La pandemia de COVID-19 ha supuesto un cambio para toda la población, sin embargo, para las personas ciegas ha significado un desafío de dimensiones considerables en la medida en que este colectivo ha tenido que hacer frente a nuevas barreras para su movilidad, su vida independiente y su salud mental. Así lo establece el informe Potenciar las voces: Nuestras vidas, nuestra decisión (Amplifying Voices, Our Lives, Our Say), elaborado por la Unión Mundial de Ciegos (UMC) con el objetivo de incrementar la concienciación y sensibilidad de la población acerca de los desafíos sufridos por las personas ciegas durante esta pandemia, así como de poner en valor sus fortalezas. El informe se ha realizado a partir de la encuesta a 853 personas ciegas y con discapacidad visual de todo el mundo, de las cuales el 35% tenían ceguera total, el 45% una gran dificultad de visión y un 20% dificultades parciales. |
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Entre los múltiples desafíos que ha supuesto la adaptación a la situación de pandemia sanitaria para este colectivo, los tres principales retos informados por los participantes han sido los relativos al transporte y movilidad (50,1%), la independencia, autonomía y dignidad (49%) y la salud mental y el bienestar (48,8%). La pandemia ha implicado un incremento de las barreras a la movilidad y transporte de estas personas, dificultando su acceso a artículos y servicios esenciales. De esta manera, las personas ciegas se vieron especialmente impedidas para poder salir de sus casas, aumentando su dependencia de otras personas. Determinados hábitos de higiene esenciales, como el uso de mascarillas, la distancia de seguridad, no tocar superficies y los cambios en cuanto al nivel de ruido de las calles están suponiendo desafíos adicionales que están dificultando notablemente su capacidad de orientación y su sensación de seguridad en los desplazamientos. La limitación ha sido tan acusada, que algunas personas con ceguera y discapacidad visual no han podido salir de sus viviendas y han tenido enormes problemas para conseguir artículos esenciales, como comida, para poder cubrir sus necesidades básicas. Tal y como señala el documento, la normativa sobre las nuevas prácticas (tales como el distanciamiento físico, los pagos con tarjeta sin contacto, las indicaciones para el establecimiento de distancia de seguridad en las colas, etc.) y los productos (por ejemplo, las pantallas protectoras, las mascarillas, etc.) no han tenido en cuenta las necesidades y características de las personas con ceguera y discapacidad visual. El acceso a alternativas de ocio, como los libros en braile, se ha visto significativamente limitado, acarreando además un mayor riesgo de contagio frente al virus. Asimismo, el acceso a otras actividades de tiempo libre y recreativas, debido al cierre de los espacios públicos o a las limitaciones de muchas plataformas online para su accesibilidad a personas con ceguera, ha supuesto una limitación adicional a sus posibilidades de entretenimiento. De esta manera, los sentimientos de frustración, ansiedad, ira, baja autoestima y desmotivación causados por la pérdida de autonomía e independencia han sido frecuentemente informados por estas personas durante este periodo, acentuando su sensación de aislamiento y desconexión social. Tal y como subraya el informe: Si bien ya estaban marginados con respecto a la sociedad, la COVID-19 ha dejado a muchas personas con ceguera y discapacidad visual aún más aisladas al no poder conectarse con su entorno social. Asimismo, estas personas han manifestado un mayor malestar y sufrimiento psicológico, derivado de un aumento notable de los niveles de ansiedad y de la sensación de desprotección frente al virus, así como del cierre de los servicios de atención a la salud mental durante el periodo de confinamiento. La falta de información accesible para personas con ceguera sobre la COVID-19 acentuó aún más si cabe su sensación de incertidumbre y miedo. Por todos estos motivos, la UMC solicita a los responsables de la gestión frente a la pandemia que consideren la situación de especial vulnerabilidad de este colectivo y que incorporen en sus planes de acción medidas adaptadas a las personas con ceguera y discapacidad visual. Asimismo, instan a la colaboración efectiva de las organizaciones representativas de personas con discapacidad, los gobiernos, las comunidades, la sociedad civil, las agencias de la ONU y el sector privado para hacer realidad la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en la lucha frente a la propagación de la COVID-19, amplificando las voces de las personas con ceguera y discapacidad en la toma de decisiones. El informe de la UMC proporciona una serie de recomendaciones precisas en numerosos ámbitos (aumentar la resiliencia, mejorar el desarrollo urbano inclusivo, facilitar tecnología accesible, incrementar la concienciación ) para mejorar la calidad de vida de estas personas. En lo que respecta a la mejora de su salud mental, la UMC señala la necesidad de adoptar las siguientes medidas:
Otra de las líneas de acción propuesta por la UMC es el aumento de la concienciación y sensibilidad pública, para lo cual señala la necesidad de:
Se puede acceder al informe en el siguiente enlace: WBU Global Report COVID-19, Amplifying Voices, Our Lives, Our Say | ||||
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