El impacto social y económico de los problemas de salud mental en Inglaterra asciende a más de 300.000 millones de libras anuales. Esta cifra descomunal —el doble del presupuesto del SNS británico— revela que los costes de los problemas de salud mental no se concentran únicamente en el sistema sanitario, sino que se extienden a todos los ámbitos de la sociedad: desde las empresas hasta los hogares, desde la productividad laboral hasta la calidad de vida individual.
Conscientes de esta realidad y de la creciente presión sobre los servicios de salud mental -tanto en Inglaterra como en otros sistemas sanitarios europeos-, el Centre for Mental Health ha publicado el informe Investment Priorities for Mental Health 2025, un documento encargado por la Red de Salud Mental de la NHS Confederation, a través del cual se recogen seis áreas prioritarias de inversión que, basadas en la evidencia científica, no solo contribuirían a mejorar el estado de la salud mental de la población, sino que también supondrían un uso inteligente y coste-eficaz de los fondos públicos.
El informe tiene como objetivo apoyar la elaboración del próximo plan decenal de salud y la revisión del gasto público de Reino Unido, proponiendo medidas que permitan reducir las desigualdades entre la salud mental y la salud física, garantizar intervenciones tempranas y accesibles, mejorar el bienestar general y fortalecer la productividad nacional.

Un panorama alarmante: prevalencia, desigualdad y sufrimiento
De acuerdo con el informe, la situación de la salud mental en Inglaterra es crítica: una de cada cuatro personas adultas experimenta al menos un problema de salud mental diagnosticable cada año. Los problemas de salud mental comunes, como la ansiedad y la depresión, son altamente prevalentes, mientras que los trastornos más graves, como la psicosis, afectan a un número creciente de personas con consecuencias profundas sobre su funcionalidad, su bienestar y su inclusión social y laboral.
En el caso de niños, niñas y adolescentes, la situación es aún más preocupante: el 20,3% de los y las menores de entre 8 y 16 años, el 23,3% de los jóvenes de 17 a 19 y el 21,7% de los jóvenes de entre 20 y 25 presentan algún problema de salud mental. Los trastornos de alimentación afectan al 12,5% de los y las jóvenes de 17 a 19 años, con tasas cuatro veces mayores en mujeres (20,8%) que en hombres (5,1%).
Los efectos sociales también son devastadores: los/as menores con problemas de salud mental tienen cinco veces más probabilidades de haber sido acosados/as físicamente (36,9%) y son más propensos/as a sufrir acoso online. Además, los niños y las niñas de familias en situación de vulnerabilidad, con dificultades económicas, presentan tasas más elevadas de exclusión de actividades educativas y recreativas.
El coste oculto de la salud mental
En términos financieros, los datos son demoledores: el coste total de los problemas de salud mental en Inglaterra en 2022 fue de 300.350 millones de libras, desglosado así:
- Costes económicos: 110.000 millones, derivados del absentismo laboral, presentismo, rotación de personal, inactividad económica y pérdida de productividad.
- Humanos: 130.000 millones en forma de pérdida de calidad de vida y mortalidad prematura.
- Costes en salud y cuidados: 60.000 millones, incluyendo 13.600 millones en servicios especializados del NHS, 1.900 millones en atención primaria, y más de 39.700 millones en cuidados informales a personas con problemas mentales por parte de familiares o amigos.
De esta factura, 175.000 millones recaen sobre las personas afectadas y sus familias, 101.000 millones sobre el sector empresarial, y 25.000 millones sobre el Estado. Las pérdidas se traducen no solo en términos monetarios, sino también en una reducción del bienestar, baja satisfacción laboral, exclusión del ámbito del trabajo, y un daño estructural a la cohesión social.
Seis prioridades estratégicas: rentabilidad, impacto y prevención
El informe identifica seis áreas prioritarias de inversión que, basadas en intervenciones coste-eficaces, podrían revertir esta tendencia y generar beneficios sostenibles para la salud mental individual y colectiva:
1. Fortalecer la atención a la salud mental perinatal
Aproximadamente, el 25,8% de las mujeres experimentan un problema de salud mental perinatal, incluyendo problemas de salud mental materna como ansiedad, depresión, psicosis, trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno por estrés postraumático. El 70% de estas mujeres no revela sus síntomas, y el suicidio sigue siendo una de las principales causas de muerte en el primer año tras el parto.
Las consecuencias afectan también al desarrollo emocional, comportamental y físico del niño o la niña: bajo peso al nacer, problemas de apego, dificultades cognitivas y trastornos de conductapersistentes.
El coste estimado de no tratar estos trastornos es de 8.100 millones por cohorte anual de nacimientos. Sin embargo, invertir en la capacitación de los/as profesionales de salud y matronas para detectar y tratar precozmente estos problemas podría generar un beneficio neto de 490 millones en diez años, con importantes ganancias en calidad de vida y ahorros para el sistema.
2. Programas parentales basados en la evidencia para abordar los trastornos de conducta
Los trastornos disruptivos de la conducta o el trastorno disocial afectan al 4,6% de los y las menores de 5 a 19 años. Se relacionan con fracaso escolar, criminalidad, trastornos mentales en la adultez, pobreza y dependencia de drogas y alcohol.
El coste del crimen asociado a estos trastornos de conducta se estima en 22.500 millones de libras anuales. Programas como Triple P o Incredible Years han demostrado reducir significativamente estos riesgos. En particular, Incredible Years ha evidenciado ser eficaz en niños/as con sintomatología severa y en familias en situación de vulnerabilidad, con ahorros estimados de hasta 8.400 libras por niño en 20 años, superando ampliamente el coste de su implementación (2.414 libras por persona).
3. Hubs de apoyo temprano para jóvenes
Dado que el 75% de los trastornos mentales se desarrolla antes de los 24 años, el despliegue de hubs de apoyo temprano es crucial. Estos centros ofrecen atención accesible sin necesidad de derivación formal, incluyendo apoyo psicológico, terapias breves y asesoramiento sobre salud sexual, drogas, alcohol y empleo.
Según el informe, en la actualidad existen 70 centros de esta índole en Inglaterra. Se propone ampliar esta red a 153 hubs, con un coste anual estimado de entre 169 y 210 millones de libras y un coste inicial de implantación de hasta 1,46 millones por centro. Estos servicios se complementan con la expansión de los equipos de apoyo a la salud mental en escuelas, ya presentes en 8.500 centros educativos y que atienden al 44% del alumnado/a, especialmente, en casos de problemas comunes de salud mental como la depresión o la ansiedad.
4. Reforzar el programa NHS Talking Therapies: acceso a tratamientos eficaces
Creado en 2008 bajo en nombre de Improving Access to Psychological Therapies (IAPT), este programa ofrece terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual (TCC) y el counseling para personas con problemas de salud mental comunes. En 2023/24 recibió 1,83 millones de derivaciones -más del doble que una década atrás-, lo que, para los autores del informe «refleja una necesidad creciente de intervenciones psicológicas eficaces».
Sin embargo, a pesar de su impacto positivo, persisten importantes limitaciones: solo accedieron al programa 1,2 millones de personas, lejos del objetivo de alcanzar el 25% de quienes presentan problemas de salud mental comunes (unas 1,7 millones de personas). Además, determinados grupos siguen estando subrepresentados: personas mayores, comunidades racializadas y personas con necesidades complejas o graves.
El informe propone crear un servicio paralelo para personas con trastornos de salud mental graves -como esquizofrenia, adicciones o trastornos de personalidad-, con profesionales de la salud mental especializados, estimándose que sería rentable desde el segundo año, con beneficios en salud y empleabilidad. También se sugiere integrar terapias digitales con aplicaciones y plataformas online, para ampliar el acceso y reducir la carga asistencial, con un potencial de ahorro de hasta 5.000 horas de terapeuta por 1.000 pacientes con PTSD, 2.500 horas por ansiedad social, y 600 por depresión. Si bien se espera que estas tecnologías ahorren miles de horas de atención presencial, el informe recuerda que deben implementarse sin sustituir las terapias cara a cara, para no aumentar las desigualdades por exclusión digital.
5. Inserción laboral mediante Individual Placement and Support (IPS)
La exclusión del ámbito laboral y la inseguridad en el trabajo, afectan gravemente a la salud mental. El modelo Individual Placement and Support (IPS) (Colocación y apoyo individual) ha demostrado ser coste-eficaz para personas con problemas de salud mental severos, incluyendo también a personas con autismo, y a personas con dependencia de drogas y alcohol.
Con un coste de implementación nacional de 67 millones anuales, este modelo ofrece apoyo individualizado, búsqueda activa de empleo y seguimiento continuo, y supera ampliamente en eficacia y rentabilidad a los enfoques tradicionales. Los beneficios se incrementarían a largo plazo, algo que, para los autores de este informe, justifica su expansión nacional.
6. Alternativas a la hospitalización en crisis de salud mental
Las crisis psiquiátricas están saturando los servicios de urgencias. Las personas con problemas de salud mental tienen el doble de probabilidad de pasar más de 12 horas en los servicios de urgencias hospitalarias. En 2022, los menores en crisis acumularon 900.000 horas de espera en urgencias. Además, persisten las hospitalizaciones fuera del área local, con 805 casos registrados en marzo de 2024.
Las alternativas —como casas de crisis, refugios seguros, opciones de hospitalización domiciliaria o centros vecinales integrados— son más eficaces: una estancia alternativa cuesta 3.832 libras, frente a 9.850 en un hospital convencional, y logra mejores resultados clínicos por unidad de coste.
Consideraciones adicionales: envejecimiento, exclusión digital y personal laboral
El informe también señala áreas que requieren atención estratégica:
- La soledad en mayores de 65 años afecta a uno de cada diez, y hasta un 75% reporta síntomas de ansiedad o bajo estado de ánimo. Las intervenciones comunitarias, como actividades grupales, han demostrado ser coste-eficaces en la mejora del bienestar y la reducción de síntomas.
- El uso de tecnologías digitales para ofrecer terapias psicológicas debe acompañarse de estrategias contra la exclusión digital, especialmente en poblaciones vulnerables.
- Reforzar el personal laboral de salud mental es urgente: en 2024, el 9,5% de las vacantes del NHS en salud mental estaban sin cubrir, y hay una creciente desproporción entre personal junior y senior. Además de ampliar los recursos, se requiere garantizar el bienestar y la satisfacción laboral de estos/as trabajadores/as para evitar la enfermedad y el absentismo, y asegurar así una atención de calidad.
Conclusión: invertir en salud mental, invertir con sentido. Una hoja de ruta también válida para España
Los datos son concluyentes: no invertir en salud mental es mucho más caro que hacerlo. Cada libra invertida en intervenciones coste-eficaces genera retornos en forma de bienestar, productividad, ahorro sanitario y cohesión social. Las seis prioridades propuestas por el Centre for Mental Health ofrecen un camino claro, basado en evidencia y orientado a resultados, para abordar de forma sostenible los desafíos de la salud mental en Inglaterra.
Estas seis prioridades de inversión no solo ofrecen soluciones eficaces y coste-eficaces para Inglaterra, sino que también resultan altamente pertinentes para el contexto español. En España, la salud mental enfrenta desafíos similares, como el aumento de la prevalencia de trastornos mentales, las dificultades de acceso a servicios adecuados y el impacto económico y social asociado.
Según los datos publicados en 2024 del Informe Anual del Sistema Nacional de Salud, el 34% de la población española presenta algún problema de salud mental, superando el 40% en mayores de 50 años y el 50% en mayores de 85 años. Además, los problemas de ansiedad y depresión son los más frecuentes en las consultas de atención primaria, con una tendencia creciente en los últimos años.
El ámbito laboral también refleja esta problemática: los problemas de salud mental se han convertido en la segunda causa de baja y absentismo laboral en España, con un aumento significativo en los días perdidos por trabajador debido a estas problemáticas.
Estos son solo algunos de los datos que ponen de manifiesto la necesidad urgente de implementar estrategias similares a las propuestas en el informe británico, adaptadas al contexto español. Invertir en salud mental no solo es una obligación ética, sino también una decisión económica inteligente que puede prevenir situaciones de crisis evitables, mejorar la calidad de vida de millones de personas y optimizar el uso de los recursos públicos.
Se puede acceder al informe completo desde la página web del Centre For Mental Health o bien directamente aquí: