¿SON NECESARIOS LOS PSICÓLOGOS/AS EN LOS INSTITUTOS DE SECUNDARIA? – ENTREVISTA AL PRESIDENTE DE FEDADI (FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES DE DIRECTIVOS DE CENTROS EDUCATIVOS PÚBLICOS)

30 Ene 2007

Es frecuente encontrarnos en los medios de comunicación continuas referencias a la situación actual por la que atraviesa la educación secundaria en nuestro país. Algunas de las dificultades que manifiestan encontrar los docentes en los institutos hacen alusión a problemas de violencia y convivencia en el ámbito escolar, a trastornos de personalidad y del comportamiento de algunos de los alumnos, etc. En este sentido, un artículo aparecido recientemente en El País (22-01-07) se cuestionaba si pueden los docentes atender los trastornos de personalidad.

Haciéndose eco de esta problemática, Infocop Online ha querido entrevistar para sus lectores a José Antonio Martínez, actual Presidente de la Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Educativos Públicos de España (FEDADI), para obtener su punto de vista acerca del panorama actual por el que atraviesa la enseñanza secundaria en España. Martínez, entre otras cosas, aboga por la necesaria incorporación de un mayor número de psicólogos/as dentro de los equipos de profesionales en los institutos de secundaria.

José Antonio Martínez Sánchez es Catedrático de Matemáticas y Director del Instituto Pío Baroja de Madrid. Cuenta con 31 años de experiencia profesional en el ámbito educativo, de los cuales, 27 de ejercicio en cargos directivos: 5 como Jefe de Estudios y 22 como Director de Centro. Martínez ha sido miembro del Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid (2000-2002) y, desde junio de 2004, es miembro del Consejo Escolar del Estado y de su Comisión Permanente, por el grupo de personalidades de reconocido prestigio. También es Presidente de la Asociación de Directores de Instituto de la Comunidad de Madrid (ADIMAD) y de la Federación de Asociaciones de directivos de centros educativos públicos (FEDADI).

 

José Antonio Martínez

ENTREVISTA

Partiendo de la dilatada experiencia con la que usted cuenta en el ámbito educativo, ¿cuáles son los principales problemas conductuales y de convivencia a los que actualmente se enfrenta el personal docente en los institutos de secundaria?

Los problemas derivan de las diferentes tipologías de comportamiento de determinados alumnos. Así, nos encontramos con conductas de rechazo al aprendizaje (llegan tarde a clase, sin materiales, no participan, no hacen los trabajos, etc.); conductas de trato inadecuado, derivadas de una incapacidad para relacionarse adecuadamente, aún sin intención de molestar; conductas disruptivas (ocasionan molestias, interrumpen la clase, cuestionan la autoridad del profesorado, etc.); y finalmente, conductas agresivas, fundamentalmente el acoso escolar, que aún no siendo cuantitativamente muy relevantes, ocasionan efectos devastadores al agredido.

Finalmente, señalaría un nuevo fenómeno que está afectado a algunos centros: la presencia de bandas juveniles organizadas -tipo latin´s, ñetas, etc.- que han ocasionado verdaderos conflictos en la convivencia, y una enorme frustración por la escasa respuesta que desde las instituciones se ha dado cuando desde los centros la hemos demandado.

Desde su punto de vista, ¿cuáles son las causas principales de estos problemas?

Las causas son, a mi juicio, muy diversas. Mientras que las conductas de rechazo al aprendizaje suelen ser producto de una deficiente o tardía atención ante problemas tempranos de aprendizaje, en las conductas disruptivas intervienen, además, otros factores, tales como los modelos sociales imperantes insistentemente reiterados desde los medios de comunicación, el ambiente familiar excesivamente permisivo y sin límites, etc.

 

En los casos de acoso escolar las causas son casi todas ajenas al entorno educativo y habría que buscarlas en el entorno familiar y personal del o de los agresores, sin olvidar que la sociedad no se caracteriza por impulsar patrones de comportamiento tolerantes, dialogantes y no violentos. Los centros educativos no son islas sino que están inmersos en una determinada sociedad y no podemos obviar que en ellos se reflejan los problemas de la misma.

Dicho esto, considero que la respuesta de la institución escolar puede y debe ser otra en determinados casos. No podemos esperar a que las deficiencias sean tales que haga de estos problemas algo insalvable: hay que generalizar la atención temprana e individualizada.

Por otra parte, establecer planteamientos tales como que «todos los alumnos deben hacer lo mismo» es un grave error. Otra cosa es que todos deban adquirir unas capacidades básicas. De ahí que siempre señalemos que la atención a la diversidad de los alumnos es un factor decisivo.

En los casos de acoso escolar, la respuesta de la institución es, siendo un asunto importante, mucho más limitada y, sin duda, se precisa la actuación de otros profesionales. Por esta razón, postulamos la necesidad de esos nuevos perfiles profesionales para que la respuesta de los centros sea mínimamente adecuada a lo que se nos demanda. No puede recaer en el profesorado toda la responsabilidad.

Además, el tema de las coordinaciones o acometer actuaciones con agentes externos al centro es decisivo para erradicar esta situación: servicios sociales municipales, educativos, culturales, agentes tutores, etc… me parecen imprescindibles, ya que hay situaciones en las que actuar sólo desde el centro no sirve para mucho.

Hoy en día se habla mucho de los Planes de Convivencia y de otras medidas para hacer frente a estos problemas a los que hace alusión, instándose a las autoridades y familias a tomar cartas en el asunto. ¿De qué manera pueden contribuir los psicólogos y psicólogas a paliar esta situación?, ¿qué cabida tienen los psicólogos/as en los equipos de profesionales de los institutos?

Yo no creo que la incorporación de estos profesionales deba hacerse únicamente por las cuestiones que me pregunta, aunque también. Diariamente nos encontramos con alumnos susceptibles de ser atendidos por profesionales cualificados, alumnos a los que hay que realizar diagnósticos, jóvenes a los que hay que hacer un seguimiento personalizado, etc. Aquí la labor de un psicólogo o psicóloga escolar nos parece imprescindible, no sólo para el alumno o alumna, sino para que el equipo de profesores pueda adoptar decisiones correctas (o al menos no contraproducentes) que favorezcan los procesos de maduración personal y de aprendizaje.

Por eso somos partidarios de la incorporación de este tipo de profesionales-como uno más en los equipos-, aunque con funciones distintas. No creemos en los equipos actuando desde fuera de los centros. En todos los centros debería haber un profesional de la Psicología. Resulta, cuando menos escandaloso, encontrarnos alumnos que se incorporan a los institutos, chicos con seis, siete u ocho años de escolaridad, que presentan serias necesidades educativas especiales y nunca han sido diagnosticados. A mí me parece que estas situaciones ponen en tela de juicio la funcionalidad de los «equipos externos».

 

Además, y con cada vez mayor frecuencia, estamos tratando alumnado con necesidades de atención psicológica, niños/as que, sin ser merecedores/as de un diagnóstico que implique alguna/s necesidad/es educativa/s especial/es, sí que presentan trastornos de personalidad o de conducta. Sin un tratamiento adecuado, estamos condenando a este alumnado -cuanto menos- a la marginación dentro del sistema educativo. Recuérdese que actualmente en los institutos estamos recibiendo a «todos» los alumnos, y a la edad de doce años. En los centros de secundaria va a producirse el paso de la infancia a la adolescencia, con todo lo que ello conlleva, a lo que hay que unir la diversidad de intereses y situaciones.

Algunas de las propuestas realizadas por los directores de institutos de secundaria, como ya ha comentado, recogen la necesidad de ampliar las plantillas de profesionales en los centros (psicólogos, educadores, trabajadores sociales, etc.). ¿Considera que el sistema educativo cuenta con un número adecuado de psicólogos para atender a estos alumnos? De no ser así, ¿qué medidas se podrían establecer y qué cauces se podrían abrir para favorecer esta incorporación?

La incorporación de los psicólogos y psicólogas al sistema educativo es muy reciente. En principio, fue a través de equipos externos y posteriormente en los Departamentos de Orientación, pero un orientador no necesariamente es un psicólogo escolar. Y digo «psicólogo escolar» porque, al igual que se quiere demandar una formación de postgrado para ser profesor, debería hacerse lo mismo para cualquier profesional que quiera trabajar en el ámbito educativo.

En algunas comunidades autónomas incluso hay dos orientadores en los institutos, pero esto sigue sin garantizar la atención psicológica del alumnado. Por el contrario, en los colegios de infantil y primaria esta atención se sigue haciendo con equipos externos. Parece que la primaria es la «etapa feliz» en la que no hay problemas, cuando todos sabemos que la atención temprana es la única garantía de éxito.

Además, los Departamentos de Orientación de los institutos se han convertido en una especie de cajón de sastre en el que se incluyen todos los profesores no adscritos a los departamentos didácticos: integración, diversificación, compensatoria, aulas de acogida, etc. No es infrecuente encontrar departamentos de orientación con doce, quince o más profesores. Aquí, a mi juicio, se ha producido una disfunción importante y que merece una seria reflexión. No se pueden destinar los recursos a mantener esa organización -a menudo insostenible-, y a tareas muchas veces burocráticas. Hemos reivindicado y reivindicamos profesionales para atender y ayudar a los alumnos, y apoyar la labor del profesorado, no para eso.

En consecuencia, y a pesar de los avances, estimamos que para dar respuesta a las cada vez mayores demandas que se hacen a la Escuela, ésta necesita el concurso de otros profesionales, y sin duda la presencia de psicólogos/as escolares en todos los centros sería una contribución valiosa.

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