La respuesta de salud pública a la creciente crisis mundial de salud mental es lamentablemente inadecuada, especialmente para los jóvenes, y la falta de inversión y políticas dedicadas perpetúa las carencias en los servicios. Así lo concluye un artículo publicado en la revista The Lancet Public Health, un editorial que subraya cómo la salud mental sigue siendo una de las áreas más desatendidas de la salud pública y la prestación de servicios. El documento advierte que la incidencia y la carga de los trastornos mentales están aumentando, exigiendo una acción gubernamental urgente.

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El aumento alarmante de la carga global de los problemas de salud mental.
Según los datos recogidos en el artículo, más de 1000 millones de personas en todo el mundo viven con un problema de salud mental, lo que incluye a uno de cada siete jóvenes. Estos datos muestran un panorama aleccionador, con la prevalencia global de trastornos mentales alcanzando el 13.6%, un 0.9% más alta que hace una década.
De acuerdo con los diferentes informes citados, los principales problemas de salud mental en el mundo son la depresión y la ansiedad. Los autores del editorial señalan que el pico de la carga de estos problemas de salud mental se produce ahora en la franja de edad de 15 a 19 años. Además, advierten que, desde el año 2010, los trastornos de ansiedad en este grupo de edad han aumentado cerca de un 70%, y la depresión alrededor de un 30%. Esta trayectoria, según el editorial, «debería ser motivo de preocupación».
Costes económicos y falta de inversión.
El artículo resalta cómo la mala salud mental ha escalado globalmente, interrumpiendo la educación y el empleo, por lo que el coste social de esta grave situación es profundo. Específicamente, se estima que solo la ansiedad y la depresión suponen costes anuales superiores a 1 billón de dólares (aproximadamente 862.000 millones de euros).
A pesar de las cifras, la inversión de los países en este campo permanece estancada, puesto que el gasto en salud mental representa solamente el 2.1 de los presupuestos de salud a nivel mundial, una cifra sin cambios desde el año 2017.
El Atlas de Salud Mental de la OMS, publicado en septiembre, evaluó el estado de los servicios, revelando un «preocupante declive en el compromiso global», según citan los autores. De 144 países participantes (una cifra menor que los 171 de 2020), solo 117 reportaron contar con políticas o planes de salud mental para la población general. De manera decepcionante, únicamente 77 países tienen estrategias dedicadas para niños y adolescentes.
Desigualdad en servicios y especialistas.
Las necesidades de servicio no satisfechas son generalizadas, según se indica también en el artículo. La prestación de servicios para la atención de la salud mental de la población es descrita como «inadecuada e insuficiente”. Además, el sistema sanitario está desbordado y no cuenta con la financiación necesaria. La disparidad entre los países de ingresos bajos (PIB) y los de ingresos altos (PIA) es marcada: por ejemplo, los servicios ambulatorios hospitalarios están disponibles solamente en el 30 de los PIB, en comparación con el 90 de los PIA.
La escasez de profesionales especializados agrava la crisis, según se informa en el editorial. La cifra media global es de 13.5 profesionales de salud mental por cada 100,000 habitantes. Para la población juvenil, este número disminuye drásticamente: mientras que los PIA reportan aproximadamente 4.5 profesionales por cada 100,000 jóvenes, los PIB tienen menos de 0.05 por cada 100,000. Este abandono sistémico, señalan los autores, refleja un «fracaso más amplio en la priorización de la salud mental juvenil a nivel de políticas».
Llamamiento a la acción urgente.
Tal y como señalan los autores, la evidencia presentada en los últimos informes citados en el texto debe ser «una llamada de atención para que los gobiernos respondan rápidamente» a estas tendencias preocupantes. Aunque el Plan de Acción Integral de Salud Mental de la OMS establece acciones claras para lograr la cobertura universal, la mayoría de los países están muy lejos de cumplir con los objetivos, advierte el texto.
Para los expertos, el camino a seguir exige una «acción urgente y decisiva». Para ello, proponen adoptar un nuevo enfoque para la salud mental juvenil que aborde factores clínicos, sociales y políticos. Los gobiernos y los responsables políticos en materia de sanidad deben tomarse la salud mental —y la salud mental juvenil en particular— mucho más en serio, destacan los autores. Esto es crucial, puesto que menos del 2% del gasto sanitario mundial está destinado a este fin, una cifra que destaca la necesidad urgente de una respuesta adecuada, concluyen.
Fuente.
Health, T. L. P. (2025). Mental health: a public health crisis unfolding. The Lancet. Public health, 10 (11), e890.
