Con el final del verano, miles de familias se preparan para uno de los momentos más esperados —y a la vez más tensos— del calendario escolar: la vuelta al cole. Aunque para muchos niños y niñas supone reencontrarse con sus amistades, recuperar rutinas conocidas y descubrir nuevos aprendizajes, para otros es un periodo marcado por la ansiedad, el nerviosismo y el miedo a lo desconocido. Cambiar el ritmo, separarse de sus figuras de referencia o adaptarse a un nuevo entorno educativo puede generar un auténtico torbellino emocional, especialmente entre quienes ya son sensibles a los cambios o han tenido experiencias escolares difíciles.
Los expertos en salud mental infantil coinciden: estas reacciones son normales, pero si no se abordan adecuadamente pueden interferir en el bienestar psicológico, el desarrollo emocional y el rendimiento académico. Prepararse con antelación, validar los sentimientos y buscar acompañamiento profesional cuando sea necesario, son algunas de las claves para transformar esta transición en una experiencia positiva y segura.
A continuación, recogemos algunos consejos y pautas dirigidas a las familias para preparar con éxito la vuelta al cole:

Recomendaciones generales para todos los niveles educativos
1. Reactiva rutinas con antelación
Reinstaurar progresivamente hábitos como las horas de sueño, las comidas y los tiempos de estudio, al menos dos semanas antes del primer día, reduce el «shock» que produce madrugar de nuevo y favorece la adaptación del ritmo circadiano. Del mismo modo, retomar paulatinamente los límites en el uso de pantallas contribuye a regular la higiene del sueño y el nivel de alerta durante la mañana.
2. Recupera hábitos saludables
La evidencia muestra que la alimentación equilibrada, la actividad física regular y las pausas de descanso son factores protectores frente a la fatiga académica y la irritabilidad. Pequeños cambios —como adelantar la hora de la cena, planificar meriendas nutritivas o incorporar paseos familiares—, ayudan a que el cuerpo y la mente «vuelvan al modo colegio».
3. Organiza materiales y espacios
Preparar con los hijos e hijas la lista de materiales, etiquetar cuadernos y ordenar la mochila, genera sensación de control. Se recomienda también habilitar en casa un rincón de estudio bien iluminado, con los dispositivos necesarios y libre de distracciones. Esta tarea compartida refuerza su sentido de responsabilidad y rebaja la tensión del primer día de clase.
4. Implícales en la planificación
Animar a niños/as y adolescentes a marcar en un calendario los eventos clave (reunión con el tutor, inicio de actividades extraescolares…) promueve la autonomía y reduce la incertidumbre. Este enfoque de «agenda compartida» fomenta la cooperación y la claridad sobre las expectativas, dos factores asociados a un afrontamiento más eficaz.
5. Mantén un clima emocional positivo en la familia
Expertos en salud mental hablan de un «efecto contagio del estrés adulto»: si las figuras de referencia transmiten calma y confianza, los/as menores se sienten más seguros/as. Practicar técnicas de autorregulación —respiración profunda, pausas conscientes o breves estiramientos— modela estrategias que los/as hijos/as pueden imitar.
Pautas para el manejo de la ansiedad y el estrés ante la vuelta al cole
Es normal que, ante el inicio del curso, los niños y niñas experimenten nervios, inquietud o incluso cambios de humor. Estos sentimientos forman parte del proceso de adaptación a una nueva etapa y, en la mayoría de los casos, desaparecen a medida que se retoman las rutinas. Sin embargo, como madres y padres, podemos acompañarlos de forma activa para que vivan esta transición con mayor seguridad y confianza. A continuación, ofrecemos algunas pautas sencillas y eficaces que pueden ayudar a aliviar el estrés de los y las menores, así como favorecer una vuelta al cole más tranquila y positiva para toda la familia:
1. Escucha activa y validación
Cuando los hijos e hijas expresan temor al cambio de profesor, a la exigencia académica o a posibles conflictos sociales, resulta fundamental escuchar sin minimizar sus emociones. Validar («Entiendo que te preocupe…») y mostrar confianza en su capacidad de superación fortalece su autoeficacia. Evita preguntas que induzcan preocupación («¿Te da miedo la clase de mates?») y utiliza cuestiones abiertas que fomenten su relato espontáneo.
2. Exposición gradual y ensayos
Visitar el centro antes del inicio de curso, recorrer pasillos, ubicar baño y comedor o, si es viable, conocer el aula y al tutor, son formas de «ensayar» la nueva experiencia. La repetición y el sentido de control han demostrado que reducen los niveles de ansiedad. Incluso practicar el trayecto, bajarse del coche o del autobús y saludar a un compañero/a son ensayos valiosos.
3. Rutinas de relajación y autocuidado
Incorporar actividades placenteras —lectura, música, paseos o yoga— y ejercicios de relajación breve antes de acostarse ayuda a regular el sistema nervioso. Del mismo modo, reservar espacios para el juego no estructurado después de clase amortigua la sobrecarga cognitiva.
4. Plan de afrontamiento compartido
Diseñar con ellos un «kit de calma» (tarjetas con respiraciones guiadas, dibujos que evoquen seguridad o frases de autoánimo) puede ayudarles a recurrir más fácilmente a recursos internos cuando sientan tensión. En el centro escolar, pactar con el/ la docente la posibilidad de solicitar un breve descanso o acudir a un punto tranquilo, puede facilitar la autorregulación.
5. Apoyo profesional cuando sea necesario
Dolores de estómago recurrentes, llanto persistente o rechazo extremo a ir al colegio pueden indicar un problema de ansiedad significativo. Si la resistencia se prolonga y afecta a otros ámbitos de la vida del niño/a o adolescente, es recomendable consultar a un profesional de salud mental experto en infancia para establecer estrategias terapéuticas tempranas, como un psicólogo.
Los y las psicólogos/as educativos son profesionales que cuentan con la formación para detectar problemas de ansiedad en niños/as y adolescentes —desde el miedo a la separación hasta la ansiedad social o el temor al rendimiento académico, entre otros—, y aplicar estrategias basadas en la evidencia, como la terapia cognitivo-conductual, la desensibilización gradual o el entrenamiento en regulación emocional. Además de intervenir directamente con los/as menores, el psicólogo ofrece orientación a padres y docentes, promoviendo respuestas empáticas y eficaces que favorecen un entorno seguro y previsible. Esta intervención temprana y adaptada a cada caso, no solo alivia el malestar presente, sino que previene la cronificación de los síntomas, el rechazo escolar y el posible desarrollo de otros problemas de salud mental a largo plazo. Así, el profesional de la psicología puede actuar como un agente clave en la promoción del bienestar psicológico y la adaptación positiva al entorno educativo.
Abordar la transición de curso, etapa educativa o de centro
Comenzar un nuevo curso, el paso de infantil a primaria, de primaria a secundaria o el cambio a un nuevo centro educativo, suponen retos adicionales: otro edificio distinto, normas diferentes o pérdida transitoria de la red social, entre otros. Diversos estudios sobre resiliencia, señalan que el sentido de pertenencia, las relaciones sociales sólidas y la participación activa son factores protectores decisivos. A continuación, recogemos algunas claves:
- Refuerzo de la pertenencia
- Fomenta que el/la niños/a o adolescente participe en actividades grupales (deportes, música, bibliotecas) para «tejer» vínculos con iguales.
- Mantén abierta la comunicación familia-escuela y comparte información útil con el profesorado para facilitar el acompañamiento.
- Expectativas realistas
- Anímalos a fijar metas alcanzables (por ejemplo, conocer dos compañeros nuevos en la primera semana).
- Celebra los logros –no solo académicos, también sociales o de organización– para reforzar el sentido de competencia.
- Modelo de cambio positivo
- Enfatiza los aspectos estimulantes de la nueva etapa (asignaturas diferentes, nuevos amigos, mayor autonomía) sin negar las dificultades.
- Utiliza ejemplos de situaciones superadas en el pasado para mostrar que el cambio puede ser una oportunidad de crecimiento.
- Red de apoyos múltiples
- Identifica con tu hijo/a a qué adultos puede acudir si necesita ayuda (profesorado, orientador, monitor/a).
- Coordina esfuerzos con otras familias para compartir recursos y organizar encuentros que fortalezcan la cohesión grupal.
Recomendaciones específicas por etapas educativas
Cada etapa educativa conlleva retos únicos que requieren un acompañamiento adaptado a la edad y grado de madurez del/de la menor. A continuación, recogemos una serie de orientaciones diferenciadas para educación infantil, primaria y secundaria, dirigidas a facilitar una adaptación saludable y progresiva al entorno escolar:
A) Educación Infantil (3-6 años): seguridad, apego y exploración
Durante esta etapa, la separación del hogar y la adquisición de autonomía básica son los ejes principales de la adaptación escolar. Los/as niños/as de estas edades necesitan sentirse seguros/as para poder explorar y aprender.
Recomendaciones clave:
- Anticipa con cuentos e imágenes: utilizar libros o juegos que representen la escuela, los/as compañeros/as y el profesorado puede reducir la incertidumbre y normalizar la separación.
- Realiza visitas al centro: siempre que sea posible, recorrer el aula, los baños y el patio con el niño o niña antes del primer día ayuda a familiarizarse con el entorno.
- Transiciones breves pero estructuradas: crear rituales de despedida breves y positivos (una canción, un abrazo especial) permite afrontar la separación con menor ansiedad.
- Valida emociones sin dramatizar: es habitual que surjan lágrimas o resistencia en los primeros días; ofrecer una respuesta calmada, firme y afectuosa facilita el proceso de adaptación.
- Colaboración con el profesorado: mantener una comunicación fluida con el/a profesor/a permite detectar necesidades individuales tempranas y actuar de forma coherente.
B) Educación Primaria (6-12 años): hábitos, autonomía y relaciones sociales
En estos años, el foco se traslada al desarrollo de rutinas escolares, la organización de tareas y la consolidación de vínculos con los iguales. La identidad académica y social comienza a definirse con más claridad.
Recomendaciones clave:
- Establece horarios visuales: contar con una rutina visual (dibujos o tablas con las horas de despertarse, hacer deberes o acostarse) refuerza su autonomía.
- Inclúyelos en las decisiones: permitir que elijan algunos materiales escolares o que colaboren en la preparación de la merienda promueve el sentido de responsabilidad.
- Refuerza habilidades sociales: recordar normas de convivencia, practicar saludos y fomentar juegos cooperativos puede facilitar las relaciones positivas en clase.
- Acompañamiento en los deberes: supervisar sin hacer las tareas por ellos/as fomenta la autoconfianza. Se sugiere establecer un horario fijo y pausas breves.
- Presta atención a posibles cambios conductuales: irritabilidad, somatizaciones o retraimiento pueden indicar dificultades emocionales. Conviene observar estos signos y dialogar con calma.
C) Educación Secundaria (12 años en adelante): identidad, presión académica y autonomía emocional
Durante la adolescencia, la vuelta al cole puede combinar el deseo de independencia con miedos más complejos: presión por el rendimiento y los resultados académicos, pertenencia a grupos, cambios corporales e incluso la toma de decisiones vocacionales.
Recomendaciones clave:
- Fomenta la comunicación horizontal: establecer espacios regulares de conversación sin juicio (por ejemplo, al compartir una comida) permite que puedan expresar posibles inquietudes.
- Promueve la organización personal: agendas o calendarios pueden ayudarles a gestionar el tiempo y evitar la procrastinación.
- Normaliza los errores: frente a la autoexigencia o el temor al fracaso, conviene reforzar la idea de que equivocarse forma parte del proceso de aprendizaje.
- Establece límites claros con flexibilidad: horarios de estudio, uso del móvil y tiempos de ocio deben consensuarse desde una postura respetuosa pero firme.
- Apoya su búsqueda de identidad: valorar sus intereses, amistades o decisiones estéticas favorece la autoestima y la integración escolar.
- Si observas señales de alarma: en casos de aislamiento prolongado, cambios bruscos en el rendimiento, alteraciones del sueño o ideación negativa, puedes consultar con un profesional experto, como un psicólogo.
Conclusiones
La preparación de la vuelta al cole va más allá de comprar cuadernos o ajustar el despertador; implica atender necesidades emocionales, reforzar hábitos saludables y tejer redes de apoyo que faciliten la resiliencia. Al combinar rutinas claras, escucha empática, práctica de habilidades de afrontamiento y un acompañamiento gradual en las transiciones, madres y padres ofrecen a sus hijos e hijas un paraguas de seguridad que les permite desplegar todo su potencial académico y socio-emocional. Invertir tiempo en estas estrategias no solo reduce la ansiedad del primer día, sino que sienta las bases para un curso escolar pleno de descubrimientos y bienestar duradero.
Puedes acceder a la infografía con las recomendaciones a través del siguiente enlace:
