Este fin de semana se ha celebrado el Día Europeo de la Depresión. Este año la Asociación Europea de la Depresión (European Depression Association, EDDA) ha elegido el lema «la depresión: tratarla y vencerla», con el objetivo de incidir en la necesidad de que los gobiernos adopten medidas eficaces para combatir esta enfermedad, que hoy por hoy constituye el reto sanitario más importante a nivel mundial y una de las asignaturas pendientes de los sistemas sanitarios.
La depresión supone el motivo de consulta más frecuente en los servicios de Atención Primaria, -situación que se ha agravado con la actual crisis económica-, y, además, se trata del problema de salud más incapacitante a nivel mundial, por encima de cualquier enfermedad física. Así lo establece un reciente estudio de la prestigiosa revista Nature, donde se ha evaluado la inicidencia en el mundo de un conjunto de problemas de salud mental (incluida la depresión), así como se han analizado otros factores, como el soporte asistencial que prestan los gobiernos para dar solución a estos problemas y la calidad de las intervenciones que se ofrecen a la población. |
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El panorama mundial que se presenta en este informe, en el que han participando investigadores y expertos de más de 60 países, y titulado Grand Challenges in Global Mental Health (Grandes Retos de la Salud Mental en el Mundo), resulta demoledor. Tal y como señalan los autores, si no se ponen en marcha medidas eficaces para paliar esta situación, «se prevé un aumento notable de los trastornos mentales para el año 2020, incluido el número de suicidios».
A continuación, se ofrece para los lectores interesados, un resumen con las principales conclusiones de este trabajo:
Grandes Retos de la Salud Mental en el Mundo
- Los trastornos mentales constituyen el 13% de la carga global de enfermedades, por encima del cáncer y los trastornos cardiovasculares.
- Se da la circunstancia, además, que 8 de cada 10 países no cuentan con el soporte asistencial suficiente para hacer frente a estos problemas de salud mental. La ausencia de tratamientos adecuados y la práctica inexistencia de intervenciones dirigidas hacia la prevención suponen una grave carencia y reflejan «una limitada comprensión del cerebro», afirman los autores del trabajo.
- Tal y como se detalla en el estudio, del conjunto de enfermedades mentales, la depresión, el abuso de alcohol, la esquizofrenia, el trastorno bipolar, las demencias degenerativas tipo Alzheimer y los trastornos por abuso de sustancias son los más incapacitantes (ver Tabla 1).
Tabla 1. Carga mundial de los trastornos mentales, neurológicos y de abuso de sustancias*
Causa | Años de vida asociados a discapacidad(millones) |
Depresión | 65,5 |
Abuso de alcohol | 23,7 |
Esquizofrenia | 16,8 |
Trastorno bipolar | 14,4 |
Alzheimer y otras demencias | 11,2 |
Trastornos por abuso de sustancias | 8,4 |
Epilepsia | 7,9 |
Migraña | 7,8 |
Trastorno de pánico | 7,0 |
Trastorno obsesivo-compulsivo | 5,1 |
Insomnio | 3,6 |
Trastorno por estrés post-traumático | 3,5 |
Parkinson | 1,7 |
Esclerosis múltiple | 1,5 |
*Tomado de Collins y cols. (2011), Grand challenges in global mental health, Nature, 475, pág.28
Los autores del informe alertan de las implicaciones que supone la alta tasa mundial de este tipo de trastornos de salud mental, y gracias al análisis y revisión del comité de expertos, formado por investigadores y profesionales de más de 60 países, establecen las áreas prioritarias de acción para combatir el problema de la salud mental y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas, reclamando una acción urgente a nivel mundial y el aumento de la inversión para la lucha contra estos problemas.
Su análisis establece 6 metas fundamentales o grandes retos de la salud mental para la próxima década:
- Invertir esfuerzos en la identificación de los factores de riesgo y los factores de protección que afectan a la salud mental y evaluar el nivel de impacto de determinados problemas mundiales, como la pobreza, la violencia, los conflictos armados, la emigración o los desastres naturales en la salud mental.
- Mejorar las estrategias de prevención de los problemas de salud mental, así como incidir en la aplicación de intervenciones tempranas, sobre todo, desde determinados ámbitos de actuación, como los servicios de Atención Primaria, y prestando especial atención a los niños y adolescentes, así como a la prevención del consumo de sustancias en estas edades.
- Reforzar los estudios de investigación para garantizar los tratamientos más eficaces en cada caso y facilitar el acceso de la población a la atención sanitaria.
- Aumentar la concienciación social sobre la alta tasa mundial de este tipo de trastornos, estableciendo programas para luchar contra la discriminación social y el estigma que a menudo sufren pacientes y familiares.
- Aumentar los recursos humanos destinados a la atención de la salud mental y mejorar la formación de los profesionales de la salud en este área para implementar servicios basados en la evidencia científica.
- Transformar los sistemas de salud y las políticas sanitarias, con el objetivo de integrar los trastornos de salud mental en los cuidados de larga duración y equiparar la inversión en cuidados físicos y mentales en investigación, formación, tratamientos y prevención. Según los expertos, sería necesario también establecer unos estándares de calidad mínimos para el tratamiento de los problemas mentales a nivel mundial e incorporar la salud mental en los programas sanitarios internacionales.
De esta manera, los resultados de la evaluación del comité de expertos subrayan la necesidad de realizar investigaciones desde una aproximación al análisis de la salud mental a lo largo del ciclo vital, lo que implica tener en cuenta que muchos de los trastornos mentales se inician o se manifiestan en la infancia o adolescencia y pueden afectar igualmente a los niños y a la tercera edad.
Por otro lado, el informe reconoce que el sufrimiento que provocan los trastornos mentales se extiende más allá de las personas afectadas, a sus familiares y a la comunidad, por lo que resulta de crucial importancia adaptar los sistemas sanitarios a esta realidad. Además, se enfatiza en la necesidad de que tanto las intervenciones farmacológicas como psicosociales que conformen los planes de actuación en materia de salud mental, estén basados en la evidencia científica.
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