El pasado 8 de marzo de 2012, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, anunció la puesta en marcha, por primera vez, de una Estrategia para el Abordaje de los Pacientes Crónicos. Esta estrategia pretende «mejorar el tratamiento de las condiciones de salud crónicas, integrando la prevención en todos sus ámbitos y promoviendo la continuidad asistencial, al mismo tiempo que se da respuesta a las necesidades sociosanitarias de los pacientes«, tal y como ha explicado Ana Mato en su intervención en el IV Congreso Nacional de Atención Sanitaria al Paciente Crónico, en Alicante. |
Ana Mato, según aparece recogido en la nota de prensa difundida por el Ministerio de Sanidad, ha subrayado la carencia que presenta nuestro sistema sanitario público para proporcionar un apoyo adecuado a los enfermos crónicos. La necesidad de tratar este problema resulta de interés prioritario, dado el creciente envejecimiento de la problación y el aumento de la prevalencia de problemas de salud crónicos, con el consiguiente gasto farmacéutico que generan.
La Estrategia para el Abordaje de los Pacientes Crónicos, según ha detallado Ana Mato, se apoyará en 4 pilares básicos: prevención (actuando sobre los principales factores de riesgo, esto es, consumo de tabaco, alcohol y dieta inadecuada), la promoción del paciente como centro del sistema (impulsando su autonomía y capacitación y la de sus familiares mediante la creación de una Red de Escuelas de Pacientes), la integración de la Atención Primaria y hospitalaria para garantizar la continuidad asistencial y, finalmente, la capacitación de los profesionales médicos.
Atendiendo a los datos proprocionados por el Ministerio, actualmente se estima que en España alrededor de 20 millones de personas sufren algún tipo de enfermedad crónica, entre las que se encuentran el cáncer, los trastornos cardiovasculares, la diabetes, las enfermedades respiratorias y los trastornos mentales.
La iniciativa adoptada por el Ministerio de Sanidad viene a dar respuesta a las advertencias que, desde hace más de un año, llevan anunciando instituciones internacionales como la OMS o la ONU, sobre la necesidad urgente de impulsar medidas de prevención y manejo de las enfermedades crónicas, cuya prevalencia está alcanzando las dimensiones de una epidemia (más información sobre la OMS aquí
y sobre la ONU aquí).En el último informe elaborado por el World Economic Forum se estimó que, de no afrontarse este problema, estas enfermedades crónicas supondrán un coste acumulado mundial de 47 billones de dólares durante el periodo comprendido entre el año 2011 y el 2030. En ese mismo documento, los expertos advirtieron que los trastornos mentales, «paradójicamente olvidados de manera frecuente de las listas sobre enfermedades crónicas», ocupan el primer puesto de la carga económica derivada de este conjunto de dolencias, superando con creces el gasto asociado a las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades respiratorias crónicas, el cáncer o la diabetes (ver aquí
). Si se tiene en cuenta, además, que las personas con trastorno mental presentan una probabilidad mayor para desarrollar a su vez este otro tipo de patologías crónicas, el coste verdadero y la importancia estratégica de considerar los trastornos mentales es todavía superior.Atendiendo a estos informes, el diseño de una adecuada Estrategia para el Abordaje de los Pacientes Crónicos debería incluir a los trastornos mentales, así como al papel crucial que juegan los profesionales de la psicología en este ámbito. La prevención de enfermedades y la promoción de hábitos de vida saludables, consituyen el campo de actuación principal de la psicología de la salud. La psicólogos, como expertos en el estudio de los factores de riesgo y de protección, así como en la modificación de hábitos de conducta, están realizado valiosas contribuciones en este campo, como, por ejemplo, elaboración de manuales y protocolos de intervención para abandonar el consumo de tabaco, diseño de programas de educación para la salud con el fin de promocionar la práctica del ejercicio físico y una alimentación adecuada entre los escolares o programas de intervención para la hipertensión esencial, entre otros.
Fuente: