Análisis del consumo de cannabis en España: descenso entre los adolescentes, nuevas formas de uso y carga asistencial creciente
29 Sep 2025

El consumo de cannabis entre los y las adolescentes en España ha experimentado una reducción sostenida en las dos últimas décadas. Esta tendencia descendente podría estar señalando un cambio en los patrones de conducta y en la percepción del riesgo entre la juventud, posiblemente vinculada a campañas de prevención, cambios en el entorno social y una mayor concienciación sobre los efectos adversos del cannabis.

Esta es una de las principales conclusiones recogidas en la «Monografía sobre Cannabis 2025: Consumo y Consecuencias», elaborada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, del Ministerio de Sanidad (DGPNSD), cuyo objetivo es ofrecer una visión técnica, sistematizada y actualizada sobre la situación del consumo de esta sustancia psicoactiva en nuestro país, sus consecuencias sobre la salud mental y física, el comportamiento social, los servicios asistenciales y la seguridad pública.

A partir de una recopilación exhaustiva de fuentes oficiales –incluidas las encuestas ESTUDES, EDADES y ESDIP, el sistema SEIDA, el RAE-CMBD, análisis de aguas residuales y datos toxicológicos forenses–, el informe desarrolla ocho grandes bloques temáticos, en los que se analiza la evolución del consumo, sus efectos psicoactivos y cognitivos, los daños físicos, psicológicos y sociales asociados, la vinculación con trastornos mentales, las hospitalizaciones, la siniestralidad vial, la mortalidad y los marcos normativos.

Foto: freepik. Diseño: freepik. Fecha: 22/07/25
Impacto del cannabis sobre la salud mental y física

El cannabis contiene más de un centenar de cannabinoides, siendo el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) el principal responsable de sus efectos psicoactivos. Según indica la monografía, el consumo de cannabis «puede producir efectos adversos a nivel del sistema nervioso central como déficits en la memoria, la atención, la percepción, la concentración, ansiedad, disforia, síntomas paranoides y/o pánico, esquizofrenia». Afecta también a zonas del cerebro que controlan el movimiento, el equilibrio y la coordinación. El deterioro cognitivo es una preocupación central del documento, haciendo referencia a estudios que muestran la reducción del volumen del hipocampo, alteraciones en la atención sostenida, disminución del rendimiento ejecutivo y pérdida de memoria verbal.

Se subraya que el consumo frecuente y de elevada potencia se ha asociado a un mayor riesgo de aparición de síntomas psicóticos, incluidos episodios agudos de psicosis, así como a la exacerbación de cuadros esquizofrénicos en personas vulnerables. Estos efectos se ven potenciados por la alta concentración de THC que presentan los productos actuales: en 2023, la media de THC fue del 29% en hachís y del 12,6% en marihuana.

Los efectos psicológicos y emocionales del cannabis incluyen la aparición de ansiedad y disforia, así como sensaciones de miedo o pánico. Estos síntomas, cuando se cronifican, pueden formar parte de trastornos afectivos como la depresión. Asimismo, el informe recoge alteraciones del sueño como el insomnio, especialmente entre quienes consumen cannabis de forma regular o en dosis elevadas.

Además, el consumo de cannabis puede provocar una amplia variedad de consecuencias físicas. Entre ellas, se señalan alteraciones cardiovasculares como hipotensión ortostática, taquicardia, hipertensión y arritmias, así como un posible aumento del riesgo de accidente cerebrovascular. En el ámbito respiratorio, se han descrito casos de bronquitis crónica, tos persistente, sibilancias y síntomas compatibles con asma, especialmente entre consumidores que inhalan la sustancia. También se han observado efectos sobre la salud reproductiva, incluyendo alteraciones hormonales, disminución de la fertilidad y posibles riesgos durante la gestación, como parto prematuro y bajo peso neonatal.

El informe advierte también sobre los efectos nocivos de la exposición pasiva al cannabis, especialmente en menores que conviven con personas consumidoras. Esta exposición puede tener consecuencias perjudiciales en el desarrollo neurológico y emocional de niños/as y adolescentes.

Trastorno por consumo de cannabis

La Monografía sobre Cannabis 2025 identifica el trastorno por consumo de cannabis como una entidad clínica con características propias. Se define por un patrón de uso problemático que incluye pérdida de control, deseo persistente de consumir, aparición de tolerancia, síndrome de abstinencia y consecuencias negativas en la vida personal, académica, social o laboral. La dependencia puede ser tanto física como psicológica.

Este trastorno se encuentra recogido en los principales manuales diagnósticos y representa una forma de adicción con implicaciones psicológicas y sociales y sanitarias relevantes. Entre los y las menores de 18 años que inician tratamiento por consumo de sustancias ilegales, el 93,5% lo hace por cannabis, lo que lo convierte en la principal causa de demanda asistencial en esa franja de edad.

El perfil más habitual de personas que inician tratamiento por consumo de cannabis corresponde a varones jóvenes, con baja cualificación académica, desempleados o con empleos precarios. En muchos casos, el inicio del consumo se produjo en la adolescencia, y con el tiempo derivó en un patrón de uso problemático o en dependencia. Este perfil aparece repetidamente tanto en los datos del sistema SEIDA como en los registros de urgencias hospitalarias y hospitalización.

Descenso entre los/as adolescentes y situación en la población general

Además del descenso del 40% en el consumo reciente entre los adolescentes, el informe señala que el 26,9% del alumnado de secundaria afirma haber consumido cannabis alguna vez en la vida, y el 17,8% en los últimos 12 meses. El consumo diario en este grupo es del 2%.

En 2004, el 25% de los/as estudiantes de secundaria de entre 14 y 18 años declaró haber consumido cannabis en los últimos treinta días. En 2023, ese porcentaje se ha reducido al 15%, lo que supone una disminución del 40% en términos relativos. Esta evolución podría estar señalando una transformación en los patrones de conducta y en la percepción del riesgo entre la juventud, posiblemente vinculada a campañas de prevención, cambios en el entorno social y una mayor concienciación sobre los efectos adversos del cannabis.

La mayoría de los/as consumidores juveniles lo hace en forma de hachís (30,2%) y lo mezcla con tabaco (75,7%), aunque aumenta el uso sin tabaco.

El informe recoge también las consecuencias del consumo de cannabis en el ámbito académico. Los y las estudiantes que consumen cannabis presentan tasas más altas de suspensos, episodios de absentismo y expulsiones escolares. Se ha documentado, además, un impacto negativo en la capacidad de concentración y en el rendimiento general, lo que puede condicionar de forma significativa su trayectoria educativa.

Entre la población general de 15 a 64 años, el cannabis es la droga ilegal con mayor prevalencia. El 38,3% lo ha consumido alguna vez en la vida, el 10,5% en el último año, el 7,1% en el último mes y el 2,5% lo hace de forma diaria. Su consumo es más común entre varones y en edades comprendidas entre los 15 y los 34 años. Por comunidades autónomas, destacan Extremadura, Canarias y Aragón con tasas superiores al 15%.

Factores psicológicos y sociales y desigualdades laborales

La monografía analiza los determinantes psicológicos y sociales del consumo. Destaca que el desempleo se asocia a tasas significativamente más altas de consumo, incluso tras controlar por edad y sexo. Los sectores laborales con mayor prevalencia son los trabajos manuales y el ámbito de la restauración, mientras que las ocupaciones con menor consumo corresponden a personal administrativo y directivos.

A nivel académico, los estudiantes consumidores registran mayores tasas de suspensos, absentismo, expulsiones y dificultades de concentración. Estos efectos comportamentales inciden en el desarrollo educativo y profesional a largo plazo.

Consumo en centros penitenciarios

En los centros penitenciarios, el cannabis es también la droga ilegal más consumida. En 2022, el 11,2% de las personas privadas de libertad declaró haberlo consumido en los últimos 30 días dentro de prisión. La prevalencia es mayor entre los hombres (11,6%) y en los menores de 25 años (23,8%).

En cuanto al contexto laboral, el consumo de cannabis es más frecuente entre personas desempleadas, incluso tras controlar por edad y sexo. Entre la población ocupada, las tasas más elevadas se observan en trabajadores manuales, especialmente en sectores como la restauración. Por el contrario, el consumo es menos común entre personas con estudios superiores, en puestos administrativos o en cargos directivos. Estas diferencias reflejan desigualdades estructurales y condiciones psicosociales diferenciadas que deben tenerse en cuenta en las estrategias de prevención.

Carga asistencial: hospitalizaciones, urgencias y tratamientos

El impacto del cannabis en el sistema sanitario es creciente. En 2022, el 46,2% de los episodios de urgencias hospitalarias por consumo de sustancias psicoactivas fueron por consumo de cannabis, siendo responsable del 27,4% de las admisiones a tratamiento por drogodependencias en ese mismo año.

Esta sustancia ocupa el segundo lugar en frecuencia en las urgencias, solo por detrás de la cocaína. Los principales motivos de atención en estos episodios relacionados con el cannabis incluyen ansiedad, agitación psicomotriz, alucinaciones, vómitos, alteraciones de la conciencia y, en casos graves, psicosis aguda. El informe destaca que estos episodios afectan principalmente a varones jóvenes y que, en muchos casos, el consumo no es exclusivo, sino parte de un patrón de policonsumo.

En 2023 se registraron 2.152 hospitalizaciones con diagnóstico principal de trastorno mental y del comportamiento debido al consumo de cannabis, según el registro de altas hospitalarias (RAE-CMBD). Esta cifra representa un aumento respecto a años anteriores, siguiendo una tendencia al alza desde 2016. Del total de ingresos, 1.493 correspondieron a hombres y 659 a mujeres. Los grupos de edad más afectados fueron los de 20 a 24 años y 15 a 19 años. Entre los diagnósticos principales figuran intoxicación aguda, dependencia, síndrome de abstinencia y trastorno psicótico inducido por cannabis.

Mortalidad, policonsumo y sustancias combinadas

El cannabis estuvo presente en el 23% de las muertes por reacción aguda tras consumo de sustancias psicoactivas registradas en 2022. En 14 casos, fue la única sustancia detectada. En el resto, se observó policonsumo con hipnosedantes (68,1%), opioides (59,0%), cocaína (58,5%) y alcohol (27,9%). Esta combinación de sustancias eleva el riesgo de muerte, especialmente cuando se suma el consumo de hipnosedantes.

Conducción y siniestralidad vial

La detección de cannabis en conductores fallecidos en accidentes de tráfico ha disminuido desde 2019, pero sigue siendo significativa. En 2023, el 39,3% de estos conductores dieron positivo en esta sustancia, siendo la segunda droga más detectada tras la cocaína. En menores de 35 años, el cannabis fue la droga más frecuentemente hallada en los análisis toxicológicos. Esta situación plantea un reto para la seguridad vial y refuerza la necesidad de campañas específicas de concienciación y control.

Nuevas formas de consumo y aumento de la potencia

El documento advierte del incremento en la potencia del cannabis: en 2023, las muestras de resina (hachís) tenían un 29% de THC de media, y las de hierba, un 12,6%. Esta elevada concentración potencia los riesgos de aparición de trastornos mentales, deterioro cognitivo y dependencia.

El informe señala la creciente diversificación en las formas de consumo, más allá del hachís o la marihuana fumada. Se detecta un incremento de preparados comestibles, extractos concentrados, aceites, e-líquidos para vapeo, tinturas y productos cosméticos. Asimismo, se advierte de la aparición de cannabinoides sintéticos con potencias muy superiores al THC natural, cuya rápida proliferación y elevada variabilidad química dificultan tanto su control como la evaluación de sus riesgos para la salud.

Además, se detectan nuevas formas de consumo como comestibles, e-líquidos y cannabinoides sintéticos, cuya gran variabilidad química y rápida proliferación dificultan su control y aumentan su peligrosidad.

Marco legal y referencias internacionales

La monografía dedica también un apartado al contexto normativo y a las referencias internacionales sobre cannabis. Se hace mención expresa a la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 y a su actualización en 2020, por la que la ONU retiró el cannabis de la lista de sustancias sin valor terapéutico. No obstante, continúa clasificado como droga con potencial de abuso y con posibles efectos negativos. Asimismo, se resumen las distintas legislaciones europeas y se destaca que, en España, el consumo y la posesión de cannabis no constituyen delito si no hay ánimo de tráfico, pero sí pueden conllevar sanción administrativa.

Conclusión

Aunque no se ofrecen estimaciones económicas detalladas, el informe subraya que el consumo de cannabis conlleva importantes costes sociales y económicos. Estos incluyen gastos sanitarios directos por hospitalizaciones y atención en urgencias, así como costes indirectos derivados de la pérdida de productividad laboral, el ausentismo, los accidentes de tráfico y los problemas escolares.

La Monografía sobre Cannabis 2025 subraya la necesidad de una respuesta integral e intersectorial que combine vigilancia epidemiológica, prevención basada en evidencia, y refuerzo de las políticas públicas en salud y educación. Esta respuesta debe contemplar los efectos del cannabis sobre la salud mental, emocional y cognitiva, su impacto en el comportamiento individual y colectivo, y la carga que representa para los servicios asistenciales y la seguridad pública.

Entre las recomendaciones, figuran el fortalecimiento de la prevención desde edades tempranas, la promoción de hábitos saludables, la capacitación de profesionales, la reducción de riesgos, la mejora del acceso a tratamiento, el seguimiento del impacto social y sanitario del consumo y la adaptación de los marcos normativos a la evolución del problema.

Se puede acceder al informe completo desde la página web de la DGPNSD o bien directamente aquí:

Cannabis 2025: consumo y consecuencias

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