Hoy, 10 de octubre de 2011, se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. El lema elegido para este año por la Organización Mundial de la Salud Mental (World Federation for Mental Health) ha sido: «el gran impulso: invertir en salud mental». Su objetivo principal es precisamente éste: que los líderes mundiales inviertan en recursos económicos y humanos suficientes para asegurar la prevención, la evaluación y la intervención temprana de los trastornos mentales, dado que no es posible el progreso económico si los responsables políticos siguen ignorando la grave y creciente carga que supone la enfermedad mental. Precisamente uno de los estudios que está constituyéndose como el último referente en relación con el peso real que suponen los trastornos mentales, -en concreto, para el entorno europeo-, fue publicado hace un mes por la Asociación Europea de Neuropsicofarmacología (European College of Neuropsychopharmacology: ECNP). |
Este riguroso trabajo ha conseguido reunir y analizar los datos procedentes de los 27 países que integran la Unión Europea, así como de Suiza, Islandia y Noruega, registrando la prevalencia actual de un amplio conjunto de enfermedades mentales así como de trastornos neurológicos severos y evaluando su carga en términos de pérdida de productividad e incapacidad.
Según los resultados de este informe, titulado The Size and Burden of Mental Disorders in Europe (Magnitud y carga de los trastornos mentales en Europa), uno de cada tres europeos padece un problema de salud mental (el 32,8% de la población europea), lo que equivale a unos 165 millones de personas al año.
A la luz de este principal hallazgo, los investigadores concluyen que la magnitud del problema de la enfermedad mental en Europa ha sido subestimada en estudios anteriores. La situación «es mucho peor de lo que creíamos», advierten en la nota de prensa que han lanzado a los medios. «Estos problemas se han convertido en el mayor reto europeo de salud del siglo XXI, por la discapacidad que producen y los costes sociales y económicos que conllevan», ha enfatizado Hans Ulrich Wittchen, director del Intituto de Psicología y Psicoterapia de la Universidad de Dresden (Alemania) y coordinador de la investigación.
Tal y como señalan los autores del informe, los trastornos mentales son un problema muy patente en todos los grupos de edad. Pero, ¿cuáles son las enfermedades mentales que más afectan a los europeos?
A este respecto el estudio señala que los trastornos de ansiedad ocupan el primer lugar de la lista (con un 14%), seguidos del insomnio (7%), la depresión mayor (6,9%), los trastornos psicosomáticos (6,3%), los trastornos por consumo de acohol y otras drogas (4%), el déficit de atención con hiperactividad (5% en jóvenes) y las demencias (1% en los adultos entre 60 y 65 años y un 30% a partir de los 85 años).
En relación con la carga que suponen, en términos de años de vida perdidos por discapacidad o muerte prematura, las enfermedades mentales suponen el 26,6% de todas las posibles causas. La depresión constituye la enfermedad más incapacitante, seguida de las demencias, el trastorno por consumo de alcohol y los traumatismos cerebrales (aunque se observan algunas diferencias entre los distintos grupos de edad).
Sin embargo, su análisis de la situación europea no se queda aquí. Los autores del informe también se muestran preocupados ante el bajo número de afectados que consigue recibir un tratamiento para su problema de salud mental. Sólo un tercio de ellos llega a recibir tratamiento, generalmente después de un considerable tiempo bajo los síntomas de la enfermedad (con una media de muchos años sin recibir atención sanitaria) y, sólo en muy raras ocasiones, recibe el tratamiento más apropiado, de acuerdo a la mejor evidencia científica. Es decir, que Europa se encuentra a años luz de poder atajar y controlar esta nueva «plaga» de enfermedad que la azota.
Bajo este panorama, los autores del informe reclaman acciones urgentes y concretas en todos los niveles, que incluyan mayores esfuerzos en la inversión económica destinada a la salud mental y en la difusión de las mejores prácticas en prevención e intervención en este campo.
Según estos expertos, las líneas de acción que han de priorizarse para paliar esta alarmante situación, deben focalizarse, en primer lugar, en la prevención y la atención temprana de los problemas de salud mental (sobre todo, identificando la aparición de este tipo de patologías en la infancia y adolescencia), -ya que «sólo cuando el tratamiento se inicia a tiempo, se pueden prevenir complicaciones posteriores»-, y en segundo lugar, en adoptar una aproximación integradora de los problemas de salud mental, que considere de manera conjunta su co-ocurrencia con otras alteraciones neurológicas, debido a su elevada comorbilidad y a las implicaciones que tiene para la evolución y el tratamiento la presencia de ambos trastornos en un mismo paciente.
La grave y creciente amenaza que suponen los problemas de salud mental en Europa, y que ha puesto en evidencia esta investigación, así como su elevada carga en términos de incapacidad y de costes sociales y económicos (por encima de cualquier dolencia física), contrasta con la escasa atención que recibe la salud mental en la mayor parte de los sistemas sanitarios públicos. Nuestro país no es una excepción al respecto. Tal y como ha señalado el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos en numerosas ocasiones, la salud mental está desatendida en España. Prueba de ello son la baja tasa de psiquiatras, enfermeros especializados en salud mental y psicólogos con los que cuenta nuestro país en comparación con la media europea (más información aquí).
En lo relativo al número de profesionales de psicología, y a pesar del creciente reconocimiento que juegan los tratamientos psicológicos en el abordaje de los problemas de salud mental, la tasa de psicólogos españoles se desvía más del 70% por debajo de los estándares europeos.
Según establecen los autores del informe, para conseguir que se preste la atención que requiere el problema de la enfermedad mental en Europa, aún se deben superar importantes barreras, como el estigma que a menudo rodea a la enfermedad mental y la falta de compromiso político y concienciación pública sobre el impacto real que suponen estas dolencias para el progreso económico y social de los países.
El estudio puede consultarse en el siguiente enlace: