Más de 1 de cada 7 adolescentes de entre 10 y 19 años de todo el mundo tiene un diagnóstico de trastorno mental. El suicidio, además, se cobra la vida de cerca de 46.000 adolescentes al año, situándose en una de las cinco principales causas de muerte para este grupo. A esta situación, se une la falta de inversión en prevención y tratamiento de la salud mental infanto-juvenil, lo que sitúa a los jóvenes en una situación crítica. Así lo advierte UNICEF, en el informe que lleva por título: Estado mundial de la infancia 2021. En mi mente: promoción, protección y cuidado de la salud mental de los niños (The State of the World’s Children 2021. On My Mind: Promoting, protecting and caring for childrens mental health). El informe, realiza un análisis de los estudios e informes más significativos publicados hasta la fecha sobre los problemas de salud mental en la infancia desde el comienzo de este siglo, y recoge también los datos obtenidos de una serie de grupos de discusión realizados con niños y adultos de un total de 21 países. |
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Entre las principales conclusiones del informe destacan las siguientes:
Además de estos resultados, el texto recuerda el elevado coste en términos de discapacidad, problemas de salud, progreso educativo y personal y pérdida de vida laboral, asociado a los problemas de salud mental más prevalentes en la población infantil, tales como el TDAH, los trastornos de ansiedad, los trastornos del espectro del autismo, el trastorno bipolar, el trastorno de conducta, la depresión, los trastornos de la conducta alimentaria, la discapacidad intelectual y los problemas de psicosis en los niños y jóvenes. A este respecto, los autores del informe reconocen que precio de este coste es incalculable, situándose por parte de las estimaciones más recientes en más de 390 mil millones de dólares al año a nivel mundial. El informe, que también explora las causas asociadas a la presencia de trastornos mentales en la infancia, adopta un enfoque biopsicosocial, señalando que los factores genéticos unidos a las experiencias vitales negativas (por ejemplo, de abuso o violencia), la falta de un adecuado apoyo familiar y social o un entorno asociado a pobreza, discriminación o pandemia por COVID-19 constituyen factores de riesgo para el desarrollo de trastornos mentales. En contrapartida, el texto subraya que existen una serie de factores que pueden amortiguar este impacto, considerados factores de protección, tales como el cuidado atento y significativo, sobre todo en los primeros años de vida de los niños, los entornos educativos seguros y el establecimiento de relaciones positivas con compañeros y adultos. De ahí la importancia de invertir acciones en programas que impulsen estos factores de protección a nivel global. Tras el análisis de la situación de la salud mental en la infancia, los autores del texto solicitan:
Se puede consultar el informe en el siguiente enlace: | ||||
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