compromiso de ‘no dejar a nadie atrás’.

tabaco y salud mental
Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 24/11/23
Existe una relación bidireccional entre las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco, que se refuerza mutuamente

Tal y como señalan los autores de este informe, existe una relación bidireccional entre las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco que se refuerza mutuamente. Las personas con problemas de salud mental tienen más probabilidades de fumar y menos probabilidades de abandonar el hábito. Por el contrario, el consumo de tabaco está relacionado con una mayor vulnerabilidad a los problemas de salud mental, síntomas exacerbados y resultados de tratamiento subóptimos. Según advierten, el mundo enfrenta una carga simultánea de problemas de salud mental y consumo de tabaco, especialmente entre las poblaciones vulnerables. Sin embargo, los vínculos y las interacciones entre estos problemas y el consumo de tabaco suelen pasarse por alto y subestimarse.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) casi mil millones de personas presentan problemas de salud mental. La depresión y el trastorno de ansiedad, son los dos problemas más comunes, le cuestan al mundo 1 billón de dólares al año, “sólo debido a la pérdida de productividad”. Concretamente, la depresión es una de las principales causas de discapacidad y representa más del 4% de la carga mundial de enfermedades. Para 2030, se prevé que la depresión se convierta en la principal causa de discapacidad en todo el mundo.

Las personas con trastornos mentales graves, como depresión mayor y esquizofrenia, tienen entre un 40 y un 60% más de probabilidad de muerte prematura, en comparación con personas sin problemas de salud mental.

El informe advierte del alto porcentaje de la población mundial que no tiene acceso a un tratamiento integral para dejar de fumar

Según el informe de la UNDP, la pandemia de la COVID-19 tuvo un impacto significativo en la salud mental mundial en 2020. Se estima que fue responsable del aumento de 53,2 millones de casos adicionales de trastorno depresivo mayor y 76,2 millones de casos adicionales de trastornos de ansiedad en todo el mundo.

A pesar de la alta prevalencia de este tipo de problemáticas y sus graves consecuencias socioeconómicas, el acceso al tratamiento en salud mental es muy limitado, especialmente, en los países de ingresos bajos y medianos, lo que puede llevar a excluir del acceso a servicios de salud mental a los grupos de población más vulnerables.

Con respecto al consumo de tabaco, los datos indican que, a nivel mundial, 1.300 millones de personas lo consumen, incluido el 13% de los y las jóvenes de entre 15 y 24 años, o aproximadamente, 155 millones de jóvenes. Sin embargo, aproximadamente un 70% de la población mundial no tiene acceso a un tratamiento integral para dejar de fumar, y el acceso y la asequibilidad son aún menores en los países de ingresos bajos y medianos.

Dado su importante impacto en el desarrollo, la salud mental y el tabaco se incluyen en las metas de los ODS

Dado su importante impacto en el desarrollo, la salud mental (ODS 3.4) y el tabaco (ODS 3.a) se incluyen en las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Diversas investigaciones evidencian la asociación existente entre el consumo de tabaco y las condiciones de salud mental, destacando una serie de datos, entre ellos, los siguientes: las personas con problemas de salud mental tienen hasta cinco veces más probabilidades de fumar; también fuman en mayores cantidades que aquellas personas sin problemas de salud mental; asimismo, se observa una probabilidad 2,5 veces mayor de consumir cigarrillos entre los y las adolescentes de 12 a 17 años que han experimentado depresión en el último año, en comparación con sus iguales sin problemas de esta índole.

Según afirma la UNDP en su informe, cada vez hay más pruebas de una relación causal entre el tabaquismo y determinadas problemáticas de salud mental. Por un lado, fumar puede actuar como ‘catalizador de problemas’ como por ejemplo la depresión, mientras que, por otro lado, las personas con problemas de salud mental pueden ‘sentirse atraídas’ por el consumo de tabaco. Sin embargo, esta causalidad aún no es del todo concluyente, dado que existen datos contradictorios al respecto.

El tabaquismo y las condiciones de salud mental también están «estrechamente asociados» con los problemas de sueño: según diversos estudios, los fumadores tienen casi un 50% más de probabilidad que los no fumadores de experimentar alteraciones del sueño como el insomnio, debido a la abstinencia de nicotina, y las personas con insomnio tienen 2,8 y 3,2 veces más probabilidades de desarrollar depresión y ansiedad, respectivamente.

Consecuencias del consumo y abandono del tabaco en la salud mental

El informe señala que la pandemia de COVID-19 y los confinamientos provocaron un aumento en la prevalencia de condiciones de salud mental y un incremento de personas que comenzaron a consumir tabaco, recayeron o aumentaron su consumo.

Muchas personas, incluidos los y las jóvenes, inician el consumo de tabaco como un ‘medio percibido’ para aliviar el estrés, la ansiedad u otros síntomas de salud mental y consumo de sustancias. De acuerdo con la UNDP, esta asociación entre consumo de tabaco y manejo del estrés ha sido cultivada y perpetuada de forma eficaz por la industria tabacalera. A este respecto, cabe señalar que el efecto de mejora del estado de ánimo de la nicotina dura poco y que el consumo repetido de tabaco acaba provocando adicción a la nicotina. Esto hace que los consumidores atribuyan erróneamente el estado de ánimo elevado y el estrés liberado al consumo de tabaco, ya que el tabaco “puede aliviar temporalmente los síntomas de abstinencia, como la irritación y la ansiedad”.

Asimismo, el informe advierte de que el consumo continuo de tabaco “agrava las condiciones de salud mental, lo que potencialmente desencadena una depresión grave, empeora los resultados del tratamiento, y aumenta el riesgo de hospitalización psiquiátrica, ideación suicida y recaídas en el consumo de drogas y alcohol”.

Por otro lado, la literatura al respecto señala que dejar de fumar puede generar resultados positivos en el tratamiento psiquiátrico y por uso de sustancias y mejorar las condiciones de salud mental. En este sentido, los principales beneficios de dejar de fumar incluyen, entre otros, reducción de la ansiedad, la depresión y el estrés; reducción del riesgo de suicidio y de recaídas en el consumo de alcohol, drogas y otras sustancias; y mejora de la calidad de vida.

A pesar de la evidencia, la UNDP lamenta la limitada concienciación social en torno a la relación entre el tabaco y la salud mental. En este sentido, el informe recoge una serie de puntos en común entre ambos, a tener en cuenta, tales como:

Las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco están relacionados con mayores riesgos de pobreza

Las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco están relacionados con mayores riesgos de pobreza, lo que subraya la necesidad de llevar a cabo un enfoque integrado. Según el informe, las condiciones de salud mental son más comunes entre las personas con bajos ingresos, inseguridad alimentaria, deudas, viviendas precarias, desempleo, etc. Entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, las personas con problemas de salud mental experimentan tasas de desempleo hasta siete veces más elevadas que las que no tienen este tipo de problemas. En muchos países, incluidos los de ingresos bajos y medianos, se han observado relaciones entre un nivel socioeconómico más bajo y una mayor coexistencia de consumo de tabaco y problemas de salud mental. Los elevados gastos en tabaco pueden desviar recursos económicos limitados que podrían destinarse a la educación, la salud, el ahorro o la nutrición.

Con relación a esto, el informe subraya la eficacia de las medidas de salud mental y control del tabaco para prevenir y mitigar la pobreza, destacando, entre otras medidas, el aumento del impuesto a los cigarrillos, con el fin reducir el tabaquismo. En este sentido, afirma, esta medida puede reducir de forma “más significativa en el consumo de tabaco entre la población más pobre, lo que probablemente conduzca a mejores beneficios de salud mental, financieros, de equidad y otros beneficios para el desarrollo”.

Mayor prevalencia en colectivos en situación de vulnerabilidad

Las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco prevalecen ‘desproporcionadamente’ en determinados colectivos en situación de vulnerabilidad y marginación social, especialmente, entre el colectivo LGBTI+ y las personas con discapacidad. El estrés persistente e intenso, comúnmente conocido como «estrés de las minorías» puede surgir de diversas fuentes, como el estigma, la discriminación, la exclusión social, la pobreza, la violencia y la falta de acceso a la atención médica y otros servicios esenciales. Estos factores pueden surgir de desigualdades, injusticias y violaciones de Derechos Humanos y pueden aumentar el riesgo simultáneo de problemas de salud mental y consumo de tabaco en estas poblaciones.

Destaca aquí el rol desempeñado por la industria tabacalera, que “utiliza estrategias de promoción específicas y ha obstruido los esfuerzos de prevención y abandono del tabaco”. Concretamente, la UNDP denuncia en su informe cómo “se ha aprovechado de la alta vulnerabilidad de las comunidades vulnerables y en situación de marginación social, incluidas las personas que viven en la pobreza, las personas LGBTI+, las poblaciones extranjeras y las personas con problemas de salud mental”, exponiendo una serie de ejemplos en este sentido.

Respuestas actuales a las intersecciones entre las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco

A pesar de la estrecha asociación entre los problemas de salud mental y el consumo de tabaco, el informe destaca la “falta de integración en las respuestas a estos problemas concurrentes”, abordándose esta interconexión de forma suficiente desde el ámbito político global y nacional.

En esta línea, recuerda que la falta de coherencia política, la interferencia de la industria tabacalera y los desafíos para dejar de fumar han contribuido a las tasas persistentemente altas de consumo de tabaco entre personas con problemas de salud mental, las cuales se han mantenido esencialmente sin cambios durante las últimas décadas. Por el contrario, a medida que más países intensifican la implementación del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, el consumo de tabaco ha disminuido continuamente entre las personas sin problemas de salud mental.

Esta creciente discrepancia entre el éxito del control mundial del tabaco y la falta de progreso en el control del tabaco entre las personas con problemas de salud mental exige, a juicio de la UNDP, “una mayor atención política e inversiones en la prevención y el abandono del tabaco en personas con problemas de salud mental”.

Lamenta que, cuando existen servicios para dejar de fumar, “están diseñados para la población general y a menudo no llegan a las comunidades vulnerables”. A modo de ejemplo, las personas con problemas de salud mental, con frecuencia, “quedan excluidas de los ensayos clínicos sobre medicamentos para dejar de fumar”.

El beneficio de la inversión en la lucha contra el tabaquismo sería considerablemente mayor si se tiene en cuenta los efectos positivos sobre la salud mental y los beneficios socioeconómicos

Según estima la OMS, con una inversión adicional de sólo 1,68 dólares estadounidenses por persona en la lucha contra el tabaquismo, se lograría en 10 años, que 152 millones de personas dejasen de fumar y se evitarían casi 3 millones de muertes en todo el mundo. Con toda probabilidad, el beneficio de las inversiones para dejar de fumar “sería considerablemente mayor si, además, se tuvieran en cuenta los efectos positivos sobre las condiciones de salud mental y los beneficios socioeconómicos asociados.

De igual modo, el informe señala la baja prioridad que recibe la salud mental “a pesar de sus elevadas y crecientes cargas socioeconómicas y sanitarias”. A nivel mundial, en promedio, sólo el 2% de los presupuestos gubernamentales de salud se destinan a la salud mental. En tales circunstancias, advierte, “la proporción de problemas de salud mental en los años de vida globales ajustados en función de la discapacidad ha aumentado del 3,1% registrado en 1990 al 4,9% en 2019”. Como resultado, solo entre el 15 y el 24% de las personas con problemas de salud mental graves en los países de ingresos bajos y medianos reciben tratamiento para dejar de fumar (entre el 50% y el 65% en los países de ingresos altos). Estos bajos niveles de tratamiento “no son proporcionales a la rentabilidad de las intervenciones de salud mental”.

Dado todo lo expuesto, el informe recoge las siguientes recomendaciones:

– Un enfoque integrado y multisectorial con prioridad a la prevención en AP y a nivel comunitario
  • La estrecha relación entre las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco exige un enfoque integrado y multisectorial que dé prioridad a la prevención en la atención primaria de salud y a nivel comunitario. Por ejemplo, la educación sobre la prevención del tabaquismo en las escuelas, la promoción de políticas y las advertencias sanitarias en los paquetes de cigarrillos suelen centrarse en los riesgos para la salud física del consumo de tabaco. Estos esfuerzos deberían incorporar también los riesgos de salud mental menos conocidos asociados con el consumo de tabaco y la exposición al humo de segunda mano.
  • Las remisiones proactivas a servicios de apoyo para dejar de fumar deberían ser un componente clave de estos esfuerzos.
– Puede ser clave incluir los beneficios de una mejor salud mental en las proyecciones de aumento del impuesto al tabaco
  • Todos los profesionales, entre ellos, los del ámbito de la salud mental, deben ser conscientes de los impactos interrelacionados de las condiciones de salud mental, el consumo de tabaco y la pobreza/vulnerabilidades. Los esfuerzos de colaboración entre disciplinas son esenciales a nivel político, operativo y comunitario. Para fomentar la colaboración, afirma, “es esencial involucrar a los profesionales de la salud mental en el diálogo sobre el control del tabaco y a los especialistas en control del tabaco en el diálogo sobre la salud mental”.
  • Las investigaciones indican que un aumento significativo del impuesto al consumo de tabaco es la medida más eficaz para reducir el consumo de tabaco. Debido al vínculo bien establecido entre dejar de fumar y mejorar la salud mental, “es probable que aumentar los impuestos especiales sobre el tabaco beneficie, no solo a las personas con problemas de salud mental que consumen tabaco, sino también a sus familias, amigos y compañeros de trabajo expuestos al humo de segunda mano”. Incluir los beneficios adicionales de una mejor salud mental en las proyecciones de aumentos del impuesto al consumo de tabaco, podría mejorar aún más la rentabilidad, el valor y el apoyo público a tales políticas.
– Posicionar las medidas de salud mental y control del tabaco como estrategias contra la pobreza
  • Las condiciones de salud mental y el consumo de tabaco están fuertemente asociados con la situación de pobreza. Implementar medidas de salud mental y control del tabaco puede beneficiar a las personas que viven en situación de pobreza o en riesgo de ella.
  • Es importante posicionar las medidas de control del tabaco y de salud mental como componentes integrales de estrategias más amplias de mitigación de la pobreza e integrarlas en los esfuerzos nacionales contra la pobreza y el desarrollo sostenible.
– Desestigmatizar, empoderar e involucrar a las comunidades afectadas y vulnerables
  • Las personas con problemas de salud mental, consumo de tabaco u otros trastornos por uso de sustancias, en particular, las de comunidades en situación de vulnerabilidad y de marginación, a menudo, se enfrentan a un estigma generalizado. Algunos incluso pueden enfrentar una estigmatización doble o múltiple debido a comorbilidades, estatus socioeconómico, orientación sexual e identidad de género, raza, etnia o discapacidad, lo que exacerba sus desafíos. El estigma “quita poder y aísla a las personas, impidiéndoles buscar ayuda y dificultando que las medidas políticas logren los efectos previstos”.
  • El diseño y la implementación de intervenciones deben involucrar la participación activa de los consumidores de tabaco con problemas de salud mental y de las comunidades vulnerables y marginadas afectadas por ambos desafíos. Para garantizar que las intervenciones se alineen con las necesidades, circunstancias y cultura únicas de cada comunidad, las intervenciones comunitarias específicas deben incluir a miembros de la comunidad afectada.
– Incluir el tratamiento de problemas de salud mental y trastorno por consumo de tabaco en el paquete básico de beneficios de la Cobertura Sanitaria Universal (CSU)
  • Proporcionar tratamiento gratuito o asequible para la salud mental y para dejar de fumar como parte del paquete básico de beneficios de la cobertura sanitaria universal beneficiaría a millones de personas. Este enfoque basado en los derechos beneficiaría desproporcionadamente a las comunidades desfavorecidas y contribuiría a resultados positivos de los ODS, incluida una mayor productividad laboral, crecimiento económico, reducción de gastos evitables a nivel nacional, local y familiar, alivio de la pobreza, protección ambiental, empoderamiento de las mujeres y una mejor calidad de vida para millones de personas.
– Prevenir la interferencia de la industria tabacalera
  • Los países necesitan sistemas de gobierno sólidos para prevenir la interferencia de la industria tabacalera. La industria tabacalera ha invertido «de manera constante y significativa» en asociar el consumo de tabaco con el bienestar mental y el alivio del estrés, dirigiéndose, especialmente, a comunidades vulnerables, al tiempo que obstruyen los esfuerzos de control del tabaco. Para abordar esta cuestión, es clave proteger las políticas de control del tabaco frente a la interferencia de la industria.

Se puede acceder al informe completo desde la página Web de la UNDP o bien directamente aquí:

Mental health conditions and tobacco use

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