Intervenciones eficaces en salud mental para niños y adolescentes durante la pandemia de COVID-19: el cuidado de la salud mental importa

22 Oct 2021

Los programas de entrenamiento en habilidades parentales y de apoyo para cuidadores y padres, los programas de apoyo comunitario y social, las intervenciones de entrenamiento en habilidades para la vida desde el entorno educativo y el tratamiento psicológico en los servicios de Atención Primaria, entre otros, son estrategias validadas científicamente y prometedoras para mitigar el grave impacto que la pandemia de COVID-19 está teniendo en la salud mental y en el bienestar psicológico de los niños y adolescentes. Así lo concluye el informe Mind Matters: Lessons from past crises for child and adolescent mental health during COVID-19 (La mente importa: Lecciones de las crisis pasadas para la salud mental de los niños y adolescentes durante la COVID-19).

 

Autor: Tima Miroshnichenko Fuente: 
Pexels Fecha descarga: 18/09/2021

El informe recopila las investigaciones y los estudios científicos realizados hasta la fecha sobre bienestar psicosocial y salud mental en niños y adolescentes durante la pandemia de COVID-19, así como durante epidemias y emergencias sanitarias anteriores como las del Ébola, el VIH, el SARS / MERS y el Zika, con el objetivo de proporcionar pautas y ejemplos de buenas prácticas para la elaboración de políticas y programas de intervención durante la pandemia actual.

La revisión de estudios revela que la pandemia de COVID-19, la respuesta de salud pública y el impacto a nivel social y económico de la crisis sanitaria, suponen un riesgo elevado para la salud mental de los niños y adolescentes con “múltiples efectos negativos”, tales como un aumento elevado de los problemas de ansiedad, depresión y de sintomatología traumática, un incremento notable de la exposición a situaciones de pérdidas de familiares y amigos y de violencia, un aumento exacerbado de los sentimientos de soledad y desesperanza y un agravamiento de su aislamiento social.

Tal y como señalan los autores del informe: “La pandemia de COVID-19 ha dado paso a un nuevo mundo caracterizado por la enfermedad y la muerte generalizadas, la incertidumbre, el miedo y una preocupación global por el futuro de los niños y adolescentes del mundo. Esto está teniendo un grave impacto en la salud mental de los niños y adolescentes, y su alcance total aún no se ha revelado. Aprender de las crisis anteriores es fundamental al entrar en el segundo año de la pandemia”.

Algunas de las conclusiones principales del informe revelan que:

1. La exposición a un acontecimiento perturbador, como la pandemia sanitaria, puede afectar muy negativamente a los procesos clave del desarrollo emocional y cognitivo de los niños, sobre todo, de los más pequeños

Los niveles elevados de estrés agudo que experimentan los niños expuestos a una crisis masiva como la causada por la pandemia de COVID-19, pueden desencadenar problemas de salud mental a corto y a largo plazo.

Los niños más pequeños pueden estar desarrollando las bases para el establecimiento de habilidades complejas como el lenguaje, la cognición y la regulación de las emociones, por lo que pueden tener dificultades para procesar la naturaleza temporal de la pandemia de COVID-19, es decir, entender que la pandemia tiene una duración limitada en el tiempo, lo que les puede generar ansiedad y desesperanza. Asimismo, su incipiente capacidad de razonamiento y lenguaje les impide procesar lo que está ocurriendo y expresar sus emociones y reacciones de manera adecuada. Esta situación madurativa hace que no cuenten con las estrategias de afrontamiento necesarias para poder hacer frente a las emociones asociadas a la crisis sanitaria, y esto es aún más patente, en los casos de duelo o pérdida. Alternativamente, la mayor dependencia de los más pequeños hacia sus cuidadores hace que puedan verse más afectados por las emociones intensas de sus adultos de referencia.

Por otro lado, los niños mayores, aunque comprenden mejor las implicaciones de la pandemia y tienen una capacidad cognitiva y de razonamiento más desarrollada, pueden sufrir mayores niveles de ansiedad y miedo y pueden presentar un mayor riesgo hacia la rumiación, que incrementa la depresión.  “Los adolescentes, en concreto, están experimentando una serie de complejos cambios hormonales, cerebrales y sociales/ambientales, que pueden hacerlos aún más vulnerables”, señala el texto. Los compañeros y los procesos de socialización adquieren una gran importancia en esta etapa vital, por lo que las alteraciones causadas por la pandemia en las redes sociales de los jóvenes pueden tener un impacto significativo en su desarrollo.

2. El establecimiento de un plan de intervención que contemple múltiples acciones a diferentes niveles (individual, familiar, comunitaria, educativa…) es la mejor estrategia para mitigar el impacto negativo de la pandemia en la salud mental de los jóvenes

La actuación conjunta multinivel para prevenir los problemas de salud mental en niños y adolescentes constituye una aproximación que “acelera” los efectos positivos en el bienestar psicológico de los jóvenes, frente a la implementación de programas individuales y fragmentados. Según se recoge en el documento, “los estudios indican que las combinaciones pueden acelerar las ganancias más allá de la suma de los beneficios logrados a través de las intervenciones individuales”. Por tanto, la evidencia científica respalda la implementación de estrategias coordinadas que operen a nivel individual, familiar, educativo, social, comunitario, etc., combinando programas basados en la evidencia en todos estos niveles de acción. La combinación de intervenciones eficaces en múltiples niveles ha demostrado que reduce el riesgo de mortalidad potencial por problemas de salud mental en jóvenes, garantizando múltiples beneficios para la salud mental en este grupo de edad, tales como la reducción de los niveles de depresión y de ansiedad, de las conductas violentas y acoso y la disminución del consumo de alcohol y otras drogas. Los programas que cuentan con intervenciones dirigidas a la mejora de las habilidades interpersonales, la regulación emocional y la psicoeducación sobre alcohol y drogas, son los que han demostrado mayores beneficios en la prevención de problemas de salud mental en jóvenes. Asimismo, la creación de escuelas promotoras de salud se ha evidenciado como una aproximación eficaz para la implementación de estos programas.

3. Existen intervenciones basadas en la evidencia que pueden reducir significativamente el malestar psicológico de los niños y jóvenes durante la pandemia

Existe una base de conocimiento sólida que pone de manifiesto un conjunto de intervenciones prometedoras para la mejora de la salud mental de los jóvenes durante la pandemia de COVID-19, y que se pueden clasificar según su nivel de aplicación: individual/familiar, comunitario, de sistemas y de políticas. Así, algunos de los programas de intervención que cuentan con resultados positivos en la reducción del malestar psicológico asociado a las pandemias en los jóvenes, son los siguientes: entrenamiento en habilidades parentales y de apoyo para cuidadores y padres, los programas de apoyo comunitario y social, las intervenciones de entrenamiento en habilidades para la vida desde el entorno educativo y el tratamiento psicológico en los servicios de Atención Primaria o el tratamiento para la salud mental infanto-juvenil en los servicios especializados.

Tal y como se especifica en el documento, la revisión de estudio permite establecer varias conclusiones y reflexiones al respecto:

– Las intervenciones identificadas se dirigen sobre todo a los adolescentes, pero también existen programas beneficiosos para los niños más pequeños.

– Los efectos positivos en salud mental pueden lograrse mediante intervenciones específicas de salud mental, pero también mediante programas de bienestar social más amplios.

– La implementación de un programa viable y eficaz para abordar los retos de la salud mental de los jóvenes debe incluir un contenido adaptado a los riesgos y las condiciones sanitarias locales, una movilización clara y urgente de recursos y una puesta en marcha con una fuerte supervisión y responsabilidad.

– La detección de trastornos mentales en jóvenes desde los servicios de atención primaria y comunitarios ha demostrado ser una estrategia rentable y eficaz que debe convertirse en una parte integral de los enfoques de atención escalonada para reconocer y tratar los trastornos mentales comunes.

– Los programas que combinen o integren la atención de la salud mental positiva pueden maximizar o acelerar su impacto.

– Los colectivos vulnerables deben ser identificados y priorizados en los programas que apliquen intervenciones individuales o combinadas.

– Las organizaciones de base comunitaria y el personal sanitario de la comunidad son fundamentales para la detección y la derivación en contextos en los que se carece de servicios clínicos profesionales.

– Las organizaciones comunitarias que trabajan con los niños y adolescentes más vulnerables y marginados son una plataforma importante para ofrecer un apoyo más especializado, junto con el amplio espectro de servicios que ofrecen actualmente.

– Las visitas a domicilio son un componente esencial de la prestación comunitaria, especialmente cuando no existe una infraestructura sanitaria formal accesible, por lo que en el contexto de la COVID-19 esta vía de acción debe adaptarse y acomodarse a través de apoyo virtual o atención online o telefónica.

– Las intervenciones en las escuelas son también una parte vital para la eficacia de las acciones en salud mental. Los centros educativos pueden utilizarse como puntos de entrada para los programas de detección de problemas de salud mental de los niños y para los programas de parentalidad de los cuidadores, de forma que permitan la derivación a otros servicios especializados.

– Los programas de atención, apoyo y parentalidad en padres y cuidadores pueden aplicarse exitosamente, acompañados de iniciativas de protección social para mejorar el impacto de las intervenciones individuales.

– La bibliografía sobre los niños más pequeños es menos sólida, pero en la respuesta no se puede olvidar la importancia del desarrollo infantil temprano. Se necesitan más investigaciones y datos sobre los niños más pequeños.

En conclusión, dado que la mayoría de los trastornos de salud mental de los adultos tienen un origen en la infancia o están arraigados en experiencias infantiles, es importante que, como parte de la respuesta a la COVID-19, los problemas de salud mental de los niños y los adolescentes se aborden de manera temprana con intervenciones basadas en la evidencia. Según advierten los autores del texto: “el mundo debe prepararse para las ramificaciones a largo plazo de esta pandemia en la salud mental de los niños y adolescentes. Los niños y adolescentes se ven directamente afectados por la pandemia y, además, por el impacto en sus cuidadores, comunidades, escuelas y países. Hay que tomarse en serio la recuperación y la atención que necesitan los niños y los adolescentes”.

Se puede acceder a la guía en el siguiente enlace:

Mind Matters: Lessons from past crises for child and adolescent mental health during COVID-19

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