Invertir en tratamientos psicológicos es rentable, según la OECD
22 Oct 2025

La salud mental es fundamental para una vida plena y productiva; sin embargo, los problemas psicológicos afectan significativamente a gran parte de la población en los países de la OCDE. Concretamente, la depresión y la ansiedad son las dos problemáticas más prevalentes, afectando significativamente a gran parte de la población y generando elevados costes tanto personales, como sociales y económicos. De hecho, los datos alertan de que millones de personas padecen síntomas depresivos o ansiosos que, con frecuencia, no son diagnosticados ni tratados adecuadamente, lo que repercute en su bienestar, en la productividad laboral y en el gasto sanitario.

Frente a este escenario, la evidencia muestra que las intervenciones psicológicas son eficaces, ya que no solo mejoran la salud mental y el bienestar de quienes las reciben, sino que, además, resultan rentables para los sistemas sanitarios y para la economía en su conjunto. Invertir en tratamiento psicológico contribuye a reducir la carga asociada a los trastornos mentales comunes y a fortalecer la salud mental de la población.

Estas son algunas de las conclusiones recogidas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDEOrganisation for Economic Co-operation and Development) en su informe sobre la promoción y prevención de la salud mental, un documento a través del cual se analizan las políticas y programas implementados por los países de la OCDE y la EU27, para fortalecer la prevención, la detección temprana y el acceso a la atención psicológica, así como para reducir el estigma y fomentar la alfabetización en salud mental.

El informe identifica, analiza y evalúa once buenas prácticas y políticas que considera prometedoras, orientadas a prevenir los problemas de salud mental y promover el bienestar psicológico de la población, prestando especial atención a los síntomas leves y moderados de depresión y ansiedad y su atención temprana. Su objetivo es ofrecer a los responsables políticos evidencia sobre intervenciones eficaces y transferibles que permitan mejorar la salud mental, evitar que se agraven los problemas de salud mental y optimizar los recursos sanitarios.

Foto: Unsplash. Diseño: Kelly Sikkema/imagen modificada con IA (ChatGPT). Descarga: 20/10/25.
La depresión y la ansiedad suponen una carga significativa para la salud, el bienestar y la economía de la población

Tal y como señala el texto, la depresión mayor y el trastorno de ansiedad generalizada son los problemas de salud mental más diagnosticados en los países de la OCDE. En promedio, se estima que alrededor del 3,4% de la población de estos países presenta depresión mayor y el 5,8% trastorno de ansiedad generalizada. La prevalencia de la depresión mayor es más elevada en mujeres (3,9%) que en hombres (2,1%) y varía con la edad. Las tasas más altas se observan entre las personas de 20 a 24 años, seguidas por las de 35 a 44.

Las personas con depresión mayor experimentan un estado de ánimo deprimido o pérdida de placer o interés en las actividades durante la mayor parte del día, mientras que las personas con trastornos de ansiedad experimentan miedo y preocupación excesivos. Los síntomas de ambas afecciones provocan angustia significativa y/o un importante deterioro del funcionamiento social y laboral. La gravedad y la duración de los síntomas son factores clave en el diagnóstico clínico.

Aunque los síntomas leves a moderados son los más reportados, la probabilidad de ser diagnosticados y de recibir tratamiento es menor

Los datos del informe indican que, en todos los países, los síntomas leves y moderados representan la mayor parte de la mala salud mental (reportados en el 90% de los casos). A este respecto, la OECD advierte de que estas personas, que no cumplen con el diagnóstico de depresión mayor, tienen menor calidad de vida, mala percepción de salud, mayor nivel de discapacidad y deterioro en el funcionamiento físico. Asimismo, al no cumplir los criterios clínicos existentes, tienen menos probabilidades de ser diagnosticadas y por lo tanto de recibir tratamiento en salud mental.

En estos casos, la prevención y la intervención temprana son clave, dado que, si no se tratan, estos síntomas leves pueden agravarse y cronificarse: la evidencia muestra que existe un riesgo del 10% al 20% de que la depresión subclínica se convierta en depresión mayor. Además, la depresión subclínica presenta un riesgo del 33% al 50% de que se desarrolle deterioro funcional moderado en áreas como el funcionamiento físico o social.

La prevalencia de diferentes problemas de salud mental se distribuye de forma distinta según el género. Los diversos estudios muestran sistemáticamente una mayor prevalencia de trastornos internalizantes entre las mujeres (p. ej., depresión, ansiedad y trastornos alimentarios), mientras que en los hombres es más elevada la prevalencia de trastornos externalizantes (p. ej., trastornos de conducta, trastornos por déficit de atención e hiperactividad, entre otros) y trastornos por consumo de sustancias.

Ciertas etapas del ciclo vital -como la adolescencia-, los períodos de transición y los acontecimientos inesperados, aumentan la vulnerabilidad de las personas a los problemas de salud mental

Aproximadamente, el 75% de los trastornos mentales en adultos tienen su inicio durante la adolescencia (etapa evolutiva de mayor vulnerabilidad), y este inicio temprano aumenta el riesgo de recurrencia y condiciones discapacitantes en la edad adulta. Una mayor vulnerabilidad a la aparición de problemas de salud mental también puede ser consecuencia de acontecimientos negativos y conmociones inesperadas en la vida de una persona. Por ejemplo, quedarse sin empleo, sufrir una reducción sustancial de los ingresos familiares, la muerte de un ser querido, o verse obligado a migrar, son eventos negativos que pueden conducir al deterioro de la salud mental.

Los períodos de transición y los puntos de inflexión del curso de la vida, como el embarazo y el posparto, hacen que las mujeres sean vulnerables a los problemas de salud mental, siendo la depresión la afección más prevalente durante el período perinatal. La probabilidad de episodios depresivos posparto puede ser dos veces mayor que durante otros períodos del curso de la vida de la mujer, con efectos perjudiciales que suelen ir más allá de la persona y afectan tanto al bebé como a la pareja y la familia.

De igual modo, existen grupos de población que son más vulnerables y tienen mayor riesgo de desarrollar problemas psicológicos, como las personas de bajo nivel socioeconómico, las que viven la soledad, o los grupos minorizados por su etnia, origen indígena, género u orientación sexual, así como las personas migrantes y, especialmente, los refugiados, que viven situaciones estresantes y traumáticas relacionadas con la violencia, las guerras y los conflictos, y con la experiencia del desplazamiento, los procesos de asilo y reasentamiento, la discriminación, la falta de integración social, los factores económicos, etc.

Impacto y coste económico, social, laboral y educativo de los problemas psicológicos en los países de la OECD

Además de la elevada carga demográfica, los problemas de salud mental tienen consecuencias económicas sustanciales. Se estima que los costes totales relacionados con estos problemas superaron el 4% del PIB en 28 países de la UE en 2015, lo que representa 600.000 millones de euros. Este coste total se desglosa en, aproximadamente, el 1,3% del PIB (o 190.000 millones de euros) en gastos para sistemas sanitarios; el 1,2% del PIB (170.000 millones de euros) en programas de seguridad social y un 1,6% adicional del PIB (240.000 millones de euros) en otros costes relacionados con la reducción del empleo y la productividad.

Las estimaciones de la OCDE de los países de la UE sugieren que la mayor parte (66%) del gasto social relacionado con la salud mental es atribuible a las prestaciones por discapacidad (112.000 millones de euros, de un promedio de 170.000 millones de euros gastados en programas de seguridad social en 2015). Esta proporción puede variar según el país, dependiendo de sus programas de bienestar. Otro gasto social atribuible a la salud mental incluye las prestaciones para familias monoparentales.

Debido a las limitaciones en su participación laboral, las personas con experiencia vivida de problemas de salud mental a menudo requieren apoyo social en forma de prestaciones por baja por enfermedad, prestaciones por discapacidad, seguro de desempleo o jubilación anticipada.

Los costes derivados de las pérdidas de productividad son elevados y, potencialmente, constituyen el principal contribuyente a la carga económica de los problemas de salud mental. Además, las pérdidas de productividad aumentan en función de la gravedad de estos problemas. La discriminación laboral contra las personas con problemas de salud mental sigue siendo alta, a pesar de la creciente concienciación sobre estos en los últimos años. Muchas personas que reportan tener un problema de salud mental desearían trabajar, pero no encuentran un empleo adecuado.

La aparición de un problema de salud mental se asocia con un menor rendimiento escolar. El impacto de la mala salud mental en el rendimiento académico y la transición de la escuela al mercado laboral es un determinante clave para la participación laboral en la edad adulta.

Dos tercios de las personas que necesitan atención en salud mental carecen de acceso a tratamiento psicológico

Se estima que cerca de dos tercios de las personas en los países de la OCDE y la UE-27 que necesitan atención de salud mental carecen de acceso a tratamiento psicológico. El acceso al tratamiento de salud mental varía según la gravedad del trastorno y el nivel socioeconómico. Las personas con síntomas graves tienen 2,4 veces más probabilidades de recibir tratamiento que aquellas con síntomas leves y moderados. Además, la brecha en el tratamiento en salud mental es más pronunciada entre los grupos de población con menor nivel socioeconómico. Las personas con menor nivel educativo tienen un 20% menos de probabilidades de acceder a tratamiento que aquellas con mayor nivel educativo.

Los datos revelan que solo una quinta parte de las personas con trastorno depresivo mayor recibió un tratamiento mínimamente adecuado. La brecha de tratamiento se ve agravada por el bajo reconocimiento de la depresión, ya que solo la mitad de las personas con trastorno depresivo mayor reconocen su necesidad de atención, principalmente, en entornos de bajos ingresos. Es probable que las tasas de tratamiento para los síntomas menos graves sean incluso más bajas, ya que las personas pueden no percibir sus síntomas como lo suficientemente graves como para buscar atención.

¿Qué barreras dificultan el acceso al tratamiento en salud mental?

Según indica el informe, hay una serie de obstáculos y barreras que influyen en que las personas no busquen la atención en salud mental que necesitan. Para la OECD, las barreras financieras son particularmente problemáticas en países donde los servicios de salud mental no están completamente cubiertos por el seguro sanitario público, lo que obliga a las personas a pagar el tratamiento de su propio bolsillo. Esta carga financiera puede disuadir a las personas de buscar atención en salud mental.

Las barreras organizativas, como las largas listas de espera, son otro obstáculo importante. Los tiempos de espera más amplios para la atención de salud mental se asocian con peores resultados del tratamiento y mayores costes del mismo. La incertidumbre percibida y la falta de apoyo que surgen en este contexto, pueden conducir a un mayor malestar psicológico, una reducción del funcionamiento y un empeoramiento de los síntomas existentes.

Las barreras geográficas complican aún más el acceso al tratamiento en salud mental, sobre todo en zonas rurales y marginadas donde escasean los profesionales de la salud mental. Las largas distancias que algunas personas deben recorrer para acceder a la atención pueden ser prohibitivas, especialmente, para quienes carecen de medio de transporte. Una limitación fundamental que subyace a las barreras del sistema sanitario es la limitada capacidad de los profesionales de la salud mental, siendo la escasez de personal de salud mental un problema en muchos países de la OCDE. De media, en los países de la OCDE y de la UE-27 con datos disponibles, hay, respectivamente, 0,53 y 0,49 psicólogos, por cada 1.000 habitantes. De forma específica, en España, el informe indica que hay 0,55 psicólogos por cada 1.000 habitantes.

Foto: freepik. Descarga: 20/10/25

Las barreras personales desempeñan un papel fundamental a la hora de disuadir a las personas de buscar y continuar el tratamiento, siendo reportadas con frecuencia, sobre todo, en el caso de personas con síntomas leves a moderados. Comprender y abordar estas barreras es esencial para garantizar que las personas reciban el apoyo adecuado. Ejemplo de ellas son la baja percepción de la necesidad de tratamiento (principalmente, cuando los síntomas son leves a moderados) que suele ser la razón más mencionada, la limitada alfabetización en salud mental (que resulta en falta de recursos para abordar los problemas de esta índole y buscar atención) y diversas formas de estigma.

Abordar el estigma es esencial, ya que puede exacerbar la salud mental y, en algunos casos, causar más daño que la propia problemática. En este sentido, el miedo al juicio y a la discriminación, y la internalización de creencias sociales negativas que pueden generar sentimientos de vergüenza y baja autoestima, impiden que las personas revelen sus problemas de salud mental y disuaden de buscar la atención que necesitan.

Políticas y estrategias nacionales para la prevención y el manejo de los problemas de salud mental

En respuesta a los nuevos desafíos en materia de salud mental, el informe destaca que muchos países -entre los que menciona a España-, han priorizado y fortalecido sus políticas de salud mental, con el objetivo de impulsar la promoción y la prevención de los problemas de esta índole y mejorar el acceso y la calidad de los servicios en este ámbito.

El alcance de las estrategias nacionales de salud mental, generalmente, va más allá de la prestación de servicios de salud mental. También abarcan la prevención del suicidio, las intervenciones tempranas, el desarrollo de la resiliencia socioemocional, la reducción del estigma y la colaboración con otros sectores como el educativo o el social, entre otros. La gran mayoría de los países, han implementado políticas de prevención, intervención y posvención del suicidio. A este respecto, nuestro país cuenta desde febrero de 2025 con un Plan de Acción para la Prevención del Suicidio.

El programa noruego de atención rápida de la salud mental (PMHC), una iniciativa prometedora para la OECD

Atendiendo a lo anterior, la Organización ha identificado y evaluado once programas prometedores por sus buenas prácticas, destacando, entre ellos, el programa de atención rápida de la salud mental (Prompt Mental Health Care, PMHC), una iniciativa noruega de atención psicológica temprana y gratuita destinada a mejorar el acceso a tratamientos eficaces para la depresión y la ansiedad leves o moderadas.

Como bien indica el documento de la OECD, este modelo es una adaptación del programa del Reino Unido para la Mejora del Acceso a las Terapias Psicológicas (Improving Access to Psychological Therapies -IAPT– del Reino Unido), desarrollado por el gobierno británico en 2008 para mejorar el acceso a terapias psicológicas basadas en la evidencia para los trastornos de depresión y ansiedad después de que las pautas del Instituto Nacional para la Excelencia en la Salud y la Atención (NICE) recomendaran intervenciones psicológicas basadas en evidencia en un modelo de atención escalonada.

Este programa facilita el acceso gratuito, sin derivación médica y con menor tiempo de espera, a la atención psicológica en atención primaria

El PMHC forma parte del sistema público de salud noruego y se integra en el ámbito de la atención primaria como un servicio de «bajo umbral», accesible sin derivación por parte del médico de cabecera y sin coste alguno para los usuarios. Cualquier persona mayor de 16 años puede acudir directamente al programa, eliminando las barreras económicas y administrativas que dificultan el acceso a la atención psicológica.

La atención que ofrece es rápida y personalizada, con un menor tiempo medio de espera (entre 7 y 14 días). Su diseño se orienta a la intervención temprana mediante tratamientos breves y ajustados al nivel de gravedad de los síntomas. Los abordajes terapéuticos se basan en terapia cognitivo-conductual (CBT), tanto individual como grupal, e incluyen modalidades de baja intensidad, como la autoayuda guiada o los programas psicoeducativos, y de alta intensidad, como la psicoterapia presencial. El tipo y la intensidad del tratamiento se determinan conjuntamente entre el usuario y el terapeuta, según las características clínicas y las preferencias personales.

Los equipos multidisciplinares encargados del tratamiento incluyen al menos un psicólogo por cada equipo, con formación específica en terapia cognitivo-conductual, y todos los profesionales completan un programa nacional de capacitación financiado por la Dirección de Salud de Noruega.

Las tasas de recuperación de síntomas leves a moderados de ansiedad y depresión se incrementan en torno al 83% a los 6 meses de seguimiento

Los resultados clínicos del PMHC evidencian su gran eficacia. La evidencia muestra que el 59% de las personas que han recibido tratamiento se han recuperado de los síntomas de depresión o ansiedad leves a moderados después de seis meses, en comparación con el 32% de quienes han recibido el tratamiento habitual. Además, la tasa de recuperación se incrementa en torno al 83% a los 6 meses de seguimiento, con mejoras sostenidas en los síntomas de depresión y ansiedad a los 12, 24 y 36 meses posteriores a la intervención. Estas mejoras se acompañan de un aumento significativo en la calidad de vida y el bienestar psicológico de los usuarios, así como de una recuperación funcional más rápida.

El impacto del programa también se refleja en los indicadores de salud pública. Las proyecciones realizadas con el modelo de Planificación Estratégica de Salud Pública para Enfermedades No Transmisibles, SPHeP-NCD (modelo de simulación utilizado por la Organización para evaluar la eficacia y la rentabilidad de la ampliación de prácticas prometedoras y óptimas seleccionadas en los países de la OCDE y la UE-27) estiman que la expansión de este programa en todos los países de la OCDE podría prevenir 26,2 millones de nuevos casos de trastornos mentales en los próximos 25 años, lo que equivale al 1,4 % de los casos anuales de depresión y ansiedad.

El programa permitiría recuperar 35 AVAD por cada 100.000 habitantes al año en países de la OECD (33 AVAD en los de la UE-27)

Se espera que el programa PMHC tenga un gran impacto en general en los casos de ansiedad y depresión. La OCDE prevé en su informe que su aplicación reducirá los casos de trastorno de ansiedad en 14,4 millones en los países de la OCDE y en 4,4 millones en los países de la UE-27, y los casos de trastorno depresivo en 11,3 millones en los países de la OCDE y en 35 millones en los países de la UE-27. Esto representa aproximadamente el 0,6 % y el 1,4 % de todos los casos de ansiedad y depresión en los países de la OCDE y la UE-27.

En términos de ganancia de salud, el programa permitiría recuperar 35 Años de Vida Ajustados por Discapacidad (AVAD) por cada 100.000 habitantes anualmente (33 AVAD en los países EU27), lo que representa una mejora sustancial en la carga de enfermedad atribuible a los trastornos mentales comunes.

El informe determina que el PMHC es altamente coste-eficaz, ya que supondría un ahorro de costes en ocho países de la OCDE y la UE-27 y sería rentable en el resto. Se estima que su expansión en Noruega, generaría en atención primaria un ahorro acumulado en el coste del gasto sanitario de 240 euros por persona hasta 2050.

Si se transfiriera a todos los países de la OECD y la UE-27, supondría un ahorro de 4,7€ y 3,5€, respectivamente, en gasto sanitario

Al transferirlo a todos los países de la OCDE y la UE-27, el ahorro medio anual en el gasto sanitario (sin incluir el coste de la intervención) ascendería, respectivamente, a 4,7 € y 3,5 € por persona entre 2025 y 2050. Asimismo, ahorraría a los países de la OCDE hasta 3,8 € por persona al año en costes laborales (3,5 € en los países de la UE).

La mejora de la salud mental se traduce en mayor productividad laboral, con un incremento estimado de 7,8 trabajadores equivalentes a tiempo completo por cada 100.000 habitantes.

El modelo también destaca por su equidad y accesibilidad. Al no requerir derivación médica y ofrecer atención gratuita, facilita el acceso a personas con síntomas leves o moderados que, de otro modo, no recibirían tratamiento.

La incorporación de tratamiento en formato digital mediante videoconferencia y herramientas guiadas por internet basadas en terapia cognitivo-conductual, muestra resultados similares a la TCC presencial, siendo una alternativa rentable a otras formas de tratamiento para personas con ansiedad y depresión, al ofrecer varias ventajas añadidas, como mayor disponibilidad y accesibilidad a la atención psicológica, y menor tasa de abandono.

España cuenta con un modelo similar que avala los beneficios de incorporar el tratamiento psicológico en AP: el programa PsicAP

El Prompt Mental Health Care es, además, un modelo altamente transferible. Su estructura flexible, su orientación comunitaria y su fundamento en la atención primaria han permitido su adaptación en diversos países, entre ellos, España, a través del programa PsicAP.

Este programa PsicAP desarrollado por la Fundación para la Promoción y el Desarrollo de la Psicología Científica y Profesional (Psicofundación), en línea con el programa precedente establecido por el IAPT, tiene por objetivo comparar la eficacia de un tratamiento transdiagnóstico grupal con el TAU para el abordaje de trastornos mentales comunes en los centros de atención primaria. El enfoque transdiagnóstico se centra en el tratamiento de los factores comunes implicados en numerosos trastornos psicológicos y emocionales. Los resultados avalan la inclusión del tratamiento psicológico, en particular un enfoque transdiagnóstico, en el ámbito de la atención primaria.

En conjunto, el PMHC representa una intervención eficaz, equitativa y sostenible que combina la evidencia clínica con una gestión eficiente de recursos. Su impacto en la mejora del bienestar psicológico, la reducción de la carga de enfermedad y la rentabilidad económica demuestra que invertir en tratamiento psicológico no solo mejora la salud mental individual, sino que genera beneficios tangibles para la sociedad y para la economía. Por ello, la OCDE lo considera un modelo de referencia internacional en la integración de la atención psicológica temprana dentro de los sistemas públicos de salud mental.

Se puede acceder al informe completo desde la página web de la OECD o bien directamente aquí:

OECD (2025). Mental Health Promotion and Prevention: Best Practices in Public Health. OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/88bbe914-en

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