¿Es posible una respuesta de atención plena o mindfulness ante las experiencias psicóticas?
3 Ene 2020
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El mindfulness o entrenamiento en atención plena es una técnica basada en la meditación que ha sido incorporada a la denominada tercera ola de terapias de conducta y a la terapia cognitiva. A pesar de tener un origen vinculado a las tradiciones contemplativas orientales, la incorporación del mindfulness dentro de la Psicología ha sido más secular que mística. En su forma más habitual consiste en proporcionar instrucciones de focalización de la atención sobre una sensación corporal (habitualmente la respiración) mientras se adopta una actitud no valorativa de los pensamientos y emociones que surgen en ese momento, de forma que sean aceptados como experiencias transitorias. El mindfulness ha demostrado ser eficaz en ciertos problemas en los que los síntomas persisten a pesar del tratamiento dolor crónico, por ejemplo y en aquellos trastornos donde las condiciones que mantienen al síntoma son difíciles de cambiar. El objetivo, por tanto, consistiría en modificar la relación que la persona tiene con el síntoma o con una determinada experiencia psicológica, ya que sería dicha relación el origen del sufrimiento psicológico. | |||||||
Desarrollar cualidades de atención plena puede ser particularmente útil en el alivio del sufrimiento asociado a las experiencias psicóticas, en vez de centrarse exclusivamente en el control de las mismas, como las voces, imágenes e intrusiones paranoides. De acuerdo con datos del NICE (National Institute for Health and Care Excellence), en torno al 33% de las personas con diagnóstico de psicosis no responden al tratamiento y, en aquellos casos que sí lo hacen, la presencia de las experiencias psicóticas fluctúa. Es en este contexto donde se propone el uso del mindfulness, como herramienta terapéutica dentro del abordaje psicológico de la psicosis. No obstante, la aplicación de esta técnica exige cambiar la conceptualización habitual del llamado síntoma y pasar a considerarlo como un fenómeno que forma parte de la diversidad humana. En otras palabras, el síntoma pasa a poder ser analizado en términos funcionales y, por tanto, se puede intervenir sobre la relación que la persona establece con él. Una de las reacciones más habituales ante una experiencia psicótica (alucinaciones auditivas o visuales, paranoia, etc.) puede ser la resistencia de la persona frente a su contenido. No obstante, estos esfuerzos que son razonables en cualquier persona que quiera deshacerse de su malestar, suelen estar destinados al fracaso, ya que, habitualmente, esta lucha no la eliminará ni reducirá su intensidad. A largo plazo, la valoración que se hace sobre el contenido de la experiencia psicótica terminará sobrepasando los límites de ese fenómeno y extendiéndose al resto de aspectos de la persona. Así pues, una reacción basada en la lucha contra el contenido lleva paradójicamente al sufrimiento que se trataba de evitar. Es en este aspecto donde el mindfulness tiene su efecto terapéutico: cambiar la relación con los propios contenidos mentales. En la Figura 1 se muestra la diferencia entre una reacción habitual de lucha o resistencia, y una reacción basada en la atención plena o mindfulness.
El mindfulness enseña y entrena a la persona a observar la alucinación o el pensamiento paranoide sin reaccionar a su contenido, aceptándolo como algo que ocurre y que no le define como persona. Esto se consigue mediante una actitud abierta (aceptación) hacia cualquier contenido que pueda venir a la mente, observando cómo se desarrolla sin necesidad de reaccionar ante él, y potenciando el yo como contexto frente al yo como contenido. En tal caso, al igual que ocurriría con cualquier otra emoción o pensamiento, dicha experiencia psicótica podría terminar por rebajar su intensidad. ¿Debemos hacer algo de forma distinta cuando aplicamos mindfulness a personas con psicosis? Efectivamente, se requieren una serie de adaptaciones específicas para esta población que, de forma resumida, consistirían en lo siguiente: las sesiones deben durar alrededor de 10 minutos; los silencios prolongados durante la práctica deben ser evitados; el formato debe ser el propio de una terapia psicológica y no de un grupo de meditación; y es necesario que exista una estrecha relación terapéutica ya que la persona va a estar en contacto con contenidos mentales desagradables. Por otro lado, se recomienda el formato grupal, tanto por los aspectos reforzantes de compartir la práctica como por las ventajas de la discusión guiada al final de la misma, que permite que los participantes se asesoren y se apoyen mutuamente. ¿Es factible, por lo tanto, el entrenamiento en mindfulness para las personas que sufren con la presencia de sus experiencias psicóticas? De acuerdo con la evidencia empírica, el mindfulness es una herramienta segura y eficaz para incrementar el bienestar de las personas con psicosis (Louise, Fitzpatrick, Strauss, Rossell, y Thomas, 2018). Igualmente, se ha apuntado un ligero efecto reductor de los llamados síntomas psicóticos negativos, siendo por tanto una de las pocas intervenciones con efecto en esta dimensión. ¿Por qué, entonces, a pesar de la evidencia, sigue habiendo reticencias por parte de los profesionales a aplicar esta técnica? Las razones estarían vinculadas a falsas creencias como la idea de que la psicosis es inabordable desde la terapia psicológica o que centrarse en las experiencias psicóticas conllevará un incremento de éstas. En cualquier caso, la evidencia es favorable al uso del mindfulness. Así, cada vez son más numerosos tanto los ensayos clínicos que prueban su eficacia como los psicólogos que lo utilizan en su práctica profesional. Igualmente, la aplicación del mindfulness ha demostrado ser viable, segura y eficaz en dispositivos asistenciales públicos de nuestro país (López-Navarro et al., 2015). | |||||||
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