Antonio Cano-Vindel Universidad Complutense de Madrid
Psicofundación se ha propuesto fomentar la aplicación de la psicología científica en Atención Primaria (AP). Un primer paso será desarrollar un proyecto piloto para abordar los problemas emocionales en AP mediante tratamiento psicológico basado en la evidencia científica. Antes de desarrollarlo hemos llevado a cabo una revisión de la literatura científica y del estado actual del problema en nuestro país (Cano-Vindel, 2011). A continuación presentamos un resumen. |
Emocionalidad Negativa y Salud Mental: los Desórdenes Emocionales
El análisis de la literatura científica sobre los Desórdenes Emocionales (DE), que incluyen los trastornos de ansiedad y los trastornos del estado de ánimo trastorno depresivo mayor y distimia, revela que existe una asociación estrecha entre altos niveles de estrés o emocionalidad negativa (ansiedad y tristeza, especialmente) con estos desórdenes. En su origen, muchos DE están íntimamente relacionados con factores psicosociales, como pueden ser condiciones laborales adversas (estrés laboral), desempleo, divorcio o falta de apoyo social, que provocan reacciones emocionales negativas, como por ejemplo ansiedad, las cuáles, junto con el estrés, activan al individuo para afrontar mejor los problemas. Sin embargo, cuando persisten las condiciones negativas, se puede iniciar un proceso, caracterizado por la presencia continuada de intenso afecto negativo, una alta activación fisiológica, un elevado sesgo atencional, sesgos interpretativos, etc., que podría llegar a generar disfunciones e, incluso, una cronificación de este problema.
Si estos factores psicosociales y su interpretación psicológica no son atendidos, es muy probable que los mismos sigan produciendo sintomatología durante mucho tiempo, aun a pesar del tratamiento farmacológico (que sólo reduce temporalmente el afecto negativo y/o la activación fisiológica, pero no modifica su origen), que explican las altas cifras de prevalencia de los DE en AP.
En cambio, una intervención psicológica basada en la evidencia científica, en la que se enseña a las personas a manejar sus emociones, puede ser más eficaz y eficiente que el tratamiento tradicional. En este sentido, hemos encontrado que existen diferentes programas de tratamiento psicológico de los DE, aplicados en la AP de algunos países como Reino Unido, EEUU o Australia, que han demostrado ser más eficaces y eficientes que el tratamiento convencional. Véase el programa CALM .
Los Desórdenes Emocionales en Atención Primaria
Por lo que se refiere a nuestro país, los trastorno mentales presentan una alta prevalencia: 45,1% de prevalencia a lo largo de toda la vida y 30,2% de prevalencia en los últimos 12 meses, según se indica en un estudio llevado a cabo en Cataluña , siendo los más prevalentes los DE (especialmente el trastorno depresivo mayor, 9,6%, y el trastorno de pánico, 7%).
Los estudios epidemiológicos promovidos por la OMS muestran que dos tercios de los pacientes con trastornos mentales son atendidos en AP, donde el tratamiento farmacológico es el que, tradicionalmente, reciben los pacientes con DE, el cual no está bien ajustado a la evidencia científica en la mayoría de los casos (sólo un tercio cumple los criterios de mínima adecuación). Por el contrario, es minoritario el tratamiento psicológico empíricamente validado (sólo el 0,9% de los pacientes con un trastorno de ansiedad recibe tratamiento exclusivamente psicológico y el 39% no recibe tratamiento), cuando precisamente el tratamiento psicológico de tipo cognitivo-conductual está considerado como el tratamiento de elección para estos trastornos . A estos datos se añade que, con el tratamiento convencional (farmacológico), se alcanza una alta tasa de abandono (después de las tres primeras visitas), así como de recaídas (tras concluir el tratamiento).
Por todo ello, en estos casos se encuentra que: (1) estos trastornos tienden a cronificarse y a desarrollarse nuevos desórdenes, dando lugar a una elevada comorbilidad con otras enfermedades mentales y/o condiciones físicas crónicas; (2) las personas que lo padecen suelen saturar las consultas de AP (frecuentación 19,1 veces superior a la de los ciudadanos sin DE, ni síntomas emocionales); (3) estos problemas producen un elevado grado de discapacidad (mayor que las enfermedades físicas); y (4) generan altos costes económicos (abuso y dependencia de psicofármacos, bajas laborales, incapacidad laboral transitoria, jubilaciones anticipadas, etc.), sociales (problemas familiares, dificultades para trabajar, etc.) y psicológicos.
El sistema sanitario público español adolece de una serie de problemas, como bajo presupuesto sanitario (en relación al PIB), escasez de psicólogos y exceso de gasto farmacéutico. La duración de las consultas de AP es el doble en Bélgica que en España, el presupuesto sanitario por habitante en 2005 fue un 55,8% superior en Bélgica, el número de psiquiatras por 100.000 habitantes es 2,8 veces superior en Bélgica (18 vs. 6,5), y el número de psicólogos por 100.000 habitantes es 16,8 veces superior en Bélgica (32 vs. 1,9), o un 76,1% inferior a la media europea (4,2 veces inferior a la media UE-15). Somos el país de Europa (del entorno ESEMeD) con menos psiquiatras por 100.000 habitantes y el penúltimo país en número de médicos de AP, pero tenemos la mayor demanda de consultas a psiquiatría y psicología por DE (43,8%). España es el cuarto país de la OCDE en consumo farmacéutico y el consumo de psicofármacos ha crecido al 6% anual en los últimos 5 años, periodo 2004-2009 (Ministerio de Sanidad).
Pensamos que una menor inversión en nuestro sistema sanitario, especialmente en el número de psicólogos, la falta de inversión en prevención (5%) o en tratamientos basados en la evidencia científica, podría estar favoreciendo una mayor hiperfrecuentación en AP por parte de los pacientes con DE. Estas personas no reciben una atención sanitaria de calidad, puesto que no se curan, pero ni siquiera reciben información adecuada sobre sus problemas (el primer componente de los tratamientos eficaces) en los escasos minutos que dura la consulta. Este déficit, estaría siendo «subsanado» con un mayor gasto en psicofármacos (que supone sólo un 9% del gasto sanitario de los DE). Este gasto farmacológico supone un despilfarro, por el alto abandono de tratamiento, en algunos casos, la automedicación que se prolonga durante años, en otros, el problema de las recaídas, la hiperfrecuentación, y, sobre todo, por la cronificación de problemas, para los que existe solución, como demuestra la evidencia científica. Pero no debemos fijarnos sólo en el gasto farmacológico, sino en las consecuencias globales de no adoptar un tratamiento eficaz y eficiente, como han hecho ya otros países de nuestro entorno.
Referencias:
Craske, M. G., Stein, M. B., Sullivan, G., Sherbourne, C., Bystrisky, A., Rose, R. D., et al. (2011). Disorder-specific impact of coordinated anxiety learning and management treatment for anxiety disorders in primary care. Archives of General Psychiatry, 68, 378-388.
NICE (2011). Generalized anxiety disorder and panic disorder (with or without agoraphobia) in adults. Management in primary, secondary and community care.
Consultado el 7 de marzo de 2011, en http://guidance.nice.org.uk/CG113.Serrano-Blanco, A., Palao, D. J., Luciano, J. V., Pinto-Meza, A., Luján, L., Fernández, A. et al. (2010).
Prevalence of mental disorders in primary care: Results from the diagnosis and treatment of mental disorders in primary care study (DASMAP). Social Psychiatry & Psychiatric Epidemiology, 45, 201-210.El artículo original puede consultarse en la revista Ansiedad y Estrés:
Cano-Vindel, A. (2011). Los desórdenes emocionales en Atención Primaria. Ansiedad y Estrés, 17, 73-95.
Sobre el autor:
Antonio Cano Vindel. Es presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y director de la revista Ansiedad y Estrés. |