Los trastornos de ansiedad son los trastornos mentales más comunes del mundo, afectando a 359 millones de personas en 2021, y, en mayor medida a las mujeres. Los síntomas de ansiedad suelen aparecer durante la infancia o la adolescencia. Aunque existen tratamientos muy eficaces para su abordaje, tan solo 1 de cada 4 personas reciben el tratamiento que necesitan. Por su parte, la depresión también constituye un trastorno mental común: a nivel mundial, se estima que el 5,7% de las personas adultas la presentan y, al igual que los trastornos de ansiedad, afecta a más mujeres que hombres. Existen tratamientos eficaces para la depresión leve, moderada y grave.
Estos son algunos de los datos clave destacados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su actualización de información y cifras relativos a los trastornos de ansiedad y la depresión, recogida en su página Web.

Trastornos de ansiedad
Tal y como señala la OMS, todos podemos sentir ansiedad a veces, pero las personas con trastornos de ansiedad suelen experimentar miedo y preocupación intensos y excesivos. Estos sentimientos suelen ir acompañados de tensión física y otros síntomas conductuales y cognitivos. Son difíciles de controlar, causan una angustia significativa y pueden durar mucho tiempo si no se tratan, interfiriendo con las actividades diarias y llegando a impactar negativamente en la vida familiar, social, escolar o laboral de la persona.
Según los nuevos datos, se estima que el 4,4 % de la población mundial presenta, actualmente, un trastorno de ansiedad. En el año 2021, 359 millones de personas en el mundo lo presentaban, siendo este problema de salud mental el más común. Si bien existen tratamientos altamente eficaces, tan solo 1 de cada 4 personas que los necesitan (27,6 %) recibe algún tipo de tratamiento. Las barreras que impiden recibir esta atención incluyen: la falta de conocimientos de que se trata de una condición de salud tratable; la falta de inversión en servicios de salud mental; la falta de profesionales de la salud capacitados y el estigma social.
Síntomas y patrones del trastorno de ansiedad
De acuerdo con la Organización Mundial, las personas con un trastorno de ansiedad pueden experimentar miedo o preocupación excesivos por una situación específica (por ej., un ataque de pánico o una situación social) o, en el caso del trastorno de ansiedad generalizada, por una amplia gama de situaciones cotidianas. Estos síntomas suelen aparecer durante un período prolongado, al menos, varios meses, llevándolos a evitar las situaciones que les generan ansiedad.
Asimismo, los trastornos de ansiedad incluyen otros síntomas, entre ellos, los siguientes: dificultad para concentrarse o tomar decisiones sentir irritabilidad; tensión o inquietud; náuseas o malestar abdominal; palpitaciones; sudoración; temblores o sacudidas; dificultad para dormir; sensación de peligro inminente; pánico o fatalidad.
Tener un trastorno de ansiedad incrementa el riesgo de depresión y trastornos por consumo de sustancias, así como el riesgo de pensamientos y conducta suicida.
Los diferentes trastornos de ansiedad son: trastorno de ansiedad generalizada (preocupación persistente y excesiva por actividades o eventos cotidianos); trastorno de pánico (ataques de pánico y miedo a ataques de pánico continuos); trastorno de ansiedad social (altos niveles de miedo y preocupación ante situaciones sociales que podrían hacer que la persona se sienta humillada, avergonzada o rechazada); agorafobia (miedo, preocupación y evitación excesivos de situaciones que podrían causar pánico o sentirse atrapada, indefensa o avergonzada); trastorno de ansiedad por separación (miedo o preocupación excesivos por separarse de personas con las que se tiene un vínculo emocional profundo); fobias específicas (miedos intensos e irracionales a objetos o situaciones específicos que provocan conductas de evitación y angustia significativa); y mutismo selectivo (incapacidad constante para hablar en ciertas situaciones sociales, a pesar de la capacidad de hablar con comodidad en otros entornos, que afecta principalmente a niños).
Las personas pueden experimentar más de uno al mismo tiempo. Los síntomas suelen comenzar durante la infancia o la adolescencia y continuar hasta la edad adulta, siendo las niñas y las mujeres las que tienen mayor probabilidad de desarrollarlos, en comparación con los niños y los hombres.
¿Qué factores contribuyen al trastorno de ansiedad y cómo prevenirlo?
En palabras de la OMS, los trastornos de ansiedad «son el resultado de una compleja interacción de factores sociales, psicológicos y biológicos», siendo mayor la probabilidad de desarrollarlo entre quienes han sufrido abuso, pérdidas graves u otras experiencias adversas.
De igual modo, los trastornos de ansiedad tienen una estrecha relación con la salud física y se ven afectados por ella. De hecho, muchos de los efectos de la ansiedad (como la tensión física, la hiperactividad del sistema nervioso o el consumo nocivo de alcohol), son también factores de riesgo conocidos para determinadas enfermedades, como las cardiovasculares. A su vez, las personas que presentan este tipo de enfermedades también pueden experimentar trastornos de ansiedad, debido a las dificultades asociadas con el manejo de sus afecciones.
Para la prevención de la ansiedad destacan algunos enfoques comunitarios eficaces, como la educación parental, los programas de ejercicio y los programas escolares para mejorar el aprendizaje socioemocional y fomentar un afrontamiento positivo en niños, niñas y adolescentes.
La depresión
Otro trastorno mental común es el trastorno depresivo (también conocido como depresión), que implica un estado de ánimo deprimido o la pérdida del placer o interés en actividades durante largos periodos. Es diferente de los cambios de humor y las emociones habituales sobre la vida cotidiana, puede afectar a todos los aspectos de la vida -incluyendo las relaciones familiares, con los amigos y con la comunidad-, y puede ser tanto causa como consecuencia de problemas en la escuela y en el trabajo.
La probabilidad de desarrollar depresión es mayor entre quienes han sufrido abuso, pérdidas graves u otros eventos estresantes, siendo las mujeres más propensas que los hombres (es 1,5 veces más común entre ellas que entre ellos). Según advierte la Organización Mundial, la depresión puede llevar al suicidio.
En base a los nuevos datos, cerca de 332 millones de personas en el mundo presentarían depresión. A este respecto, la OMS estima que el 4% de la población experimenta depresión, incluyendo el 5,7% de las personas adultas (4,6% entre los hombres y 6,9% entre las mujeres) y el 5,9% de los adultos mayor de 70 años o más. A nivel mundial, más del 10% de las mujeres embarazadas y las que acaban de dar a luz experimentan depresión.
En países de altos ingresos, solo alrededor de un tercio de las personas con depresión reciben tratamiento de salud mental. A este respecto, al igual que con los trastornos de ansiedad, la falta de inversión en salud mental, la falta de profesionales de la salud capacitados y el estigma social asociado a los trastornos mentales, constituyen barreras importantes que impiden el poder recibir una atención eficaz.
Síntomas y patrones en la depresión
Un episodio depresivo es diferente de las fluctuaciones regulares del estado de ánimo y suele durar la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Durante el mismo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (sentirse triste, irritable y vacío), con una pérdida de placer o interés en las actividades con las que antes disfrutaba.
Otros síntomas pueden incluir: falta de concentración; sentimientos de culpa excesiva o baja autoestima; desesperanza sobre el futuro; pensamientos sobre la muerte o el suicidio; sueño interrumpido; cambios en el apetito o el peso; y sensación de cansancio excesivo o falta de energía.
Según explica la Organización Mundial, un episodio depresivo puede clasificarse como leve, moderado o grave según la cantidad y la gravedad de los síntomas, así como el impacto que tiene en el funcionamiento del individuo.
Los diferentes patrones de episodios depresivos son: trastorno depresivo de episodio único (es decir, el primer y único episodio de la persona); trastorno depresivo recurrente (la persona tiene antecedentes de, al menos, dos episodios depresivos); y trastorno bipolar (en este caso, los episodios depresivos se alternan con períodos de síntomas maníacos, que incluyen euforia o irritabilidad, aumento de la actividad o energía, y otros síntomas como mayor locuacidad, pensamientos acelerados, mayor autoestima, menor necesidad de sueño, distracción y comportamiento impulsivo e imprudente).
¿Qué factores contribuyen al desarrollo de la depresión y cómo prevenirla?
La depresión es el resultado de una compleja interacción de factores sociales, psicológicos y biológicos. Las personas que han pasado por eventos vitales adversos (desempleo, duelo, eventos traumáticos) tienen mayor probabilidad de desarrollar depresión. La depresión, a su vez, puede generar más estrés y disfunción, empeorando la situación vital de la persona afectada y la propia depresión. La evidencia indica que está estrechamente relacionada con la salud física y se ve afectada por ella. Muchos de los factores que influyen en la depresión (como la inactividad física o el consumo nocivo de alcohol) también son factores de riesgo conocidos para enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y las respiratorias. A su vez, las personas con estas enfermedades también pueden experimentar depresión debido a las dificultades asociadas con el manejo de su condición.
Por otro lado, se ha demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Los enfoques comunitarios eficaces para prevenir la depresión incluyen programas escolares que fomentan un patrón de afrontamiento positivo en niños y adolescentes. Las intervenciones para padres de niños con problemas de conducta pueden reducir los síntomas depresivos parentales y mejorar los resultados de sus hijos. Los programas de ejercicio para personas mayores también pueden ser eficaces en la prevención de la depresión.
Diagnóstico y tratamiento de los trastornos de ansiedad y depresión
Existen tratamientos eficaces tanto para la ansiedad como para la depresión. Los tratamientos psicológicos son el primer tratamiento para la depresión y son tratamientos esenciales para los trastornos de ansiedad. La Organización Mundial manifiesta que los tratamientos psicológicos pueden enseñar nuevas formas de pensar, afrontar la situación o relacionarse con los demás. Concretamente, en el tratamiento de la ansiedad, pueden enseñar a las personas a afrontar las situaciones, eventos, personas o lugares que desencadenan su ansiedad.
Estas intervenciones psicológicas pueden ofrecerse de forma individual o grupal, de modo presencial u online. También se puede acceder a ellas a través de manuales de autoayuda, sitios web y aplicaciones.
Los tratamientos psicológicos, clave en el abordaje de la ansiedad y la depresión
Los tratamientos psicológicos con mayor evidencia para el abordaje de diversos trastornos de ansiedad son aquellas basadas en los principios de la terapia cognitivo-conductual, incluyendo la terapia de exposición, durante la cual las personas aprenden a afrontar sus miedos, y la enseñanza de habilidades de gestión del estrés, como la relajación y la atención plena, para reducir los síntomas. Por su parte, los más eficaces para la depresión incluyen: activación conductual, terapia cognitivo-conductual, psicoterapia interpersonal y terapia de resolución de problemas.
Con respecto al tratamiento psicofarmacológico, la OMS recuerda a los profesionales de la salud la importancia de tener en cuenta tanto «los posibles efectos adversos asociados con los antidepresivos, como la capacidad de administrar cualquiera de las intervenciones (en términos de experiencia y/o disponibilidad de tratamiento) y las preferencias individuales». En este sentido, indica que generalmente, no se recomiendan las benzodiazepinas para los trastornos de ansiedad «debido a su alto potencial de dependencia, así como a su limitada eficacia a largo plazo». De igual modo, afirma que los antidepresivos «no deben utilizarse para tratar la depresión en niños ni son la primera línea de tratamiento en adolescentes, en quienes deben utilizarse con extrema precaución».
Pautas de la OMS para fomentar el autocuidado
El autocuidado puede desempeñar un papel fundamental en el apoyo al tratamiento y en el manejo y control de los síntomas de ansiedad y de depresión y en la promoción del bienestar general. Para ello, la OMS recoge las siguientes pautas de autocuidado:
- Ansiedad: evitar o reducir el consumo de alcohol y no consumir drogas ilegales, que pueden empeorar la ansiedad; hacer ejercicio regularmente, incluso si es solo una caminata corta; mantener hábitos de alimentación y sueño regulares en la medida de lo posible y llevar una dieta saludable; aprender técnicas de relajación, como la respiración lenta y la relajación muscular progresiva; y desarrollar el hábito de la meditación consciente, aunque solo sean unos minutos al día.
- Depresión: intente seguir realizando actividades que antes disfrutaba. Manténgase en contacto con amigos y familiares; haga ejercicio con regularidad, aunque sea una caminata corta; mantenga sus hábitos de alimentación y sueño habituales en la medida de lo posible; evite o reduzca el consumo de alcohol y no consuma drogas ilegales, ya que pueden empeorar la depresión; hable con alguien de confianza sobre sus sentimientos; busque ayuda de un/a profesional de la salud; si tiene pensamientos suicidas: recuerde que no está solo y que muchas personas han pasado por lo que usted está experimentando y han encontrado ayuda; hable con alguien de confianza sobre cómo se siente; hable con un/a profesional de la salud, como un médico o un terapeuta. únase a un grupo de apoyo; si cree que está en peligro inminente de hacerse daño, comuníquese con cualquier servicio de emergencia disponible o una línea de crisis.
Recursos de la Organización Mundial de la Salud
La Organización Mundial cita su Plan de Acción Integral de Salud Mental 2013-2030, donde se ponen de manifiesto los pasos necesarios para brindar intervenciones adecuadas a las personas con problemas de salud mental, incluidos los trastornos de ansiedad y la depresión.
El trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno de pánico, así como la depresión y las autolesiones/suicidio se encuentran entre los problemas prioritarios del Programa de Acción para Superar las Brechas en Salud Mental (mhGAP) de la OMS, cuyo objetivo es ayudar a los países a ampliar los servicios para personas con trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias, mediante la atención brindada por profesionales de la salud no especializados en salud mental.
En la misma línea, la Organización ha publicado manuales breves de intervención psicológica para la ansiedad y la depresión que pueden ser impartidos de forma individual y grupal. Entre ellos, destaca los siguientes: el manual Gestión de Problemas Plus (PM+), basado en los principios de la terapia cognitivo-conductual y que utiliza técnicas como la activación conductual, la gestión del estrés, la resolución de problemas y el fortalecimiento del apoyo social; el curso de gestión en grupo Self-Help Plus (SH+), el manual de Terapia Interpersonal Grupal para la Depresión y el manual Pensando en Salud, que aborda el uso de la TCC para la depresión perinatal.
Fuentes:
WHO (2025). Anxiety Disorders. Newsroom, Fact sheets. Detail. World Health Organization.
WHO (2025). Depressive disorder (depression). Newsroom, Fact sheets. Detail. World Health Organization.
