Uno de cada siete adolescentes, en el grupo de edad de 10 a 19 años, padece algún tipo de trastorno mental, lo que representa un 14,3% de esta población, pero la atención especializada, la inversión y las políticas globales siguen siendo fragmentadas e insuficientes. Así lo concluye el comunicado «Un llamado conjunto para reforzar las políticas y la inversión en la salud mental y el bienestar de la infancia y la juventud«, emitido por la UNESCO, UNICEF, la Oficina de las Naciones Unidas para la Juventud y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta declaración conjunta insta a los Estados Miembros y a la comunidad internacional a abordar este «acuciante problema» a través de una acción coordinada y un compromiso financiero renovado.

Foto: Freepik. Autor: Freepik. Descarga: 18/11/25
La falta de inversión sostenida y la carencia de prevención temprana.
A pesar de que la salud mental se ha consolidado en el último decenio como un derecho humano fundamental, las organizaciones de Naciones Unidas lamentan que persista la ausencia de una resolución global que aborde específicamente la salud mental y el bienestar de los niños, las niñas, los adolescentes y los jóvenes como una prioridad en el desarrollo, la salud y los derechos humanos.
Las estadísticas citadas en la declaración dibujan un panorama de urgente necesidad. El texto señala que, a pesar de la elevada prevalencia de los trastornos mentales en la adolescencia, un gran porcentaje de jóvenes no recibe el reconocimiento ni el tratamiento que necesita. Además, los datos publicados revelan que los índices de suicidio entre jóvenes de 10 a 24 años están aumentando preocupantemente.
Las organizaciones critican que esta situación se debe, entre otros factores, a la insuficiencia crónica de inversión y a la falta de prevención temprana, lo que dificulta la implementación de soluciones eficaces de amplio impacto y bajo coste. El comunicado subraya que, en la actualidad, según la información incluida en el Atlas de Salud Mental en el Mundo, solamente el 56% de los países cuenta con una política o un plan específico integrado sobre salud mental en la infancia y juventud, y, aun así, la mayoría de estos planes ofrecen servicios fragmentados en entornos como el extrahospitalario, las escuelas u otros servicios dirigidos a niños, niñas y adolescentes.
Deficiencias normativas y de aplicación.
El llamado conjunto destaca una serie de deficiencias normativas en los marcos de Naciones Unidas que necesitan ser subsanadas para reforzar la salud mental infantil y juvenil.
Según la declaración, estas carencias incluyen:
- La ausencia de resoluciones específicas de la ONU que aborden de manera directa y detallada la salud mental en la infancia y la juventud.
- La carencia de marcos globales de compromiso que respondan de forma adecuada a las necesidades propias de cada etapa de desarrollo.
- La inexistencia de mecanismos participativos que permitan a los jóvenes intervenir en la formulación de políticas y servicios de salud mental.
- El escaso seguimiento independiente de los compromisos mundiales existentes sobre políticas y financiación para la salud mental infantil y juvenil.
Las organizaciones afirman que estas carencias perpetúan la existencia de enfoques convencionales que resultan «fragmentados y compartimentados».
El impulso a las acciones intersectoriales para la mejora de la salud mental infanto-juvenil.
La UNESCO, el UNICEF y la OMS hacen un llamamiento a impulsar las políticas de salud mental de niños y adolescentes, considerándola una prioridad mundial por derecho propio. Para lograr una solución eficaz, es fundamental actuar de forma coordinada en sectores clave como la salud, la educación, la protección social, la cultura, el clima y los medios digitales, advierten las entidades.
A este respecto, se considera fundamental que los gobiernos adopten y pongan en práctica estrategias nacionales para cuidar la salud mental de niños, niñas y adolescentes, siguiendo las recomendaciones y acciones propuestas por la OMS y UNICEF. Estas estrategias deben incluir principios de derechos humanos e inclusión, además de fomentar entornos educativos seguros y solidarios, tal y como recomienda la UNESCO, de manera que se promueva el bienestar y el desarrollo integral de los estudiantes.
Compromisos futuros y seguimiento de las medidas.
Para avanzar, se hace necesario “un enfoque holístico que abarque al conjunto de la sociedad, vinculando los servicios comunitarios, escolares y digitales con los sistemas de educación, salud, arte, deporte, clima y protección, acercándose a los jóvenes en sus propios entornos y fomentando condiciones propicias que les permitan desarrollarse plenamente”. Además, según las organizaciones, debe velarse por la participación significativa de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en la concepción, la aplicación y el seguimiento de las políticas y los servicios de salud mental destinados para ellos.
La OMS, UNICEF y UNESCO insisten en que es crucial que los Estados Miembros trabajen juntos para elaborar orientaciones técnicas conjuntas que permitan armonizar los mecanismos de financiación e inversión en salud mental infanto-juvenil. También debe haber una mejora en la inclusión de indicadores básicos sobre la salud mental infanto-juvenil, incluyendo encuestas y otros indicadores, que permitan realizar un seguimiento de las medidas adoptadas y dar visibilidad a los logros alcanzados.
Tal y como se indica en el comunicado, este llamamiento conjunto representa, en esencia, un compromiso renovado para abordar la salud mental infantil y juvenil no como un tema secundario, sino como el derecho fundamental que es, impulsando una plataforma unificada entre organismos y partes interesadas para mejorar y unificar las acciones a escala mundial dirigidas a mejorar el bienestar de los niños, niñas y adolescentes.
