En los últimos años, se ha incrementado la atención hacia los desafíos de salud mental que enfrentan niños, niñas y adolescentes que forman parte del colectivo LGTBIQ+. Cabe señalar que el hecho de identificarse como LGTBIQ+ no constituye, en sí mismo, una causa directa de problemas de salud mental; sin embargo, la exposición constante a factores sociales negativos como el rechazo, la discriminación, el acoso o la violencia, sitúa a estos y estas menores en una situación de vulnerabilidad que puede derivar en problemas de ansiedad, depresión o incluso ideación e intento de suicidio.
Así lo afirma el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute), en un artículo publicado en su página web, a través del cual analiza los factores de riesgo y protección en niños/as y adolescentes que forman parte del colectivo y las acciones clave que pueden desempeñar las familias y las instituciones educativas para garantizar el bienestar mental de la infancia y adolescencia LGTBIQ+.

El peso del rechazo social
Uno de los conceptos clave para comprender los desafíos de salud mental en niños y niñas LGTBIQ+ es el de factores de riesgo. Estos hacen referencia a circunstancias o experiencias que incrementan la probabilidad de desarrollar un problema de salud mental. En este sentido, el estrés constituye un factor de riesgo casi universal dentro de este grupo.
Muchos/as menores se sienten ansiosos/as ante la posibilidad de ser rechazados/as por sus familias, amigos o comunidades educativas. Este temor no es infundado, ya que numerosos estudios señalan que los y las menores LGTBIQ+ son objeto frecuente de acoso escolar, discriminación social y, en algunos casos, incluso de violencia verbal o física. Estos estresores, si se sostienen en el tiempo, pueden derivar en el desarrollo de trastornos como la depresión, los trastornos de ansiedad o el estrés postraumático.
El rechazo familiar, en particular, ha sido identificado como uno de los principales estresores que afectan a los y las menores LGBTQ+. La falta de validación de su identidad o la negación a utilizar el nombre o los pronombres con los que se identifican no solo los expone al aislamiento, sino que incrementa el riesgo de trauma psicológico. En muchos casos, este entorno puede ser tan hostil que, en algunos casos, los/as menores puede incluso desarrollar pensamientos relacionados con el suicidio.
La exposición a experiencias traumáticas
Los niños y niñas LGTBIQ+ están expuestos con frecuencia a experiencias que pueden calificarse como traumáticas. La vivencia de acoso sistemático, la discriminación estructural o la marginación social no son meros incidentes aislados, sino eventos repetidos que erosionan su bienestar mental y emocional.
Estas experiencias traumáticas no solo afectan a nivel inmediato, sino que pueden dejar secuelas a largo plazo. El trauma acumulativo puede manifestarse a través de síntomas de ansiedad generalizada, ataques de pánico, depresión mayor o trastornos del sueño, entre otros. Además, cuando estas situaciones traumáticas no son abordadas de manera adecuada, pueden cronificarse y convertirse en factores que deterioran significativamente la calidad de vida del/de la menor.
El impacto es aún más severo cuando el/la menor no puede acceder a servicios de salud mental sensibles a la diversidad sexual y de género. Profesionales que no respetan su identidad o que utilizan enfoques patologizantes pueden agravar la sensación de inseguridad y desprotección, convirtiéndose en otro factor de riesgo para el desarrollo de problemas de salud mental graves.
Factores de protección: el poder del apoyo incondicional
Frente a este panorama, los factores de protección emergen como elementos fundamentales para amortiguar el impacto de los riesgos mencionados. Estos factores son condiciones que disminuyen la probabilidad de que un/a menor desarrolle un problema de salud mental, incluso cuando está expuesto a situaciones adversas.
El amor incondicional y el apoyo familiar son, sin lugar a duda, el mayor factor de protección identificado en la literatura. Los niños, niñas y adolescentes LGTBIQ+ que reciben respaldo y validación en sus hogares muestran tasas significativamente más bajas de ansiedad, depresión y pensamientos suicidas. Saber que pueden ser ellos y ellas mismas sin temor a ser rechazados/as genera un sentimiento de seguridad que actúa como amortiguador frente a las adversidades externas.
Otros factores de protección incluyen el contar con adultos comprensivos fuera del núcleo familiar (docentes, consejeros escolares, profesionales de la salud), el acceso a servicios de salud mental respetuosos con su identidad, y la posibilidad de acudir a centros educativos con políticas inclusivas, donde se respete el uso de nombre y pronombres acordes a su identidad de género.
Cabe destacar que incluso pequeños gestos, como colocar una bandera del orgullo LGTBIQ+ en una clase o utilizar un lenguaje inclusivo, pueden tener un efecto positivo en la autoestima y la percepción de seguridad de estos/as menores.
El papel clave de padres y cuidadores
El rol de los padres y las madres es determinante para el bienestar mental de sus hijos e hijas LGBTQ+. Crear un entorno seguro en el hogar, donde se les escuche, respete y valide, constituye la base de una salud mental sólida. Asimismo, es fundamental actuar como defensores activos en otros espacios clave, como la escuela o los servicios de salud.
Esto implica no solo intervenir ante situaciones de acoso escolar o discriminación, sino también asegurarse de que el menor reciba una atención médica y psicológica adecuada. Muchos menores LGTBIQ+ evitan buscar ayuda por temor a ser juzgados o maltratados, lo cual puede agravar síntomas depresivos o ansiosos ya presentes.
Los padres también pueden fomentar el contacto con grupos de apoyo, espacios comunitarios y organizaciones donde los niños, las niñas y los/as adolescentes puedan compartir experiencias con otros/as jóvenes LGTBIQ+ en un entorno seguro. Estas redes pueden ofrecer una contención emocional clave en momentos de crisis o estrés agudo.
Conclusiones: comprender para proteger
Los desafíos que enfrentan los niños, niñas y adolescentes LGTBIQ+ están estrechamente ligados a los estigmas sociales, al rechazo, al acoso y a la violencia estructural que experimentan en su día a día. Por tanto, el enfoque preventivo debe centrarse en transformar el entorno para que sea más inclusivo, seguro y comprensivo.
Al fortalecer los factores de protección y reducir la exposición a factores de riesgo –como el rechazo, la violencia o la discriminación– es posible prevenir el desarrollo de problemas de salud mental grave.
El apoyo familiar, la intervención temprana, el acceso a servicios sensibles y la implementación de políticas inclusivas en los centros educativos son estrategias clave.
En definitiva, promover el bienestar mental de la infancia y la adolescencia LGTBIQ+ es una responsabilidad compartida que involucra a familias, escuelas, profesionales de la salud y a la sociedad en su conjunto. Solo a través de un enfoque integral, empático y respetuoso podremos construir entornos donde todos los y las menores –sin importar su orientación sexual o identidad de género– puedan crecer de forma saludable, feliz y libre de traumas.
Fuente: Child Mind Institute