ES NECESARIO FACILITAR LA PRESENCIA DEL PSICÓLOGO EN LOS EQUIPOS DE ATENCIÓN PRIMARIA – ENTREVISTA A MIGUEL COSTA Y ERNESTO LÓPEZ

13 Jun 2011

El pasado mes de noviembre de 2010, tal y como se informó en Infocop, la Asociación de Educación para la Salud (ADEPS) y la Fundación de Educación para la Salud (FUNDADEPS) reconocieron la labor profesional de los psicólogos Miguel Costa y Ernesto López, al concederles el Premio Cultura de la Salud 2010 a la trayectoria profesional.

Los Premios Cultura de la Salud se crearon con el objetivo de reconocer las aportaciones más relevantes realizadas por profesionales o instituciones al desarrollo, crecimiento y consolidación de la educación para la salud tanto en el campo de la intervención como del cambio social. 

 
Miguel Costa

 
Ernesto López

Hoy en día, la mayoría de los problemas de salud en los países avanzados, como el nuestro, se relacionan con los denominados estilos de vida y con el estrés, entre otros factores. A este respecto, la educación para la salud, campo al que los psicólogos tienen mucho que aportar, es una ciencia de la conducta fundamental para prevenir y promocionar un comportamiento saludable.

Para hablar de todos estos temas, Infocop entrevista a Miguel Costa y Ernesto López, referentes en este campo de la psicología. 

ENTREVISTA

El pasado mes de noviembre, la Asociación de Educación para la Salud (ADEPS) ha reconocido sus trayectorias profesionales, Miguel Costa y Ernesto López, concediéndoles el Premio Cultura de la Salud 2010. Antes de nada, nos gustaría mostrarles nuestras más sinceras felicitaciones por ello. ¿Qué significa este premio para ustedes?

El Premio significa, en primer lugar, la amabilidad que ADEPS ha tenido con nosotros y la valoración que hacen de nuestra trayectoria, por lo que les estamos enormemente agradecidos. Significa también el valor que para nosotros tiene esa trayectoria y el compromiso que hemos tratado de mantener vivo con la salud pública y, en particular, con la educación para la salud, un compromiso que queremos seguir cuidando. Significa, además, el valor de la colaboración profesional y del trabajo en equipo que hemos mantenido a lo largo de tantos años.

Como especialistas en este campo, ¿cuál es el papel de la psicología en la promoción y prevención de la salud? ¿Podrían describirnos por qué es importante el papel de los psicólogos en el campo de la educación para la salud?

El Informe Lalonde, un documento del gobierno canadiense publicado en 1974 bajo la autoría de Marc Lalonde, el entonces Ministro de Salud y Bienestar Nacional, marca el comienzo de la era moderna de la promoción de la salud. La concepción radical que introducía el Informe Lalonde fue su afirmación de que los cambios positivos en el estado de salud no iban a venir de la mano de los fondos públicos, dedicados a servicios tales como hospitales y clínicas para atender a aquellos que ya estaban enfermos. El informe apostaba por redirigir los fondos fuera de los servicios existentes hacia la «promoción de la salud». Suponía una nueva perspectiva en donde la salud dejaba de ser un territorio exclusivo de la biomedicina y de los servicios de salud curativos y se abría a otros profesionales y disciplinas como la psicología. Una de las cosas por las que el Informe Lalonde será recordado es que el concepto de estilo de vida se introduce dentro del ámbito de la salud y llegó a ser la preocupación dominante de la promoción de la salud en las siguientes décadas. Es en este ámbito en donde la psicología de la salud, como ciencia de la conducta, adquiere un papel relevante en la promoción de la salud y en la prevención de los problemas de salud, tanto desde el punto de vista conceptual como metodológico y práctico, en colaboración estrecha con otras disciplinas. Si la educación para la salud es un proceso de comunicación y de enseñanza-aprendizaje que pretende promover comportamientos y estilos de vida saludables y cambiar comportamientos de riesgo para la salud, resulta obvio que la psicología tiene un papel clave. Los psicólogos pueden aportar conocimiento acerca de por qué la gente se comporta como lo hace, se implica en comportamientos de riesgo o se compromete con comportamientos saludables y persevera en ellos. Pueden, además, facilitar y orientar procesos de comunicación para que las personas asuman mayor responsabilidad de su entorno y de sus prácticas de salud.

Hace unos años, la prestigiosa revista Lancet en uno de sus editoriales (2004, vol. 363, nº 9417) ya señalaba el descuido de la formación médica en los ámbitos de la ciencia de la conducta. Este editorial hacía una llamada de atención para que los profesionales de la atención de salud adquirieran conocimientos y experiencia para intentar comprender mejor los aspectos conductuales implicados en el cuidado y en la atención de salud. La actividad preventiva y de educación son de por sí tareas muy complicadas, pero lo son aún más cuando no cuentan con el conocimiento teórico y metodológico que aporta la psicología como ciencia de la conducta. En este sentido, existen ya iniciativas en el ámbito internacional en nuestro entorno europeo y en Estados Unidos para mejorar la formación psicológica de los profesionales de la salud. Y, no nos cabe duda, que una suficiente presencia de psicólogos en los escenarios de atención de la salud, podría contribuir al desarrollo de programas de educación para la salud efectivos tanto por lo que se refiere a la prevención de la enfermedad como a su afrontamiento. Los diferentes profesionales de la atención de salud, además de referencias básicas como son la fisiología, la biología, la nutrición y otras, necesitan de la referencia básica de la psicología porque los procesos de enfermar, de afrontamiento de la enfermedad, de la prevención y de la educación para la salud, suelen acontecer en escenarios y condiciones en donde las personas se comportan y se relacionan.

Ustedes comenzaron a desarrollar su labor profesional en este campo a principios de los años 80. ¿Qué les ha aportado esta experiencia tanto a nivel profesional como personal? ¿En qué se ha avanzado desde entonces?

Desde el punto de vista personal, hemos podido disfrutar de momentos muy gratos en el contacto con los niños y adolescentes de los centros educativos y con los grupos de adultos que se plantean cambiar su comportamiento y su vida, a menudo en medio de dificultades. En lo profesional, hemos podido comprobar de qué manera la psicología puede extender su campo de intervención a ámbitos que van más allá de la intervención clínica. Al mismo tiempo, la práctica profesional en este ámbito nos ha permitido ir madurando una visión despatologizada de la vida, de los problemas de la vida y de los proyectos vitales de cambio personal y hacer una crítica radical a los modelos psicopatológicos. Tenemos la satisfacción personal y profesional de que una de las primeras publicaciones que se hacían en España de educación para la salud fueron los Cuadernos de Educación para la Salud, publicados por el Ayuntamiento de Madrid en los, ya lejanos, años 80. El reciente libro de Educación para la Salud cierra este largo ciclo. 

Desde los años 80, se ha avanzado mucho en el desarrollo de la psicología como ciencia básica del comportamiento humano y como ciencia aplicada. El campo de producción científica en psicología es enorme, han surgido revistas científicas de gran impacto en los ámbitos de la investigación básica y aplicada, no resulta raro encontrar publicaciones nacionales e internacionales sobre cáncer, inmunología, artritis reumatoide, fibromialgia, problemas cardiovasculares, obesidad, diabetes, comunicación, y tantos otros temas relacionados con la educación para la salud. Sin embargo, y, aunque la presencia de la psicología y de los psicólogos ha aumentado en los servicios de salud, se está muy lejos aún de que esta presencia tenga un desarrollo parejo con su importancia. Uno de los inconvenientes de este desfase es, tal vez, la existencia de una cierta banalización del comportamiento y de los procesos de aprendizaje y de motivación implicados en su cambio en los escenarios de la atención de salud y en los programas de educación para la salud.

Dada la estructura de nuestro sistema sanitario y de los servicios sociales, ¿consideran que está plenamente reconocido el papel del psicólogo en el área de la educación para la salud? ¿Cuáles habrían de ser las líneas futuras de actuación?

Como decíamos antes, y mirando hacia atrás, podríamos decir que se ha andado mucho. No obstante, estamos muy lejos aún de que la figura del psicólogo resulte habitual en los ámbitos de la salud. El ámbito de la educación para la salud está ocupado en lo fundamental por los profesionales de enfermería que desarrollan un trabajo encomiable y de gran utilidad. No obstante, y para mejorar y apoyar el trabajo de estos profesionales y el de los propios médicos que realizan actividades educativas, se requerirían algunas líneas de actuación:

1ª. Clarificar los ámbitos y papeles de la llamada «salud mental» y de la «psicología». En nuestra opinión, salud mental es un ámbito confusamente compartido entre psiquiatras y psicólogos, profesiones con perfiles cada vez más claros y nítidamente diferentes. La eficiencia en salud requiere que vayamos «juntos», como con otros profesionales de la salud, pero «no revueltos». El psicólogo dispone de referentes teóricos y tecnológicos claramente diferentes que le configura como un profesional con discurso propio y con perspectivas propias en relación con su papel en los ámbitos de la salud, de la clínica y de la educación para la salud.

2ª. Facilitar la presencia del psicólogo en los equipos de Atención Primaria. La Atención Primaria de Salud es el ámbito más cercano a la vida de la gente y el más indicado para la educación para la salud y para atender necesidades de salud a través de medidas psicoeducativas (entrenamiento en competencia parental para afrontar necesidades familiares y de los hijos, problemas de pareja, comportamientos de riesgo), de organización comunitaria (establecer alianzas con grupos de autoayuda y sectores implicados, proponer rediseños de los microcontextos,etc.) y de consultoría conductual para apoyar el trabajo de los médicos, pediatras y profesionales de enfermería en la atención de salud y, en especial, en aquellos problemas en los que el comportamiento y la capacidad para comunicarse y resolver problemas que las demandas de la vida plantean resultan ser decisivos. Ello conlleva la presencia de equipos consultores de psicólogos especialmente en la Atención Primaria de Salud. Enfatizamos, psicólogos y no «salud mental», porque esto último resultaría confuso amén de que pudiera servir de coartada para intervenciones con marcado sesgo farmacológico para atender el malestar psicológico. Nos parece más correcto hablar de incorporar las necesidades de bienestar psicológico y de atención psicológica en el contexto de otras necesidades y atenciones tales como bienestar físico y social. En este contexto, se plantearía la educación para la salud.

3ª. Mejorar la producción psicológica en publicaciones de salud. La publicación psicológica en revistas de salud comienza a ser muy apreciada por los diferentes profesionales de la salud y contribuye a que el discursos psicológico resulte más conocido y apreciado.

Para finalizar, ¿les gustaría añadir alguna cosa más?

Conviene aclarar que cambiar los comportamientos y estilos de vida es una tarea muy complicada porque están estrechamente implicados y enraizados en los contextos de la vida cotidiana. No es casual que los grandes problemas de salud de hoy en día en sociedades desarrolladas como España estén vinculados al sedentarismo, al tipo de alimentación y al estrés, reflejo de los cambios acaecidos en el entorno en el que vivimos en sociedades cada vez más desiguales. El utópico eslogan de la OMS, Salud para TODOS en el año 2000, hacía exclamar a muchos hace una década un eslogan más realista, Salud para ALGUNOS en el año 2000. Me temo que éste último, después de algunos años, resulta más vigente, sobre todo cuando percibimos lo mucho que hay por recorrer en relación con la reducción de las desigualdades.

Por otra parte, tener cierto control sobre el contexto resulta absolutamente necesario en el horizonte de la salud y del bienestar. La educación para la salud, instigadora de procesos de enseñanza-aprendizaje de comportamientos saludables, es una tarea interdisciplinaria que requiere promover también el rediseño del entorno social y ambiental para facilitar estos procesos. Es por esto que la educación para la salud adquiere su auténtico desarrollo con la promoción de la salud y en donde intervienen médicos, enfermeros, veterinarios, farmacéuticos, trabajadores sociales, enseñantes, ingenieros, legisladores, empresarios y organizaciones sociales en general. Pero la contribución de todos los agentes sociales y sectores requiere también, cómo no, del papel orientador de la ciencia de la conducta que aporta criterios y principios de la investigación básica y aplicada, así como tecnología accesible para crear entornos saludables. Entornos en los que los comportamientos de riesgo tengan dificultad en desarrollarse y, por el contrario, los comportamientos saludables lo tengan más fácil. Para ello, el psicólogo de la salud ha de jugar un papel cada vez más relevante.

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