La Psicología de la Salud debe comprometerse ante la crisis climática: llamamiento urgente
21 Nov 2025

La amenaza a gran escala que supone el cambio climático sitúa a este desafío en primer lugar para ser estudiado y abordado por parte de los profesionales de la Psicología de la salud. Esta es la conclusión principal que se extrae del artículo de revisión publicado en la revista Health Psychology Review, en el que se hace un llamamiento urgente para que estos profesionales de la psicología se involucren en la implementación de medidas para reducir el impacto de este grave problema.

Según los expertos, los psicólogos y psicólogas de la salud, debido a su experiencia y habilidades únicas, son urgentemente necesarios en la elaboración de respuestas para reducir el impacto del cambio climático.

Foto: Freepik. Autor: Jcomp. Descarga: 10/10/2025

El problema más acuciante de todos: el cambio climático.

Según se recoge en el texto, el cambio climático se presenta como una emergencia sanitaria en curso y en escalada, la cual amenaza la salud y el bienestar de miles de millones de personas a través de eventos climáticos extremos, desplazamiento, inseguridad alimentaria, enfermedades patógenas, desestabilización social y conflictos armados.

La mitigación de esta crisis requiere transformaciones sociales significativas y cambios en el comportamiento individual, muchos de los cuales beneficiarán no solo a la estabilidad del clima, sino que también producirán significativos co-beneficios para la salud pública. Este artículo, titulado «Health psychology and climate change: time to address humanity’s most existential crisis», es una clara llamada a la acción para que los psicólogos y psicólogas de la salud trasladen de manera sinérgica sus conocimientos y experiencias para asegurar una adaptación climática efectiva de la población.

El cambio climático es una emergencia de salud.

Los autores argumentan que el cambio climático ya está teniendo consecuencias en todos los aspectos de la salud humana, muchas de las cuales son evidentes ahora y otras se manifestarán en los próximos veinte años y más allá. Los autores mencionan la petición expresada por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), que ha determinado de forma inequívoca que el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud planetaria, y cualquier retraso adicional en la acción global a esta amenaza hará que se pierda una breve y rápida ventana de oportunidad para asegurar un futuro sostenible para todos.

Entre los impactos ya observados con un calentamiento de 1.2 grados Celsius, se incluyen los efectos perjudiciales sobre la salud mental, manifestándose en ansiedad, depresión, estrés traumático agudo, trastorno de estrés postraumático (TEPT), suicidio y problemas de sueño. Según exponen los autores de la revisión, los eventos de calor extremo causarán muertes y harán que grandes áreas sean inhabitables, lo que provocará la pérdida de medios de subsistencia y desestabilización social. Además, los cambios en los patrones de lluvia y la sequía generarán escasez de agua e inseguridad alimentaria para potencialmente miles de millones de personas. La desestabilización social resultante de los peligros climáticos probablemente exacerbará estos efectos en la salud mental y las inequidades en las vulnerabilidades, afectando desproporcionadamente a los hogares de bajos ingresos, las mujeres y las personas más jóvenes.

Las raíces de la crisis y la desigualdad en las emisiones.

Los expertos señalan que la responsabilidad de causar el cambio climático está distribuida de manera desigual en el mundo y entre los grupos sociales. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG) se originan desproporcionadamente en las acciones de las poblaciones ricas en el Norte Global, ligadas al uso excesivo de energía y al sobreconsumo impulsado por la búsqueda del crecimiento económico.

Los principales motores de las emisiones de GHG son la extracción y el uso de combustibles fósiles, que están profundamente arraigados en todas las facetas de la vida diaria en los países industrializados, en sectores como edificios y transporte, indica el texto. El uso de combustibles fósiles no solo emite dióxido de carbono, sino que también provoca otros impactos negativos en la salud, como la contaminación del aire y la contaminación de los océanos, el agua dulce y los suelos.

El papel del sistema alimentario.

Además, el sistema alimentario contribuye aproximadamente a un tercio de las emisiones globales de GHG, causadas principalmente por la agricultura animal y el cambio de uso de la tierra. La investigación documenta que las dietas omnívoras están asociadas con emisiones de GHG mucho más altas que las dietas pescetarianas, vegetarianas y veganas.

En el contexto de la justicia climática, el artículo subraya que el 33% de las emisiones acumuladas a nivel global desde 1750 se originan en Europa y el 29% en Norteamérica. Las huellas de carbono individuales se correlacionan altamente con el ingreso y la riqueza, puesto que las personas con alto estatus socioeconómico son desproporcionadamente responsables de las emisiones de GHG. Los autores indican que, para abordar plenamente la crisis climática, será necesario reconsiderar los sistemas políticos y económicos que constituyen las causas fundamentales de la crisis, específicamente el enfoque en el crecimiento económico por encima del bienestar.

Metodología.

Los autores realizaron una revisión centrada principalmente en el análisis de medidas para la mitigación del cambio climático y en las formas de limitar su avance. Según los autores, el artículo presenta el contexto necesario, así como las brechas, oportunidades y acciones específicas para facilitar la participación de los psicólogos de la salud en la investigación climática. A lo largo del artículo, se enfatizan dos puntos clave: en primer lugar, que las medidas de mitigación del cambio climático tienen significativos beneficios para la salud; y en segundo lugar, que, para abordar el cambio climático de manera más eficaz, es fundamental centrarse en las industrias, instituciones e individuos más responsables de las emisiones de GHG. Este enfoque prioriza a las personas con altos niveles de riqueza, ingreso y educación, ubicadas predominantemente en el Norte Global, que tienen una mayor capacidad de influencia política, financiera y organizacional.

Transformaciones sociales para la reducción de emisiones.

Según los autores, para evitar un cambio climático catastrófico, se necesitan urgentemente cambios tanto a nivel individual como a nivel de sistemas para lograr reducciones de emisiones rápidas y profundas, especialmente en las naciones de altos ingresos. Los autores señalan que, dado que la mayoría de las emisiones de GHG provienen de los combustibles fósiles, su uso debe eliminarse urgentemente. Esto implica que las nuevas inversiones en infraestructura de combustibles fósiles deben cesar, puesto que bloquean su uso durante décadas.

Así, entre las transformaciones sociales propuestas, se encuentra la eliminación gradual de combustibles fósiles y la transformación del sistema de transporte mediante el cambio a la movilidad sin automóviles, el uso de transporte público eléctrico y el fomento de la infraestructura para el viaje activo (caminar y andar en bicicleta).

La transformación del sistema alimentario.

Otro pilar fundamental es la transformación del sistema alimentario. Puesto que el sistema actual contribuye al cambio climático, la obesidad y la desnutrición, un cambio hacia dietas predominantemente basadas en plantas es una estrategia altamente eficaz para reducir las emisiones, así como para mejorar los resultados de salud relacionados con la dieta. Los autores destacan que se necesita un conjunto concertado de medidas, como hacer que los alimentos basados en plantas sean la opción predeterminada y aumentar la conciencia pública sobre el impacto del consumo de carne.

En una orientación más amplia, se propone que el objetivo de las economías globales debe pasar de centrarse en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) a centrarse en la creación de bienestar humano sostenible y equitativo. Este marco de «suficiencia» de recursos, en lugar de sobreconsumo busca sistemas más redistributivos y regenerativos.

El papel de la Psicología de la Salud en la mitigación del cambio climático.

Los psicólogos y psicólogas de la salud están excepcionalmente posicionados para contribuir a abordar el cambio climático debido a su experiencia en el cambio de comportamiento y la comprensión de los sistemas complejos, indican los expertos. Los desafíos en la mitigación climática y la salud pública son similares, incluyendo la forma en que los factores ambientales facilitan comportamientos insalubres o insostenibles, la falta de conciencia pública sobre las amenazas para la salud, y la resistencia de intereses creados (como las industrias de combustibles fósiles, el tabaco o el automóvil) al establecimiento de políticas eficaces.

De esta forma, los psicólogos y psicólogas de la salud aportan conocimientos esenciales sobre la ciencia de sistemas, entendiendo que el comportamiento individual interactúa con sistemas complejos (sociales, culturales, económicos y físicos). Su experiencia en el desarrollo de intervenciones, utilizando modelos sistemáticos (como la Rueda de Cambio de Comportamiento), es crucial para crear, implementar y evaluar intervenciones necesarias para la mitigación climática, añaden los expertos.

Vías de acción de los profesionales de la psicología de la salud.

Los autores concluyen que los psicólogos de la salud deben dirigir sus esfuerzos a través de múltiples esferas de influencia:

1. Invertir en investigación para mitigar el cambio climático.

Los profesionales de la Psicología de la salud tienen un importante papel en el diseño e implementación de estudios sobre medidas eficaces que contribuyan a reducciones profundas de las emisiones a corto plazo, centrándose en comportamientos modificables y de alto impacto, como el uso de vehículos motorizados, el consumo de carne o los viajes aéreos.

2. Mejorar la capacitación de los profesionales en materia de cambio climático.

A este respecto, los autores señalan la necesidad de incorporar, de manera obligatoria, las amenazas a la salud que supone el cambio climático en los planes de estudio de psicología, capacitando a la próxima generación de profesionales sobre los co-beneficios de la salud de la mitigación del cambio climático y las formas de desarrollar intervenciones a nivel individual y de sistemas. Estos planes de estudio también deben abordar la creciente «ecoansiedad» en los jóvenes, reconociendo sus miedos y abogando por acciones significativas.

3. Presionar hacia la adopción de medidas políticas.

Los profesionales de la psicología deben comprometerse con el cambio social y exigir acciones más ambiciosas de los responsables políticos, incluyendo medidas económicas y regulatorias, como la eliminación de subvenciones a los combustibles fósiles. A este respecto, es esencial que informen del valor y de la necesidad del apoyo público para el establecimiento de políticas relacionadas con el clima y la salud.

4. Implementar acciones a nivel organizacional.

Desde la psicología, se debe trabajar para descarbonizar  las propias organizaciones (universidades, hospitales, etc.), promoviendo edificios de bajas emisiones, cambiando la cadena de suministro y desinvirtiendo de las industrias de combustibles fósiles.

5. Implementar acciones a nivel individual.

Asimismo, es necesario poner en marcha intervenciones que promuevan el cambio individual, como adoptar estilos de vida bajos en carbono (dieta predominantemente basada en plantas, menos viajes aéreos y en automóvil) y participar en la acción colectiva y los movimientos sociales (como Scientists for Future).

Conclusiones.

En definitiva, según subrayan los expertos, la tarea de abordar la crisis climática se erige como la misión más crítica y posiblemente la más importante para los psicólogos y psicólogas de la salud en las próximas décadas.

El cambio climático, al ser una amenaza sistémica y existencial, minimiza todos los demás desafíos estudiados por la disciplina, puesto que un futuro habitable dentro de sistemas terrestres estables es la base de todo lo que preocupa a estos profesionales. Además de ser una emergencia sanitaria en curso, la crisis representa un multiplicador de amenazas que socava y potencialmente revierte «décadas de progreso sanitario», añaden los expertos.

Así, dado que el cambio climático es el resultado del comportamiento humano, está dentro del poder y la responsabilidad de los psicólogos de la salud abordarlo. Se les considera socios ideales para intervenir, puesto que poseen una experiencia y habilidades únicas, que incluyen conocimientos esenciales sobre el cambio de comportamiento, la ciencia de sistemas y la implementación de intervenciones. Esta experiencia es crucial para impulsar los cambios rápidos y profundos que se necesitan para mitigar la crisis.

Asimismo, al dirigir sus esfuerzos hacia la mitigación, estos profesionales pueden facilitar transformaciones sociales y económicas que no solo beneficien la estabilidad climática, sino que también generen beneficios adicionales significativos para la salud, como la mejora de la calidad del aire o la promoción de dietas saludables. Por lo tanto, los autores hacer un claro llamamiento a la acción para que los psicólogos de la salud dirijan colectivamente su conocimiento experto para asegurar un futuro sostenible y habitable para toda la humanidad.

Fuente.

Papies, E. K., Nielsen, K. S., & Soares, V. A. (2025). Health psychology and climate change: time to address humanity’s most existential crisis. Health Psychology Review, 19(3), 463–493. https://doi.org/10.1080/17437199.2024.2309242

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