La importancia del acceso abierto al conocimiento científico

12 Sep 2012

El movimiento del acceso abierto al conocimiento científico (denominado en inglés Open Access), que defiende que cualquier persona (sea investigador o no) pueda acceder al contenido de las publicaciones científicas sin restricciones, está recibiendo una enorme atención en los últimos meses.

El debate se reabrió cuando, el pasado mes de abril, la Biblioteca de la Universidad de Harvard (una de las más prestigiosas universidades del mundo) anunció que no podía seguir haciendo frente al elevado coste que supone la suscripción a las principales editoriales académicas (como Elsevier, Springer, Thomson Reunters o Wiley ), que son las que poseen los derechos de autor de más del 42% de la producción científica anual y cuyas cuotas se han elevado más del 142% en tan sólo 6 años. En la nota emitida a los medios, la biblioteca de dicha universidad alentaba a los investigadores y docentes a publicar sus trabajos en revistas de libre acceso en detrimento de las publicaciones que exigen el pago de una tarifa de subscripción (La Universidad de Harvard se suma al movimiento del libre acceso al conocimiento científico).

La iniciativa llevada a cabo por esta prestigiosa entidad académica ha tenido una importante repercusión mediática y ha vuelto a centrar el debate de la actualidad científica en torno a la necesidad de realizar cambios en cómo se comunica y se comparte el conocimiento científico.

Partiendo de la premisa de que el conocimiento es un bien público y que en una sociedad democrática todo el mundo debe tener acceso libre al mismo, algunos investigadores no sólo apuestan por el libre acceso a los resultados de las investigaciones, sino que plantean las ventajas que supondría el libre acceso a los datos directos en los que se basan dichos resultados. Así lo defiende un reciente artículo de la revista The Guardian, cuyo autor es un desatacado investigador, Peter Coles, profesor de astrofísica en la Universidad Cardiff (Reino Unido). El artículo, titulado Open access will be crucial to maintain public confidence in science, defiende la importancia de conseguir que las investigaciones y los datos científicos sean de libre acceso, no sólo para romper el actual monopolio que poseen determinadas editoriales académicas, sino para asegurar la credibilidad y la confianza de la sociedad en los avances científicos, a través de la máxima transparencia en la investigación.

Con las posibilidades de difusión del conocimiento científico a través de Internet, señala este profesor, la labor de las editoriales académicas ha dejado de ser tan valiosa como antes de que aparecieran las nuevas tecnologías. Internet ofrece la posibilidad no sólo de que el conocimiento científico sea accesible a todo el mundo, sino de permitir el intercambio de ideas e información entre investigadores. Tal y como P. Coles señala: «el acceso abierto y el debate son esenciales para que el método científico funcione adecuadamente».

Los avances de la tecnología digital, añade, deberían haber hecho la publicación y difusión de la investigación mucho más barata. Sin embargo, «las tarifas de subscripción de las revistas científicas se han disparado, incluso para las publicaciones online», lo que repercute negativamente en el progreso científico, ya que muchas instituciones académicas no pueden costearse el lujo de pagar «las exorbitantes tarifas de acceso».

Además, señala este investigador, hay que tener en cuenta que un acceso abierto a los datos científicos aportaría indudables beneficios al desarrollo de la ciencia, ya que permite el desarrollo adecuado del método científico en la medida que posibilita el análisis exhaustivo de los datos por parte de otros investigadores y, si es necesario, la posibilidad de replicar los resultados.

Pero, ¿hasta qué punto la comunidad científica se ha sumado a este movimiento del libre acceso? De acuerdo a una de las más recientes investigaciones, publicada en la revista PLoS ONE y con datos referentes a 2008, existe una enorme variabilidad entre las disciplinas. A la cabeza de este movimiento se sitúan las ciencias de la naturaleza (en las que se incluyen las ciencias planetarias y terrestres y las ciencias ambientales, biológicas y agrícolas) con un 33% de su producción científica ya disponible en libre acceso en aquel año. Las ciencias sociales (en las que dichos autores engloban a la psicología, la economía, o las artes y humanidades, entre otras) alcanzaban el 23% de sus publicaciones en esta modalidad. Química es la ciencia que publicaba menos en acceso abierto (13%), de acuerdo a dicha investigación.

Si bien esta práctica en algunas disciplinas como la psicología parece difícil de implementar, cada vez más investigadores se están sumando a esta modalidad de distribución del conocimiento. No obstante y tal y como lo plantean los defensores del movimiento del libre acceso, para llegar a romper el monopolio de las grandes editoriales científicas y conseguir que todas las personas puedan acceder gratuitamente al conocimiento, es necesario una acción coordinada por parte de toda la comunidad científica y de las universidades.

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