Bernardo Moreno Jiménez, Eva Garrosa
Hernández, Sandra Corso de Zúñiga, Mar Boada y Raquel
Rodríguez-Carvajal Universidad Autónoma de Madrid
El primer predictor del rendimiento laboral es el
diseño del trabajo. Hay tareas laborales fáciles de ejecutar, incluso aunque
tengan su dificultad interna, hay también tareas que resultan muy difíciles de
realizar por problemas de diseño, de medios, de condiciones y de organización
laboral. La predicción del rendimiento en el trabajo, de su calidad y
excelencia, de la motivación y energía puesta en el mismo, depende en gran
medida de las condiciones de trabajo, lo que incluye factores materiales,
psicosociales y organizacionales. Este es el marco básico de la calidad de la
tarea y su mejor predictor. En este contexto, el perfil de variables personales
del trabajador, su personalidad, es decisiva para hacer real lo que
previamente es posible. |

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Aunque el tema ha sido una constatación continuamente presente
en el funcionamiento de las organizaciones, recogida y sistematizada en la
práctica totalidad de los manuales de Psicología de las Organizaciones y de
Psicología del Trabajo, su extensión, amplitud y desarrollo se ha hecho más
patente merced a los desarrollos actuales de la Psicología Positiva aplicada
al trabajo (Bakker y Rodriguez-Muñoz, 2012; Rodríguez-Carvajal et al. 2010,
Salanova, 2008). La Psicología Positiva aplicada al trabajo ha remarcado y
reforzado la evidencia y el dato empírico que las personas, es decir los
trabajadores reales, son el mayor capital de las empresas (Näswal,
Hellgren y Sverke, 2008).
Los desarrollos de la Psicología Positiva aplicada al trabajo
han supuesto un desplazamiento explícito de los Programas de Investigación hacia
los aspectos del desarrollo, la excelencia, los estados de flujo y de
motivación, las organizaciones saludables, los estilos positivos de liderazgo,
el trabajo significativo y el bienestar subjetivo y psicológico en el trabajo
(Linley, Harrington y Garcea (2010). El cambio ha supuesto la consolidación de
planteamientos anteriores y el delineamiento de un horizonte de nuevas
perspectivas y desarrollos.
Un marco clásico de trabajo e investigación lo ha sido el
estudio del burnout o desgaste profesional, un proceso de
estrés crónico en las organizaciones derivado principalmente de la interacción
profesional y de los factores organizacionales del trabajo. Aunque puede afectar
a la práctica totalidad de las profesiones, sus efectos se notan principalmente
en las profesiones de servicios, núcleo y soporte de nuestra sociedad
democrática del bienestar. Un agravante del problema es que el deterioro
funcional laboral suele afectar a trabajadores altamente motivados inicialmente,
pero carentes de la información y preparación necesaria para afrontar los
problemas reales interpersonales de la práctica diaria. El peso de las
inevitables disfunciones laborales pesa sobre el funcionamiento de toda la
sociedad, de aquí la importancia del tema.
Aunque desde los primeros momentos de la investigación sobre el
desgaste profesional se puso énfasis en los factores organizacionales y
laborales, la constatación de la importancia de los perfiles personales
se hizo evidente desde el principio. La personalidad podía actuar como un
factor de vulnerabilidad o como un factor de resistencia ante el
estrés interpersonal y organizacional de la práctica profesional cotidiana. Los
datos parecen suficientemente conclusivos (Alarcón, Eschleman, Bowling, 2009;
Moreno-Jiménez, González y Garrosa-Hernández, 2001). La extensión del
planteamiento al aspecto contrapuesto del burnout, el
engagement en el trabajo, ha mostrado que el perfil de
personalidad es igualmente un claro predictor del compromiso del trabajador en
su tarea y dedicación (Garrosa, Moreno-Jiménez, Rodríguez-Muñoz y
Rodríguez-Carvajal, 2010; Xanthopoulou, Bakker, Demerouti y Schaufeli, 2007).
Desde estos planteamientos, se ha querido comprobar la
capacidad predictiva de dos modelos de variables positivas de personalidad en
dos muestras profesionales y culturales diferentes. Como modelos de personalidad
se optó por el de Personalidad Resistente (Kobasa, Maddi y Khan ,1982) y
el más reciente de Capital Psicológico (Luthans, Yousef y Avolio, 2007),
ambos centrados en variables positivas de personalidad. El primer modelo
presenta las variables de compromiso, control y reto como
constitutivas de la Personalidad Resistente, y el segundo modelo incluye las
variables de autoeficacia, esperanza, optimismo y
resiliencia. El supuesto compartido por ambos modelos es que valores
altos en estas variables suponen una mayor resistencia a los efectos negativos
del estrés y, desde la parte positiva, un mejor desempeño laboral.
El estudio se realizó en dos muestras, una española de
427 enfermeras y otra de 253 profesores peruanos. El diseño aplicado fue
paralelo. Como variables criterio se utilizaron el agotamiento como
variable central del desgaste profesional y el vigor como variable
más importante de engagement. Los resultados obtenidos en ambos
estudios muestran que las variables personales, en este caso las incluidas en
ambos modelos, son importantes para explicar las respuestas de agotamiento y
vigor en la conducta laboral.

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Sin la inclusión de estas variables el proceso parece quedar
insuficientemente explicado. En ambos estudios las variables personales
positivas intervienen significativamente en la explicación tanto del agotamiento
como del vigor. La variable de compromiso aparece con valor predictivo
significativo tanto para las dos muestras como para las dos variables
criterio. |
Los resultados de la investigación muestran igualmente la
importancia de los aspectos interactivos entre los estresores laborales,
especialmente el estrés de rol, y las variables personales positivas, lo
que confirma que el efecto de las variables personales se ejerce sobre el
contexto de las condiciones laborales. Otro dato que se extrae de la
investigación es que las variables personales positivas no actúan uniformemente
de forma lineal, mayor efecto a mayor valor, o con igual resultado en
condiciones diferentes, sino que su efecto depende de su valor y del contexto.
Así, por ejemplo, los datos sugieren que la variable control facilita el
buen funcionamiento en condiciones bajas de estrés pero no así en altas
condiciones de estrés.
La investigación efectuada aporta que la disminución del estrés
laboral depende en primer lugar de la modificación directa de los estresores
laborales pero que tales efectos son insuficientes si no se atiende a la
formación y desarrollo de las competencias personales de los trabajadores. En
este sentido, la formación laboral no debería restringirse al desarrollo
de competencias instrumentales o técnicas sino al desarrollo de competencias
personales positivas.
El artículo original se puede encontrar en
la revista Psicothema:
Moreno-Jiménez, B.; Garrosa, E.;
Corso, S.; Boada, M. y Rodríguez-Carvajal, R. (2012). Personalidad resistente y
capital psicológico: las variables personales positivas y los procesos de
agotamiento y vigor. Psicothema, 24 (1), 79-86.
Sobre los autores:

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Bernardo Moreno
Jiménez. Es doctor en psicología y catedrático del departamento de
Psicología Biológica y de la Salud de la Universidad Autónoma de Madrid.
Profesor de Psicología de la Personalidad y Salud laboral. Director del grupo
oficial de la UAM de investigación de Estrés y Salud, y miembro de la Sociedad
Española de Psicología Positiva: Bienestar y Desarrollo Humano.
Eva Garrosa
Hernández. Es doctora en psicología y
profesora titular del departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la
Universidad Autónoma de Madrid. Profesora de Psicología de la Personalidad,
Salud Laboral, y Género y Psicología. Miembro del grupo de investigación de
Estrés y Salud, del Instituto de Estudios Universitarios de la Mujer de la UAM y
de la Sociedad Española de
Psicología Positiva: Bienestar y Desarrollo Humano.
Sandra Corso de
Zúñiga. Es doctoranda de Psicología
Clínica y de la Salud de la Universidad Autónoma de Madrid, Máster en Terapia
Cognitivo Conductual y Psicóloga Educativa Especialista. Actualmente trabaja en
la aplicación de la psicología positiva en la gestión del cambio, tanto a nivel
personal como organizacional. Ha centrado sus trabajos de investigación en
docentes e instituciones educativas.
Mar Boada. Es licenciada en psicología, Máster en Psicología de la
Salud, investigadora y terapeuta individual y grupal, especialista en trauma y
problemas familiares y educativos infantiles.
Raquel
Rodríguez-Carvajal. Es doctora en
psicología, Máster en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad
Autónoma de Madrid y profesora del departamento de Psicología Biológica y de la
Salud impartiendo la asignatura de Psicología de la Personalidad en grado y las
asignaturas de Psicología Positiva, y Clínica laboral en el Posgrado Oficial de
Psicología de la Salud de la UAM. Miembro del grupo de investigación de Estrés y
Salud, y socio-fundador de la Sociedad Española de Psicología Positiva:
Bienestar y Desarrollo Humano. |
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